Tema:Finanza y Mayordomia Cristiana

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El creyente y sus posesiones. Prosperidad

 Fondo Bíblico: Proverbios 3:9, 10; 8:10-21; 11:2-26; 16:8, 16; 23:4, 5; 28:20, 22.

 Verdad Central: Los creyentes deben considerar sus posesiones Como UN regalo de parte de Dios, y dedicarlas a su servicio.

 Texto Áureo: Honra a Jehová con tus bienes, y con las primicias de todos tus frutos; y serán llenos tus graneros con abundancia. Proverbios 3:9,10.

 3. Objetivos Del aprendizaje

 1. Reconocer la responsabilidad que Dios nos ha delegado como administradores de sus abundantes riquezas.

 2. Percibir UN entendimiento bíblico de la prosperidad.

 3. Tomar la determinación de hacer el mejor USO posible de nuestras posesiones.

 4. Hacer una evaluación correcta de las cosas que poseemos y establecer prioridades con relación a ellas.

 Bosquejo general

 I. La naturaleza fugaz de las posesiones

 A. Dinero y posesiones

 B. ¿Qué es la prosperidad?

 C. Lo material es pasajero

 II. El uso correcto de las posesiones

 A. Una mayordomía fiel

 B. La verdadera prosperidad

 C. Los diezmos

 III. Posesiones que perduran

 A. El favor de Dios

 B. La sabiduría celestial

 Introducción

 Los principios de la mayordomía se hallan a través del mensaje tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo. Dios es el Dueño de todas las cosas y recursos materiales y espirituales, no sólo como Creador sino también como Redentor. En el Sermón del Monte

 1 Jesús habló de lo que puede reconocerse como el centro de interés en la vida de los seguidores de Cristo: "Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón" (Mateo 6:21). Después de Pentecostés se notó un gran cambio en la actitud de los creyentes con respecto a sus posesiones. A partir de ese momento hubo una gran manifestación de amor hacia los pobres y necesitados.

 Nuestra fuerza, la inteligencia, los talentos y las habilidades personales, así como nuestra capacidad de adquirir posesiones materiales; todo nos ha sido dado como un regalo de Dios. Como mayordomos de Dios, ahora tenemos la responsabilidad de decidir si hemos de desarrollar nuestra vida y nuestros talentos, o si los derrocharemos con actos imprudentes. Si el Señor nos colmó de todas estas bendiciones es porque está seguro de que podremos administrarlas como es debido.

 La iglesia debe interesarse por ganar almas, más que por recaudar fondos. Una persona que ha sido ganada verdaderamente para el Señor pondrá inmediatamente a los pies de Cristo todo lo que posee. Pablo se sentía responsable de cumplir con la comisión que le había sido encomendada (1 Corintios 9:17).

 Exposición Bíblica

 1. La naturaleza fugaz de las posesiones

 Proverbios 23:4, 5; 27:24; 28:20, 22

 A. Dinero y posesiones

 Pregunta: ¿Cuál es el peligro, si es que lo hay, en desear riquezas, ganar, poseer y gastar dinero, y tener otras posesiones?

 La Biblia trata con mucha frecuencia el tema del dinero y la posesión de propiedades. Dios sabe que este es un asunto de gran interés para todo ser humano. Por eso creemos que es de primordial importancia que el creyente sepa lo que la Palabra de Dios le puede enseñar en este sentido.

 El dinero ocupa un lugar esencial en la vida de toda persona. Todos nos esforzamos por ganar lo más que se pueda; y no hay nada malo en ello. Pero es necesario que tomemos en cuenta todo lo que el Señor nos dice en cuanto a ganar y gastar el dinero. Ningún creyente prospera en su vida de oración, a menos que tome el tiempo necesario para estudiar lo que la Biblia dice acerca de la oración. Nadie puede tener una fe viva si no estudia lo que las Escrituras enseñan acerca de la fe. De igual manera, si queremos que el Señor nos prospere en lo material debemos conocer y obedecer sus instrucciones en cuanto al dinero y otras propiedades. Debemos reconocer que Dios es el que "da el poder para hacer las riquezas" (Deuteronomio 8:18). Es nuestro deber entender en qué consiste la verdadera prosperidad y cuáles son las condiciones para que Dios nos haga prosperar.

 Dios es el Dueño, Señor y Creador de todo lo que existe. David dijo: "De Jehová es la tierra y su plenitud; el mundo, y los que en él habitan" (Salmo 24:1). Eso significa que Dios creó todas las cosas, y que, en virtud de su obra creadora El es el dueño de todo, incluidos usted y yo (Malaquías 2:10; Hechos 17:28). Dios da a conocer sus derechos de propiedad cuando dice:

 "Todo lo que hay debajo del cielo es mío" (Job 41:11). (Lea también Génesis 1:1; Colosenses 1:16, 17.) Siendo que Dios hizo y conserva todas las cosas, todo lo que existe le pertenece a El. Nosotros podemos poseer una porción de la creación de Dios, pero El es el único Dueño absoluto de todo. Nosotros somos arrendatarios; Dios es el Dueño de cuanto hay en el mundo. También somos administradores de Dios, y se requiere que estos sean hallados fieles (1 Corintios 4:2). Todo lo que tenemos lo hemos recibido mediante la bondad de nuestro Dios.

 B. ¿Qué es la prosperidad?

 Pregunta: ¿Cómo definiría usted la palabra "prosperidad"?

 La palabra prosperidad ha sido objeto de mucha consideración últimamente. Se ha predicado mucho sobre la llamada "doctrina de la prosperidad", y muchos han quedado confusos y desilusionados. Las palabras "riquezas", "haberes", "prosperidad" y "abundancia" tienen una gran diversidad de significados. Sin embargo, muchos piensan que todos esos vocablos se refieren a posesiones y riquezas; o sea, a una persona materialmente rica. Pero una persona próspera no necesariamente tiene que ser un individuo con grandes sumas de dinero en el banco y poseedor de muchos haberes.

 La palabra "próspero" tiene una connotación de éxito y triunfo en las Escrituras. Ser próspero y tener abundancia es tener lo suficiente para vivir bien y contar con algo más para compartirlo con otros. A Gayo, el creyente fiel, le escribió Juan lo siguiente:

 "Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma" (3 Juan 2). Esta prosperidad abarca las necesidades físicas, materiales y espirituales del hombre.

 Cuando hablamos de un rico o acaudalado normalmente uno piensa en una persona con mucho dinero, propiedades e influencia. Pero en Proverbios 23:4,5 se nos amonesta en contra de hacer de las riquezas materiales el objetivo principal de la vida. El dios de muchos es el dinero, y por él se desesperan y sienten un hambre devoradora.

 No hay nada malo en que una persona sea rica. El problema surge cuando la ambición por el dinero se convierte en una pesadilla para el individuo. La codicia sí 9ue es un pecado peligroso. Esta es la idolatría de hoy. El amor al dinero distorsiona por completo la visión de la vida y conduce a prácticas pecaminosas y a un distanciamiento de Dios. En la Biblia se amonesta fuertemente contra el hacer de la acumulación de riquezas el objetivo primordial del corazón (Deuteronomio 8:13, 14; Salmo 62:10; Marcos 4:19; 1 Timoteo 6:9).

 Enseñanza práctica

La parábola citada arriba es la historia de un hombre que dejó a Dios fuera de su vida. Si le hubieran preguntado si creía en Dios, probablemente habría dicho que sí. El no era un ateo teórico sino uno práctico. Era rico en las cosas del mundo, pero pobre en las cosas de Dios. Sus graneros estaban llenos, pero tenía vacía el alma.

Si se hiciera una encuesta hallaríamos que un alto porcentaje de la gente diría que cree en Dios, lee la Biblia y pertenece a alguna rama del cristianismo. Superficialmente puede decirse que estos son países cristianos. Sin embargo, una mirada más cuidadosa revela que muchos llamados cristianos son como el rico insensato. Creen en Dios teóricamente, pero con sus hechos lo niegan.

 En la iglesia también puede suceder lo mismo. Muchos creyentes lo son solamente de palabra. No hay en ellos una sumisión completa a la voluntad de Dios. En la práctica viven también como el rico de la parábola.

 Una fe válida requiere un rendimiento total a Cristo, reflejado en nuestra manera de pensar y de actuar. Debe haber un cambio radical en nuestras actitudes, motivaciones y prioridades en la vida. Debemos consagrarnos totalmente a El.

 C. Lo material es pasajero

 Pregunta: Mencione algunos pasajes bíblicos que se refieran a la naturaleza fugaz y pasajera de las riquezas materiales. ¿Qué aprendemos de ello?

 No sólo Salomón se refiere a la naturaleza efímera de las posesiones materiales. El apóstol Pablo amonesta a los cristianos a no sacrificarse por adquirir riquezas terrenales (1 Timoteo 6:6-10, 17, 18). Proverbios 27:24 dice que "las riquezas no duran para siempre". Esta declaración debería ser considerada seriamente por los que sólo piensan en lo material. Ni siquiera el ser hijo de un rey es garantía sólida, porque ningún reino ni ninguna monarquía dura para siempre. Cuando dejemos esta vida no podremos llevarnos las cosas que poseemos. "Porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podemos sacar" (1 Timoteo 6:7). (Lea también Job 20:28; Eclesiastés 2:18.)

 II. El uso correcto de las posesiones

 Proverbios 3:9, 10; 11:24-26

 A. Una mayordomía fiel

 Pregunta: ¿Por qué es la mayordomía fiel una evidencia de buenas prácticas comerciales, y de ética y madurez cristianas?

 Siendo que todo lo que poseemos le pertenece a Dios, nosotros no somos más que mayordomos suyos Debemos usar nuestro tiempo, talento y nuestras posesiones como El nos dirija. Si nos concede adquirir riquezas, El tiene todo derecho de indicarnos qué hacer con ellas, ya que todo le pertenece a El. En la parábola de los talentos (Mateo 25:14-80), Jesús dijo claramente que somos responsables delante de El por todo lo que poseamos.

 Enseñanza práctica

 En Romanos 12:8 se incluye el don de dar entre los dones de servicio que Dios ha dado a la Iglesia a fin de capacitarla para llevar a cabo su ministerio en el mundo. El don de dar se ha definido como la habilidad de ganar dinero y ponerlo junto con otras posesiones al servicio de Dios y el engrandecimiento de su reino.

 Todos conocemos a personas que tienen esa gran habilidad que tantos buscan, conocida como "el toque de Midas". Todo lo que tocan se convierte en dinero. Hay personas que saben aprovechar toda oportunidad y convertirla en ventajas económicas.

 En el don de dar está incluido el deseo de cooperar para la marcha de la obra del Señor. Los creyentes que tienen este don hallan gran placer en compartir lo que poseen para beneficio de su iglesia. Esto proviene de un corazón generoso.

