Sermón del monte: No sepa tu izquierda o que hace tu derecha

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Introducción

Se cuenta la historia de un santo asceta oriental que se cubrió de cenizas como señal de humildad y con regularidad se sentaba en la esquina de una calle famosa de su ciudad. Cuando los turistas le pedían permiso para tomarle una fotografía, el místico reacomodaba las cenizas para dar la mejor imagen de miseria y humildad.
Gran parte de la religión equivale a nada más que “cenizas” religiosas reacomodadas para impresionar al mundo con la supuesta humildad y devoción del individuo. Por supuesto, el problema es que esa humildad es un acto fingido, y la devoción es hacia el ego, no hacia Dios. Tal religión no es nada más que un juego de fingimiento, un juego en el cual los escribas y fariseos de la época de Jesús eran maestros. Debido a que su religión era sobre todo un espectáculo y una burla del camino de la verdad revelada de Dios para su pueblo, las denuncias más fuertes de Jesús estaban reservadas para estos dirigentes religiosos.
Cita bíblica: Mateo 6:1-4 “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.”

I. Precaución en las obras v1

Entendemos la salvación por gracia por medio de la fe, tan cual como Pablo lo menciona en Efesios 2:8. No es una salvación por obras, pero Santiago 2:17 también nos recuerda que la fe sin obras es muerta. Entonces, somo salvados por la gracia del Señor, pero para hacer buenas obras (Ef. 2:10).
Tenemos comprendido que debemos realizar obras. Sabiendo que el Señor siempre quiere que vayamos más allá de lo que podría esperarse, tenemos que entender que no sólo se trata de hacer obras, sino de las intenciones que hay detrás de cada obra que se realiza.
Las palabras de Jesús son “Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos de ellos”. Cuando alguien realiza obras de caridad debe tener mucho cuidado de porqué lo está haciendo, hay un peligro de buscar que la justicia sea sólo con el objeto de ser visto.
Se debe estar alerta cuando realizamos obras. Cuando las hacemos sólo para que sean vistas por los demás esa es nuestra propia recompensa. Esto no se llama piedad en ninguna manera, sino que se llama orgullo y vanagloria.
La piedad a través de las obras nunca debe tener como objetivo la vanidad personal. El objetivo de la piedad a través de las obras son el prójimo y la gloria al Señor.
Lo que el creyente debe hacer delante de los hombres: 1) Dejar que su luz brille (Mt 5:16) y 2) confesar a Cristo (Mt. 10:32)

II. Forma errónea 1: Alabanza de hombres v2

La primer forma errónea de dar limosna es buscar la alabanza de los hombres. La limosna era una manera de ayudar a los pobres todas las semanas. Los rabino incluso creían que tenía cualidades salvadoras (Tobías 12:8-9 “ La oración con ayuno es buena, pero mejor que ambas es la limosna con rectitud. Es mejor dar limosna que acumular oro.”; Eclesiástico 3:30 “Como el agua apaga un fuego ardiente, así la limosna expía el pecado.”)
El pecado en el obrar con limosna estaba en que pretendían dar, cuando realmente la intención de ellos era recibir la honra de los hombres. No es que verdaderamente es lo que pasaba con los hipócritas en las sinagogas, que hacían sonar trompeta cada que daban su limosna. Sino que ellos eran la clase de personas que buscaban los lugares más estratégicos de dónde podrían dar su limosna para ser visto por la mayor cantidad de personas. Las sinagogas y las esquinas de cada calle eran las adecuadas para eso.
No podrían esperar otra recompensa sino sólo la que ya estaban teniendo en el momento que daban su limosna. Su salario por sus obras había sido pagado en ese mismo instante.

III. Forma errónea 2: Alabanza propia v3

La segunda forma errónea de dar limosna es alabarse uno mismo. Este caso no lo vemos tan evidente en el texto, pero podríamos entenderlo también. Si bien este segundo grupo no daría limosna en los lugares más vistos o expuestos, este buscaría los lugares en los que sólo él sabría que lo hizo y se sentiría satisfecho por no se como los otros que hacen lo contrario (Lc 18:11).

IV. La forma correcta de dar limosna v3-4

La forma correcta es que cuando uno da limosna a otra persona, es decir, realiza obras de caridad. Todo se hace con el único objetivo de dar gloria al Señor por que ha sido su providencia lo que nos ha sustentado y que por su providencia podremos vivir en esta tierra.
Cuando dice “No sepa tu izquierda lo que hace tu derecha” lo que trata de decir es que en el momento que tú des tu limosna te olvides de que lo hiciste y que sólo el Señor sepa lo que hiciste.
Lo difícil no es proclamarlo a otros, es silenciarlo a uno mismo. Lo que Cristo enseña es que no debemos decirnos en el corazón: “Soy mejor que los otros que no dan limosna”, o todavía peor “soy mejor que los que dan limosna para ser vistos” estas formas de pensar provienen de un corazón arrogante.
Por eso la limosna debe darse porque es una buena acción, no porque da un buen nombre. La clave está en la actitud no en el secreto en sí mismo.
Este texto ha sido usado para justificar y enfatizar que las ofrendas deben ser secretas en las iglesias. Nada tiene que ver esto con las ofrendas a Dios. Una cosa es una limosna y otra muy diferente las ofrendas. Las limosnas son actos de piedad que mueven al creyente en dirección a las necesidades del prójimo. La ofrenda es una manifestación de gratitud y adoración a Dios por lo que él es y hace.
En el A.T. la ofrenda no podía ser secreta. En el N.T. tampoco se lee de ofrendas secretas. En algunas ocasiones la razón para exigir el secreto de la ofrenda es la miseria y mezquindad del que ofrenda al Señor. Cualquier forma de ofrendar es buena, siempre que se haga con un corazón que se quebranta en adoración y da gloria a Dios.

Aplicación

El impulso de las limosnas no debe ser la recompensa, sino la actitud de gratitud que debemos tener al Señor ayudando a nuestro prójimo con la capacidad que tenemos. El creyente no busca o espera recompensas aquí, buscando beneficios temporales, sino que atesora para la vida venidera en gloria (Mt 6:19-21)
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