El Juicio que hace Jesús

Predicaciones Complementarias  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
0 ratings
· 30 views

Basado en la Enseññanza del Señor Jesucristo sobre no Juzgar a los demás, y buscar quitar la viga en el ojo propio, veremos cómo aplica él mismo este principio y lo enseña públicamente con el pueblo en un pecado escandaloso.

Notes
Transcript

El Juicio que hace Jesús

(Juan 7.53-8.11)
Juan 7:53–8:11 NBLA
53 Y cada uno se fue a su casa. 1 Pero Jesús se fue al monte de los Olivos. 2 Al amanecer, vino otra vez al templo, y todo el pueblo venía a Él; y sentándose, les enseñaba. 3 Los escribas y los fariseos trajeron* a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio, 4 dijeron* a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. 5 »Y en la ley, Moisés nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. ¿Tú, pues, qué dices?» 6 Decían esto, poniendo a prueba a Jesús, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo escribía en la tierra. 7 Pero como insistían en preguntar, Jesús se enderezó y les dijo: «El que de ustedes esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra». 8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. 9 Al oír ellos esto, se fueron retirando uno a uno comenzando por los de mayor edad, y dejaron solo a Jesús y a la mujer que estaba en medio. 10 Enderezándose Jesús, le dijo: «Mujer, ¿dónde están ellos? ¿Ninguno te ha condenado?». 11 «Ninguno, Señor», respondió ella. Entonces Jesús le dijo: «Yo tampoco te condeno. Vete; y desde ahora no peques más».
Cabe mencionar que este pasaje no aparece en los Manuscritos más antiguos del Evangelio de Juan, aunque probablemente la historia es real.
Esta historia no contradice en nada el resto de las enseñanzas de Jesús, y tampoco creemos que algún escriba la haya añadido de su propia mente.
Este fragmento era una historia auténtica de la tradición que circulaba entre los apóstoles.
En esta historia Jesucristo aparece como el centro de atención, y se le muestra en Su carácter amoroso, sabio, perdonador y Salvador. (MacArthur citando a varios comentaristas que hablan sobre este texto).

I. Jesús el Maestro

Juan 7:53–8:1 NBLA
53 Y cada uno se fue a su casa. 1 Pero Jesús se fue al monte de los Olivos.
El relato comienza así, diciendo que la gente que escuchaba a Jesús se iba a sus casas a descansar para prepararse para el día siguiente, y de Jesús no se dice que fue a su casa. (¿cuál?)
Desde que llegó al mundo, no tuvo un lugar para llegar. (Lc. 2.7) Pues llegó a un pesebre, allí nació, allí fue recibido. Cuando creció y comenzó su ministerio y algunos lo querían seguir, él les advirtió que “no tenía donde recostar la cabeza (Mt. 8.20) Ni al morir tuvo un lugar propio, sino que una tumba prestada. (Mt. 27.59-60)
Al día siguiente está de nuevo en el templo para enseñar.
Juan 8:2 NBLA
2 Al amanecer, vino otra vez al templo, y todo el pueblo venía a Él; y sentándose, les enseñaba.
Jesús atraía a las multitudes con su enseñanza, porque era “con autoridad” y no como los escribas. (Mt. 7.28-29)
Estando sentado (como acostumbraban hacer los Maestros) la gente venía a Él y les enseñaba.
Hasta que algo lo interrumpe:
Juan 8:3–5 NBLA
3 Los escribas y los fariseos trajeron* a una mujer sorprendida en adulterio, y poniéndola en medio, 4 dijeron* a Jesús: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo del adulterio. 5 »Y en la ley, Moisés nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. ¿Tú, pues, qué dices?»

II. Jesús contra la espada y la pared

Esta situación no nos parece extraña, pues en otras ocasiones los escribas ya se han acercado a Jesús para “ponerlo a prueba” - para tener “de qué acusarlo”. (Jn 8.6 ) Referencias:

a) cuando le preguntaron sobre el dar impuesto a César

b) sobre el día de reposo,

c)sobre dar carta de divorcio

d) sobre el gran mandamiento de la Ley, y

e) otros interrogatorios maliciosos.