Los que han recibido este don, así como la bendición de Dios sobre sus posesiones deben hacer buen uso de las cosas que Dios les ha dado. La iglesia necesita el apoyo personal y monetario de sus miembros; y éstos son bendecidos del Señor cuando ponen en práctica su don.

 B. La verdadera prosperidad

 Pregunta: ¿Qué relación hay entre la mayordomía cristiana y la prosperidad, según la Biblia? ¿Cuál debe ser nuestra razón de dar?

 Las Escrituras enseñan claramente que la voluntad de Dios es que su pueblo sea próspero. Sin embargo, muchos no están prosperando como debe ser. Eso puede ser porque muchos ven la provisión divina como un plan general de bienestar social que no impone sobre el creyente ninguna

responsabilidad. Eso quizá ha generado esa filosofía tan común hoy, que pretende recibirlo todo a cambio de nada. Se dice: "Cree y recibe, Y Dios te dará las peticiones de tu corazón." Pero esta gente no reconoce que las promesas de bendiciones de parte de Dios vienen solamente en respuesta a la obediencia a su Palabra y a la fidelidad en su mayordomía.

 La fórmula para la prosperidad se encuentra bien claramente en Proverbios 8:9, 10. Si honramos a Dios dándole la primera parte de lo que recibimos, El nos prosperará. Muchos no pueden aceptar el hecho de que, dando para el Señor incrementarán sus haberes. Este principio se establece también en Proverbios 11:24-26. La promesa es que los generosos serán enriquecidos "y el que saciare, él también será saciado". En cambio, "hay quienes retienen más de lo que es justo, pero vienen a pobreza". (Lea 2 Corintios 9:6-10; Filipenses 4:10-19.)

 C. Los diezmos

 Pregunta: ¿Qué significa el diezmo?

¿Se trata de un fin en sí mismo?

¿Qué lugar ocupa el diezmo en la mayordomía cristiana?

 El ejemplo más antiguo de adoración en registrarse en las páginas de la Biblia fue acompañado por ofrendas de posesiones materiales a Dios. Génesis 4:3-5 nos ofrece una descripción de las ofrendas de los hermanos Caín y Abel. La ofrenda de Abel fue aceptada por Jehová porque estaba de acuerdo con lo que se estipula en el mandamiento relacionado con las primicias del rebaño. La primera mención del diezmo se hace con relación a Abraham, en Génesis 14:17-20. Allí comprobamos que el patriarca le dio los diezmos a Melquisedec, rey de Salem, y sacerdote del Dios Altísimo. Este incidente tuvo lugar antes del establecimiento de la ley mosaica. Jacob también hizo votos cuando se le aparecieron Dios y ángeles, y les prometió dar el diezmo de todo lo que adquiriera (Génesis 28:20-22).

 Cientos de años más tarde, cuando Dios le dio a Moisés la ley para el pueblo, el diezmo formaba parte de ella (Levítico 27:80-32). Dios dijo: "El diezmo será consagrado a Jehová." Todo lo que el hombre posee le pertenece al Señor, pero el diezmo es consagrado para un uso especial.

 La ley del diezmo no ha caducado. Dios llama "ladrones" a todos los que no traen los diezmos al alfolí de su casa (Malaquías 3:7-10). Jesús no excluyó la ley de los diezmos en el Nuevo Testamento. El dar los diezmos a Dios era una práctica vigente antes de la ley, y el principio de la gracia de Dios no efectué ningún cambio en ella. Por el contrario, Jesús apoyé la enseñanza del diezmo. (Lea Mateo 23:23; Lucas 11:41, 42.) El dijo: "Esto es necesario hacer, sin dejar de hacer aquello."

 Los diezmos y las ofrendas son para la obra del ministerio. Esto no queda a criterio de cada individuo para que haga lo que quiera. Las instrucciones de Dios son bien claras: "Traed todos los diezmos al alfolí" (Malaquías 3:10). (Lea también Hebreos 7:1-8; 1 Corintios 9:7-12; 16:2.)

 III. Posesiones que perduran Proverbios 8:10-21; 16:8, 16

 A. El favor de Dios

 Si bien "la sabiduría" personificada retóricamente dama y amonesta en estos pasajes, ya sabemos, sin lugar a dudas, que las palabras proceden directamente de Dios. Dios exhorta al hombre aquí a tomar una decisión. El camino señalado por la sabiduría divina no es fácil de seguir, a menos que uno se sujete a las normas bíblicas. Las metas y aspiraciones del mundo consisten en adquirir oro y plata, no la instrucción y la sabiduría de Dios.

 El oro y la plata pueden comprar muchas cosas, pero no lo pueden comprar todo. Por ejemplo, no pueden comprarla salud física y mental. Nadie puede comprar ni un momento de verdadera felicidad aunque posea montones de oro. Sobre todo, ninguna cantidad de dinero es suficiente para comprar el favor de Dios. Y sin la gracia divina, ¿qué valor tiene realmente la vida del hombre?

 El pueblo de Dios recibe instrucciones divinas de la Palabra, impartidas por el Espíritu Santo. Su Palabra nos enseña su perfecta voluntad. Nuestro crecimiento en la sabiduría de Dios sólo es posible si seguimos atentamente sus instrucciones. El creyente sabe cuándo el Señor se agrada de él; cuando su manera de vivir se rige por las enseñanzas de la Palabra de Dios.

 Este tipo de sabiduría no nos cae de repente y sin esfuerzo de nuestra parte. Hay que recibirla de Dios. El nos la ofrece diariamente, pero debemos preparar nuestro corazón para aceptarla. Debemos manifestar más placer y entusiasmo al recibir la sabiduría divina que cuando se nos ofrece oro o plata.

 El mundo está lleno de gente que lucha por ad9uirir fortuna; y muchos la han adquirido. Sin embargo, no son personas dichosas, porque les falta esa gloriosa sensación de contar con el favor divino.

 B. La sabiduría celestial

 Pregunta: ¿Qué posesiones son de mayor importancia para usted en su vida cristiana?

 Es de suma importancia que todo creyente establezca sus prioridades de cómo debe ser, y evalúe las cosas de este mundo de manera apropiada. Job descubrió que no hay riqueza ni fortuna que pueda compararse al hecho de darle a Dios el primer lugar en su vida.

 Salomón aprendió en su temprana edad que siempre que buscaba a Dios El le daba sabiduría de lo alto. El buscó a Dios tan pronto como ascendió al trono de Israel. Por su parte, el Señor está dispuesto a darnos sabiduría, si estamos dispuestos a reunir las condiciones necesarias: amor, estudio y obediencia a la Palabra de Dios. Su Palabra es un verdadero tesoro para nosotros. Jesús dijo: "Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6:33). Las Escrituras claramente personalizan la verdad. Ella está personalizada en Jesucristo (Isaías 11:2; 1 Corintios 1:24, 30; Colosenses 2:3).

 Enseñanza práctica

 Jesús hizo uso de un buen número de parábolas relacionadas con el dinero y las propiedades. Muchas de ellas giran en torno a las funciones de un mayordomo. El mayordomo era un siervo que casi no tenía propiedades, sino que se dedicaba a cuidar de las posesiones de su señor. En sus manos quedaba la administración de los bienes de su amo, la cual tenía 9ue desarrollar de una manera sabia. Si se comportaba honrada y fielmente, podía estar seguro de que recibiría una recompensa justa.

 La Biblia dice que nosotros también somos mayordomos. Todo lo que está en nuestras manos nos ha sido dado por Dios. Lo que tenemos no lo hemos ganado ni nos pertenecía. El Señor nos lo ha confiado, y somos responsables de administrarlo sabia y adecuadamente para su gloria.

 Nuestras responsabilidades como administradores no se limitan a los recursos materiales sino también abarcan el tiempo, los talentos, las aspiraciones y los afectos. Debemos ser buenos administradores en todas las facetas de la vida.

¿Qué clase de administrador es usted?

¿Ve usted sus recursos como cosas suyas, o está consciente de que todo le ha sido confiado por Dios?

 ¿Está usted haciendo uso de todas estas cosas para su propio placer, o para la gloria del Señor?

La mayordomía

 “Asidos de la palabra de vida”

Filipenses 2.16

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo Unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.—Juan 3.16

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

—Mateo 28.19

Contenido

Prólogo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Lección 1: Dios, el dueño absoluto y universal. . . . . . . . . . . . . . . 7

Introducción.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 8

A. Dios es el único dueño verdadero.  .  .  .  .  .  .  .  10

B. Características del buen mayordomo. . . . . . . 15

C. Las demandas de Cristo en su propia vida.  .  .  .  20

Lección 2: La inversión y los desperdicios. . . . . . . . . . . . . . . 23

Introducción.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  24

A. Lo que Dios piensa acerca del desperdicio. . . . 27

B. Dos puntos de vista acerca de la inversión

y el desperdicio .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  30

C. Desperdicios que se cometen comúnmente.  .  .  30

D. El desperdicio por mal manejo. . . . . . . . . . 31

E. ¿Para la gloria de Dios o la de nosotros mismos? 32

F. ¿Cuánto dinero debo guardar para mí? . . . . . . 33

G. Aplicando la mayordomía a su propia vida.  .  .  33

H. Invirtiendo en las riquezas verdaderas.  .  .  .  .  .  35

I. Acerca de los pájaros y los lirios. . . . . . . . . 36

J. Buscando la mejor ganancia.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  39

Lección 3: Ser rico o no ser rico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43

Introducción.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  44

A. Lo que son las riquezas. . . . . . . . . . . . . . 45

B. Dios habla acerca de las riquezas. . . . . . . . . 46

C. Una pregunta personal: “¿Debo ser rico?” .  .  .  .  53

Lección 4: Usando los recursos naturales de Dios . . . . . . . . . . . . 59

Introducción.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  60

A. La tierra será destruida.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  61

B. Nuestra responsabilidad ecológica.  .  .  .  .  .  .  .  62

C. Abusos comunes de los recursos naturales. . . . 63

D. El equilibrio ecológico.  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  64

E. Siendo buenos mayordomos para la gloria de Dios .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  67

Lección 5: El tiempo como un don de Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5

Introducción .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 6

A. Tenga prioridades correctas .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  . 7

B. Establezca un horario . . . . . . . . . . . . . . . 9

C. Aproveche su tiempo . . . . . . . . . . . . . . . 11

D. Su tiempo se acaba .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  13

Lección 6: El buen uso de nuestros talentos . . . . . . . . . . . . . . . . 17

Introducción .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  18

A. Todos hemos recibido talentos .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  20

B. Habilidades naturales . . . . . . . . . . . . . . . 20

C. Habilidades especiales .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  21

D. Aprovechemos las oportunidades

para usar nuestros talentos .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  22

E. Evitemos el desperdicio de nuestros talentos . . . 23

F. Daremos cuenta de cómo usamos

nuestros talentos .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  24

G. Nuestro Señor nos recompensará . . . . . . . . . 25

Lección 7: Somos embajadores de Cristo y mayordomos

del evangelio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27

Introducción .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  28

A. Somos embajadores con una misión específica .  29

B. Nuestras responsabilidades como mayordomos

del evangelio .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  30

C. ¿Cómo podemos ser embajadores eficaces? .  .  .  32

D. Conclusión .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  34

Lección 8: La puesta en práctica de la mayordomía fiel . . . . . . . . . 37

Introducción .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  38

A. De la norma a la práctica . . . . . . . . . . . . . 39

B. Los valores del mayordomo .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  .  39

C. La vida eterna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41

Contenido

Prólogo

Vivimos en tiempos peligrosos. La Biblia dice que en los últimos tiempos vendrán días difíciles: “Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables,

Calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno, traidores, impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella; a éstos evita” (2 Timoteo 3.2–5).

