El costo de nuestra redención
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Introducción
Introducción
Exodo 30:11-16
Como hemos leído, vamos a continuar nuestra exposición del libro de Exodo hablando de la ofrenda del rescate, una ofrenda cuyo propósito era hacer expiación por la vida de los hombres.
Hay en nuestro texto palabras teológicos muy importantes que vale la pena definir antes de exponerlo: (Ofrenda de Rescate, expiación por su vida,, dinero de la expiación - Resultado es liberación o redención de la plaga - recordándonos el juicio que vino sobre los egipcios), es importante entender el significado de estas palabras a la luz de la cruz de Cristo, porque lo que leímos es la sombras que apuntaba a la realidad de la cruz.
Expiación, aparece tres veces, significa apaciguar la ira del ofendido mediante el pago de un precio. El resultado es la redención o la libertad obtenida por el pago de este precio, y la reconciliación con Dios que les permite a ellos servir a sus propósitos.
Expiación, es en esencia lo que Jesus hizo en la cruz. Cristo murió en la cruz para hacer expiación por nuestros pecados. El dio su vida para satisfacer las demandas de la justicia de Dios. Su vida fue el costo de nuestra redención. El nos hizo libres de demandas de la justa ley de Dios, muriendo en nuestro lugar y nos reconcilio con Dios obedeciendo en nuestro lugar.
Vamos a considerar esta mañana el costo de nuestra redención, y es mi esperanza y oración que calcular el precio que se pago por ti cambie la manera en la que piensas de ti mismo y de Dios. Oro para esta enseñanza ponga tu vida en perspectiva y salgas de este lugar gloriándote en la cruz de Cristo y no en tus logros, como dice Pablo:
Pero jamás acontezca que yo me gloríe, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo ha sido crucificado para mí y yo para el mundo.
Ruego a Dios que puedas apreciar la cruz de cristo como lo que es: la fuente de nuestra vida y la fuente de todo nuestro gozo.... como dijo un hermano:
“No hay ira tan profunda que la cruz de Cristo no apacigüe, ni transgresión tan grave que no quite, ni sufrimiento tan profundo que no pacifique, ni mancha tan sucia que no limpie. No hay pecado que no borre, ni deuda tan grande que no pague. ¡Oh, excelsa cruz de Cristo!”
Vamos considerar en nuestro texto tres cosas que nos permitirán apreciar el costo de nuestra redención:
La deuda que teníamos,
la provisión de Dios para pagar nuestra deuda
el saldo que tenemos hoy.
Apreciaremos finalmente como el costo que se pago por cada uno de nosotros fue suficiente para saldar nuestra deuda y para enriquecemos infinitamente.
1. La deuda que teníamos
1. La deuda que teníamos
Dios, luego de instruir a Moisés en cuanto a la construcción del altar del incienso en donde las oraciones de Israel ascenderían a su trono de gracia permanentemente, ahora le ordena tomar de los hombres mayores de 20 años un impuesto de 5,7 gramos de plata cada vez que sean contados o cansados.
Todos aquí hemos participado de un censo, cada 10 años hacen uno en cada país que hace parte de las naciones unidas, según la ONU
“estos censos ofrecen una información estadística confiable, veraz y oportuna acerca de la magnitud, estructura, crecimiento, distribución de la población y de sus características económicas, sociales y demográficas, que sirva de base para hacer planes de desarrollo, programas y proyectos de organismos público y privados”
El ceso que Dios esperaba se hiciera en Israel , tenía un propósito distinto, veamos esto en el primer censo que se hizo en el desierto:
El Señor habló a Moisés en el desierto de Sinaí, en la tienda de reunión, el primer día del mes segundo, en el segundo año de su salida de la tierra de Egipto y le dijo: «Haz un censo de toda la congregación de los israelitas por sus familias, por sus casas paternas, según el número de los nombres, de todo varón, uno por uno; de veinte años arriba, todos los que pueden salir a la guerra en Israel, tú y Aarón los contarán por sus ejércitos. »Con ustedes estará además, un hombre de cada tribu, cada uno jefe de su casa paterna.
