¿CAMBIÓ TU COSMOVISIÓN?
Esto lo cambia todo • Sermon • Submitted
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Transcript
Flp. 3:8 – 11
La semana pasada estuvimos hablando de cómo es que Jesús cambia la vida de una persona cuando este se convierte a Cristo.
Pusimos el ejemplo de Pablo, de cómo Jesús lo cambio rápido y radicalmente. Pero para que esto suceda, hubo dos aspectos que tuvieron que trabajar juntos: la soberanía de Dios y la responsabilidad humana.
Dios alcanzó la vida de Pablo, Cristo buscó a Pablo, lo salvo, le dio vida cuando él estaba muerto espiritualmente y esa es la soberanía de Dios.
Pero para que Pablo realmente pudiera tener ese cambio que Dios quería operar en su vida, Pablo también tenía que responder a la soberanía de Dios poniendo su responsabilidad humana.
Y él dijo:
Señor, ¿qué quieres que yo haga?
Hch. 9:6a
Una vez más:
Dios te ha buscado, Dios a través de Cristo te ha salvado, te ha dado vida cuando estabas muerto y camino hacia la condenación eterna. Cristo pago tus pecados en la cruz, Cristo bebió la copa de ira que debiste de beber.
Y esa es Su Soberanía, Dios actuando en ti.
Pero ahora tú ¿cómo respondes a Su Soberanía? ¿cómo estás jugando tu papel de esa responsabilidad humana?
Estás preguntando como Pablo: Señor, ¿qué quieres que yo haga?
Y cuando Pablo hizo esa pregunta, no solo fue para saber qué es lo que tiene que hacer, sino que lo iba a hacer. Esa pregunta no era para su conocimiento, era para su práctica.
Si tú preguntas: Señor, ¿qué quieres que yo haga?
Eso implica que vas a hacer lo que Dios responde y no solo se quedará en el conocimiento.
Entonces, para que haya un cambio real en nuestras vidas, un cambio que se note, necesitamos que Dios obre en nosotros y nosotros responder a la obra de Dios.
Si Jesús te ha salvado, él lo cambia todo y eso dependerá de cómo tú respondes a Su obrar en ti.
Si Jesús te ha salvado y ahora no hay cambios en tu vida, es porque no estás respondiendo a su obrar en ti, pero tarde o temprano Él va a cambiar todo de ti, a través de pruebas de dolor y sufrimiento.
Decía C.S. Lewis:
El sufrimiento es el megáfono de Dios, para que lo escuchemos.
Porque muchas veces el creyente no escucha a Dios en los días apacibles, sino cuando algo nos quita nuestra estabilidad y pone nuestra vida de cabeza, ahí en medio del sufrimiento es cuando recién, el creyente busca a Dios.
No esperemos que Dios trate con nosotros de esa manera.
Porque lo va a hacer si somos sus hijos y Él ve que no estamos madurando, no estamos cambiando.
Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.
He 12:6
Disciplina: paideia = educar
Dios educa a su hijo, lo va llevando por Su camino, llevándolo por Su dirección, haciendo todo lo necesario para que este hijo pueda tomar las decisiones correctas que están en Su voluntad.
Pero cuando este hijo no hace caso y no está cambiando, lo azota, lo castiga, le da donde más le duele, porque es su hijo y lo ama, y no quiere que se pierda. Así que, con el dolor hace que este hijo pueda darse cuenta de que necesita cambiar.
Yo no quisiera que tú llegues a este nivel. Hay quienes han podido experimentar momentos duros para darse cuenta de lo mal que caminaban. Y yo he probado un poco de esto, así que no me gustaría que tú vivas eso.
Introducción:
¿Alguna vez te has interesado tanto al leer una obra literaria, que te has sumergido completamente y has vivido la historia junto con los personajes?
¿Te ha pasado?
¿Sabes? Cuando eso sucede, sabes que es algo irreal, algo ficticio, pero aun así estás ahí, participando con todos esos personajes. Y peor aún, sabes que algún momento la historia ficticia se va a terminar, y ya no formaras más parte de esa pequeña historia, ya no formarás más parte de aquellos personajes.
Transición:
Pero ¿sabes?
Hay una historia real, que no tiene fin; es la historia de la redención, del evangelio.
Es una historia que Dios ha escrito, en la cual nos introdujo y nunca saldremos de ella.
Déjame contarte un poco de esa historia, de cómo comenzó y continúa hasta el día de hoy. Es una historia que cambió la vida de Pablo y también puede cambiar la nuestra. Es una historia que transforma nuestras vidas de maneras increíbles y profundas.
Esta historia comienza mucho más antes de que existiera todo nuestro mundo conocido, comienza incluso mucho más antes de que existiera el tiempo, el espacio y la materia (Gn. 1:1).