Los versículos citados anteriormente describen de forma clara los problemas que surgen cuando las personas se aman a sí mismas y a los deleites de la vida más que a Dios y a los demás. Tales personas son orgullosas, rehúsan reconocer que Dios es dueño de todas las cosas y que ellos nada más son mayordomos de las posesiones de Dios. Estas personas necesitan un cambio de corazón antes que puedan entender y practicar la mayordomía cristiana.

Además, nosotros que somos creyentes deseamos perfeccionar nuestra práctica de la mayordomía para que podamos continuar creciendo en la vida cristiana. Dios desea que siempre abundemos en todo lo que glorifica a Dios y sea de beneficio para otros, y la buena

Mayordomía ayuda mucho en esto. Si somos buenos mayordomos, al final podremos escuchar las palabras de Dios: “Bien, buen siervo y fiel; (...) entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25.21).

Este estudio fue escrito con el propósito de edificar a los cristianos. El autor no pretende tener todas las respuestas, pero aborda casi todas las áreas de la vida cristiana que tienen que ver con la mayordomía. Nosotros esperamos que al estudiar este tema usted reciba muchas

bendiciones y que sea lleno “del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1.9 10).

Lección 1

Dios, el dueño absoluto y universal

Introducción

Usted tal vez se sorprenderá si le dijera que nosotros no poseemos nada. Nos hemos educado diciendo: Esta es mi casa, mi dinero, mi familia, mi vida, mi tiempo, mis talentos, etc. Nuestra tendencia es exigir muchas cosas para el beneficio de nosotros mismos. Pensamos que el dinero que nos ganamos es nuestro y que las cosas que compramos con nuestro dinero son nuestras. Estamos convencidos de que poseemos estas cosas y que si alguien nos las quita, es un acto de robo. Cuando Dios manda que no robemos se sobreentiende que hay un dueño legítimo para cada cosa. Este concepto es bíblico. Cuando Ananías le mintió al Espíritu Santo acerca de la venta de su tierra, Pedro preguntó: “Reteniéndola, ¿no se te quedaba a ti? y vendida, ¿no estaba en tu poder?” (Hechos 5.4) Así que nosotros tenemos razón al decir

que somos los dueños. Pero debemos confesar que nosotros no somos los dueños en el sentido más literal de la palabra dueño, pues la Biblia nos enseña que todas las cosas pertenecen a Dios. Para conveniencia, nosotros hablamos de “poseer” las cosas, y usamos los adjetivos posesivos “mi” y “mío” al referirnos a las cosas que tenemos.

Todo lo que cualquiera posee en esta vida es nada más una parte de la mayordomía que Dios le dejó. Dios es dueño de todo. Cuando hablamos de lo que nosotros poseemos, hablamos desde un punto de vista puramente terrenal. Sin embargo, en esta lección y a lo largo de

este estudio nosotros estaremos analizando este tema desde un punto de vista que toma en cuenta el cuadro más amplio. Nuestra meta será mostrarle la realidad que sólo Dios es dueño en sentido absoluto, y nosotros nada más somos mayordomos. Que Dios lo bendiga al estudiar esta lección. Prepare su corazón para recibir y hacer lo que Dios le enseñe por medio de la misma.

Lecc ión 1

• Para leer y estudiar

1. Pruebas que demuestran que Dios es dueño de todo. (Escriba junto a la cita bíblica lo que le pertenece a Dios.)

• Salmo 24.1: ________________________________________________________________

• Nehemías 9.6:_______________________________________________________________

• Job 41.11:__________________________________________________________________

• Salmo 50.9–12:_____________________________________________________________

• Ezequiel 18.4:_______________________________________________________________

• Hageo 2.8:_________________________________________________________________

• Mateo 6.13:________________________________________________________________

• Romanos 13.1:______________________________________________________________

2. La responsabilidad del hombre en el mundo de Dios:

• Su comisión en la creación (véase Génesis 1.26–29).

• La amonestación de ser buen administrador (véase Lucas 16.9–12).

• Dios nos dio todo (véase 1 Corintios 4.7).

• El concepto cristiano de lo que es nuestro (véase Hechos 4.32).

• Un ejemplo de mala administración (véase Lucas 12.16–21).

• El ofrendar (véase 2 Corintios 9.7–8).

• Bosquejo de la lección

A. Dios es el único dueño verdadero

B. Características del buen mayordomo

C. Las demandas de Cristo en su propia vida

Dios, el dueño absoluto y universal 10

A. Dios es el único dueño verdadero

1. Tres razones por las que el hombre no puede poseer nada

a. El hombre no puede crear nada

Muy pocas personas reconocen que Dios es el único dueño de este universo porque él lo creó. Esta verdad establece que el hombre no puede poseer nada, pues no puede crear nada. Las “creaciones” o inventos del hombre (cohetes, rascacielos, medicinas, etc.) son nada más aplicaciones, adaptaciones o combinaciones de lo que Dios ya creó. Crear es “hacer que empiece a existir una cosa”. Si usted necesita dinero, ¿puede crearlo? Si usted necesita más tiempo para terminar un trabajo, ¿puede usted crear más tiempo? No, nosotros no podemos crear nada. Sólo Dios puede hacer algo de la nada. Esto hizo él cuando formó el universo. Por eso, todo ser humano debe reconocer que sólo Dios es capaz de poseer algo. “Señor, (...) tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4.11).

b. El hombre no tiene control absoluto sobre nada

¡Qué vanos son los títulos y los demás documentos que el hombre tiene para probar que es dueño! En un instante, Dios puede reducir a cenizas y escombros las mansiones que los hombres “poseen”. En tiempo de guerra toda su “propiedad” puede ser usada por el gobierno

para la guerra. Y en cualquier momento el fraude y el robo pueden quitarle la supuesta propiedad a cualquiera. Es imposible que el hombre tenga control absoluto sobre alguna cosa que dice ser suya. Ya que no podemos controlar por completo nuestras posesiones, queda claro que nosotros no somos los verdaderos dueños de las mismas, sino que lo es el que ejerce control absoluto sobre estas cosas. Y ¿quién es ése? Job sabía que es Dios. Él dijo: “Jehová dio, y Jehová quitó” (Job 1.21).

El que posee puede demostrarlo por medio de su control.

c. Dios ya lo posee todo

¿Tiene usted una escritura segura para “su” terreno? Imaginemos que usted compró su terreno y se le dio una escritura, la cual usted registró en la municipalidad. Ahora el gobierno de su país lo reconoce a usted como dueño legítimo de ese terreno. Es una escritura segura, ¿verdad? No, no es segura. Por ejemplo, supongamos que hay un proyecto para hacer una carretera desde un pueblo a otro y esta ruta pasa justo por el centro de su propiedad. ¿Qué hará usted? ¿Presentará su escritura y amenazará con llevar el caso a un juicio? ¿Eso impediría que esa carretera pase por su propiedad? Por supuesto que no. Su escritura está sujeta a lo que el gobierno quiera. Entonces, usted no tiene una escritura

segura. Además, el dueño original, Dios, todavía mantiene todos los derechos sobre su propiedad. Quizá usted nunca lo había pensado, pero la escritura que usted tiene para “su” propiedad, aunque es legal, es sólo un arrendamiento de Dios. “De Jehová es la tierra y su plenitud” (Salmo 24.1). Así que usted nada más arrienda su terreno de Dios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2. Razones por las que el hombre piensa que él es dueño

a. Es orgulloso

Dios es dueño absoluto del universo, no sólo porque él es tan fuerte que nadie se lo puede quitar, sino porque es dueño por derecho.

De todas las cosas que Dios creó, el hombre pecador es el único ser viviente en todo el universo que trata de negar esta verdad.

Dios posee todo simplemente porque él es Dios. Al estudiar la Biblia, nosotros podemos asegurarnos que así es. Los atributos de Dios, tales como su omnipotencia y santidad, hacen que Dios no tenga ningún rival que represente amenaza alguna al hecho que él es propietario absoluto de todo lo que existe. No obstante, el hombre incrédulo siempre sigue pensando que él mismo es el dueño de las cosas que posee, aun cuando a menudo ve que no las puede controlar como quisiera.

Es a causa del orgullo que las personas no reconocen que Dios es dueño absoluto de sus posesiones. Lucifer tampoco quiso reconocer que Dios es dueño de todo. Por eso Dios lo echó del cielo. ¿Cuál fue el pecado principal de Lucifer? ¡El orgullo! Hoy los descendientes espirituales de Lucifer demuestran las mismas tendencias al afirmar que ellos son los propietarios de las cosas que poseen.

La gente se enorgullece por sus riquezas, sus familias y sus talentos. Abusan de todas estas cosas para promover sus propios intereses. Incluso el propio evangelio sufre abuso porque los hombres se benefician de ello para su propia gloria. Dios desea que las personas se humillen y reconozcan que ellos no son los dueños de estas cosas, sino solamente mayordomos, encargados de las mismas. “¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo recibiste, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido?” (1 Corintios 4.7)

Dios, el dueño absoluto y universal

b. Rechaza el cargo de mayordomo que Dios le ha dado

Dios le ha encargado a toda persona que sea mayordomo fiel de su creación. Dios les dijo a Adán y Eva:

“Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”

(Génesis 1.28). Este deber de cuidar las cosas de Dios no era solamente para Adán y Eva; es para usted también.

A los mayordomos hoy día también los llamamos gerentes. Un gerente es responsable por las cosas y asuntos de otro. En el mundo actual, muchos desean llegar a ser un gerente de alguna empresa. Ser un gerente es un honor. Un gerente normalmente recibe cada vez más responsabilidad en la compañía al mostrarse digno de confianza. En muchos casos, los dueños casi ni se dan cuenta cómo marcha su negocio porque confían demasiado en su gerente. Al aumentar las responsabilidades del gerente, por lo general aumenta su sueldo. Supongamos que cierto gerente sigue ascendiendo en sus responsabilidades en la empresa. Al llegar a ser responsable de toda la empresa, a él se le ocurre que él ahora es el dueño, que puede manejar la empresa como a él le dé la gana... y que puede también quedarse con la

ganancia. ¿Por cuánto tiempo esta persona seguiría siendo gerente? Sólo hasta que el dueño se dé cuenta de su delito. ¿Y qué pasa con el gerente al final? Va para la cárcel.