Notemos que:
No todos fueron contados, solamente los hombres mayores de 20
Estos hombres contados deben ser aptos para salir a la guerra, algunos no lo eran (recién casados, los que estrenaban casa y viñas o los medrosos según Deut 20)
El propósito del censo reclutar hombres para el ejercito. La palabra contar o numerar en Exodo, tiene connotaciones militares, significa enlistarse para la guerra en el ejercito de Jehová.
Solo los hombres eran llamados para esta tarea, se supone que los hombres fueron creados para liderar, proveer y proteger a su familia, cada vez nuestra cultura feminista esta feminizando a los hombres y masculinizando a las mujeres enviándolas a la guerra, todo esta de cabeza. Pero en el ejercito de Dios, solo hombres saldrían a la guerra a pelear las batallas de Dios.
Fue a un hombre “Adan” a quien Dios le asigno la tarea de guardar el huerto de Edén, protegiéndolo de todo lo que lo profanara, Adan debió someter a la serpiente en el Jardín y no lo hizo.
Fue el segundo Adan a quién Dios llamo para someter a nuestros enemigos bajo sus pies, Cristo venció la serpiente, venció la muerte y el pecado triunfando sobre ellos en la cruz del calvario
y es a los hombres a quien Cristo llama a imitarle, son los hombres a quienes él llama en Efesios 5:25 a amar sacrificialmente. Son los hombres quienes ponen el pellejo.
De manera que Dios recluta hombres para pelear sus batallas y estos hombres estaban obligados a dar al Señor un rescate por su alma, por su vida o por su persona (son palabras intercambiables).
De no pagar este rescate, la plaga vendría sobre ellos.
La palabra plaga se usa en Exodo 12:13
”La sangre les será a ustedes por señal en las casas donde estén. Cuando Yo vea la sangre pasaré de largo, y ninguna plaga vendrá sobre ustedes para destruirlos cuando Yo hiera la tierra de Egipto.
El juicio, o la ira de Dios que cayó sobre Egipto y lo destruyo, caería sobre el hombre que no ofreciera a Dios un rescate por su persona.
La ofrenda del rescate tenía la intención de recordar a estos hombres que ellos habían sido redimidos de Egipto por Dios, de manera que no se pertenecían así mismos y que pelearían contra sus enemigos sabiendo que será Dios quien les da la victoria.
No dar la ofrenda era ir a la guerra sin reconocer a quien servían, y que guerra estaban peleando, era menospreciar a Dios y su redención y confiar en su fuerza.
Dar la ofrenda podría sus vidas en perspectiva
y dijo Jahaziel: «Presten atención, todo Judá, habitantes de Jerusalén y tú, rey Josafat: así les dice el Señor: “No teman, ni se acobarden delante de esta gran multitud, porque la batalla no es de ustedes, sino de Dios.
Tenemos un antecedente de un censo que se hizo en Israel que no cumplió con este requisito y efectivamente vino mortandad sobre Israel, ¿Recuerdan este censo?
De nuevo la ira del Señor se encendió contra Israel, y provocó a David contra ellos y dijo: «Ve, haz un censo de Israel y de Judá». Y el rey dijo a Joab, comandante del ejército, que estaba con él: «Recorre todas las tribus de Israel, desde Dan hasta Beerseba, y haz un censo del pueblo para que yo sepa el número de la gente». Pero Joab respondió al rey: «Que el Señor su Dios añada al pueblo cien veces más de lo que son, mientras todavía vean los ojos de mi señor el rey; pero, ¿por qué se complace mi señor el rey en esto?». Sin embargo, la palabra del rey prevaleció contra Joab y contra los jefes del ejército. Salieron, pues, Joab y los jefes del ejército de la presencia del rey para hacer el censo del pueblo de Israel.
Y el Señor envió pestilencia sobre Israel desde la mañana hasta el tiempo señalado; y desde Dan hasta Beerseba murieron 70,000 hombres del pueblo.
David fue tentado a confiar en el número de soldados que tenía, en lugar de confiar en el Señor que los redimió de Egipto y que habñai vencido a Faraón.... Ellso eran lo que eran no por la pericia de David, si no por el Dios a quien servían… David olvido esto que tuvo presente cuando enfrento a Goliat.
David no reconoció a Dios al olvidar esta ordenanza cuando se hacía un ceso. Si David hubiera demandado el precio por el rescate de los hombres, estaría reconociendo que él y el pueblo no se pertenecían, ellos habían sido redimidos por Dios, le pertenecían a Jehová y podían confiar en él para vencer a los enemigos de Dios.
