Serie: Respira - #2 Vivir en un mundo relacional

→ ¿Quién está en tu equipo?

Solo entre nosotros, admitamos algo... las familias pueden ser molestas a veces. En realidad, mejor lo digo como es... la gente puede ser molesta a veces.

Hoy vamos a hablar sobre las familias y el impacto que pueden tener sobre cómo nos sentimos.

¿Qué fue la última cosa por la que discutieron o estuvieron en desacuerdo con alguien de la casa? Las personas que más amamos realmente pueden ponerse intolerables o molestas. A veces esas relaciones pueden incluso tornarse un poco más intensas de lo que podemos manejar.

Pero todos sabemos cuánto necesitamos de ellos.

En Lucas 5:1-11, leemos una historia sobre Jesús conociendo a algunos de sus discípulos.

Al comienzo de la historia, vemos que a Jesús le va bien por su cuenta. Él viaja, enseña, y reúne grandes multitudes.

Pero la historia se pone interesante en el versículo 3, cuando Jesús entra a la barca de Simón y le dice que la introduzca mar adentro y se para detrás de la rueda... o vela, o remos, o lo que sea para enseñar.

Hasta este momento a Simón Pedro esto le parece buena onda. No es amenazante. Puede manejarlo. Es como las primeras dos semanas de la cuarentena.

Luego, en el versículo 4, Jesús comienza a dar indicaciones. Ahora tal vez Simón no está tan seguro. Simón ha sido un pescador toda su vida. Probablemente aprendió su oficio de sus padres, quienes lo aprendieron de sus padres, y así sucesivamente.

Jesús, por otro lado, no es un pescador. Era un carpintero que se había convertido en rabino. Un maestro religioso. Es muy extraño.

Pero algo realmente importante sucede cuando Simón decide seguir el consejo de Jesús.

Lo que sucede después de eso podría ser un milagro aún mayor. Un grito de auxilio atrajo a los compañeros de la otra barca, y pronto las dos barcas estaban llenas de peces y a punto de hundirse.

Una vez más, el bote de Simón comienza a tambalearse. Y Simón comienza a ponerse ansioso. De hecho, está tan ansioso que da rienda suelta a sus pensamientos. Y de repente, no está pensando en el bote y la seguridad de todos los demás.

Está pensando en sus propios fracasos, se siente expuesto. Se comienza a alejar a Jesús.

“Cuando Simón Pedro se dio cuenta de lo que había sucedido, cayó de rodillas delante de Jesús y le dijo: —Señor, por favor, aléjate de mí, soy demasiado pecador para estar cerca de ti”.

→ ¿Alguien más encuentra que cuando se sienten preocupados solo quieren estar solos?

O tal vez, como Simón, cuando estás frente a alguien a quien admiras, en lo único que puedes pensar es en tus fallas y errores. De alguna manera toda su perfección solo magnifica tus imperfecciones.

- Pero Jesús le dice a Simón dos cosas que cambian el juego en el versículo 10:

No tengas miedo.

De ahora en adelante, “pescarás” a las personas.

Jesús tranquiliza a Simón

Jesús reconecta con Simón

→ Algo nuevo está sucediendo en este momento. Jesús está formando un círculo de personas para su misión en la tierra.

Pero también está conectando un círculo de personas con cada uno de nosotros.

Cuando comenzó la historia, Pedro y sus amigos estaban pescando, un oficio que les había sido enseñado por sus familias y aldeas. Y probablemente estaban usando trucos y hábitos que habían recibido por generaciones. Era una cosa cultural. Pero el problema era que nadie estaba atrapando nada.

“La forma en que siempre lo hemos hecho” no estaba funcionando. Cuando Jesús lo llama, no es solo para darles consejos de pesca.

Jesús le está dando a Pedro una nueva visión de cómo algún día se convertirían en la iglesia y trabajarían juntos. Jesús está formando un círculo de personas para que Pedro emprenda un viaje de una nueva identidad y una nueva forma de interactuar. Es una nueva perspectiva de las viejas tradiciones.

Puedes ver a lo largo de los Evangelios y el libro de los Hechos que este círculo crece y crece, convirtiéndose en una familia para todos nosotros como seguidores de Jesús.

Estamos saliendo del templocentrismo y el cultocentrismo para ubicarnos en el contexto de lo que somos.

→ ¿Quién está en tu círculo?

Fuimos diseñados para estar conectados.

Mira hacia arriba.

Mira hacia adentro.

Mira alrededor.

La mayoría de las veces, Dios nos llama a seguir con nuestra gente porque estamos diseñados para conectar. Para mantenernos conectados cuando tenemos ganas de alejarnos de las personas necesitamos:

Mirar hacia arriba. Nos detenemos en medio de nuestra ansiedad para mirar hacia arriba y fortalecer nuestra relación con Dios a través de la Biblia y hablar con otros que caminan en la fe.

Mirar hacia adentro. Reflexionamos sobre dónde Dios está trabajando dentro nuestro.

Mirar alrededor. Echamos un buen vistazo a nuestro propio mundo ansioso para profundizar en relaciones que nos ayuden a navegarlo.

→ Esta semana quiero desafiarte a conversar con alguien de tu familia.

Mira a tu alrededor y pregúntate:

¿Quién en mi familia parece manejar bien la presión o hace un buen trabajo para comunicarse y conectarse con los demás?

¿Qué podría aprender de esa persona?

Conversemos sobre qué estamos aprendiendo en estos tiempos. Tal vez, nos toque llevar la barca a la profundidad para encontrar los peces.