PADRE NUESTRO QUE ESTÁS EN EL CIELO

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Capítulo 5

¿Qué significa la expresión “Padre nuestro…”?
¿Qué implica que el Padre esté en los cielos?
“Padre nuestro que estás en los cielos…” Mateo 6:9

I. LA PATERNIDAD DE DIOS

Antes de poder captar algo de lo que verdaderamente significa la expresión que encabeza el “Padre nuestro”comenzaremos considerando la paternidad de Dios desde estos tres puntos de vista: histórico, moderno, y bíblico.

a. Desde el punto de vista histórico

Desde un principio el pueblo judío había sido prudente con darle el título de “Padre” a Dios, su moderación venia de un deseo de evitar cualquier semejanza con los dioses egipcios y cananeos que también tenían este apelativo, aunque más bien lo usaban en un sentido biológico que relacional. Es así como su extremo cuidado se fundamentaba en el hecho que Dios es un Dios único, y no podía ser considerado un padre universal que engendraba hombres ni dioses inferiores.
Sin embargo, desde el inicio del trato con su pueblo Dios se mostró como un Padre aun desde que estaba libertándolos de Egipto. En una ocasión le dijo a Moisés “…dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva…” Éxodo 4:22-23. Este sentido familiar y paterno de Dios hacia ellos estaba tan arraigado en el corazón de Moisés que poco antes de morir en su recital acerca de la historia de Israel dijo: “¿Así pagáis a Jehová, pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu Padre que te creó?Deuteronomio 32:6.
Moisés no era el único que tenía esta conciencia acerca de la paternidad de Dios. Cuando el pueblo de Israel reunido en una asamblea convocada por el Rey David comenzó a dar voluntariamente para la construcción del Templo, David lleno de mucha alegría oró así: “Bendito seas tú, oh Jehová, Dios de Israel nuestro Padre, desde el siglo y hasta el siglo.” 1 crónicas 29:10. En el salmo 68 el mismo David lo llama Padre de huérfanos y defensor de viudas. Es Dios en su santa morada”, y en el salmo 103:13-14 hace esta tierna comparación “como el padre se compadece de los hijos, Se compadece Jehová de los que le temen. Porque el conoce nuestra condición; Se acuerda que somos polvo”.
También en el libro de Proverbios encontramos que el Rey Salomón escribió, “Porque Jehová al que ama castiga, Como el padre al hijo a quien quiere” (3:12) lo cual es una clara referencia de las palabras que dijo Moisés delante de toda Israel antes de que pasarán a tomar la tierra prometida (ver Deuteronomio 8:5).
Cuando el profeta Isaías estaba tratando delante de Dios la condición pecadora de la nación, estaba tan abrumado por la suciedad moral del pueblo y por la inmundicia de sus propias justicias, que en el momento más cumbre de su oración invoca a Dios pidiéndole que rompiese los cielos y descendiera como un fuego abrazador, que derritiera los montes e hiciera hervir las aguas para que las naciones temblaran a su presencia, pero en el final de su intercesión en un deseo de que Dios rompiera el silencio y tuviera misericordia de ellos le dice: “Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre…” Isaías 64:8
Aun el mismo Dios hablando a través del profeta Jeremías prometió que haría volver con misericordias a todas las familias de Israel, que las haría andar junto a arroyos de agua y por caminos derechos en el cual no tropezarían, y esta es la razón que Él dio: “porque soy a Israel por PadreJeremías 31:9.
Finalmente, el último profeta del Antiguo Testamento Malaquías dijo, ¿No tenemos todos un mismo padre? ¿No nos ha creado un mismo Dios? (2:10). Desde el principio Dios se mostró como un Padre para su pueblo escogido. Sin embargo, está imagen paternal de Dios se iba haciendo cada vez más difusa, la constante desobediencia del pueblo, su corazón inclinado hacia el pecado, y una relación cada vez más abierta con las demás naciones y sus dioses paganos, fue apagando este sentido hogareño y familiar del pueblo hacia Dios.
Ya para los tiempos de Jesús mucho de los judíos habían olvidado que Dios era para ellos un Padre. Por eso el amor paternal y la figura de un Padre celestial fue pieza clave en las enseñanzas de Jesús (ver Mateo 5:48; Mateo 7:7-11). El pueblo había perdido esta imagen y Jesús la vino a revelar, aunque por supuesto, esto dejó a muchos asombrados (Ver Juan 5:18). Pero a pesar de esta imagen difusa y la oposición de muchos Jesús llamaba a Dios “Padre…” (Juan 17:24), “mi Padre…” (Mateo 26:53) “vuestro Padre…” (Mateo 5:48) “tu Padre…” (Mateo 6:6), “el Padre celestial” (Mateo 6:26). En general el término se deja oír unas 170 veces en sus labios (42 en Mateo, 4 en Marcos, 15 en Lucas y 109 en Juan[1]). En todas su oraciones llamó a Dios “Padre”, exceptuando una, cuando estaba en la cruz del Calvario llevando la carga de los pecado de su pueblo, en esa ocasión lo llamó “Elí, Elí… esto es: Dios mío, Dios mío” Mateo 27:46. Jesús tuvo que dejar de llamar a su Padre ¡Padre! para que nosotros pudiéramos entrar en nuestro aposento, cerrar la puerta y con libertad decir “Padre nuestro…” ¡que maravilloso acto de amor, que grandioso intercambio!