Por otra parte, hacer un ceso sin pagar un rescate, traía mortandad por una razón fundamental:
Estos soldados estaban llamados por Dios a pelear sus batallas y a ejecutar sus juicios sobre las naciones de la tierra:
»Cuando te acerques a una ciudad para pelear contra ella, primero le ofrecerás la paz. »Y si ella está de acuerdo en hacer la paz contigo y te abre sus puertas, entonces todo el pueblo que se encuentra en ella estará sujeto a ti para trabajos forzados y te servirá. »Sin embargo, si no hace la paz contigo, sino que emprende la guerra contra ti, entonces la sitiarás. »Cuando el Señor tu Dios la entregue en tu mano, herirás a filo de espada a todos sus hombres. »Solo las mujeres y los niños, los animales y todo lo que haya en la ciudad, todos sus despojos, tomarás para ti como botín. Comerás del botín de tus enemigos, que el Señor tu Dios te ha dado. »Así harás a todas las ciudades que están muy lejos de ti, que no sean de las ciudades de las naciones cercanas. »Pero en las ciudades de estos pueblos que el Señor tu Dios te da en heredad, no dejarás con vida nada que respire, sino que los destruirás por completo: a los hititas, amorreos, cananeos, ferezeos, heveos y jebuseos, tal como el Señor tu Dios te ha mandado, para que ellos no les enseñen a ustedes a imitar todas las abominaciones que ellos han hecho con sus dioses y no pequen contra el Señor su Dios.
Estos hombres merecían los mismos juicios que estaban llamados a ejecutar, ellos eran pecadores injustos, al servicios de un Dios santo y justo.
¿Como podrían servir a Dios con limpia conciencia? eran pecadores que merecían la muerte, llamados a juzgar y a ejecutar a otros pecadores.
Amados Dios nos ha llamado a nosotros, como llamo a Israel, a ejecutar sus juicios:
¿O no saben que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo es juzgado por ustedes, ¿no son competentes para juzgar los casos más sencillos?
¿Con que autoridad, haremos esto, sabiendo que merecemos la misma sentencia?
Romanos 6:23 (NBLA)
Porque la paga del pecado es muerte....
Todos tenemos una deuda delante del tribunal de Dios, tanto los judías como los gentiles, Pablo dijo:
¿Entonces qué? ¿Somos nosotros mejores que ellos? ¡De ninguna manera! Porque ya hemos denunciado que tanto judíos como griegos están todos bajo pecado.
Y si todos estamos bajo el poder del pecado, todos siendo pecadores somos en esencia enemigos de Dios:
Efesios 2:1–3 (NBLA)
Y a ustedes, que estaban muertos en sus delitos y pecados, en los cuales anduvieron en otro tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Entre ellos también todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
Esto éramos, la muerte eterna era nuestra deuda delante de la justicia de Dios. ¿Como es posible bajo estas circunstancias naturales servir a los intereses y propósitos de Dios?
2. La provisión de Dios para pagar nuestra deuda
2. La provisión de Dios para pagar nuestra deuda
El dinero que Dios demandaba para el rescate de sus almas, era 5,7 gramos palta para todos los que servirían en el ejercito de Jehova:
»El rico no pagará más, ni el pobre pagará menos del medio siclo, al dar la ofrenda al Señor para hacer expiación por sus vidas.
El precio era el mismo para todos. El pobre podía redimir su vida por que el costo se podía conseguir fácil, el rico no tenía que hacer un sacrificio para obtener esto, era realmente algo insignificante para él, pero necesario, por cuanto el rico y el pobre estaban en igualdad de condiciones ante Dios, ambos necesitaban la misma redención que Dios obró por ellos en Egipto.
De manera que Dios estaba proveyéndoles una forma de recordar la redención de sus vidas, una redención que no implico un sacrificio para ellos. El dinero de la expiación no fue un un intercambio de dinero por perdón. El dinero de la expiación fue un recordatorio de que Dios los había redimido de pura gracia cuando los saco de Egipto.
Por esta razón el medio ciclo debía ser usado en el mantenimiento del tabernáculo, les recordaría a estos hombres que el fundamento de su llamado a ser parte de l ejercito de Jehová, esta en aquello que anticipaba el tabernáculo.
