Recordemos hoy y cada día dar gracias a Dios.
INTRODUCCIÓN: En Los Estados Unidos de América, por decreto oficial, se celebra en toda la nación, cada cuarto jueves del mes de noviembre “El Día de Acción de Gracias”. Con este motivo me atreví a preguntarle a la gente latina, como se llama el asueto y muchos dijeron que era Acción de Gracias, pero no pocos me respondieron que era el Día del Pavo. Deseando indagar más en mi pregunta, encontré que el 80% de las personas consultadas, confesaron desconocer la historia de este día, el nombre del barco ni porqué se celebra.
Es real, pocos de nosotros vemos en este día algo importante, en razón de que no nos dice nada a los hispanos, a lo que se le suma la triste recordación que tenemos de los tres barcos que, en Octubre de 1492, llegaron a nuestras tierras.
Considero que es pertinente que sepamos la razón de esta festividad estadounidense, porque muchos hispanos vivimos en Estados Unidos y por tanto, necesitamos conocer un poco más de los orígenes de este país que nos ha dado cobijo y trabajo, en el que han nacido muchos de nuestros descendientes.
En el año 1620 un grupo de creyentes, en claro desacuerdo con el rumbo que había tomado la iglesia anglicana decidió emigrar a estas tierras, en la que podrían establecerse y adorar a Dios conforme a sus principios. La historia cuenta que el primer invierno fue muy duro, pero al año siguiente, obtuvieron una abundante cosecha y para celebrar, dando gracias a Dios, organizaron una cena, a la que invitaron a sus nuevos amigos, los aborígenes, para que comieran con ellos. No sabemos si los peregrinos compartieron con los indios la Palabra de Dios, como tampoco podemos afirmar que cenaron pavo. La verdad es que este día fue marcado para siempre en el calendario de fiestas nacionales de Estados Unidos bajo la administración del presidente Abraham Lincoln.
Más allá de la historia, nosotros somos motivados por la Palabra de Dios, para dar gracias, porque muchos hispanos han conocido, gracias al esfuerzo misionero de los estadounidenses, quienes compartieron con el mensaje del evangelio, a Jesucristo Salvador.
Dejando sentado que este y todos los días, como hijos de Dios, necesitamos recordar más que una fecha histórica, nuestra razón de ser como creyentes, dando gracias al Señor por nuestra salvación, pero además pedir su ayuda para perseverar en la fe hasta la vida eterna.
1. RECORDEMOS QUE SOMOS DE CRISTO. Dt. 8:1,6
1 »Cumple fielmente todos los mandamientos que hoy te mando, para que vivas, te multipliques y tomes posesión de la tierra que el SEÑOR juró a tus antepasados… 6 Cumple los mandamientos del SEÑOR tu Dios; témelo y sigue sus caminos.
¿Qué está haciendo Moisés, inspirado por el Espíritu Santo?
1. Está comunicando al pueblo el deseo de Dios: 1 »Cumple fielmente todos los mandamientos que hoy te mando… 6 Cumple los mandamientos del SEÑOR tu Dios; témelo y sigue sus caminos.
El texto es muy claro, la voluntad de Dios está definida, su deseo es que todo su pueblo siga sus normas y la manera de expresar su fidelidad a Dios es obedeciéndolo.
Los mandamientos son la norma perfecta de vida, tanto en nuestra relación con Dios como con nuestros semejantes.
2. Está anunciando las bendiciones de Dios para los fieles: 1b Para que vivas, te multipliques y tomes posesión de la tierra que el SEÑOR juró a tus antepasados…
El Señor dice que quienes escuchen su palabra y la ponga por obra les dará: Vida, sustento y ciudadanía en la tierra prometida, que es más allá que un espacio físico y terrenal, es la patria celestial que aguarda a los hijos de Dios, el maravilloso lugar que Cristo fue a preparar para nosotros.
Imaginemos por un momento que el mundo de hoy escuchará y obedeciera a Dios: Honraríamos a nuestros padres, nadie mataría, robaría, mentiría, habría fidelidad y unidad en el matrimonio, no existiría la codicia ni el fraude.
Por tanto, no es una exageración decir que todos los males que aquejan a la humanidad tienen su origen en la desobediencia a la voz de Dios y esto ha provocado la muerte, física y espiritual.
En este contexto, no podemos ver el mandato de Dios como dañino, sino como un acto amoroso: Cuando leemos dos veces la expresión Cumple es un error tomarla como la orden de un tirano, debemos atenderla como lo que es: la voz de un padre que nos ama y desea lo mejor para nosotros y nada mejor que Vivamos, nos multipliquemos y tomemos posesión de la tierra del Señor.
Dios nos habla de esta manera porque somos de él, su creación y es su deseo salvarnos de la ira venidera y del juicio condenatorio. En este día recordemos que Somos pueblo de Dios y ovejas de su prado. Somos de Cristo.
2. RECORDEMOS QUE NECESITAMOS DE CRISTO. Dt. 8:2-3,5
2 Recuerda que durante cuarenta años el SEÑOR tu Dios te llevó por todo el camino del desierto, y te humilló y te puso a prueba para conocer lo que había en tu corazón y ver si cumplirías o no sus mandamientos. 3 Te humilló y te hizo pasar hambre, pero luego te alimentó con maná, comida que ni tú ni tus antepasados habían conocido, con lo que te enseñó que no sólo de pan vive el hombre, sino de todo lo que sale de la boca del SEÑOR. 5 Reconoce en tu corazón que, así como un padre disciplina a su hijo, también el SEÑOR tu Dios te disciplina a ti.