Usted es uno de los gerentes de Dios. Nada de lo que está bajo su mando es suyo. Su propia vida es propiedad de Dios y se la ha dado para vivirla como él manda. Usted debe usar las capacidades que él le ha dado para traer honra y gloria a Dios, el dueño. Incluso su tiempo, cada minuto de su vida, le pertenece a Dios. Dios requiere que usted maneje todo de acuerdo con sus instrucciones: el dinero, la propiedad, la familia, el tiempo y los talentos que le ha dado. Dios va a recompensarle si los maneja bien. Pero le castigará duramente si desatiende sus responsabilidades como gerente, pues al desatender estas cosas no está usted malgastando sus propios recursos, sino los de Dios. Jesús contó una historia en Lucas 12.16–21 que enseña algunos puntos importantes de la mayordomía. Estudie esta parábola.

Lucas 12.16–21

Texto  bíblico:                           Dios dice:             El hombre carnal dice:  

 “La heredad de un hombre              “Aunque tú no lo mereces        Qué buen trabajador soy!”

rico había producido mucho                  yo te he bendecido.””                                                           

(v. 16).    ,                                                      

“¡  “Y él pensaba dentro de sí,          Comparte tus frutos con       “ ¿Cómo y o puedo sacar

diciendo: ¿Qué haré, porque no          los necesitados                     mayor provecho de todo esto?”

tengo dónde guardar mis frutos?”

 (v. 17)          

“Y dijo: Esto haré: derribaré mis        “No olvides que yo soy          “Estas cosas son mías

 graneros, y los edificaré mayores,       el dueño no robes.              ;, fruto de mi sabio manejo

 y allí guardaré todos mis frutos            mis cosas.”

 y mis bienes” (v. 18. )        

“Y diré a mi alma: Alma, muchos   “Ya te has olvidado                  “¡Ajajá, ya soy rico!”

 Bienes tienes guardados para             de que yo soy el dueño.”

 Muchos años; repósate, come,

 bebe, regocíjate” (v. 19).

 “Pero Dios le dijo: Necio, esta        “¿No te había dicho que              “¡Ay, qué mala suerte!”

noche vienen a pedirte tu alma; y      todo es mío, hasta

 lo que has provisto, ¿de quién            tu propia vida?”

 será?” (v. 20)

 

“Así es el que hace para sí tesoro,

y no es rico para con Dios” (v. 21).      “¡Presten atención, todos        “Pero a mí no me va así a                                                                                                           ---                                                                mis gerentes!”                            suceder...”

Dios, el dueño absoluto y universal

Preguntas de estudio

1.      En el Salmo 24.1 vemos que Dios es dueño de todo. Según el versículo 2, ¿por qué es así?

2.      Según Génesis 1.26–29, ¿qué responsabilidades Dios le dio al hombre?

3 . Escriba tres razones que confirman que el hombre en verdad no puede poseer nada.

a.

b.

c.

4. ¿Por qué los hombres carnales se burlan del concepto que Dios es el dueño de todo?

5. Explique qué tiene que ver el orgullo con nuestro concepto de ser dueño.

6. ¿Qué palabra moderna es sinónimo de la palabra “mayordomo”?

7. ¿Qué derechos tiene un mayordomo ante la propiedad de su amo?

8. ¿Piensa usted que ser un gerente es un trabajo de honra, o un trabajo humilde?

9. En la historia que contó Jesús en Lucas 12.16–21, ¿cuál fue el concepto erróneo del hombre rico?

10. ¿Qué hubiera podido hacer el hombre rico con su gran cosecha para que Dios lo hubiera podido bendecir en vez de maldecir?

 

 

 

B. Características del buen mayordomo

1. Generosidad

La iglesia cristiana apenas había nacido cuando los cristianos empezaron a vender sus posesiones y a compartir el dinero que recibían para suplir las necesidades de los que no tenían suficiente. Su actitud en cuanto a los bienes materiales era como se describe en el siguiente versículo: “Y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía” (Hechos 4.32). Ésta es la actitud de cada persona que se ha rendido por completo al señorío de Jesucristo. Debido a esta actitud, cuando hay una necesidad dentro o fuera de la hermandad, los cristianos buscan maneras de ayudar. Dios vive en ellos, haciéndoles abundar para su gloria porque ponen todas sus cosas a disposición de quien se las ha encomendado.

2. Sumisión al señorío de Cristo

Un cristiano es una persona que voluntariamente afirma que Jesucristo tiene derecho, por creación y por redención, de manejar cada detalle de su vida. El cristiano se rinde incondicionalmente al señorío de Jesucristo. Si alguno profesa ser cristiano, pero no demuestra por medio de su vida que Cristo es el Señor de su vida y de las cosas que él posee, entonces tal persona no es cristiana.

Existen dos razones principales por las que Cristo tiene derecho a ser Señor en nuestras vidas. Primeramente, somos de él porque él nos creó (véase Juan 1.3). Aun nuestra vida se la debemos a él. No hay ninguna razón por la que nosotros no debamos sujetarnos por completo a su voluntad.

Además, somos de Cristo porque él nos redimió. Cuando el hombre pecó, Satanás “secuestró” el género humano y lo sometió a él. Pero

La salvación de Cristo es el puente por

El cual pasamos del señorío de Satanás al señorío de Cristo

El reino de satanas                                                                               El reino de Dios

                                                           La Salvación de Cristo

                                                                                                                Rom 6:22  Mas ahora que

Heb 2:15  y librar a todos los     Col 1:12  con gozo dando           habéis sido libertados

 que por el temor                          gracias al Padre que nos            del pecado y hechos

de la muerte estaban                   hizo aptos para participar de     siervos de Dios, tenéis

durante toda la vida sujetos          la herencia de los santos          por vuestro fruto la

a servidumbre.                              en luz; 13  el cual nos                  santificación, y como

                                                         ha librado de la potestad            fin, la vida eterna.

El señorío de Satanás              de las tinieblas, y trasladado

                                                          al reino de su amado Hijo             El señorío de  Cristo

                                                            La salvación de Cristo            

los que por fe en Cristo se arrepienten y se convierten en cristianos son restaurados, redimidos y hechos parte otra vez de la familia de Dios. “Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”

(1 Corintios 6.20).

En muchas iglesias se habla mucho de la salvación, pero muy poco del señorío de Cristo y de la mayordomía. Ellos alaban a Jesús como Salvador, mas no quieren que sea su Señor. Lo más triste es que Cristo no seguirá siendo Salvador en la vida del que rehúsa sujetarse a él como Señor. Los hombres deben comprender que la salvación es ese puente glorioso que los pecadores pueden usar para cruzar desde el reino opresor de Satanás al reino de Dios, donde Cristo gobierna.

El ejemplo de Saulo de Tarso, cuando se convirtió en cristiano, demuestra la actitud que Dios desea ver en la vida de cada cristiano.

Lea Hechos 9.3–9. Cuando le rodeó una luz del cielo, él cayó postrado en tierra y preguntó: “¿Quién eres, Señor?” Al saber que era Jesús, preguntó: “Señor, ¿qué quieres que yo haga?” En muchas “conversiones” las personas no son como Saulo, sino que se levantan, usurpan la corona del Rey Jesús y declaran: “Así haré yo con mi vida”. Tal actitud no cabe dentro del reino de Jesús.

Cuando alguien verdaderamente se convierte en cristiano, Cristo es el Rey de su vida, Cristo manda en su vida, Cristo es Señor de su vida. Esa persona se convierte en mayordomo humilde y fiel de todos los recursos que Dios le ha dado.

3. Valores santificados

El hombre valora las personas de acuerdo con lo que puede ver con sus propios ojos. Al hombre que se ve que tiene mucho dinero se le respeta mucho. Al hombre pobre se le tiene lástima o se le desprecia. Pero Dios no valora así a las personas: “Jehová no mira lo que mira el hombre;

pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16.7). Esto lo dijo Dios justo antes de tomar a un muchacho pobre y humilde y hacerlo rey de Israel. Dios hoy nos quiere enseñar que no debemos tomar en cuenta ni la apariencia de un hombre ni

la abundancia de sus cosas para valorarlo. Fíjese más bien en su carácter. Cuando las cosas y el dinero ya no influyen en nuestra opinión acerca de una persona, nosotros empezamos a ver su carácter. En la iglesia, ni el dinero, ni los talentos, ni los dones espirituales deben tener alguna parte en la valoración espiritual de un individuo. Sin embargo, su uso de estas  cosas sí nos enseña algo acerca de su carácter. Toda la superficialidad del sistema del mundo pierde su brillo cuando los hombres reconocen que todo es de Dios. Entonces ellos empiezan a apreciar a otros por lo que son en lugar de por la cantidad de cosas que poseen. ¿Valora usted las cosas y las personas como Dios las valora, o como el hombre? El buen mayordomo cristiano vive a base de valores santificados.

4. Alabanza y acciones de gracias

“Entrad por sus puertas con acción de gracias, por sus atrios con alabanza” (Salmo 100.4).

Dios nos manda muchas veces que debemos alabarlo y darle gracias. El primer paso hacia la incredulidad y la

perversión que se describen en Romanos 1 es el de ingratitud y falta de alabanza (véase Romanos 1.21). Así que, no es de maravillarnos si Dios nos exhorta a darle gracias. “Dad gracias en todo” (1 Tesalonicenses 5.18). “Dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5.20).

Dios también desea escuchar nuestras peticiones. Él nos dice que debemos pedir, buscar y llamar para recibir sus bendiciones. Pero, ¿por qué pedirle si siempre hemos tenido lo necesario? Porque si le pedimos, entonces eso nos recuerda que toda nuestra vida depende de él. No somos los dueños de nada, sino solamente mayordomos. Un dueño nunca tiene que dar gracias a nadie por las cosas que él tiene. En cambio, el mayordomo le debe todas las gracias a su amo, pues él no posee nada. De la misma manera somos nosotros los cristianos con nuestro Padre celestial, quien es dueño de todas nuestras posesiones.

Preguntas de estudio

1.      ¿Qué actitud mantuvieron los primeros cristianos en lo que se refiere a sus posesiones?

2.      ¿Cuáles son las dos razones principales por las que Cristo tiene derecho a ser Señor en nuestras vidas?

3 . Escriba aquí el versículo de la Biblia que afirma que Dios lo posee a usted en cuerpo y espíritu.

