Devocional de hoy

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21 de marzo

Mateo 8:1–4 RVR60
1 Cuando descendió Jesús del monte, le seguía mucha gente. 2 Y he aquí vino un leproso y se postró ante él, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. 3 Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante su lepra desapareció. 4 Entonces Jesús le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, muéstrate al sacerdote, y presenta la ofrenda que ordenó Moisés, para testimonio a ellos.
Este milagro no se trata de hacer una afirmación positiva, tal como: Si tu quieres puedes. Es más bien, si Dios quiere se puede. Solo Jesús puede quitar el Si, de Si quieres, puedes limpiarme; al Quiero se limpio.
¿Que debemos hacer cuando tenemos la necesidad de saber si Jesús desea actuar en nuestra vida para nuestra provisión o bendición?
Muy frecuentemente personas que no imaginamos, nos dejan lecciones acerca de como hacer lo que es correcto, este leproso, separado de la comunidad; sin ningún valor que ofrecer en la vida se acerca a Jesús para mostrarnos como buscar que nuestro deseo se convierta en el deseo de Dios:
El se acercó con determinación y valor a Jesús, a pesar de la multitud que le rodeaba. Lo primero que tenemos que decidir es si realmente queremos un cambio en nuestra vida. El hombre aunque este en las peores condiciones muchas veces se resiste al cambio por temor.
El se postró, la posición corporal que indica un reconocimiento a alguien que merece adoración. El hizo exactamente lo mismo que hicieron los sabios del oriente y los pastores cuando adoraron al niño en el pesebre. Pero este leproso nos enseña que la adoración que Dios acepta no debe ir siempre acompañada de algún bien material o rito religioso; pero si de un corazón completamente rendido a él.
El se dejó tocar, Jesús extendió la mano y le tocó pero él se dejo tocar. Cuantas veces el Quiero de Jesús, no es posible simplemente porque no nos dejamos tocar. Nuestra incredulidad, prejuicios o complejos nos alejan de la mano de Jesús que se extiende.
El creyó lo que oyó, el quiero se limpio, necesita ser creído para que la lepra desaparezca, el conflicto sea resuelto, la necesidad sea satisfecha.
No es fácil seguir a Jesús entre la multitud, acercarme a él, cargando sobre mis problemas, para caer rendido ante él en adoración. Pero Jesús siempre quiere extender su mano sobre mí, cuando venciendo mi orgullo, mi temor, pongo mi fe en lo que él quiere hacer en mi.
Tengo que preguntarme a mi mismo que tanto deseo que Jesús extienda su mano y me transforme. Puedo acercarme a él, con un corazón totalmente entregado y deseoso de experimentar la gracia transformadora de él.
Debo estar preparado para escuchar el Quiero, que Jesús me dirá, cuando yo me acerque a él en sincera adoración.
Voy a buscar acercarme mas a Jesús a través de un tiempo especial de adoración y de oración en el cual pondré mi fe en él como mi sanador, mi proveedor, mi libertador.
Oremos,
Padre quiero poner mi confianza en lo que tú puedes hacer, me postro ante mi Señor y Rey.
Gracias por las tantas veces que te escuchado decir: Quiero, cuando me he acercado a ti para pedirte algo. Escuche ese quiero, cuando extendiste tu mano para perdonarme, cuando mi esposa dijo: Si quiero, cuando oí el primer llanto de mis hijos, cuando la enfermedad dejó en paz mi cuerpo.
Hoy postrado ante ti, te vuelvo a decir: Si quieres restaura mis finanzas, libera el cuerpo de mi hijo del dolor que tiene, te pido que extiendas tu mano y lo toques.
Oro por los que tienen temor de acercarse a ti porque las opiniones e influencia de otros les esta quitando la oportunidad de recibir tu bendición, oro por los que en este momento están aislados por una enfermedad y necesitan ser tocados por tu mano.
En el nombre de Jesús, amén.
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