El tabernáculo, era una sombra del cielo en la tierra, la gente podía tener comunión con Dios aquí, esta comunión era posible por que en el tabernáculo Dios había provisto un medio para recordarle a Israel que ellos eran perdonados por el sacrificio que Dios anticipo en la pascua de Egipto.
La ira que pesaba sobre el pecador, la llevaba de manera tipológica en la pascua un animal que apuntaba al cordero de Dios que quita el pecado del mundo. El pecador podría ver anticipadamente en la muerte de un cordero, como la justicia de Dios sería satisfecha por la muerte de un sustituto. La sangre de este sustituto es el precio que se pago por su redención, ahora el pueblo le pertenecía a Dios.
Este era el propósito del dinero de la expiación. Ellos podían servir con limpia conciencia a Dios, por que fueron redimidos, sus pecados fueron perdonados, ahora eran justos delante de Dios.
Nosotros hoy estamos viviendo a la luz de la realidad. Dios nos ha dado a Cristo y en él su justicia ha sido satisfecha, la ira de Dios fue sobre él en la cruz del calvario y lo que la ley demandaba de nosotros, que es: “perfecta obediencia”, Cristo lo cumplió cabalmente y nos ha sido imputada por la fe en él.
Le debíamos a Dios obediencia perfecta y personal: Cristo es nuestra justicia:
Esta justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo es para todos los que creen. Porque no hay distinción,
»En sus días Judá será salvada, E Israel morará seguro; Y este es Su nombre por el cual será llamado: “El Señor, justicia nuestra”.
Pero por obra Suya están ustedes en Cristo Jesús, el cual se hizo para nosotros sabiduría de Dios, y justificación, santificación y redención,
Le debíamos a Dios muerte por el pecado, Cristo se ofreció por nosotros pagando con su sangre nuestro rescate, para que no muramos.
Ustedes saben que no fueron redimidos de su vana manera de vivir heredada de sus padres con cosas perecederas como oro o plata, sino con sangre preciosa, como de un cordero sin tacha y sin mancha: la sangre de Cristo.
Este fue el precio que se pago por nuestra redención. Tal fue la provisión de Dios para que quedáramos sin deudas delante de El
Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha libertado de la ley del pecado y de la muerte.
Ahora somos libres para servir a Dios sabiendo esto:
Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de Su Hijo amado,
Nosotros por esta razón no pagamos este impuesto, por nuestra fe en cristo ya hemos sido contados como hijos e hijas al servicio de nuestro amado Rey.
Nosotros al igual que estos hombres que se enlistaron para servir a Dios, podemos con libertad y con limpia conciencia cumplir con el llamado de Dios, juzgando el pecador impenitente en medio de nosotros, porque en Cristo hemos sido contados como justos delante de Dios, por la sangre de Cristo que fue ofrecida como propiciación por nuestros pecados y hemos sido llamados a servir a Dios en justicia.
Y mientras servimos a Dios, miramos la cruz y entendemos que la razón por la que juzgamos a otros no es nuestra superioridad moral con otros hombres, sino de la cruz de Cristo, el lugar donde Dios nos mostró su amor y su gracia inmerecida
Finalmente veamos:
3. El saldo que hoy tenemos
3. El saldo que hoy tenemos
El dinero de la expiación debía ser usado con este propósito:
»Tomarás de los israelitas el dinero de la expiación y lo darás para el servicio de la tienda de reunión, para que sea un recordatorio para los israelitas delante del Señor, como expiación por sus vidas».
La tienda de reunión era una sombra de las cosas celestiales, estaba señalando a Israel todo lo que era suyo en gloria.
El impuesto servía para mantener en alto su esperanza, ellos en el tabernáculo, no solo recordaban como Dios saldaría su deuda con su justicia, sino que eran invitados a deleitarse en Dios, a disfrutar de manera temporal de todas las riquezas en gloria que Dios tenía disponible para ellos.....
Amados, nosotros no tenemos que dar este dinero de la expiación para mantener en alto una sombra, nosotros ahora vivimos a la luz de la realidad, lo que fue prometido a Israel, ahora es nuestro Cristo:
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.
y con Él nos resucitó y con Él nos sentó en los lugares celestiales en Cristo Jesús, a fin de poder mostrar en los siglos venideros las sobreabundantes riquezas de Su gracia por Su bondad para con nosotros en Cristo Jesús.
