Devocional de hoy
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30 de marzo
30 de marzo
7 Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca.
Como una composición musical los silencios marcaron las escenas de la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo.
Enmudeció frente al sumo sacerdote y los ancianos de Israel, guardo silencio delante del gobernador romano Pilato.
14 Pero Jesús no le respondió ni una palabra; de tal manera que el gobernador se maravillaba mucho.
Fue el silencio del cordero que era llevado al matadero, su angustia y aflicción no produjo ni queja por el sufrimiento, ni murmuración por su suerte, ni defensa ante un juicio injusto y una sentencia de muerte inmerecida.
El silencio en el Sanedrín judío, en la corte romana y en el Golgota del cordero que quita nuestro pecado, remarcan su disposición voluntaria para asumir su tarea redentora, asumir nuestra posición de culpabilidad que no puede ser defendida en ninguna corte de juicio, pero sus silencios también resaltan las notas mas altas de su sacrificio perfecto, su entrega total de amor por el pecador, obediencia a su Padre hasta la muerte sacrificial, su identificación plena con el sufre por su pecado, por la injusticia de un mundo perdido donde vive, por la desgracia del que vive bajo condena eterna.
Si Jesús enmudeció para mostrarnos al cordero inocente que es llevado a la muerte, para expiar mi pecado, que derecho tengo yo de elevar mi voz para llevar mi queja y murmuración ante su presencia sin reconocer antes su amor inmerecido por mi, su compasión por mi triste situación y su misericordia al perdonar mi pecado.
El que hablo como nunca alguien lo había hecho, cerró su boca para llevar en silencio mi culpa y mi pecado a la cruz.
Mi perdón es el resultado del sacrificio de la persona que ocupó mi lugar de condenación, sin murmuración, queja y defensa de si mismo para mostrarme su amor.
Reflexionemos hoy, en un momento de silencio, mientras recordamos la pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, cuan innecesarias e inútiles son nuestras quejas, murmuraciones y auto justificación ante quien en su sufrimiento llevo nuestra culpa.
Oremos,
Padre que mi oración se eleve a ti, sin la queja, murmuración, y auto defensa del que cree que merece lo que no ha sabido ganar, se le debe cuando no ha sabido pagar, tiene derechos sobre lo que perdió por su desobediencia.
Gracias por ser por tú obediencia el cordero que derramó su sangre para que mis pecados fueran quitados.
Quiero que me enseñes el valor de saber guardar silencio y el de hablar cuando por causa de mi fe tenga que hacerlo.
Pido por los que en este momento guardan silencio porque en su situación de necesidad, dolor o enfermedad, han perdido su capacidad de hablar. Por los que en injusticia y opresión han perdido la posibilidad de mostrarnos su sufrimiento.
En el nombre de Jesús, amén.
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