El último golpe
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Éxodo 11
Ciertamente el Señor Dios no hace nada sin revelar Su secreto a Sus siervos los profetas. (Am 3:7)
En este libro de éxodo que hemos estado estudiando por varias semanas hemos visto varios atributos de Dios: Su santidad, Su misericordia, Su fidelidad, Su poder; pero hay algo que ha sido más que evidente a lo largo de la trama y es el hecho de que todo lo anunciado por el Señor ha tenido su estricto cumplimiento. Puede ser que lleguemos a dar por sentado que todo lo que Dios dice se cumple, sin detallar que Él ha anticipado cada cosa sobre su pueblo y que ninguna ha quedado por tierra, dando razones mas que suficientes para ser un Dios digno de confianza.
Hemos llegado a un punto culminante de este enfrentamiento entre el Dios verdadero y los falsos dioses egipcios, lo que ha dejado claro que no hay nadie como el Señor y que su poder es incomparable.
Pero todavía nos falta algo más por ver, de hecho, se trata de algo que ya había sido anticipado que sucedería y que está a punto de ser manifestado, un último golpe de Dios en este enfrentamiento el cual traerá como resultado la liberación definitiva del pueblo de Israel de la esclavitud egipcia.
Así que seguiremos un bosquejo sencillo para este capítulo 11
El anuncio del golpe (1-3)
Los estragos del golpe (4-7)
Las consecuencias del golpe (8-10)
El anuncio del golpe
El anuncio del golpe
Cuando parecía que todo estaba decidido y que Moisés no volvería a presentarse más delante de Faraón, vemos ahora un nuevo round en esta pelea que solo tendría espacio para un golpe. Tres ciclos de señales y plagas han pasado y ahora esto parece definitivo: Dios le dice a Moisés qué hay una plaga más.
Es interesante que cuando uno revisa la naturaleza de este evento no se parece en nada a los eventos pasados, no es propiamente una plaga sino el cumplimiento de una advertencia hecha en 4:23: Y te he dicho: “deja ir a mi hijo para que me sirva “pero te has negado a dejarlo ir. He aquí, mataré a tu hijo a tu primogénito.
Faraón había retenido al pueblo de Israel a quien el Señor llama “Mi hijo” pero ahora, él Señor enviará su juicio para dejar también a Faraón sin hijo, por la dureza de Su corazón. Es esta una manifestación clara de la justicia retributiva de Dios.
Una mirada a la traducción al griego del Antiguo Testamento (La Septuagina) nos da un detalle interesante y es que la palabra usada para “plaga” aquí también se usa para referirse a “golpe” o “herida” y es eso de lo que se trata justamente esta acción. Hasta ahora, Faraón ha endurecido su corazón contra Dios pero eso no hará que se salga con la suya, Dios no va a fracasar en su plan de traer libertad a los suyos. Cuando Faraón sea golpeado por la mano de Dios, entonces dejara ir al pueblo.
Pero mientras unos van a enfrentar el juicio de Dios, otros son revestidos de la gracia. El Señor había hecho que el pueblo se ganara en favor de los egipcios, obviamente después de semejantes manifestaciones del gran poder de Dios, no quedaba duda de que si dioses eran falsos, el único que no lo veía así era Faraón.
Dios comienza a preparar el escenario para la salida y anuncia también al pueblo algo que ya estaba en los planes, Ex 3:21:
Y daré a este pueblo gracia ante los ojos de los egipcios; y será que cuando se vayan, no se irán con las manos vacías, sino que cada mujer pedirá a su vecina a la que vive en su casa objetos de plata, objetos de oro y vestidos; y los pondrán sobre sus hijos y sobre sus hijas. Así despojarán a los egipcios.
Y antes de eso, también a Abram había dicho:
Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.
Hay que anotar que esto no se trataba de un robo; era una forma en la que el Señor estaba bendiciendo a un pueblo que iba a salir a una tierra y que necesitaba de un tesoro nacional. Lastimosamente mucho de ese oro sería más adelante el insumo para construir un becerro para adorarlo, porque así es el corazón humano, experto en convertir los regalos y bendiciones de Dios en ídolos.
Que maravilloso es saber que a Dios nada se le escapa de las manos y que al final nadie se saldrá con la suya, los malos recibirán su justo castigo, pero que maravilloso es también saber que el Señor da gracia a su pueblo cuando sus obras son manifiestas. Algo así se ve en la iglesia de Hechos, cuando los apóstoles hacían milagros y los discípulos se amaban y servían unos a otros, eso daba testimonio a los incrédulos del evangelio y algunos alababan a Dios (Hech 2:43;47).
No perdamos nuestra esperanza. Si permanecemos firmes en el Señor, muchos para los cuales ahora somos escarnio y vergüenza un día pueden ser convencidos del gran poder de Dios, si no en esta era entonces en la venidera.