b. La expresión “Padre” en nuestro propio contexto moderno

En nuestros tiempos es común escuchar a personas que aseguran que todos somos hijos de Dios, lo que técnicamente hace a Dios un padre universal. Para quienes tienen tal concepción que la oración modelo comience con la expresión “Padre nuestro” no les genera mucho asombro, pero tal punto de vista no coincide con el testimonio que nos da la Biblia referente a la paternidad de Dios, más bien, se parece a la concepción mitológica de las religiones antiguas que concebían a sus dioses como ese primer antepasado que engendraba a otros dioses y a los hombres. Dios es el creador de todos los hombres, pero no es el Padre de todos, solo los que han aceptado a Jesucristo como su Salvador y Señor son lo que gozan de tan elevado privilegio. La perspectiva moderna de que todos los hombres son hijos de Dios es una necia presunción.

c. En el contexto bíblico

Pero muy a pesar de lo que nuestra cultura piensa acerca de la paternidad de Dios la Biblia nos enseña que a causa de la caída del hombre la relación existente entre Dios y él ya no puede considerarse una relación paternal, el pecado produjo un cambio también en este ámbito, ahora el hombre no es hijo de Dios sino “…por naturaleza hijos de ira…” (Ef. 3:2), “…de desobediencia…” (Col. 3:6). De hecho el propio Jesús dijo, “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.” (Jn. 8:44). Lo que hace categóricamente a todo hombre un hijo del diablo no un hijo de Dios como muchos suponen.
Todos los hombres por naturaleza son hijos del diablo, “El que practica el pecado es del diablo…” (1 Juan 3:8). El apóstol Juan lo precisó de está manera, “Así distinguimos entre los hijos de Dios y los hijos del diablo: el que no practica la justicia no es hijo de Dios; ni tampoco lo es el que no ama a su hermano.” (1 Jn. 3:10 NVI). La Biblia no tiene ninguna ambigüedad en este sentido, en el mundo existen solo dos grandes familias con dos padres y todo hombre obedece a uno de ellos.
La Biblia nos enseña que llamar a Dios Padre no es un privilegio que se le asigna indiscriminadamente a todo aquel que transita por los senderos de esta vida. Como ya hemos dicho considerarse hijo de Dios por el simple hecho de existir es una necia jactancia. Lo diré de esta manera, por naturaleza el hombre no es un hijo de Dios, sino del diablo, Dios no ve al hombre como un hijo sino como un fugitivo de su justicia por cuyos pecados su Amado Hijo fue clavado en una cruz.
Pero quisiera acotar que en un sentido amplio y general Dios mantiene una relación paternal con todos los hombres, si lo vemos desde el punto de vista creacional podríamos decir que Dios es el “…Padre de los espíritus” (Heb. 12:9) y desde el punto de vista providencial podríamos decir, “puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos”…De él somos descendientes”. (Hch. 17:28 NVI). Dios mantiene una relación de misericordia y gracia común con todas sus criaturas, ¿Quién se atrevería a negar semejante obra de amor sí es parte de la inmensa bondad divina? Pero limitar la paternidad de Dios solo en estos puntos es confinar y menospreciar todos los alcances, libertades y beneficios que trae la paternidad de Dios.
Existe una paternidad “especial” que descansa en la obra redentora de Cristo la cual es mucho más rica, extensa, particular, restringida y mucho más valiosa. La inclusión dentro de la familia de Dios va más allá de la relación Creador-creaturas. Es determinada en el sentido que es solo para su pueblo y es exclusiva en el sentido que solo se accede a ella por medio de Cristo.