4. ¿Qué sucede cuando una persona rinde su voluntad humana al señorío de Cristo?

5. ¿Qué pasa con la persona que profesa que Cristo es su Salvador, pero no quiere que sea su Señor?

6. ¿Cómo evaluaremos a otros si reconocemos que Dios es dueño de todo?

7. ¿Qué piensa usted que pasaría con la economía de su comunidad si todos estuvieran convencidos de que Dios es dueño de todo?

8. ¿Por qué es importante que el cristiano le dé gracias y le pida a Dios?

 

C. Las demandas de Cristo en su propia vida

Ya estudiamos acerca de cómo Dios es dueño de todo, y hemos  notado las bendiciones de vivir una vida de mayordomía bajo el señorío de Cristo. Pero, ¿será posible hacer de todo esto una realidad diaria? ¿Todavía irá usted al pueblo con su bicicleta para hacer sus compras con su dinero? ¿Se impacientará cuando alguien le atrasa en su trabajo o toma un poco de su tiempo? Pues de todos modos, ¿no es esta su vida? De nada nos sirve saber todos los principios bíblicos relativos a la mayordomía si no los aplicamos a nuestra vida diaria. Otros verán si usted es fiel en su mayordomía por su manera de hablar y por lo que usted hace. ¿Confía usted en las riquezas materiales? ¿Usa sus bienes para el reino de Dios? La gente sabrá si es mayordomo fiel por su manera de usar las cosas que Dios le ha encomendado.

Cuando usted hace sus quehaceres, piense en los siguientes puntos:

1. Cristo es Señor de mi vida. ¿Acaso me he rendido totalmente a Dios como se rindió Saulo de Tarso? Él entregó toda su vida al señorío de Dios. ¿He mantenido una actitud de sumisión y obediencia a Dios desde que me entregué a él?

2. Todas mis posesiones en verdad pertenecen a Dios.

 ¿Acaso he rendido toda mi vida y todas mis posesiones a Dios? ¿Sería duro para mí confiar en Dios si él de repente me quitase todo lo que me ha dado?

3. No tengo ningún derecho. ¿Me siento herido cuando me tratan injustamente? ¿Acaso reconozco como debo que ya no tengo ningún derecho?

4. Mi tiempo es de Dios. ¿Acaso me impaciento cuando tengo que sacar tiempo de mi horario para ayudar a otra persona? ¿Me impacientaría si realmente creyera que mi tiempo es el tiempo de Dios y que él controla las circunstancias en mi vida?

5. Voy a dar en vez de acumular. ¿Qué porcentaje de lo que Dios me ha dado estoy dispuesto a dar a la iglesia o a otras necesidades? ¿Cuánto tiempo doy a Dios en servicio espiritual? ¿Qué tan grande porción de mis talentos invierto en promover el reino de Dios?

6. Voy a poner por obra las enseñanzas que aprendo en este estudio. ¿De qué me valdrá saber estas enseñanzas si no estoy dispuesto a ponerlas por obra? Vale más que permita que estas verdades afecten mis actitudes, estilo de vida y planes para el futuro, porque reconozco que todo pertenece a Dios.

ALTO

 

 

 

 

 

Lección 2

La inversión

Y los desperdicios

Introducción

En la primera lección estudiamos una verdad fundamental de la mayordomía cristiana: Dios es dueño absoluto de todo. Si realmente creemos esto, ahora estamos listos para colocar la piedra angular sobre este fundamento sólido. Esa piedra angular consiste en entender claramente la diferencia entre la inversión y el desperdicio. Para ser un buen administrador de algo, se tiene que saber distinguir entre lo que es inversión y lo que es desperdicio. Esto parece ser bastante fácil, y en muchos casos lo es, especialmente cuando se toma en cuenta sólo lo material. Permítame ilustrar la diferencia. Imaginemos que usted tiene mil pesos. Usted se los ganó y puede gastarlos como le plazca. Con ese dinero pudiera dar un paseo turístico por todo su país. Por supuesto, eso sería un desperdicio completo porque al regresar a casa se dará cuenta que ya no tiene ni el dinero ni ninguna otra cosa a cambio del mismo. Otra opción sería esconder esos mil pesos en algún lugar seguro dentro de su casa. Diez años después todavía serían mil pesos, pero de seguro su valor sería menos debido a la devaluación. Durante diez años ese dinero no hubiera servido para nada, pero tampoco hubiera sido una pérdida tan drástica como echarlo todo a perder dando un paseo turístico. Pero hay una tercera opción. ¿Por qué no usar ese dinero para sembrar algunas hortalizas? Compre semillas y fertilizante, siembre lo que va a sembrar, cuídelo y en el momento de la cosecha, venda su producto. Es posible que usted saque el doble o el triple de lo que invirtió. Los primeros dos ejemplos por lo general se reconocerían como desperdicio, el último como inversión.

Pero la diferencia entre la inversión y el desperdicio no siempre es tan obvia. Muchos otros factores pudieran influir en los casos que mencionamos. Por ejemplo, supongamos que usted en verdad no necesita esos mil pesos, pero un vecino suyo sufre una tragedia y necesita ayuda. ¿Sería correcto en tal caso invertir su dinero en una siembra de hortalizas en vez de ayudar al vecino? O supongamos que usted ya está tan ocupado con otro trabajo que tener que cuidar esas hortalizas le quitaría todo su tiempo libre que anteriormente pasaba estando con su familia. El materialista no toma en cuenta ninguna de las circunstancias que mencionamos. Pero el cristiano sí las toma en cuenta. Para el cristiano, una buena inversión no es siempre lo que gana más dinero y el cristiano no siempre considera como un desperdicio lo que no le trae ingresos monetarios.

Hay dos maneras muy distintas de calcular la inversión y el desperdicio. Casi todos los calculan sólo a base de las ganancias materiales. Sin embargo, el cristiano no puede aceptar esa manera de pensar. El cristiano calcula la inversión y el desperdicio haciéndose la siguiente pregunta: ¿Acaso esto glorificará a Dios? Ésta es la manera de calcular que queremos enfocar en esta lección. Ojalá que

al terminar de estudiar esta lección usted también llegue a calcular todo, haciéndose esta misma pregunta.

La mayordomía cristiana se resume en usar para la gloria de Dios lo que él nos ha dado y en ser usados nosotros mismos en la manera que mejor promueva al reino de Dios. Esto es inversión y glorifica a Dios. El rehusar someter nuestros recursos y nosotros mismos a la entera disposición de Dios constituye desperdicio.

“Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas” (Apocalipsis 4.11).

Verdades fundamentales de la mayordomía cristiana

Dios es dueño               absoluto de todo.

Una                                                                                     la inversión y el

Comprensión  de lo que                                                      desperdicio.

Constituye

• Para leer y estudiar

1. ¿Qué aprovechará al hombre? (Véase Mateo 16.24–28.)

2. Lo más importante (véase Mateo 6.19–34).

3 . El talento que se desperdició (véase Mateo 25.14–30).

• Bosquejo de la lección

 

 

 

 

 

 

 

A. Lo que Dios piensa acerca del desperdicio

B. Dos puntos de vista acerca de la inversión y el desperdicio

C. Desperdicios que se cometen comúnmente

D. El desperdicio por mal manejo

E. ¿Para la gloria de Dios o la de nosotros mismos?

F. ¿Cuánto dinero debo guardar para mí?

G. Aplicando la mayordomía a su propia vida

H. Invirtiendo en las riquezas verdaderas

I. Acerca de los pájaros y los lirios

J. Buscando la mejor ganancia

A. Lo que Dios piensa acerca del desperdicio

Jesús les contó una parábola a sus discípulos de un hombre rico que tenía un mayordomo. Los empleados fueron al hombre rico y le dijeron que su mayordomo estaba malgastando sus bienes. Este hombre rico llamó a su mayordomo y le dijo: “Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo” (véase Lucas 16.1–2). Lo que menos desea un dueño es tener un mayordomo que desperdicia lo que está a su cargo.

¿Piensa usted que Dios pasará por alto nuestra irresponsabilidad si malgastamos el dinero, tiempo y otros recursos que él nos ha dado para que los administremos? Claro que no. Un mayordomo se contrata para que aumente los bienes de su amo. Malgastar los bienes de su amo es lo peor que un mayordomo puede hacer. No es de extrañarse que al mayordomo de esta parábola le quitaran su puesto. Justo antes de esta parábola, Jesús le había contado otra parábola a la gente (véase Lucas 15.11–32) acerca de un joven derrochador. A esta parábola le pondremos por título:

La historia de dos herencias

Hace mucho tiempo un hombre tenía una propiedad y dos hijos. Según la costumbre de aquel tiempo, el padre algún día repartiría su propiedad entre sus dos hijos. Pero el hijo menor se

negó a esperar y exigió que se le diese su parte de inmediato. Así que el padre dividió sus bienes entre sus dos hijos. El hijo menor se fue lejos de la casa para que su padre no pudiera ver en qué gastaba el dinero. Allí el pródigo malgastó su herencia. Una parte la malgastó

en mujeres; el resto lo derrochó en busca de otros placeres. Tal desperdicio no pudo sino conducir a la ruina completa. Y así fue que se le acabó el dinero a este hijo menor al mismo tiempo que aconteció una gran hambre en la tierra donde estaba. De manera que este joven que había heredado una fortuna se encontraba en la pobreza más miserable y se vio obligado a pedir trabajo. Por fin, él consiguió un trabajo cuidando cerdos. Estando allá en el campo con los cerdos, el hambre del hijo pródigo lo llevó a la desesperación. Tenía tanta

Hambre que deseaba comer las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie se las daba. En su desesperación se detuvo a pensar. Pensó en su padre. Él sabía que su padre, que tenía a su cargo la otra parte de la herencia, todavía estaría ganando dinero. Él era ese tipo de administrador. Su padre manejaba bien lo que tenía, pero no era materialista. Él también sabía que su padre era un hombre bondadoso y que siempre ayudaba a los necesitados.

Al joven se le ocurrió que, aunque había pecado contra su padre, él de seguro le daría la bienvenida con el puesto de un peón.

El joven se dispuso a regresar a su casa. Él se sentía mal por todo lo que había malgastado. Sin lugar a dudas, él había aprendido mucho por medio de los golpes duros de la vida. Cuando él iba llegando a casa, su padre lo vio. Él corrió al encuentro de su hijo, se echó en su cuello y lo besó.

¡Qué escena debió haber sido aquella! Si alguien hubiera visto a esos dos ese día bien hubiera podido preguntarse quiénes eran ellos y porqué se abrazaban. El infeliz muchacho estaba vestido de harapos, mientas que su padre estaba bien vestido.

Tal era el contraste entre los dos hombres que se abrazaron ese día en el camino. Estos dos hombres habían seguido caminos totalmente opuestos. El uno se hizo rico; el otro pobre.