Algo también llamativo aquí es lo que Dios ha hecho con Moisés. Todas estas plagas lo han afirmado como el hombre de Dios en Egipto. El que en otro momento fue menospreciado por Faraón y el pueblo ahora tiene su respeto. En efecto, Dios trabaja en los suyos sin que se den cuenta. Todos venimos con un mar de temores e incertidumbres, pero entre más conocemos al Señor más somos afirmados por él y más evidente es nuestro crecimiento y madurez.
Ya vimos entonces el anuncio de lo que vendría a Faraón, el último golpe, y el anuncio al pueblo de lo que debía hacer como preparación para salir; pero ahora veamos qué implicaba ese hecho de que Dios iba a golpear a Faraón una vez más, lo que nos lleva al siguiente punto:
Los estragos del golpe (4-7)
Los estragos del golpe (4-7)
Hasta ahora, Faraón y los suyos han sobrevivido a plagas terribles, pestes, enfermedades y otros infortunios, cualquiera pensaría que después de 9 plagas, qué más da una más; pero esto era diferente, algo que Faraón no veía venir y para cuando se diera cuenta de las consecuencias ya sería demasiado tarde:
El señor se paseará como el Señor de Egipto. Para poder entender mejor el significado de estas palabras es mejor verlas a la luz de otro lugar en el que son usadas (Gn 41:46) después que José es ordenado como el segundo hombre más poderoso de Egipto la biblia dice que él salió y “recorrió todo Egipto”. Una forma de comunicar que ahora él estaba a cargo, una manera de consolidar su gobierno. Pues bien, aquí está el Señor, recorriendo también como Soberano todo el territorio egipcio. Esta tierra no le pertenecía a Faraón ni a los dioses falsos, pertenecía al Señor. El Señor pasará como un juez. El recorrido del Dios soberano sobre Egipto también sería como un juez. Él traería el juicio sobre cada casa de esa nación y todo primogénito moriría, tal como él lo había prometido. Y nos olí morirían los primogénitos de los hombres, sino también del ganado. Esta era una herida mortal para Faraón. En l cultura egipcia los hijos eran los herederos por derecho divino, pero ahora el Señor estaba dejándolo sin nadie a quien heredar. Se suponía que los dioses no morían y menos los hijos de los dioses, pero este era el juicio del Dios vivo y verdadero. Habría gran dolor. Un llanto inconsolable en cada casa egipcia, el llanto de una madre que pierde a su primogénito. Y antes de que usted piense en que esto es un acto de crueldad, piense más bien en ello como un acto de justicia, pues la paga del pecado es la muerte. Los hijos de los Israelitas no morirán. Pero hay algo que iba a intensificar más el impacto del golpe en Faraón y es que ningún judío, ni hombre ni animal iba a morir. Dios lo iba a preservar porque él hace distinción entre Su pueblo y lo que no es Su pueblo. Aquí no se nos amplía, pero lo veremos más adelante, que la razón por la que los judíos no murieron no era porque no lo mereciera, sino porque fueron advertidos de derramar sangre en lugar del primogénito para que la muerte no entrara. Se requería entregar la vida de un inocente para salvar la vida del culpable y esto no es más que un glorioso anticipo del evangelio. Los judíos debían obedecer el mandato del Señor y confiar que si derramaban sangre, Dios iba a pasar de largo, pero eso lo desarrollaremos mejor más adelante. Por ahora, la idea debe quedar clara: Dios hace distinción entre su pueblo y el que no lo es y luego pasa su juicio, de modo que los que no son suyos reciben el castigo y los que son de él el perdón.
Mi amigo, esta puede ser una verdad aterradora para ti o alentadora, todo depende de donde estés y yo te pregunto ¿dónde estás? ¿Tú eres del Señor? ¿Hay alguna sangre inocente que se haya ofrecido por ti de modo que puedas escapar del juicio? ¿Has confiado en algo que pueda salvarte? Porque si las respuestas a esas preguntas es NO, tarde o tempranos estarás cara a cara con el Señor y entonces será tarde.
Mis hermanos, qué horrenda cosa es caer en manos de un Dios vivo, pero que tremenda esperanza la que encontramos en ese Dios. Él no nos ha dejado sin una salida, él mismo proveyó a su Hijo como un cordero, uno que derramó su sangre para que no fuéramos nosotros contados con los llevados a juicio. No merecíamos esto pero él lo ha hecho por gracia ¿cómo no vamos a vivir para él?
Las consecuencias del golpe (8-10)
Las consecuencias del golpe (8-10)
Las consecuencias de este golpe son contundentes: el pueblo alcanzará liberación. Dios vence a Faraón y su pueblo es libertado para servirle.