II. “PADRE NUESTRO…”

Ahora podemos comprender que cuando el Maestro enseñó a orar a sus discípulos “Padre nuestro…” (Mt. 6:9) no se estaba refiriendo a la paternidad de Dios que nuestra cultura piensa, sino a la paternidad especifica e intima que Él ganaría para los suyos. Veamos lo que la expresión “Padre nuestro…” implica para el orante:

1. Implica que ora a Dios solo en Cristo.

La expresión “Padre nuestro…” nos recuerda que podemos acercarnos a Dios como un hijo se acerca a su Padre gracia a Cristo. William Hendriksen en su comentario a este texto nos dice, “Queda en claro inmediatamente que no todos tienen el privilegio de dirigirse a Dios de esta manera. Esa es la prerrogativa exclusiva de los que están “en Cristo” [2].
Por su parte, Juan Calvino nos pregunta, “¿Quién tendría la osadía de arrogarse a sí mismo el honor de ser un hijo de Dios sino fuera por haber sido adoptados por gracia como sus hijos en Cristo?”[3]
Juan en su evangelio escribió,
“Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios.” Juan 1:12 NVI.
El apóstol Pablo escribió a los romanos,
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios…” Romanos 8:14
Y a los gálatas,
“Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: !!Abba, Padre” Gálatas 4:6
Aunque la oración no menciona el nombre de Jesús por ninguna parte, es evidente desde su encabezado que Cristo y su obra redentora están implícitos en ella, por lo tanto, nuestra mirada debe estar fijada con gratitud y devoción en Aquel que hizo posible que nos pudiéramos acercar al Padre en el más cálido sentido familiar. Aunque algunos han sugerido que el padrenuestro no es una oración cristiana porque no se hace en el nombre de Jesús o no termina con “...en el nombre de Jesús. Amén” nosotros sostenemos que es la oración más cristiana de todas las oraciones.

2. Implica que Dios está íntimamente cercano

La expresión “Padre nuestro” implica que Dios está íntimamente cerca, y uso esta expresión con la siguiente intensión: Dios no solo está cerca sino que además se le puede conocer personalmente. Como dijimos anteriormente la concepción del pueblo judío antes de la llegada de Jesús acerca del Dios Padre era difusa, y solo estaba limitada a un Padre nacional no a uno personal. Pero para el cristiano la expresión “Padre nuestro…” le recuerda que Dios es un Padre personal (“mío” (Mateo 6:6) y “nuestro” (Mateo 6:9)), tan intimo y cercano como el más profundo de nuestros pensamientos. No tenemos ninguna razón para relacionarnos con Dios de manera fría y antagónica pues, su deseo es que nos acerquemos de forma amorosa y confiada.
Aunque el término que aparece en Mateo 6:9 es la palabra griega pater es probable que Jesús halla usado el término arameo abba que era el idioma que hablaba normalmente. Dicho término era una expresión reservada para la vida hogareña, se dejaba oír de boca de los niños, y es similar a la palabra papá o papi de nuestros tiempos. Lo adultos que llegaban a conservar está expresión demostraban que la relación que mantenían con sus padres era muy entrañable e intensamente intima. La expresión “Padre nuestro…” evoca la ternura, el amor familiar y la confianza que debemos tenerle a Dios.

3. implica que no debemos temer.