Es mucho lo que podemos aprender de esta parábola acerca del contraste entre una buena y una mala mayordomía, la cual nos da una idea similar de la diferencia entre invertir o desperdiciar. Cristo quiso enseñarnos a través de esta parábola que debemos usar sabiamente todo lo que él nos da en lugar de derrocharlo.

Preguntas de estudio

1. ¿Cuál era el tema de la Lección 1?

2. Escriba las tres razones que ofreció la Lección 1 de por qué el hombre no puede poseer nada.

a.

b.

c.

3 . ¿Acaso siempre es un desperdicio lo que no trae ingresos

monetarios? ____ Explique.

4. ¿Cuál es la primera responsabilidad de un mayordomo al servir a

su amo?

5. Escriba lo que Jesús quiso enseñarnos al relatarnos la parábola del hijo pródigo.

B. Dos puntos de vista acerca de la inversión y el desperdicio

1. El materialismo

El materialismo es la creencia que plantea que obtener riquezas es lo más importante. De acuerdo con los principios de esta creencia, las riquezas siempre deben ser invertidas en algo que genere más riquezas.

Esta teoría pone al ego como señor de la vida y no toma en serio ni a Dios ni a la eternidad. Aunque la mayoría de las personas materialistas dicen que no son egoístas ni avaras, las mismas practican el egoísmo a diario en sus negocios. Tal vez regalan alguna cosita de vez en cuando al vecino pobre o tal vez hasta echan montones de dinero en la ofrenda. Sin embargo, su actitud y manera de actuar con relación a su dinero y demás cosas es muy materialista.

2. “Hacedlo todo para la gloria de Dios”

El cristiano no maneja su dinero y sus cosas sólo para tener la mayor ganancia material, sino para glorificar a Dios. Los cristianos verdaderos no son materialistas. Ellos ven más que sólo las cosas físicas; se enfocan en las cosas eternas. Para los cristianos, el dinero que se usa para la gloria de Dios es una buena inversión, aunque no traiga ganancias materiales.

Además, para ellos lo que se usa en algo que no le trae gloria a Dios es un desperdicio, aunque traiga mucha ganancia económica. Los cristianos manejan su dinero y sus bienes para la gloria de Dios porque reconocen

que todo lo que ellos tienen le pertenece a Dios.

Un buen mayordomo aumenta los bienes de su amo. Como cristianos, nosotros aumentamos los bienes de nuestro amo celestial al usarlos y al ser usados nosotros mismos de la manera que le trae la mayor gloria a Dios. La gloria de Dios es lo principal en la mayordomía cristiana. Cualquiera puede entender el mandamiento que se encuentra en 1 Corintios 10.31: “Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios”.

C. Desperdicios que se cometen comúnmente

La destrucción descuidada de cualquier recurso no glorifica a Dios. Él creó todas las cosas, cada una con un propósito distinto. Casi todos estaríamos de acuerdo en que es malo destruir los recursos que Dios nos ha dado. Sin embargo, los recursos más comunes son los que a veces destruimos y los que manejamos incorrectamente más a menudo.

Uno de los recursos más comunes es la comida. La manera más común en que se desperdicia la comida es al comer demasiado.

La Biblia condena la glotonería, o sea, comer en exceso. Como cristianos, nosotros deseamos ser buenos mayordomos de Dios. Por consiguiente, no debemos comer sólo para darnos el gusto de una

buena comida. Además, debemos ser prudentes en cuanto a las comidas que compramos, evitando gastar dinero en comprar comidas de poco valor nutritivo.

Vivimos en un tiempo en que el mundo tiene sus modas y cosas que según ellos son necesarios. El último estilo de reloj o de zapatos es lo que más cuesta y no necesariamente es lo mejor. Generalmente constituye un gran desperdicio de recursos estar comprando estas cosas

de un valor monetario tan caro en lugar de comprar las que podemos usar y no son tan caras.

La Biblia dice que “en el barbecho de los pobres hay mucho pan; mas se pierde por falta de juicio” (Proverbios 13.23). Tal vez la manera en que estos pobres pierden la mayor parte de este pan es por falta de administrar bien el tiempo que Dios les ha dado. Dios nos da el tiempo para que lo utilicemos en algo bueno. Dios condena la pereza (véase Romanos 12.11; 2 Tesalonicenses 3.10–12; Hebreos 6.12). ¡Él no quiere que seamos ociosos, sino que trabajemos para él! La verdad es que muchas personas son demasiado flojas en el trabajo. Muchos desperdician el tiempo. Por esa razón Dios no los puede bendecir. Dios siempre es glorificado cuando usamos con sabiduría los

recursos que él nos da, ya seamos agricultores, mecánicos, carpinteros o si hacemos cualquier otro tipo de trabajo provechoso.

D. El desperdicio por mal manejo

El mal manejo en cualquier tipo de negocio desperdicia mano de obra, materia prima y oportunidades. Los buenos gerentes son aquellos que son eficientes. Pero la verdad es que a pesar de tener un gerente bueno y eficiente cualquier negocio grande tiene más desperdicios que los pequeños. Esto se debe a que es más difícil administrar de manera eficiente todos los detalles de un negocio grande. Y cuando un negocio tiene un gerente que es culpable de mal manejo, entonces ese negocio muy pronto llega a ser ineficiente... y la ineficiencia desperdicia montones de recursos en poco tiempo. Existen negocios que por su buen estado económico pueden darse el lujo de desperdiciar algo; no obstante, esto no justifica el desperdicio. El mayordomo cristiano, aunque económicamente pueda darse el lujo de desperdiciar algún recurso, tratará de evitarlo porque reconoce que desperdiciar los recursos de Dios por puro gusto es malo.

E. ¿Para la gloria de Dios o la de nosotros mismos?

En la economía de cualquier país se ocupan por lo menos algunos negocios grandes para que la misma marche con éxito. Pero como cristianos, nosotros debemos considerar con cuidado cualquier oportunidad que se nos presente de agrandar nuestro negocio.

Supongamos que hay un granjero cristiano que ha trabajado duro y ha economizado y ahora tiene suficiente para comprar otra finca, además de la que tiene. ¿Acaso él debe hacerlo? Viéndolo desde el punto de vista del materialista, parece una tontería no agrandar la hacienda de uno. Pues esto fomentaría más ingresos que a su vez se pudieran invertir para hacer aun más ganancia.

¡Nuestra tendencia es ser materialista! Cuando se nos presentan oportunidades como éstas, entonces lo primero que hacemos muchas veces es calcular a ver si con esto podremos ganar dinero. Cuando hemos establecido que sí, o sea que promete ser un proyecto exitoso, empezamos a trabajar en ello. Y sólo después pensamos seriamente en cuáles son los efectos que dicho proyecto pudiera ejercer en nuestra vida espiritual.

No debemos operar así. Lo primero que debemos considerar es:

¿Acaso esta oportunidad económica puede redundar en favor de la gloria de Dios? El impulso humano de ganar dinero debe sujetarse completamente a Dios. Este impulso en sí no es malo. Existen tres razones legítimas por las que es necesario que ganemos dinero:

1. Para mantenernos y proveer para aquellos que están a nuestro cargo.

2. Para tener con qué ayudar a los necesitados.

3 . Para promover la obra de Cristo y su iglesia.

No obstante, es posible abusar de cada una de estas razones. Por ejemplo, unos dicen que trabajan “para mantener a su familia” cuando en realidad lo hacen sólo para brindarles más lujos y placeres carnales.

Hay personas que afirman que si ellos tan sólo pudieran ganar un poco más de dinero, entonces ayudarían a apoyar a las misiones. Sin embargo, el dinero que ganan ellos lo siguen invirtiendo en negocios más y más grandes o lo gastan en lujos que ni remotamente tienen que ver con las misiones.

El mayordomo fiel y verdadero desea cumplir con el llamamiento que Dios le ha dado. Dios llama a algunos a que ganen dinero para entregarlo a la causa de Cristo. Puede ser que parezca que tal cristiano tiene las mismas metas en la vida que el materialista. Pero hay una gran diferencia: el cristiano con el llamamiento de ganar mucho dinero entrega sus ganancias a la causa de Cristo y para el bien de otros, mientras que el materialista utiliza sus ganancias para fines egoístas y ambiciosos. Dios también llama a algunas personas a dejar su impulso natural de ganar dinero para así poder dar testimonio en una comunidad de pocos recursos económicos. Recuerde esto: si Dios le está llamando a usted para que le sirva en un puesto que no rinde mucho dinero, usted nunca le podrá ofrecer a Dios suficiente dinero para sustituir a lo que él le está llamando a hacer.

F. ¿Cuánto dinero debo guardar para mí?

Dios pone a cada cristiano en un lugar donde puede servirle y donde le es de agrado a él. Dentro de este marco, Dios le da cierta capacidad de ganar dinero. ¿Cuánto dinero el cristiano debe ganar y guardar para sí? Un principio bíblico que nos ayuda a saber la respuesta a esta pregunta es el hecho que el llamado de Dios en la vida de uno siempre armoniza con la mayordomía bíblica.

Como cristianos, nosotros debemos tener mucho cuidado de no permitir que el espíritu de codicia se apodere de nuestro impulso natural y legítimo de ganar dinero. La codicia termina con los valores

espirituales y malgasta muchas áreas de la vida cristiana. Por el amor al dinero se sacrifica el bienestar del hogar, el amor hacia los hermanos y la devoción personal.

Cada cristiano puede conocer el nivel económico que debe tener al prestar atención a la voz del Espíritu Santo y al tomar en cuenta todos los requisitos bíblicos para su vida. Cualquier posesión que se tenga además de esto resulta en pérdida espiritual.

G. Aplicando la mayordomía a su propia vida

Hemos estudiado algunos principios acerca de la mayordomía, los cuales el mundo tiene por extremistas. ¿Qué pasaría si a partir de hoy usted empezara a aplicar cada uno de estos principios de la mayordomía en su vida? Si usted es uno de esos cristianos que durante toda su vida ha sido materialista, entonces habrá muchos cambios revolucionarios en su vida:

• Sus prioridades cambiarán.

• La manera en que usted maneja su dinero cambiará.

• Pueda que sea necesario cambiar sus horas de trabajo.

• Aun pueda que sea necesario cambiar de trabajo.

• Hasta pueda que sea necesario que se traslade a vivir a otra parte para traerle mayor gloria a Dios.

Antes usted ni consideraba estas cosas porque lo hacía todo para obtener ganancia propia y no para la gloria de Dios.

No se avergüence usted de hacer esos cambios. Hay cristianos que descubren al cabo de muchos años que han vivido una vida egoísta. Si Dios le muestra a usted que ha vivido así, él ahora requiere que cambie sus prioridades materiales. Si Dios le está llamando a hacer algunos

cambios en su vida, avergüéncese de no cambiar.

