Padresnuestro: Perdona nuestros pecados

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El Padrenuestro es la oración modelo que Jesús nos enseñó. No es la oración de Jesús; es la oración del DISCÍPULO: “Ustedes deben orar así...” Pero no es la oración de cualquiera, es la oración de aquel que quiere ser un hijo de Dios y quiere vivir con Dios como su Padre.
Cada petición requiere una disposición:
No podemos decir PADRE, si no estamos dispuestos a ser y vivir como hijos de Dios.
No podemos decir SANTIFICADO SEA TU NOMBRE, si no estamos dispuestos a humillarnos delante de Dios y santificarnos con Él.
No podemos decir VENGA TU REINO, si no estamos dispuestos a poner el reino de Dios y su justicia como prioridad de nuestra vida y nuestra primera búsqueda en todo.
No podemos decir SEA HECHA TU VOLUNTAD, si justamente, no estamos dispuestos a hacer la voluntad del Padre en todas nuestras cosas.
No podemos decir DANOS HOY NUESTRO PAN COTIDIANO, si no estamos dispuestos a trabajar para que cada persona en este mundo reciba hoy su pan cotidiano.
En cada una de las peticiones hay una especial disposición del ánimo en la que se pide y en la que se vive. Así también es en la petición que meditaremos hoy: “perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”. Justamente, NO podemos pedir el PERDÓN DE DIOS si no estamos dispuestos a perdonar a otros, y a vivir en el espíritu del perdón.

1. Perdónanos

La petición y la condición para el perdón son las únicas sobre las que Mateo comenta (Mateo 6:14-15).
El PERDÓN es la petición central del Padrenuestro. No hay nada que necesitemos tan urgente y desesperadamente como el perdón que solo nuestro Padre celestial nos puede dar. Solo Dios en Cristo Jesús tiene la facultad para perdonar pecados (Lucas 5:20-25).

2. Perdónanos NUESTRAS DEUDAS...

Aquí donde Mateo dice “deudas”, Lucas dice “pecados” (Lucas 11:4).
Para poder pedir que Dios nos perdone las deudas tenemos que saber qué son estas deudas que tenemos con Dios, qué son estos pecados.
El N.T. usa cinco palabras distintas para referirse al pecado:
jamartía: Esta es la que usa Lucas. Significa errar al blanco, no desarrollar en nosotros las potencialidades de nuestro ser.
parabásis: Significa apartarse del camino, ir más allá de la línea, cruzar del otro lado. Comúnmente se traduce como “transgresión”, hacer lo que la ley prohíbe, desobedecer...
paraptóma: Significa resbalón, deslizarse (como un trineo en el hielo).
anomía... Significa vivir sin ley o como si ella no existiera, fuera de la ley, faltar a la ley. También se traduce: injusticia, ilegalidad, parcialidad.
ofeilémata: Esta es la que usa Mateo, “deudas”. Resume un poco todas las anteriores. Cualquier manera de pecar será una deuda con Dios.
Una “deuda” es aquello que se debió pagar en un determinado momento, pero que no se ha pagado. Cada uno de nosotros tenemos cuentas impagas para con Dios.
Perdónanos, Señor. Perdónanos por no ser todo lo que pudiéramos ser, por errar al blanco, por no desarrollarnos en todas nuestras potencialidades. Perdónanos cuando transgredimos tus leyes, cuando hacemos lo que tus leyes prohíben, cuando te desobedecemos a sabiendas. Perdónanos cuando no ponemos atención a tus cosas y nos vamos deslizando cada vez más bajo y más bajo sin darnos cuenta. Perdónanos cuando somos injustos, cuando somos parciales, cuando vivimos como si las leyes no existieran. Perdónanos, Señor. Solo Tú puedes perdonar.

3.Perdónanos nuestras deudas, ASÍ COMO NOSOTROS PERDONAMOS

Preferiría que la oración dijera: Señor, perdónanos nuestras deudas, pero NO como nosotros perdonamos a nuestros deudores. Señor perdónanos según tu gran misericordia, según tu amor; pero no te fijes en cómo perdonamos nosotros, porque nosotros no sabemos perdonar.
Sin embargo, la oración dice claramente: “así como nosotros perdonamos...”. SI DESEAMOS EL PERDÓN DE DIOS, TENEMOS QUE APRENDER PRIMERO A PERDONAR. NO HAY OTRA MANERA.
Tres pasos para aprender a perdonar:
Aprender a COMPRENDER. Siempre hay una razón por la cual una persona actúa como actúa. Si nos ponemos en “jueces” nunca vamos a comprenderlos ni perdonarlos.
Aprender a OLVIDAR. “Ya lo perdoné, pero nunca voy a olvidar lo que me hizo”. El que no olvida, no perdona. No solo hace falta aprender a comprender, también hace falta aprender a olvidar y vivir SIN RENCOR. El rencor solo hace daño a quien lo siente.
Aprender a AMAR. Solo cuando hayamos pasado por la “comprensión” y el “olvido”, el verdadero amor de Dios puede hacer nido en nuestros corazones y enseñarnos a perdonar.
Jesús contó una tremenda parábola sobre dos deudores (Mateo 18:20-35). Si el amor de Cristo se ha derramado en nuestros corazones, la primera cosa visible en nosotros será nuestro carácter perdonador.

Conclusión

¿Sabemos perdonar? ¿Sabemos dar al otro nuestra mano de perdón? ¿Sabemos abrirnos a los demás en comprensión, en olvido, en amor, en perdón? El evangelio no es juicio, es misericordia. Dios dijo: “Porque misericordia quiero yo” (Oseas 6:5). Seamos hijos de Dios. Seamos hijos de misericordia. Si sabemos perdonar, también podremos orar: “Padre, perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores”.
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