El temor malsano hacia Dios es infundido cuando se desconoce verdaderamente quien es Él. Los dioses falsos suelen infundir terror y sus seguidores son movidos a obediencia por el miedo a las represalias que ellos puedan tomar. Se dice que en buena medida el odio que Nerón tenía hacia los cristianos era porque ellos se negaban adorar a sus dioses, y supersticiosamente él temía que los dioses se airaran con Roma y la destruyeran.
Un ejemplo similar lo encontramos en el libro de los Hechos cuando Pablo está frente al Areópago de Atenas, al pasear por el santuario de ellos se percata que hay un altar con una inscripción que dice, AL DIOS NO CONOCIDO (Ne ton Agnoston). Este altar no estaba dirigido a una divinidad especifica sino más bien era una representación de todos aquellos dioses que el mundo ateniense no conocía. Si algún dios desconocido por ellos pasaba por aquel santuario no se enojaría porque tendría un altar erguido para adorarle.
Tal pensamiento no ha desaparecido aún, este tipo de supersticiones aún abunda en nuestros días, la gente vive en sus falsas religiones llenos de temor. El pensamiento cristiano trasciende esas corrientes malsanas y celebra que su Dios es un Dios Padre, el apóstol Pablo lo dijo así: “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: !!Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo. Romanos 8:15-17.
Por su parte Jesús dijo, “Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” Jesús está apelando a la paternidad de hombres malos capaces de dar buenos regalos por amor a sus hijos, para resaltar al buen Padre que está en el cielo que es dueño de todo y lo gobierna todo y que está dispuesto a darle cosas buenas a sus hijos.
Es Dios quien origina y autoriza todas las cosas buenas que sus hijos necesitan para vivir en este mundo, cuando el Padre da lo hace no porque se siente obligado o presionado. Cristo no está intentado persuadirlo de que bendiga a sus hijos porque han creído en Él, al contrario, el mismo Jesús dijo, “ En aquel día pediréis en mi nombre; y no os digo que yo rogaré al Padre por vosotros, pues el Padre mismo os ama, porque vosotros me habéis amado, y habéis creído que yo salí de Dios. Juan 16:26-27. Por eso decimos que Dios nos solo da cosas buenas a sus hijos, sino que además se complace en ello.

4. Implica el inmenso amor que Dios nos tiene

Aquí tenemos de nuevo un contraste entre nuestro Padre y el resto de los dioses falsos quienes son presentados como amos y señores despóticos de la humanidad [4]. Los dioses falsos que las religiones paganas inventaban eran grotescos, la concepción del amor era unidireccional y siempre ascendente, los hombres amaban a sus dioses pero los dioses no amaban a los hombres.
La expresión “Padre nuestro…” nos recuerda que el verdadero amor es descendente (Juan 3:16), que proviene del Padre hacia nosotros (1 Juan 4:16) que Él nos amó primero (1 Juan 4:19b), que sustenta nuestro débil amor (1 Juan 4:19a), y que además tiene por objeto a quienes no son dignos de amar. Pablo no los dice de la siguiente manera, “Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8
Tal amor consigue su clímax en la cruz del Calvario, alcanza su plenitud máxima cuando el Hijo de Dios es clavado y exhibido en ella. Sobre ese tosco madero el ágape se hizo canción y hombres pecadores se desposaron con Dios. Gracia a este supremos acto de amor podemos decir junto al apóstol Juan, “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios…” 1 Juan 3:1.

5. Implica que debemos cuidar a nuestros hermanos.

Si alguien sabe algo de la vida del hogar, entiende que amar al padre de la casa también implica amar a los demás miembros. Solo un corazón cegado por el pecado puede amar al Padre y no amar lo que de Él ha nacido (1 Juan 5:1). En este punto, se nos recuerda que debemos procurar el bien de nuestros hermanos tanto como nos sea posible, que lo que tenemos proviene de la mano del Padre y por lo tanto, debemos compartirlo generosamente con los demás miembros de la familia. ¿Que mejor bien podemos causarles a nuestros hermanos que recordarlos constantemente en nuestras oraciones y encomendarlos al Padre celestial para que los cuide? En la oración la mezquindad y el egoísmo quedan completamente excluidos desde el momento que decimos: “Padre nuestro…”