¿Qué si al analizar su sistema de valores ve que está ganando más dinero de lo que realmente necesita? Aquí hay tres cosas que puede ser que Dios le esté pidiendo que haga en este caso:

1.      Quizá Dios quiere que le ofrezca todo el dinero extra para ayudar en su obra. Hay muchas necesidades

en este campo. Tal vez usted dice que siempre le da al Señor el diezmo. Pero, ¿sabe qué? El Nuevo Testamento ni siquiera dice en ninguna parte que Dios espera que le dé el diez por ciento de sus ganancias. Los principios del Nuevo Testamento que se aplican a las ofrendas son: “Según haya prosperado” (1 Corintios 16.2) y: “Cada uno dé como propuso en su corazón; no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9.7).

Si Dios le ha prosperado mucho, pueda que él pida que le dé el noventa por ciento de sus ganancias.

2. Puede ser que Dios pida que sólo haga sus trabajos materiales durante una parte de cada día. Si las ganancias son tales que puede reducir las horas de trabajo, Dios podría darle muchas cosas para hacer con el resto de su tiempo. Por ejemplo, usted pudiera visitar a los incrédulos o distribuir tratados cristianos en su comunidad. Quizá debe ayudar a los miembros necesitados de la iglesia o a las personas ancianas con su trabajo, o visitar a los enfermos para animarlos. Puede ser que Dios desee que entregue su tiempo extra a la tarea de escribir artículos para alguna revista de la iglesia o para una casa editorial. ¡Y esto sólo es el comienzo de las posibilidades que pueden presentarse!

 

 

 

 

3. Quizá si usted se detiene y reflexiona, entonces verá que ha estado robándole a su familia así como a Dios. Usted quizá se asombraría al saber cuántos niños empiezan a caminar por el camino que conduce al infierno simplemente porque no tenían un padre que los guiara, o que no los guió lo suficiente. Él estaba trabajando para ganar más dinero cuando en realidad debía haber estado en casa trabajando con ellos, jugando con ellos y dándole dirección a sus vidas. Por favor, reduzca sus horas de trabajo si es necesario y pase tiempo con su familia, su primer campo blanco.

Recuerde la historia del hombre rico en Lucas 12. Este hombre fue condenado por ser egoísta en su decisión en cuanto a qué debía hacer con las riquezas extras que Dios le había dado. Nosotros debemos tener mucho cuidado al decidir qué hacer con lo que nos sobra. Dios pudiera decirnos: “Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo

que has provisto, ¿de quién será?”

H. Invirtiendo en las riquezas verdaderas

“No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6.19–21).

Cristo condenó la acumulación de riquezas. Y él nos dio una bella alternativa. Nosotros podemos hacer algo con nuestras posesiones materiales, algo más que sólo aumentarlas más y más. ¡Podemos invertirlas en los bienes raíces celestiales! Si Dios es el que nos dirige en todo, resulta que nuestro dinero corruptible, nuestro breve tiempo y nuestros talentos todos llegan a transformarse en depósitos en el banco celestial. Claro, Dios no nos paga una mensualidad ni hace un contrato anual por el uso de nuestros talentos. El cristiano sirve sin demandar nada a cambio (véase Lucas 17.10), pero Dios nos promete  “una herencia incorruptible” (1 Pedro 1.4). Nuestra herencia celestial depende de nuestra entrega total de las posesiones materiales que tenemos estando en esta tierra.

Los tesoros celestiales están seguros. Jesús dijo que nada los tocará allí. Ningún ladrón puede robárselos. Una razón práctica para abrir una “cuenta de ahorros en el cielo” es que nuestro corazón (nuestro amor y lo que nos interesa más) estará donde está nuestro tesoro. La vida es muy corta y la eternidad es demasiado larga. Esta tierra se terminará, así que nuestro corazón debe estar enfocado en el cielo. Si de corazón y mente nos estamos enfocando en el cielo, la muerte será nada más un paso que daremos entre este mundo de problemas y el gozo celestial. Cuando estemos allí, nosotros gozaremos de los tesoros que hemos acaparado allí durante nuestra estadía en la tierra, además de todos los galardones que Dios nos dará.

De manera que, mientras vivamos en esta tierra, hagámonos tesoros en el cielo. Hasta el hombre más pobre puede dar una taza de agua y así hacer un depósito a su cuenta de ahorros en el banco celestial (véase Marcos 9.41). Puede ser que al rico Dios le pida que venda todo lo que tiene y que reparta el dinero a los pobres (véase Mateo 19.21). Dios les promete tesoros en el cielo a ambos si cumplen con sus responsabilidades en cuanto a su manera de administrar los bienes materiales que tienen.

Jesús aclaró que no es posible que nosotros tengamos tesoros aquí y allá. Él dijo: “Donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6.21). Ya que nadie tiene dos corazones, su tesoro (singular) y su corazón ambos estarán en un solo lugar; o en el cielo o en la tierra.

I. Acerca de los pájaros y los lirios

Lo que acabamos de estudiar nos hace ver claramente que Jesús tenía razón al decirnos que debemos buscar “primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6.33). Pero uno pudiera preguntarse: Si sólo pienso en lo espiritual y en todo pongo a Dios primero, ¿cómo podré cumplir bien con mis responsabilidades materiales? Para que no nos afanáramos, Jesús puso el ejemplo de los pájaros y los lirios (véase Mateo 6.25–34). Los pájaros y los lirios son prueba de que Dios siempre provee. A pesar de que ellos no trabajan horas extras para proveer para sus hijos, ¡Dios nunca los desampara! Al estar siempre alabando a Dios, ellos testifican contra el materialismo del hombre. Jesús dijo que si Dios provee tan bien para ellos, ¡cuánto más lo hará para nosotros! Esto no quiere decir que Dios espera que nosotros sólo estemos afuera en el campo como los lirios y los pájaros y que sólo dependamos de la lluvia y el sol para el sustento que necesitamos.

Tampoco Dios quiere decir que nosotros debemos comer gusanos como hacen los pájaros. Dios nos dio mentes para hacer planes y nos dio manos para trabajar, pero nunca planeó que nosotros nos afanáramos más de lo que se afanan los pájaros y las flores. El mismo Dios que cuida tan bien de ellos nos dejó la promesa que si le ponemos prioridad a las cosas de Dios todas estas cosas materiales nos serán añadidas.

Preguntas de estudio

1. En pocas palabras, contraste el materialismo con el hecho de administrar para la gloria de Dios.

2. Escriba tres razones por las que debemos ganar dinero.

a.

b.

c.

3 . Anote tres maneras en que es posible deshacerse del dinero extra para la gloria de Dios.

4. Reflexione y escriba cómo usted pudiera cambiar para no desperdiciar tanto los recursos que están a su cuidado.

J. Buscando la mejor ganancia

El apóstol Pablo le aconsejó a Timoteo cómo se puede aprovechar máximo el trabajo que Dios le da a cada uno. Después de indicarle a Timoteo las responsabilidades de su trabajo, él dice: “Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos” (1 Timoteo 4.15). Todos podrán ver nuestro éxito si hacemos de todo corazón cualquier cosa que Dios nos llama a hacer. En Eclesiastés 9.10 se nos amonesta a hacer todo según nuestras fuerzas. ¿Lo ha llamado Dios a ser pastor? Sírvale de todo corazón. ¿Lo ha llamado a enseñar la clase de la escuela dominical? Sea el mejor maestro que usted puede ser.

¿Es usted un carpintero, granjero, hombre de negocios o ama de casa? Dios sólo quiere carpinteros, granjeros, hombres de negocios y amas de casa que se han entregado totalmente a él. Si Dios lo ha guiado al trabajo que usted tiene, reconozca que su mero trabajo constituye parte del llamado de Dios en su vida. Trabaje en ello para Dios y no para los hombres (véase Colosenses 3.23–24). De la misma manera que un misionero no debe ir a un campo blanco sin ser llamado, así un agricultor no debe empezar a cultivar la tierra sin saber que Dios lo ha llamado a eso. Dios tiene un plan para cada persona. Él nos revela su plan por medio de la Biblia, el Espíritu Santo y la hermandad local de creyentes.

Él espera que nosotros seamos diligentes en llevarlo a cabo.

A la mayoría de los cristianos, Dios les ha entregado más que una sola responsabilidad que cumplir. Por ejemplo, un hermano en la iglesia puede ser a la vez esposo, padre, agricultor, maestro de la escuela dominical y miembro de la junta de la escuela. Es necesario, pues, que este hermano sepa manejar su tiempo y recursos espirituales para que sea eficaz en todas las responsabilidades que Dios le ha dado.

Él no debe descuidar su familia por estar enfocando todas sus energías en ser un miembro útil de la junta de la escuela. Tampoco conviene que deje de asistir a las reuniones de la junta escolar por estar todo el tiempo mejorando sus habilidades como agricultor. Para este hermano, entregarse totalmente al servicio de Dios significa:

1. amar a su señora como Cristo ama a la iglesia.

2. involucrar a su familia en cualquier trabajo posible para que pueda pasar más tiempo con ellos.

3 . sembrar sus campos con todas sus fuerzas cuando es tiempo de sembrar.

4. informarse bien y ser activo en lo que se relaciona a la escuela.

5. estudiar bien la lección para la escuela dominical a fin de estar listo para dar una buena presentación.

No son todos los que pueden trabajar bien cumpliendo cinco diferentes responsabilidades; algunos pueden cumplir más, otros menos. Cuando un cristiano ve que no puede cumplir con todas las responsabilidades que le piden que tome, él puede pasar a otro aquellas que es posible que otro asuma (ejemplo: ser miembro de la junta de la escuela), para que él a su vez se entregue de lleno a las que otro no puede cumplir (ejemplo: ser buen padre para sus hijos).

.

Preguntas de estudio

1. ¿Qué dijo Pablo en 1 Timoteo 4.15 que era la mejor manera de aprovechar al máximo nuestro trabajo?

2. ¿Qué texto del Antiguo Testamento enseña la misma verdad?

3 . ¿Acaso Dios nos llama sólo a hacer los trabajos espirituales como la evangelización, el trabajo de ser pastor, etc.? ____ Explique.

Lección 3

Ser rico no ser rico

Introducción

¿Desea usted ser rico? Si ese es su deseo, usted no es el único porque hay muchos que desean ser ricos. No obstante, pongámonos de acuerdo en algo muy esencial: existe una gran posibilidad que usted nunca sea rico. Esto es sin importar cuánto desee serlo. Sencillamente es así ya que por lo general las circunstancias que uno enfrenta en la vida le impiden a la gran mayoría de las personas ser ricas. Sin embargo, algo es muy cierto y eso es que nada puede impedir que usted lo intente.