Ahora encontramos a Moisés recordando al pueblo de Israel su travesía de 40 años en el desierto. ¿Qué pasó durante este tiempo?
1. Se manifestó la fragilidad del ser humano.
Sintieron lo que es el cansancio, el hambre, el frío, el calor. No importa cuan inteligente seas, si tienes hambre no puedes pensar bien. No importa cuanto dinero poseas, en momentos de sed y sin agua, las riquezas materiales no te sirven de nada.
Muchos inmigrantes hispanos han cruzado el desierto para llegar este país, ellos lo saben, lo han vivido y pueden dar los detalles mejor que yo. Algunos me han contado, que en momentos deseaban morir y no seguir, de hecho tristemente esto ha pasado.
2. Se manifestó la provisión de Dios.
Cuando ellos estaban pereciendo de hambre, Dios bajó Maná para que se alimentaran. En el momento que la sed los abatía, las aguas amargas se hicieron dulces y buenas para beber.
En nuestras vidas enfrentamos esas mismas realidades, en las que nuestra debilidad se pone de manifiesto, pero Dios nos da la fuerza y la salud para ir al trabajo, el techo y el descanso para construir nuestras familias, las autoridades para servirnos y protegernos.
De los 50 millones de hispanos que residimos en Estados Unidos, están incluidos los que cruzaron el desierto de Arizona o nadaron en el Río Grande, todos hemos llegado hasta aquí y además de bienestar, son numerosos los que han recibido lo mejor de Dios, la fe para comer el pan que bajó del cielo que es Cristo, nuestro Salvador.
Hoy reconocemos y damos gracias a Dios, porque tenemos la promesa que mientras estamos débiles y enfermos, tristes y abatidos, sabemos que el poder del Señor se hace perfecto en nuestra debilidad, por eso decimos con San Pablo: “Nos bastamos con la gracia de Dios”. Todos necesitamos de Cristo.
3. RECORDEMOS QUE DEPENDEMOS DE CRISTO. Dt. 8:4,7-10
Ahora Moisés, guiado por Dios, los lleva a desempolvar sus memorias y a fijar su atención en un milagro y maravillosas promesas.
1. El milagro: 4 Durante esos cuarenta años no se te gastó la ropa que llevabas puesta, ni se te hincharon los pies.
Es humanamente imposible que una ropa, aunque sea de la mejor marca y del más alto precio, que usemos todos los días por un mes, se vea en buen estado. Hablo de adultos muy ordenados, pero si pienso en niños, el uniforme con que van a clases los lunes está muy limpio, pero regresan a casa, en muchos casos, con sus prendas de vestir listas para ser lavadas.
Lo que pasó en el desierto con la ropa de los israelitas es un milagro: En 40 años su ropa, usada diariamente, no sufrió desgaste. Pero no solo la ropa, tampoco sus pies sufrieron daño alguno. Esto lo hizo Dios.
2. Las promesas: 7 Porque el SEÑOR tu Dios te conduce a una tierra buena: tierra de arroyos y de fuentes de agua, con manantiales que fluyen en los valles y en las colinas; 8 tierra de trigo y de cebada; de viñas, higueras y granados; de miel y de olivares; 9 tierra donde no escaseará el pan y donde nada te faltará; tierra donde las rocas son de hierro y de cuyas colinas sacarás cobre.
El Señor no solo les dio alimento y bebida, protección y cuidado durante 40 años, sino que hizo algo mas, conducirlos a una tierra hermosa, con campos muy fértiles, con fuentes de agua para ellos y sus animales, con riquezas aun debajo de la tierra y les garantiza que nunca les faltará nada.
¿De qué lugar estamos hablando? Para ellos de la que los esperaba al cruzar el Jordán. Para nosotros del lugar donde está Dios. La tierra y los cielos nuevos, en el que estaremos eternamente alabando al Señor, estaremos los que Hemos sido declarados limpios por la sangre del Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.
A ese lugar vamos, no por el bien que hayamos hecho, no por la cantidad de obras de caridad que realicemos ni las veladoras que encendamos, tampoco por las misas que paguemos. Nada de eso, a esa tierra entraremos tomados de la mano de Cristo, por su mediación, por su muerte expiatoria, porque con su muerte nos dio la vida, la vida eterna. “Por gracia de Dios hemos sido salvados, por medio de Cristo, es por la fe, no es una obra nuestra que nos haga sentir orgullosos, sino como regalo del cielo”
Para ir a esa tierra de Dios, no hay otro camino, ni otro medio: Dependemos de Cristo.
CONCLUSIÓN
Cada persona que vive en este país es un inmigrante. Los estadounidenses son descendientes de los europeos que llegaron a estas tierras. Los hispanos, quienes de una y mil formas llegaron aquí.
La verdad es que cada creyente es un peregrino de este mundo, porque gracias a Cristo, somos parte de la familia y el edificio de Dios y hemos recibido por su gracia la ciudadanía del reino de los cielos.
Hoy estamos aquí como un ejemplo vivo del cuidado de Dios. Sus ancestros llegaron en barcos, algunos de nosotros llegaron desafiando el desierto, pero hoy juntos, hemos sido congregados por el Espíritu Santo, para escuchar unidos la Palabra de Dios, comer del Pan que bajó del cielo y esperando ir, de la mano del Señor, al lugar que Dios reservó para nosotros antes de la fundación del mundo.
Por eso tenemos hoy y todos los días motivos más que suficientes para Darle Gracias a Dios. Amén.