Esta historia comienza con Dios. Dios, un ser Trino y eterno. Él nunca tuvo un principio y jamás tendrá un final. Él no está limitado por el tiempo, sino que lo creo y obra dentro de él.
Y hace miles de años, cuando no existía nada excepto Dios, Él escribió una historia sobre una redención gloriosa, escribió una historia de como pagaría el precio para salvar al ser humano.
Entonces vemos a Dios creando todo en seis días, con el poder de Su Palabra, porque el hizo todo de la nada.
Y al sexto día, Dios puso la cereza de la creación: el ser humano.
Porque antes, si Dios quería que algo existiera simplemente lo decía y existía. Pero cuando creó al ser humano, Dios se toma su tiempo de darle forma a una porción de barro y luego sopla aliento de vida en él (Gn. 2:7).
Luego Dios hace que Adán cayera en un sueño profundo y Dios saca una costilla de Adán, para formar de aquella costilla a la mujer, Eva. Ella fue la cereza de la cereza del pastel.
Y con esa obra, Dios terminó la creación.
Para aquel entonces Adán y Eva tenían una profunda conexión, comunión e intimidad con Dios y al mismo tiempo el uno con el otro.
Fue ahí que, Adán y Eva estando en el Edén, Dios les dio toda la libertad de poder hacer lo que ellos desearan en medio de la creación, y ellos podían gobernar y señorear sobre todo lo creado; pero sí había una sola regla y es que ellos no deberían de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal (Gn. 2:16 – 17).
Dios les estaba prohibiendo comer de este árbol, no porque el fruto sea feo o desagradable, No, porque Dios no crea cosas feas, todo lo hizo bueno.
Este árbol tenía frutos ricos y hermosos exteriormente.
Cuando Dios les prohibió que comieran del fruto de este árbol, Dios lo hacía para que puedan confiar en Él, para que puedan obedecerlo a Él, para que puedan demostrarle con esa obediencia que lo aman a Él y Dios iba a prosperar esa obediencia en ellos.
Hasta aquí todo iba bien, pero entró el pecado en la historia y eso fue terrible.
Satanás quien ya se había revelado contra Dios, ahora se desliza a la creación, al Edén, en forma de una serpiente para poder tentar a Adán y Eva a que comieran del fruto de este árbol prohibido.
Satanás logra que Adán y Eva puedan dudar de la fidelidad de Dios, de la integridad de Dios y de la bondad de Dios (Gn. 3:1).
Satanás logra engañar a Adán y Eva diciéndoles de que, si ellos comen serán como Dios y que ellos ya no tendrán más reglas que seguir, serán libres.
Como ya sabemos Adán y Eva cayeron en la trampa y desobedecieron el mandato de Dios.
Imagínate ¿qué pudo pasar en la mente y el corazón de Adán y Eva al dar el primer mordisco de ese fruto prohibido?
¿Qué es lo que habrá sucedido en su interior?
Tú y yo desconocemos, pero ellos experimentaron muchas cosas en su ser. En ese instante muchas cosas se rompieron en su interior.
Dime ¿tú que sientes cuando pecas?
En ese instante en el que desobedecieron, su ser cayó de la perfección en la que vivían a la perdición, cayeron de estar en vida espiritual a morir espiritualmente.
Imagínate ¿qué es lo que ellos habrán sentido?
Esa luz perfecta que alumbraba sus corazones, se opacó y ahora estaban en oscuridad.
Todo se puso mal, todo se puso gris, ellos se llenaron de vergüenza y de terror, ellos intentaron esconderse de Dios, pero nadie se esconde de Dios. Dios los encontró y los castigó, hubo consecuencias para el pecado que ellos cometieron y debido a ese pecado, debido a esa rebelión de la humanidad contra su creador, todos los seres humanos en Adán somos malditos, todos los seres humanos en Adán nacemos en una naturaleza pecaminosa (Ro. 5:18).
Decía un teólogo holandés: en Adán todos pecamos y así el pecado se convirtió en el destino de todos nosotros (Ro. 5:12).
Pero lo bueno es que, en medio de toda esta catástrofe, nace una esperanza y Dios promete a un héroe. No un héroe que llevaría una capa, sino un héroe que llevaría una Cruz, ese héroe vendría a arreglar lo que la humanidad había arruinado con su pecado.
Cuando Dios maldice a Satanás, Dios le dice a la serpiente:
14 Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
Gn 3:14 – 15
La promesa es que este héroe iba a nacer a través de la descendencia de Eva y este héroe iba a ser herido por Satanás en el calcañar, de cierta manera le iba a causar algún dolor, pero no para muerte. Sin embargo, este héroe sí iba a dañar a la serpiente en la cabeza y este daño sí iba a ser para muerte.
Después de esta promesa, durante años la humanidad espero que este héroe llegara al mundo. Y mientras se esperaba a este héroe, Dios guio a su pueblo a través de sacerdotes, de profetas y de Reyes.