III. “QUE ESTAS EN EL CIELO…”

No es sencilla la tensión dinámica a la que se enfrenta todo creyente al tratar de darle un equilibrio sano a la relación que mantiene con el Padre celestial. Si la balanza se inclina demasiado hacia la trascendencia se pude percibir a Dios de manera majestuosa, poderosa, santa pero inaccesible e insensible, esto puede producir un distanciamiento frío y un temor malsano hacia Dios. Por otra parte, si la balanza se inclina hacia la inmanencia, como suele ocurrir con mucha frecuencia en nuestros días, se puede percibir a Dios de manera amigable, cercana, familiar, pero con una falta de respeto hacia su supremacía y una confianza dañina. De modo que, nos resulta un invaluable ejercicio para nuestra alma esforzarnos en considerar a Dios Padre tan intimo como para llamarlo “nuestro”, y tan lejano como para decir “que estás en los cielos”.
Veamos que implica la expresión que “estás en los cielos…”

1. Implica un sano balance

La actitud en la oración y en el resto de nuestra vida cristiana es afectada directamente por como comprendamos el hecho que nuestro tierno Padre celestial sigue siendo el temible Jehová de los Ejércitos, y que el humilde lugar secreto en donde oramos es una tierra santa que amerita que nuestras sandalias sean quitadas. Sin este sano balance terminaremos incurriendo en algún abuso hacia la persona de Dios.

2. Implica que Dios está infinitamente trascendental a toda su creación

El Padre quien está tan cercano a nosotros como un pensamiento, también está infinitamente separado de toda corrupción y de todo lo que afecta a este mundo caído. William Hendriksen al respecto dice:
“Padre nuestro” indica esta cercanía. El está cerca de todos sus hijos, infinitamente cerca. Por lo tanto, ellos se acercan con confianza al trono del Padre para hacerle conocer todas sus necesidades y deseos, esto es, todos los que están en armonía con su voluntad revelada…Sin embargo, él es el Padre que está en los cielos. Por lo tanto, hay que acercarse a él con un espíritu de devota y humilde reverencia. La camaradería o familiaridad barata que caracteriza a cierto tipo de “religión” moderna es definitivamente antibíblica. Los que practican este mal habito parecen no haber leído jamás Ex. 3:5; Is. 6:1–5; o Hch. 4:24.”
A.W. Tozer en su libro Conociendo al Dios Santo dijo,
Es probable que el encuentro de Daniel con Dios fuera el más maravilloso de todos. El profeta levantó los ojos y vio a uno cuyo “cuerpo era como un berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud”. Después escribiría: “Y sólo yo, Daniel, vi aquella visión, y no la vieron los hombres que estaban conmigo, sino que se apoderó de ellos un gran temor, y huyeron y se escondieron. Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno. Pero oí el sonido de sus palabras; y al oír el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño.”
Esas experiencias señalan que una visión de la trascendencia divina termina pronto todas las controversias entre el hombre y su Dios. La discusión se va del hombre que queda listo, junto con el vencido Saulo, para preguntar mansamente: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” Al contrario de esto, la segundad en ellos mismos que sienten los cristianos modernos, la ligereza que está presente en tantas de nuestras reuniones religiosas, la asombrosa falta de respeto que muestran por la persona de Dios, son evidencias suficientes de la ceguera del corazón. Muchos se dicen cristianos, hablan mucho acerca de Dios, y hasta oran algunas veces, pero es evidente que no saben quién es El. “El temor del Señor es una fuente de vida”, y apenas se encuentra entre los cristianos.

3. Implica que el Padre no puede ser confinado a una localidad especifica

El lugar de la residencia de Dios era un tema crucial en el primer siglo. Jesús al decir: “…que estás en los cielos”no se estaba refiriendo al hecho que el Dios omnipresente habitará sobre una nube, porque lo cielos, ni los cielos de los lo pueden contener (1 Reyes 8:27). La referencia no es a la localidad precisa de donde habita, sino a su trascendencia, majestad, poder ilimitado e incompresibilidad.