Cristo no solo saldo nuestra deuda, en su resurrección nos dio acceso a la realidad que estaba representada en el tabernáculo.
Conclusión:
Conclusión:
El costo que se pago por cada uno de nosotros fue suficiente hermanos, para saldar nuestra deuda con Dios y para enriquecemos eternamente con toda bendición espiritual. Y la mayor de todas estas bendiciones es Dios mismo:
Salmo 73.25–26 “¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; Mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.”
Hermano ¿Puedes calcular el costo de tu redención?
Siempre que te sientas tentado a pensar que no vales nada, debes recordar el gran precio que Dios pagó por tu redención:
Dios te amo y entrego la vida de su hijo por ti,
y se ofreció a si mismo en la persona del Espritu, para unirse a nosotros en un lazo de amor pactual inquebrantable.
Dios se ha dado a nosotros por completo. Nos amo con un amor inquebrantable y no hay nada que nos pueda apartar de su amor.
El precio que Dios pago para unirnos él, se pago por cada uno de los que han puesto en él su esperanza, todos somos hijos amados, hijos y herederos, cada uno tiene el mismo valor delante de Dios, somos muy amados.
Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Él.
Esta es la esperanza de todo creyente. Esto es lo que aprendemos de la gente que Dios manda a contar, gente que él ha redimido, gente que él enlista para pelear sus batallas, gente que un día juzgará al mundo. Gemnete que le pertenece a Dios y vive para él.
Si realmente apreciamos el precio costoso de nuestra redención, la expiación costosa que Cristo ha ofrecido en nuestro nombre, entonces no utilizaremos la gracia de Dios como pretexto o licencia para pecar. Por el contrario dice Pablo
Por tanto, no reine el pecado en su cuerpo mortal para que ustedes no obedezcan a sus lujurias; ni presenten los miembros de su cuerpo al pecado como instrumentos de iniquidad, sino preséntense ustedes mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y sus miembros a Dios como instrumentos de justicia.
¿Eres parte de la gente que Dios cuenta? ¿Eres parte del pueblo de su posesión? Si tienes dudas sobre esto, recuerda lo que necesitas como pecador, necesitas un redentor y Dios ya lo ha provisto, eres igual que nosotros, mereces morir, no tienes que morir
»Diles: “Vivo Yo”, declara el Señor Dios, “que no me complazco en la muerte del impío, sino en que el impío se aparte de su camino y viva. Vuélvanse, vuélvanse de sus malos caminos. ¿Por qué han de morir, oh casa de Israel?”.
Amigo, Jesús murió en la cruz para pagar el precio del pecado. Todo el que confía en él es rescatado por su sangre. Seamos hombres o mujeres, jóvenes o viejos, negros o blancos, por todos nosotros se pagó el mismo precio, porque todos estamos en igualdad de condiciones delante de Dios, por lo tanto todos necesitamos redención.
La tradición nos dice que Alejandro Magno, en su lecho de muerte, ordenó que su entierro fuera diferente de la costumbre habitual. Ordenó que todo su cuerpo fuera cubierto por un sudario, excepto las manos. Quería que la gente viera que dejaba el mundo con las manos vacías. El hombre que conquisto gran parte del mundo conocido, que tenía todo lo que esta tierra puede ofrecer, murió sin nada de aquello que consiguió, él y un mendigo ahora están delante de Dios en igualdad de condiciones, totalmente desprovistos, desnudos ante aquel a quien tienen que dar cuenta.
Los rabinos comentan que un niño entra en el mundo con los puños cerrados para agarrar todo lo que está a su alcance. Esa misma persona es enterrada con las manos abiertas mostrando que no se lleva nada consigo. Todos están en igualdad de condiciones cuando se trata de riquezas, honor o poder. Cuando estemos todos ante Dios, nada de esto importará. Lo que importa es si nosotros, como individuos, hemos confiado en Jesucristo. Si es así, nos espera una herencia eterna, mucho más rica y gloriosa que todo lo que este mundo puede ofrecer.
Dios bendiga su palabra esta mañana.