Dios puso sacerdotes para que estos sacerdotes puedan interceder por su pueblo. Los sacerdotes eran un puente entre el Dios Santo y el hombre pecador, estos sacerdotes ofrecían sacrificios a nombre del pueblo y con estos sacrificios cubrían los pecados del pueblo. Los sacerdotes eran aquellos que instruían en santidad al pueblo de Dios, con la palabra de Dios.
Dios también instituyó profetas, aquellos que puedan dar a conocer la voluntad de Dios al pueblo, para que el pueblo pueda obedecer y obtener gozo confiando en Dios.
Y finalmente Dios estableció Reyes, para que estos Reyes puedan pelear las batallas de su pueblo, para que estos Reyes puedan proveer protección y guiar con justicia y sabiduría a su pueblo.
Pero ninguno de estos Reyes, sacerdotes y profetas era perfecto, incluso ellos algún momento pecaron, ellos no podían guiar de forma perfecta al pueblo y darles salvación.
Sin embargo, un día llegó nuestro héroe, nuestro héroe es considerado como verdadero Sacerdote, verdadero Rey y verdadero Profeta.
Nuestro héroe que sí podía enmendar todas las cosas dañadas por el pecado.
¿Saben quién es el héroe de esta historia? Dios mismo.
Él entró en su propia historia (Jn. 1:1, 14).
El creador del universo que vimos a un principio que está fuera del tiempo, de la materia y del espacio, ingresó con un cuerpo físico se introdujo en el tiempo y en el espacio que Él mismo creo.
Dios se humilló a sí mismo y tomó forma de hombre y nació milagrosamente a través de una virgen, Su Nombre era Jesús. Y Jesús significa Salvador y vino a hacer lo que nosotros no podíamos hacer: vivir una vida perfecta, completamente sin pecado.
Jesús tomó el papel de Profeta, hablando la verdad y no solo eso sino siendo él mismo la verdad.
Jesús tomó el papel de Sacerdote, pero Él no hizo ningún sacrificio de animal, Él fue el sacrificio que Él mismo hizo, Él mismo se dio y fue así como nos reconcilió con Dios, cerró ese abismo que se encontraba entre el Dios Santo y el hombre pecador.
Y al morir en esa cruz fue herido en el calcañar por la serpiente. Se cumplió Gn. 3:15.
Cuando ya la serpiente pensaba que había vencido y había matado a la simiente de la mujer, este héroe resucita al tercer día y hiere en la cabeza a la serpiente y la mata.
Satanás sigue operando en este mundo, sí. Satanás sigue utilizando sus demonios, sí. Satanás sigue tentándonos, sí. Satanás quiere seguir haciendo caer creyentes, sí.
Pero Satanás, la serpiente ya hace 2000 años ha sido vencida y derrotada en una Cruz, por nuestro héroe Jesús, la serpiente fue herida en la cabeza y es muerta y solamente espera el final de los días, su destino que, ya conoce y es estar por la eternidad en aquel lago de fuego y azufre.
Cristo resucita al tercer día y toma su Papel de Rey, porque con su resurrección demuestra a todos sus discípulos y a todos los que creemos en Él, que Él es verdadero Dios, verdadero Rey. Es más, cuando Cristo asciende a los cielos, toma su lugar a diestra de Dios Padre y se sienta en su trono, como unigénito Rey.
Ahora, todos los que creen en este héroe, en su sacrificio y resurección, ya no son descendientes pecadores de Adán, sino que llegan a ser descendientes justos de Cristo.
18 Así que, como por la transgresión de uno vino la condenación a todos los hombres, de la misma manera por la justicia de uno vino a todos los hombres la justificación de vida.
19 Porque así como por la desobediencia de un hombrelos muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos.
Ro 5:18 – 20
Creyendo en Cristo es como nosotros fuimos introducidos a esta historia de la redención, somos partes de la historia de Dios y esta historia en Cristo no tiene final.
Pablo fue introducida a esta historia de la redención y su vida mostró cambios rápidos y radicales. Nuestra vida en Cristo, en esta historia de la redención también debería de mostrar cambios. Porque Cristo lo cambia todo.
Eras descendiente de Adán y por tanto naciste en una naturaleza pecaminosa y pecabas, eso era lo normal. Hacías todo lo que a tu carne le agradaba y seguías la corriente de este mundo (su filosofía, sus maneras de vivir, sus formas de pensar, sus formas de actuar, sus formas de sentir y buscabas tu gloria y no la gloria de Dios).
Pero ahora eres un descendiente justo en Cristo y eso debería de cambiar tus prácticas antiguas, tu forma de pensar debería ser como Cristo piensa, tu forma de actuar debería de ser como Cristo actúa, tu forma de sentir debería de ser como Cristo sentía, tu forma de ver la vida debe de cambiar en su totalidad y vivir tu vida en su totalidad, en todas las áreas, debería de ser a la manera de Cristo; porque Cristo lo cambia todo.
