HERENCIAS DE LA CRUZ

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“¡Gálatas torpes! ¿Quién los ha hechizado a ustedes, ante quienes Jesucristo crucificado ha sido presentado tan claramente?” ‌

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HERENCIAS DE LA CRUZ
REDENCIÓN
En estos días nos propusimos a hablar a respecto de las Herencias de La Cruz. Dijimos que la cruz fue la obra más importante del Señor Jesús en la Tierra, nada puede tiene poder tan transformador como la obra de la cruz.
Dijimos también que solamente por medio de su muerte tenemos acceso directo a las herencias del nuevo testamento. En estos días nos propusimos tratar de entender algunas de las herencias disponibles.
La semana pasada hablamos sobre PROPICIACIÓN, que es el poder de cubrir nuestros pecados de una vez por siempre por medio de la Sangre Perfecta del hijo de Dios.
Hoy vamos a hablar de otra herencia, otro aspecto de la obra de la cruz: La Redención.
REDENCIÓN
La palabra “redimir” significa volver a comprar por precio, es decir, comprar otra vez. Nosotros todos fuimos creados por Él, así éramos de él. Satanás vino y nos tomó de sus manos, por causa del pecado. Nos tornamos hijos de la serpiente, hijo del maligno, hijo de la muerte.
La obra de la Creación es la obra de Dios crear todas las cosas a partir de Su Palabra, es una de las grandes obras maestras de Dios. El ser humano, la naturaleza y el universo son sin duda un reflejo de un Creador Totalmente Poderoso. Pero, la redención es una obra superior. Si la creación es fruto de la Palabra Liberada, la obra de la Redención demandó la encarnación del Hijo de dios. Si la obra de la Creación fue hecha en uno solo día y después ordenada en seis días, la obra de la Redención necesitó desencadenar cuatro mil años de historia hasta llegar a la plenitud de los Tiempos.
Así que Cristo necesitó redimirnos, comprarnos otra vez para Sí Mismo. Así que Redimir es Pagar con Valor de Precio.
(Mateos 20.28) Jesús vino para dar su vida en rescate
(Apocalipsis 5.9) Compraste para Dios gente de toda lengua, raza y nación
(Tito 2.14) Él se entregó por nosotros para rescatarnos de toda maldad
(1 Pedro 1.18) Ustedes fueron rescatados de la vida absurda que heredaron de sus antepasados
Siempre que la Bïblia hace referencia a redención, hace referencia a “comprar” o “rescatar”. Fuimos comprados por precio y rescatados de nuestras vidas absurdas que teníamos.
La Ley Del Rescate (Levítico 25.47-49)
La ley del rescate era aplicada en caso de alguien estar tan endeudado que se vendía como esclavo para pagar la deuda, en este caso, solamente un pariente cercano podría comprarlo de vuelta para darle la libertad.
Todos nosotros nos tornamos pobres y esclavos (Rom 6.17) a causa del pecado. El pecado no es un buen amo. El pecado nos ata y nos mata. El pecado empobrece, nos trata con maldiciones, destroza casamientos, familias, sueños.
El sueño de todo esclavo es ser libre, pero no da para solamente salir de la esclavitud. Ningún esclavo, por mejor que sea, puede ser libre. Ningún esclavo, por más fuerte que sea, puede ser libre. Ningún esclavo, por más dinero que tenga, puede ser libre.
Para ser rescatado es necesario que tengamos un pariente cercano que nos compre. El problema se torna más grave, pues todos nuestros hermanos, padres y hermanos también se tornaron esclavos. Todos pecaron, según el apóstol Pablo. No hay absolutamente ningún pariente cercano que tenga capacidad de librarnos de la esclavitud.
Juan 1.14 dice que el Verbo se hizo hombre. Dios se hizo hombre, para así poder hacerse un hermano cercano. Jesús se hizo hermano mayor para poder cumplir la ley de la redención. Un Dios lejano no podría cumplir todos los requisitos de la ley. Así que Él mismo se hizo hombre para poder redimirnos.
