La historia que cambió la historia

Resurrección

Dios desea tu muerte.

La muerte trae vida.

Marcos 16:5–7 NVI

5 Al entrar en el sepulcro vieron a un joven vestido con un manto blanco, sentado a la derecha, y se asustaron. 6 —No se asusten—les dijo—. Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue crucificado. ¡Ha resucitado! No está aquí. Miren el lugar donde lo pusieron. 7 Pero vayan a decirles a los discípulos y a Pedro: “Él va delante de ustedes a Galilea. Allí lo verán, tal como les dijo.”

La actitud de las mujeres: luto vs. expectativa

El escenario: una tumba vacía. ¿Lugar del final o de un inicio?

5 etapas del cristiano

En la vida cristiana podemos distinguir estas 5 etapas que están marcadas en las palabras del ángel:

Etapa 1: VIDA

Jesús nazareno: vida

Les da el nombre y la procedencia, hablando de un origen.

Nuestra procedencia, cultura y genética marcan y determinan quienes somos.

Nuestra naturaleza humana marca las tendencias de quienes somos sin Cristo.

Etapa 2: MUERTE

El que fue crucificado: muerte

Un día tocamos fondo y buscamos desesperadamente a Dios

El día de la cruz, cuando somos avergonzados o nos quebramos, no lo recordamos con entusiasmo, pero sabemos que ese día algo cambió.

Etapa 3: RESURRECCIÓN

¡Ha resucitado!: resurrección

El ángel no dice que Jesús se resucitó solo sino que alguien lo hizo.

La resurrección es cuando Dios te toma y te da una nueva vida.

Naces de nuevo, empiezas a vivir diferente. Normalmente recordamos ese día.

Etapa 4: PROPÓSITO

Va delante de ustedes: propósito

Jesús fue resucitado pero cuando lo buscaron no lo encontraron, se había adelantado a ellos.

El propósito no era levantarse de entre los muertos sino darlo a conocer a otros.

Etapa 5: REVELACIÓN

Allí lo verán: revelación

Los discípulos sabían porque Jesús les había dicho y porque las mujeres les dijeron, pero no fue sino hasta que lo vieron que realmente hubo un impacto.

Hay algo en este “ver” que provoca un cambio. Todavía los discípulos, habiendo caminado con Jesús y viendo lo que él hacía, tenían dudas; cuando lo vieron y le obedecieron (de esperar al Espíritu Santo) fue que sus vidas cambiaron.

Confusiones

Solemos creer que la resurrección es la etapa culminante.

La resurrección es el nuevo nacimiento, cuando hemos empezado a caminar con Jesús.

Tendemos a pensar que ese es el momento culminante de nuestra vida, pero es apenas el inicio.

Como la resurrección es el inicio, los cambios apenas empiezan.

Pablo, que había tenido un encuentro con Jesús, dice que él mismo no había alcanzado todo, sino que avanzaba en ese camino.

Filipenses 3:12 NVI

12 No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí.

Préstale atención a las palabras anteriores. Es Pablo escribiendo de su proceso. Sabía que todavía le faltaba por cambiar, a pesar de que había tenido un encuentro con Jesús.

Solemos confundir la resurrección con la revelación.

A menudo la resurrección suele tener tal impacto que pensamos que ya no hay nada para después, pero si ese primer golpe de amor fue grandioso, lo siguiente es todavía mejor.

Pablo escribió unas palabras que lo ilustran.

Filipenses 3:6–8 NVI

6 en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que la ley exige, intachable. 7 Sin embargo, todo aquello que para mí era ganancia, ahora lo considero pérdida por causa de Cristo. 8 Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo

Hablamos mucho de volver al primer amor, pero lo que se experimenta después es mejor…la revelación.

Cuando hay revelación en tu vida, cuando Dios te ha sido revelado, no vuelves atrás.

Cuando hay revelación empiezas a madurar, porque la revelación es un proceso continuo.

El ciclo se revierte

Cuando has recibido revelación puedes decir como Pablo:

Gálatas 2:20 NVI

20 He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí.

Recibes revelación y eso te empuja en el propósito de Dios para ti.

Ese propósito te abre los ojos a una dimensión de servicio diferente.

Esa resurrección te hace morir con Cristo en la cruz, para cumplir el propósito.

Y esa muerte te hace vivir de otro modo.