Porque tú ahora formas parte de la historia de la redención en la cual Dios introdujo, esta historia que había pensado mucho antes de la fundación del mundo y esta historia no tiene final, sino que, por la eternidad, en tu nueva naturaleza en Cristo, tú vivirás.
Hace dos sábados atrás vimos 3 de las 6 maneras en la que Pablo veía su nueva vida en Cristo y nos dejó esas características de cómo deberíamos de ser como cristianos.
Flp. 3:8 – 11
- El cristiano atesora a Cristo
- El cristiano desprecia todo lo demás
- El cristiano pone su fe solo en Cristo
1. El cristiano conoce a Cristo:
v.8 la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús
v.10 a fin de conocerle
No puedes ser cristiano si no conoces a Cristo, si no conoces a Dios. Y no se trata simplemente saber cosas acerca de Él, sino que tú tienes que conocerlo personalmente a Él.
Porque los demonios saben cosas de Dios y ellos no son cristianos.
Tú tienes que conocerlo de forma personal como Salvador, como señor, como redentor, como justificador, como Rey y como amigo.
Un cristiano tiene una relación íntima con Dios. No es una relación unilateral, es una relación bidireccional, es una relación presente, activa, real y maravillosa.
Dios nos da muchas oportunidades para nosotros poder conocerlo a través de su palabra, es nuestra culpa que nosotros no lo conozcamos, porque no pasamos tiempo en su palabra. Porque ahí es donde Él se revela a sí mismo, es en cada página de las Escrituras donde nosotros vemos el despliegue de su Carácter y de su Gloria. Además, Él nos permite hablarle a través de la oración.
Así que, medios para conocerlo de forma personal, si nos ha dejado y un creyente tiene que aprovechar cada medio para relacionarse y conocer a Dios.
2. El cristiano sufre por Cristo:
v.10 …y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a él en su muerte
Con esto no quiero asustarlos, pero cuando Dios te salva de cierta manera te llama a una vida de sacrificio.
Como cristianos nosotros debemos de asumir que vamos a sufrir y dentro de ese sufrimiento, nosotros tenemos una responsabilidad y es dar la gloria a Dios.
Nosotros escuchamos de las historias de cristianos en otros países que son perseguidos, que son asesinados, que son martirizados, que son torturados a causa de su fe en Cristo-
Quizás no experimentamos ese nivel de sufrimiento, pero créeme que vamos a enfrentar sufrimientos que son más pequeños a comparación de ellos y serán por causa de nuestra fe.
Por nuestra fe en Cristo, puede que nos humillen, puede que nos despidan del trabajo cuando nosotros no aprobemos alguna práctica que se da dentro de ella o no nos dejen congregar, puede que se burlen de nosotros, puede que no nos tomen en cuenta, puede que perdamos amigos, puede que tengamos que renunciar a algunos de nuestros sueños.
Pero sufriremos en cierta medida por Cristo y por la vida correcta que Él nos manda y deseamos a vivir.
El seguidor de Cristo va a sufrir en algún momento. Si nunca nos llega es una pista de que estamos en problemas y probablemente no seas un hijo de Dios.
3. El cristiano llega aparecerse a Cristo:
v.10 llegando a ser semejante a él
Los cristianos nos esforzamos por ser más santos. Para llegar a la medida y la estatura de la imagen y semejanza de Cristo.
Parecerse a Cristo significa que, hago caso a la obra de Dios en mi vida a través de su espíritu.
Parecerse a Cristo significa que, estoy asombrado por lo que Dios hizo por mí con el sacrificio de su hijo en la Cruz, pagando mi pecado y teniendo misericordia de mí.
Parecerse a Cristo significa que, tengo un deseo de poder servirlo y me acerco a la iglesia (la comunidad cristiana) y no me he aislo de ellos.
Parecerse a Cristo significa que, yo voy a huir del pecado y voy a perseguir la santidad.
Parecerse a Cristo significa que, me voy a disciplinar en leer y memorizar su palabra, en orar y compartir el Evangelio con otros.
Parecerse a Cristo significa que, voy a buscar mi madurez espiritual escuchando predicas, música que realmente alimente mi alma y voy a leer libros de literatura cristiana.
Parecerse a Cristo significa que, cada día más voy a morir al yo, voy a morir a mí mismo, a lo que antes era y voy a vivir un poco más como Jesús.
Conclusión:
Lo más grande, lo más crucial, lo más importante es que quiero que sepas: es que la meta de vida es seguir a Jesús. Obedecer a Jesús. Buscar gozo, satisfacción y paz en Jesús. Él es quien transforma vidas. Él lo cambia todo.