En el camino a la cruz hay fortaleza en la oración.

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Mateo 26:36–46 RVR60
Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras. Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega.
Este es un pasaje al que debemos acercarnos de rodillas.
Aquí, del estudio se debe pasar a la adoración.
En la misma Jerusalén no hay jardines de tamaño considerable; porque en una ciudad situada en la cima de una montaña no hay sitio para los espacios abiertos; todos los metros cuadrados son valiosos para la construcción. Así que los ciudadanos pudientes tenían sus jardines privados en las laderas del monte de los Olivos.
La palabra Getsemaníquiere decir probablemente molino de aceite; y sin duda era un huerto de olivos al que Jesús tenía derecho a entrar.
Es curioso, y conmovedor, el pensar en los amigos anónimosque tuvo Jesús en Sus últimos días.
- Estaba el que le prestó el burrito para hacer la entrada triunfal en Jerusalén.
- Estaba el que le prestó el aposento alto en el que celebró la última Cena.
- Estaba este otro amigo que le prestó su huerto del monte de los Olivos para que se retirara a orar.
En un desierto de odio, todavía había oasis de amor.
Llevó consigo al huerto a los tres discípulos que habían estado con Él en el monte de la Transfiguración, y allí oró; más aún: Se debatió en oración.
Al contemplar con reverencia la batalla de Su alma en el huerto, vemos algunas cosas.
Vemos la agonía de Jesús.
Ahora estaba seguro de que la muerte le esperaba. Sentía su hediondo aliento en su rostro. Nadie quiere morir a los treinta y tres años, y menos en la agonía de una cruz.
Vemos la humanidad de Cristo – sufriendo en agonía pidiendo pasar por delante de él la copa amarga del sufrimiento.
Era su lucha suprema, y el resultado estaba en la balanza. La salvación del mundo estaba en peligro en el huerto de Getsemaní, porque aun entonces, Jesús podría haberse vuelto atrás, y el propósito de Dios se habría frustrado.
En este momento, lo único que sabía Jesús era que tenía que seguir adelante, y delante le esperaba una cruz.
Con toda reverencia podemos decir que aquí vemos a Jesús aprendiendo la lección que todos los seres humanos debemos aprender algún día: Aceptar lo que no podemos comprender.
Lo único que sabía era que la voluntad de Dios le llamaba autoritariamente a seguir adelante.
A cada uno de nosotros nos suceden cosas en este mundo que no podemos entender; es entonces cuando la fe se pone a prueba hasta su último límite; y en tales momentos es dulzura para el alma recordar que Jesús también lo pasó en Getsemaní.
Tertuliano (De Bapt. 20) nos conserva un dicho de Jesús que no está en los evangelios: «El que no haya sido tentado no puede entrar en el Reino del Cielo.»
Es decir: Cada persona tiene su propio Getsemaní, y cada persona tiene que aprender a decir: «Hágase Tu voluntad.»
Vemos la soledad de Jesús.
Tomó consigo a Sus tres discípulos selectos; pero ellos estaban tan agotados con el drama de los últimos días y horas, que no pudieron mantenerse despiertos. Y Jesús tuvo que pelear Su batalla a solas.
Eso también es verdad de todas las personas. Hay algunas cosas que una persona tiene que resistir, y algunas decisiones que una persona tiene que hacer, en una soledad terrible de su alma; hay momentos en que fallan los que podrían ayudar, y los consuelos se disipan; pero en esa soledad está con nosotros, aquel que en Getsemaní la experimentó y superó.
Aquí vemos la confianza de Jesús.
Aún la vemos mejor en el relato de Marcos, en el que Jesús empieza Su oración diciendo: «Abba, Padre» (Mar. 14:36
Marcos 14:36 RVR60
Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.
Hay todo un mundo encantador en esta palabra Abba, que estará oculto a nuestros oídos occidentales a menos que conozcamos su contenido.
Joaccim Jeremias, en su libro Las palabras de Jesús, escribe:
"El uso que hace Jesús de la palabra Abba dirigiéndose a Dios no tiene paralelo en toda la literatura judía. La explicación de este hecho ha de encontrarse en la afirmación de los padres Crisóstomo, Teodoro y Teodoreto, de que Abba (como yaba se usa todavía en árabe) era la palabra que usaba un niño para dirigirse a su padre, cuya traducción en castellano sería Papá; era una palabra familiar, cotidiana, que nadie se había atrevido a usar para. dirigirse a Dios. Jesús sí. Él hablaba con Su Padre celestial de la manera infantil, confiada e íntima de un hijo pequeño con su padre.»
Sabemos cómo nos hablan nuestros hijos, y cómo les llaman a sus padres. Así era como hablaba Jesús con Dios. Aun cuando no Le entendiera totalmente; aun cuando su única convicción era que Dios Le empujaba hacia la Cruz; Le llamaba Abba, como un hijo pequeño.
Aquí tenemos confianza, una confianza que nosotros debemos tener en ese Dios al Que Jesús nos ha enseñado a conocer como nuestro Padre.
Vemos el coraje de Jesús.
"Levantaos dijo Jesús-, vámonos. El que Me traiciona se acerca.»
Celso, el filósofo pagano que atacó el cristianismo, usó esa frase para demostrar que Jesús intentó huir. Es precisamente lo contrario.
«Levantaos -dijo-, la hora de la oración y la hora del huerto ha pasado. Ahora es la hora de la acción. Enfrentémonos con la vida y con los hombres en su aspecto más terrible.»
Ej.: Película “Cruzada” – Hacian falta caballeros para enfrentar la batalla defendiendo Jerusalén de los musulmanes – El sacerdote le dice que se rinda y que después se arrepienta – El guerrero pide que todo hombre dispuesto a pelear y con armas en las manos se pongan de rodillas y los nombra caballeros – entonces el sacerdote pregunta: ¿acaso un hombre es más valiente cuando se le llama caballero? – El guerrero responde: “Si”
Jesús Se levantó de la posición arrodillada para emprender la batalla de la vida.
Para eso está la oración.
En la oración, una persona se arrodilla delante de Dios para poder estar erguido ante los hombres y las circunstancias de la vida.
Video – Jesús en Getsemaní.
(177) 03 Jesús ora en el Getsemaní La pasión de Cristo - YouTube
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