Juan 8:6 NBLA
6 Decían esto, poniendo a prueba a Jesús, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús se inclinó y con el dedo escribía en la tierra.
Jesús no los escucha, no les hace caso.
Ellos vienen a Jesús de forma burlona llamándolo “Rabí” - Maestro. Y la prueba que le ponen era para no salir limpio de allí.
Pues por una parte ponen una situación que la Ley sí dice que hacer: (Éx. 20.14, Lv. 20.10)
Éxodo 20:14 NBLA
14 »No cometerás adulterio.
Levítico 20:10 NBLA
10 ”Si un hombre comete adulterio con la mujer de otro hombre, (que cometa adulterio con la mujer de su prójimo), el adúltero y la adúltera ciertamente han de morir.
Comentario de MacArthur al Evangelio de Juan
Desde el punto de vista puramente legal, estos hombres estaban en lo correcto al decir que la mujer merecía morir. Pero las circunstancias sugieren que tenían algo más en mente.
Los motivos de los fariseos eran obvios: usaban a la mujer para intentar tenderle una trampa a Jesús. Había algo más importante para ellos que ver la justicia cumplida; esto decían tentándole, para poder acusarle. Como solía ser el caso, intentaban forzar a Jesús a decir algo que pudieran usar para destruirlo
Surgen algunas preguntas, antes de dar un veredicto:

III. Análisis del Caso

El adulterio, por su misma naturaleza, es un pecado que implica a dos personas; sin embargo, los fariseos solo estaban acusando a la mujer.

a) ¿Dónde estaba el hombre?

Quienes atraparon a la mujer, también lo habían visto porque citan que “la habían sorprendido en el acto mismo de adulterio.”

b) ¿Por qué no le había arrestado y llevado ante Jesús, dado que la ley demandaba la ejecución de las dos partes culpables (Lv. 20:10)?

Y si era justicia lo que buscaban,

c) ¿por qué llevar la mujer ante el Señor? ¿Por qué no llevarla a sus propios tribunales, donde tales casos se oían normalmente?

Jesús no era juez (cp. Lc. 12:13–14) ni un miembro del sanedrín. Tampoco había necesidad de que se consultara el caso con un rabí; era un caso fácilmente resuelto.
Los acusadores de esta mujer creían que tenían al Señor Jesús “entre la espada y la pared” Pues si se oponía a apedrearla, lo acusarían de violar la Ley, por otro lado, si aceptaba, su reputación ante los pecadores y la compasión que antes había demostrado, se desvanecería. Además, de que podían acusarlo ante los romanos por instigar una ejecución que retara la autoridad romana. (Jn 18.31)

IV. Nosotros, los Acusadores

En esta historia, debemos vernos reflejados:
Nosotros muchas veces somos como los escribas:
“Estamos enojados contra el pecado de otro”
“¡Señor, Mira lo que él o ella ha hecho!”
Traemos nuestras piedras en la mano listas para arrojarlas (actitudes, miradas, palabras, gestos) con los cuales lo despedazamos.
Queremos echar al infierno al otro, queremos que descienda fuego del cielo y lo consuma, pedimos que se abra la tierra y los trague por completo.
Aquí está el centro de lo que Jesús condenó en (Mateo 7.1-5) cuando juzgamos a los otros rápidamente sin vernos a nosotros mismos.
Tú y yo somos hemos sido como esos escribas...
Hay pecados visibles en otros (la paja) pero también hay pecado en nosotros (la viga).
Las razones para acusar pecados en otros:

a) Es que somos iguales a ellos.

y queremos sentirnos mejor al saber que otros pecan igual que nosotros.

b) Que vemos los pecados que hay en nosotros (espejo)

pero vemos mayores faltas en ellos.

c) Que nuestro pecado no nos deja ver (ceguera)

Al tener los pecados más grandes tan cerca de nosotros y no los vemos.

V. La Justicia y la Misericordia

La situación se pone tensa. Parece que el Señor no tiene escapatoria y tendrá que aceptar el veredicto de los acusadores.
¿Cómo conciliar la Justicia y la Misericordia de Dios?
¿Cómo puede Dios perdonar y todavía ser Justo?
Pues en la Persona de Jesucristo:
Él es el que pagó con su vida por el pecado, Él fue condenado como sustituto por los pecadores a quienes se les otorga el perdón.
Romanos 3:24–25 NBLA
24 Todos son justificados gratuitamente por Su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, 25 a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por Su sangre a través de la fe, como demostración de Su justicia, porque en Su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente,
Dios fue tolerante con el pecado de los hombres desde Adán, pues el simbolismo (del Cordero) apuntaban a lo que Dios había de hacer cuando envió a Cristo.
Y la Cruz es la máxima expresión tanto de la Justicia como de la Misericordia de Dios.
Por un lado, en esa cruz, la Ira de Dios fue satisfecha, al pagar por los pecados cometidos contra Él desde el principio de los tiempos.
Por otro lado, al satisfacer Su propia Justicia, Dios ahora puede extender el perdón hacia los transgresores.
(1 Pedro 3.18)
1 Pedro 3:18 NBLA
18 Porque también Cristo murió por los pecados una sola vez, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, muerto en la carne pero vivificado en el espíritu.
Por lo tanto, podemos ver que en la Cruz de Jesús:
Salmo 85:10 NBLA
10 La misericordia y la verdad se han encontrado, La justicia y la paz se han besado.