2 Corintios 8.9 Jesús era rico. Pero me amó tanto que decidió pagar todo lo que tenía para poder comprarme de vuelta. En Mateo 13.44-46 Jesús cuenta dos parábolas, de un hombre muy rico que vendió todo para comprar un campo de gran valor. Después había un comerciante que vendió todo para comprar una perla preciosa. Ya oí a predicadores que dicen que debemos vender todo o deshacer de todo para encontrar a Jesús, pues Él es el campo de gran valor.
El principio de la parábola es exactamente al revés. Yo no puedo ser hombre rico, yo no puedo ser comerciante rico. Yo soy un esclavo totalmente endeudado. ¿Qué puedo dar? ¿Qué puedo vender? Cómo dijo David, ¿Cómo puedo pagarle al Señor por tanta bondad que me ha mostrado? (Salmos 116.12).
Jesús es el hombre rico, Jesús es el comerciante rico. Me vió a mi y consideró que yo tengo un valor absoluto. Y decidió vender todo lo que tenía para comprarme de vuelta a sí mismo.
AGAR Y SARA (Gál 4.21-31)
Abraham tuvo dos esposas y dos hijos. La esclava Agar engendró a Ismael, el hijo esclavo. Sara engendró a Isaak, el hijo libre. Estas dos mujeres representan las dos alianzas, todo nacido de Agar es hijo de la ley. Todo aquel que es hijo de la ley, nace para ser esclavo. Todos nacimos como Ismael un día, por eso éramos esclavos.
Todo esclavo de la ley también es esclavo del pecado. Pues la fuerza del pecado es la ley. Cuanto más ley, más esclavitud, cuanto más esclavitud, más pobreza y miseria.
Cuando nuestro hermano mayor nos rescata del pecado, también nos rescata de la ley. Él nos hace libres de nuestro pasado. Somos hijos de la libre, él nos llamó a una vida de libertad en Cristo.
La Libertad en Cristo (2Corintios 3.7-18)
Somos libres en Cristo. Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Esta libertad se refiere a la libertad de la vida absurda que heredemos.
Somos libres de la ley, somos libres del pecado, somos libres de la tristeza, somos libres de la enfermedad, somos libres de la culpa, somos libres del pasado. Somos libres en Cristo.
Consagración
La consagración es una respuesta natural a la redención. Por la redención, Jesús es mi Salvador, pero también es mi Señor. Yo tengo un dueño. La Consagración es la respuesta natural de esta revelación. Todo lo que hago, lo hago por Él, ya no tengo control o gobierno sobre mi propia vida, sino que Él lo tiene por derecho legal. Yo ahora soy una propiedad exclusiva de Cristo.
Nadie puede tocar en mí, porque es necesario tocar antes en Aquel que me compró. Soy propiedad exclusiva de Él.
Ese es el punto de revelación más importante. Pues el amo que nos usurpó, el pecado, nos quiere obligar a vivir conforme Su Naturaleza. El pecado no es gentil, intenta obligarnos a hacer su voluntad a todo tiempo. Satanás es igual, siempren intenta romper, invadir, oprimir y forzar.
El Señor Jesús no hace así. El nos compró de vuelta, nos rescató y nos hizo libres. No hay en El ninguna sensación, o obligación en servirlo. Su Obra no actúa a partir de la fuerza, la imposición o de la obligación.
El me da Su Santo Espíritu, pero no me obliga a ser lleno. El me da Su Naturaleza, pero no me obliga a ser santo. El me da una congregación de adoración, pero no me obliga a Rendirle Cultos. El me da da dones y talentos, pero no me obliga a servir y a liderar.
Jesús estaba en el desierto exhortando a la multitud que se molestó con Su Predica. “Duro es este discurso” decían, pues Jesús se decía superior a Moises. Toda la gente comenzó a salir y dejó Jesús solo con los discípulos. Los discípulos estaban observando a todo eso y Jesús les preguntó: “Y Ustedes? No quieren ir también?”. Nadie es obligado a quedarse, nadie es obligado a oirme, nadie es obligado a servirme. Los hice libres, ahora libres están. Pedro a su vez dijo: “Señor, adonde iré?”.
La consgración es separarse para uso exclusivo. La consagración es la respuesta natural de todo aquel que tuvo visión de la redención.
Que El Espíritu Santo nos abra los ojos para ver el poder del rescate. Aleluya!
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