Devocional de hoy
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29 de marzo
29 de marzo
5 Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
Nunca antes alguien hizo tanto por alguien, nunca antes alguien recibió tantos beneficios por la obra de uno que se sacrificó por los que amaba.
El profeta recoge en un solo versículo la obra completa de sustitución, perdón y sanidad que nos fue concedida mediante la muerte de Cristo.
Deténgase a pensar por un momento este día no en los sufrimientos que pasamos, sino en los sufrimientos que pasó, aquel que voluntariamente se entregó a si mismo para que nuestro sufrimiento no se vuelva eterno.
El fue herido, su cuerpo literalmente perforado, cortado para que la sangre que quita nuestras rebeliones fuese derramada en remisión de nuestros pecados.
El fue molido, machacado, partida su carne, recibiendo de esta manera en su cuerpo el castigo que por nuestra maldad nosotros merecíamos.
La paz tiene muchas veces un alto precio, la paz para hoy y la eternidad lo tuvo en el sacrificio de Cristo por mi.
No salga de esta reflexión sin antes visualizar delante de usted un cuerpo tan lastimado y dañado que es ya una ulcera total. Este es el precio pagado por nuestra salud espiritual, algo que solo Cristo pudo hacer.
La muerte de Cristo no es solo un evento para lamentar, para que el pesar por sufrimientos nos afecte emocionalmente. La muerte de Cristo debe llevarnos a la confesión de nuestras faltas, al arrepentimiento de nuestros pecados, a la rendición de nuestras vidas delante de aquel que fue desfigurado para que nosotros recibiésemos perdón y paz.
Mi rebelión y mi pecado fueron la causa directa del sufrimiento de Cristo. El sufrió por mi en la cruz para que la ira de Dios por mi desobediencia no cayera sobre mi.
Quien ocupo mi lugar de sufrimiento merece que yo le de mi gratitud permanente, mi servicio en todo tiempo y lugar y mi adoración más sincera.
Debo hablar a otros de la mas grande verdad que el ser humano debe conocer, que Cristo murió por nuestros pecados.
Oremos,
Padre, una vez mas puedo decir: No me permitas olvidar tu obra en la cruenta cruz, no permitas que un día pase por alto que las heridas y golpes que recibió mi Salvador fueron por mi rebelión y mi pecado.
Gracias porque aunque yo soy un pecador mostraste tu amor al dar a tu Hijo para que muriera en mi lugar.
Mis ofensas y mi pecado están delante de ti, perdóname.
Hay tanto dolor y sufrimiento en el mundo hoy, que necesita ser sanado, te pido que hoy esta palabra traiga paz y perdón a esas vidas.
En el nombre de Jesús, amén.