VI. El Veredicto

Mientras la escena seguía:
La mujer humillada y acusada públicamente, los escribas presionando al Señor para obtener una respuesta, el Señor ignorándolos abiertamente hasta que les da una respuesta:
Una Respuesta totalmente inesperada para ellos.

a) Jesús responde a los Acusadores

Juan 8:7 NBLA
7 Pero como insistían en preguntar, Jesús se enderezó y les dijo: «El que de ustedes esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra».
El Señor es congruente con lo que ha enseñado y vivido.
El Señor Jesús no desestima la acusación, no niega el pecado, ni sale en defensa de la mujer.
Por otro lado, no instigó la ejecución de la mujer.
Jesús esquivó las 2 armas que usaron con las que querían prensarlo en su veredicto.
Jesús tampoco está enseñando que para juzgar, necesitamos ser perfectos. (Mt 7.3-5) sino que primero quitemos la “viga” de nuestro ojo, para poder sacar la “paja” del ojo ajeno.
Jesús les regresa el “balón” a su cancha, dejando en ellos la responsabilidad de juzgar un acto de esta magnitud, con un cuestionamiento:
La ley exigía que los testigos de un delito fueran los primeros en arrojar las piedras en un a ejecución. (Dt 17.7 )
Deuteronomio 17:7 NBLA
7 »La mano de los testigos caerá primero contra él para darle muerte, y después la mano de todo el pueblo. Así quitarás el mal de en medio de ti.
Pero, si el testigo, en realidad era cómplice, la ejecución se volvería contra él mismo. o si la acusación era infundada, “se le debía hacer lo mismo que él pretendía hacer.”
El Señor, quien conoce los corazones de todos, les llama a que examinen sus corazones y determinen si son cómplices o testigos fidedignos de un delito.
Y con toda calma, regresó a hacer lo que estaba haciendo, mientras ellos tenían ese debate en sus corazones
Juan 8:8 NBLA
8 E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra.
Y la respuesta de los acusadores, fue increíble:
Juan 8:9 NBLA
9 Al oír ellos esto, se fueron retirando uno a uno comenzando por los de mayor edad, y dejaron solo a Jesús y a la mujer que estaba en medio.
Los acusadores son reprendidos, son acusados por sus conciencias y dejando las piedras, se retiraban uno a uno, comenzando desde los de “mayor edad” los que mayor conciencia tienen de pecado y que han visto mayormente la misericordia de Dios en sus vidas.

b) Jesús habla con la acusada:

Juan 8:10–11 NBLA
10 Enderezándose Jesús, le dijo: «Mujer, ¿dónde están ellos? ¿Ninguno te ha condenado?». 11 «Ninguno, Señor», respondió ella. Entonces Jesús le dijo: «Yo tampoco te condeno. Vete; y desde ahora no peques más».
Hoy, dice el Señor, “aún hay Gracia y Misericordia.”
Un día, el juicio de Dios vendrá y no habrá necesidad de acusadores, sino que la Ley de Dios los libros serán abiertos y juzgarán a cada pecador por las obras que están escritas sobre ellos.
Pero primero, Jesús vino a perdonar, a salvar y no a juzgar ni a condenar.
Jesús no la condena, pero tampoco le otorga “licencia para pecar” pues le dice que debe corregir, no pecar más.
Una invitación a vivir de acuerdo al perdón, una invitación a vivir de acuerdo a la Gracia de Dios sobre nosotros. A vivir dignamente como un hijo de Dios, valorando el perdón y evitando el pecado.
Los encuentros con Jesús siempre transformaron a la gente, para salvación o condenación.
Dato curioso: (4 Personajes)
Jesucristo el Justo y Perdonador
Pecadores ciegos a su propio pecado
Una pecadora perdonada
El pecador anónimo (el que pecó con la adúltera)
Related Media
See more
Related Sermons
See more