4. Implica que el Padre lo gobierna todo

En el pensamiento bíblico el cielo representa el gobierno justo y poderoso de Dios sobre toda la creación. El famoso rey de Babilonia Nabucodonosor quien gobernara en el periodo de 604-562 a.C. necesitaba recibir la lección de que el “Altísimo tiene el dominio en el reino de los hombres” Dan 4:32, para ello, recibió un sueño en donde Dios le indicaba cual sería el castigo por su orgullo. El único que pudo interpretar este sueño fue Daniel quien luego de estar atónito por una hora le dijo: “…te echarán de entre los hombres, y con las bestias del campo será tu morada, y con hierba del campo te apacentarán como a los bueyes, y con el rocío del cielo serás bañado; y siete tiempos pasarán sobre ti, hasta que conozcas que el Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien él quiere. Y en cuanto a la orden de dejar en la tierra la cepa de las raíces del mismo árbol, significa que tu reino te quedará firme, luego que reconozcas que el cielo gobierna. Dan 4:25-27
Por su parte el Salmista escribió: Jehová estableció en los cielos su trono, Y su reino domina sobre todos. Sal 103:19. Dios mismo dijo: “El cielo es mi trono y la tierra el estrado de mis pies.” Is 66:1. El Señor Jesús en el Sermón del monte se refirió a esta misma verdad cuando dijo: “Pero yo os digo: no juréis de ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios” Mt 5:34. Y en las fuerte acusaciones que les hizo a los escribas y fariseos les dijo: “y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él” Mt 23:22. Así que, cuando el Señor nos indica que debemos orar “Padre nuestro que estás en los cielos” nos está brindando un estímulo insuperable para orar, nos recuerda que el Padre quien está atento a nuestras peticiones es además el Rey que lo gobierna todo. Podemos orar a Él con la plena certeza de que para Él nada es imposible y que además a hecho todas las cosas para la gloria de su nombre y el bien de su pueblo. Nada se escapa de su soberanía, ni de sus planes, nosotros estamos aquí en la tierra quizás envueltos en muchas dificultades y apuros pero Él luce majestuoso desde cielo sentado en su trono reinando todo el universo.
Avancemos en el “Padre nuestro” con la idea de que sí el Padre de la parábola al ver de lejos que su hijo perdido volvía “… se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó.” Lucas 15:20 NVI ¿Cuánto más el Padre celestial no saldrá al encuentro de sus hijos? ¿acaso no nos recreará en su amor Aquel que es el Dios de amor? por su puesto que si. Él es el Padre de la benevolencia y espera que nos acerquemos a su presencia confiadamente como lo haría un niño con su papá. Los hijos desean al Padre y Padre desea a los hijos (Proverbios 8:31), Los hijos se alegran en el Padre y el Padre se alegra con los hijos (Sofonías 3:17). Dicho en un sentido poético los hijos le cantan al Padre y el Padre le canta a ellos (Salmo 32:7) Disfrutemos de esto, que nadie nos robe esta gloria, pero recordemos que todas estas preciosas verdades no nos dan el derecho de tratar a Dios como si fuera “alguien de allá arriba” poco relevante. Humanizar a Dios tampoco es la respuesta (Ver. Salmo 50:21). Más bien, una actitud de humildad, un temor moral y reverente, el cual es un tesoro inigualable, es lo que nos permitirá disfrutar al Padre Rey que habita en los cielos y hace todas las cosas para el bien espiritual de sus hijos.

IV. APLICACIÓN

1 Aún los hombres más fieles del AT como Moisés y David nunca fueron llamados por Dios “mi hijo” sino “mi siervo”, pero usted al creer en Cristo se le concede el privilegio de ser su hijo ¿Qué produce eso en su adoración?
2 ¿Se considera usted un hijo de Dios? ¿quién le ha dado tal derecho?
3 ¿De que manera afecta su vida de oración el hecho que Jesucristo haya tenido que separarse relacionalmente de su Padre para acercarlo a usted?
4 ¿Por qué la oración del padrenuestro le hace poner la mirada solo en Cristo?
5 ¿Disfruta usted de su relación con Dios como lo haría un niño con su papi?
6 ¿Qué significa para su vida de oración que Dios sea su Padre que está en los cielos?
[1] Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia. [2] Comentario al Nuevo Testamento de Mateo. [3] Oración: El ejercicio continuo de la fe (pág. 135) [4] Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia. Amor.
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