¿Acaso usted en verdad debiera ser rico? Si usted tiene muchas “buenas” razones por las que piensa que debe ser rico entonces le repito que tampoco es el único que tiene “buenas” razones. Yo diría que existen muchas personas que tienen “buenas” razones por las que piensan que deben ser ricas. Incluso, hay personas que afirman que la razón por la que ellas desean ser ricas es para poder donar más dinero para la obra de Dios.

¿Acaso Dios desea que usted sea rico? ¿Ha pensado en eso? Si no lo ha pensado, una vez más, usted no es el único porque a muy pocas personas se les ocurre, ni mucho menos les interesa, saber lo que Dios quiere que sepan en cuanto a si deben o no ser ricas. Lo más interesante de esto es que en la Biblia Dios habla mucho acerca de las riquezas. Y como cristianos es nuestra responsabilidad conocer lo que Dios tiene que decirnos en cuanto a las riquezas. En esta lección permitiremos que Dios, por medio de su palabra, nos explique acerca de este tema. Por favor, mientras Dios le hable por medio del estudio de la Biblia, abra su corazón y su mente a las verdades que encuentre y confórmese a su voluntad.

• Para leer y estudiar

1. La justicia enriquece (Salmo 37.1–20).

2. La fe en Dios enriquece (Santiago 2.1–5).

3 . La bendición de Dios enriquece (Proverbios 10.1–22).

• Bosquejo de la lección

A. Lo que son las riquezas

B. Dios habla acerca de las riquezas

C. Una pregunta personal: “¿Debo ser rico?”

***

A. Lo que son las riquezas

En esta lección utilizaremos las palabras rico y riquezas en el mismo sentido que las usa el Nuevo Testamento.

A modo de resumen, la palabra riquezas, de acuerdo a su uso en el Nuevo Testamento, consiste en “tesoros acumulados aquí en la tierra”. Esto fue una práctica que Jesús condenó categóricamente en Mateo 6.19. Las riquezas pueden ser tesoros acumulados en forma de dinero o bien pueden ser tesoros acumulados en forma de objetos o posesiones lujosas. Existen muchos que muestran su amor por las riquezas y los placeres egoístas.

Pues bien, ¿cuáles son los usos legítimos del dinero que Dios nos ha dado? La Biblia destaca tres usos legítimos del dinero:

1. Para cumplir con las responsabilidades o necesidades materiales de uno mismo, sin alguna muestra de egoísmo (véase 1 Timoteo 5.8).

2. Para darles a otros que tengan necesidades (véase Efesios 4.28).

3 . Para promover el reino de Dios (véase 2 Corintios 9.7–14). Según el Nuevo Testamento, todo buen uso del dinero cabe dentro de estas tres categorías. Cualquier uso del dinero que no quepa dentro de estas tres categorías es condenado.

Cuando las personas procuran ganar dinero para hacer algo que no sea darle uno de estos tres usos legítimos, esas personas ganan el dinero impulsadas por la codicia, acumulan su dinero motivadas por  la avaricia y a la hora de gastar ese mismo dinero lo hacen inducidas por el egoísmo. De acuerdo al Nuevo Testamento, tal hombre es rico y el dinero que él gana se llama riquezas.

Como usted puede darse cuenta, el Nuevo Testamento les atribuye a estas palabras un sentido muy negativo.* Al reconocer esto, usted podrá entender mejor porqué el Nuevo Testamento condena tan rotundamente a las riquezas. También podrá entender mejor los demás principios con relación a las finanzas que se exponen en el Nuevo Testamento.

Algunos de estos principios son: la buena mayordomía, ofrendar con liberalidad, suplir las necesidades de los santos, etc. En resumen, la manera en que usted utiliza su dinero, no necesariamente la cantidad de dinero que usted tenga, es lo que determina si usted es rico o no es rico, o si usted es un buen mayordomo o no lo es.

B. Dios habla acerca de las riquezas

Los hombres han escrito bastante acerca de los peligros de las riquezas. Pero dejemos que sea el propio Dios quien nos informe sobre este tema. Por favor, ahora lea cuidadosamente y note que Dios le hablará acerca de las riquezas:

1. A través del Antiguo Testamento

Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes Y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre

(Deuteronomio 6.10–12).

No confiéis en la violencia, ni en la rapiña; no os envanezcáis; si seaumentan las riquezas, no pongáis el corazón en ellas (Salmo 62.10).

El que confía en sus riquezas caerá; mas los justos reverdecerán como ramas (Proverbios 11.28).

*Por favor, recuerde que este mismo sentido negativo es el que se les atribuye a las palabras rico y riquezas en este estudio.

No te afanes por hacerte rico; sé prudente, y desiste. ¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas como alas de águila, y volarán al cielo (Proverbios 23.4–5).

Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; no me des pobreza ni riquezas; mantenme del pan necesario; no sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios (Proverbios 30.8–9).

El que ama el dinero, no se saciará de dinero; y el que ama el mucho tener, no sacará fruto. También esto es vanidad. Cuando aumentan los bienes, también aumentan los que los consumen. ¿Qué bien, pues, tendrá su dueño, sino verlos con sus ojos? (Eclesiastés 5.10–11)

2. A través de las enseñanzas de Jesús

Entonces Jesús, mirándole [al joven rico], le amó, y le dijo: Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz. Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos: ¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!

Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Ellos se asombraban aun más, diciendo entre sí: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? Entonces Jesús, mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios. Entonces Pedro comenzó a decirle: He aquí, nosotros lo hemos dejado todo, y te hemos seguido. Respondió Jesús y dijo: De cierto os digo que no hay ninguno que haya dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa de mí y del evangelio, que no reciba cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos, y tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna (Marcos 10.21–30).

Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas (Mateo 6.24).

Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa (Marcos 4.18–19).

Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios (Lucas 12.20–21).

Estando Jesús sentado delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento (Marcos 12.41–44).

Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. (...) Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque ya tenéis vuestro consuelo (Lucas 6.20, 24).

Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo. Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez; y unge tus ojos con colirio, para que veas (Apocalipsis 3.17–18).

3. A través de las enseñanzas de los apóstoles

Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos (2 Corintios 8.9).

Pero gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores. Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas (1 Timoteo 6.6–11).

A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.

Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos; atesorando para sí buen fundamento para lo por venir, que echen mano de la vida eterna (1 Timoteo 6.17–19).

El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; pero el que es rico, en su humillación; porque él pasará como la flor de la hierba. Porque cuando sale el sol con calor abrasador, la hierba se seca, su flor se cae, y perece su hermosa apariencia; así también se marchitará el rico en todas sus empresas (Santiago 1.9–11).

¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. (...) Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia (Santiago 5.1–3, 5–6).

Preguntas de estudio

1. Con sus propias palabras, explique qué dice la Biblia acerca de las riquezas materiales en los versículos que acaba de leer.

2. Escriba el significado de la palabra “riquezas” según se utiliza en el Nuevo Testamento.

3 . Escriba cuáles son los tres usos legítimos del dinero.

a.

b.

c.

4. ¿Qué peligro hay en las riquezas y que se menciona en Deuteronomio 6.12?

5. El salmo 62.10 y Proverbios 11.28 hacen una advertencia. Proverbios 23.4–5 ofrece la razón por la que se hace la advertencia. Con sus propias palabras, escriba la advertencia y la razón por la misma.

6. ¿Qué peligros en cuanto a las riquezas notó el escritor de Proverbios 30.8–9?

7. ¿Acaso las riquezas satisfacen al que las anhela? (Véase Eclesiastés 5.10–11.) ____

8. ¿Qué nos enseña el ejemplo del joven rico acerca de las personas ricas?

9. ¿Qué dice Jesús que es imposible para los hombres, pero posible para Dios?

10. Jesús habló de recompensas materiales, espirituales y eternas en Marcos 10.29–30. ¿Cuáles son las recompensas a las que Jesús se refirió en esta parte?

11. Note el conflicto de intereses en Mateo 6.24, Marcos 4.18–19 y Lucas 12.20–21. Según estos versículos, ¿con cuáles tres cosas chocan las riquezas?

a.

b.

c.

12. Según Marcos 12.41–44, ¿le agradaría a Dios que usted se trazara la meta de ganar más dinero para poder ofrendar más?

13. Según Lucas 6.20, 24, ¿qué puede quitarnos la bendición de Dios? Las ¿Quisiera usted vivir sin las bendiciones de Dios?

14. ¿Con qué debe contentarse el cristiano? (Véase 1 Timoteo 6.6–11.)

15. Según 1 Timoteo 6.17–19, ¿qué debe hacer el hombre rico que se convierte en cristiano con el dinero que le sobra?

16. Describa el futuro del hombre que confía en las riquezas (véase Santiago 1.9–11; 5.1–3, 5–6).

C. Una pregunta personal: “¿Debo ser rico?”

La mayoría de las personas en el mundo nunca tendrán que preocuparse por contestar esta pregunta ya que ellas trabajan todo el día nada más para comer, vestirse, hacer los pagos de las hipotecas, los pagos de las rentas, etc. Sin embargo, esto no quita que algún día a usted se le presente una buena oportunidad de hacerse rico. En ese caso, usted deberá saber cómo Dios quiere que responda a semejante pregunta: ¿Debo aprovechar esta oportunidad de hacerme rico?

Si se le presentara tal oportunidad, ¿acaso dejará a su familia a un lado para dedicarse por completo a sus negocios? ¿Estará dispuesto a cambiar la dulce paz de Dios por una vida agitada y bulliciosa al entregarse a la loca cacería de las riquezas materiales? Además, por si no lo sabía, usted tendrá que cambiar de amo. Dios dice que para seguir en pos de las riquezas usted tiene que rechazar el señorío de Cristo y someterse al cruel y exigente Don Dinero. (Lea Mateo 6.24.)

Ojalá usted decida no dejarse arrastrar por la codicia y quedarse voluntariamente bajo el señorío de Cristo en lugar de vender su alma para la adquisición de las riquezas. Sin embargo, por favor, yo deseo que usted esté sobre aviso porque las riquezas y el prestigio bien pueden dominar su mente aun cuando no sea rico ni tenga ningún negocio grande. Si usted honra al rico más que al pobre, las riquezas dominan su mente. Si usted siente envidia por las facilidades que tiene el rico, sabiendo que él no tiene paz en el alma, usted es siervo de las riquezas. Le ruego que entregue cada pensamiento, cada motivo y cada deseo de su corazón a la obediencia de Cristo. “No os hagáis tesoros en la tierra (...); sino haceos tesoros en el cielo (...). Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6.19–21).

1. La diferencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento

Muchas personas, al darse cuenta de las enseñanzas de Jesús acerca de las riquezas, se justifican a sí mismas y a su deseo de acumular riquezas terrenales al plantear que hubo muchos hombres fieles en la Biblia que eran ricos. Esas personas nos recuerdan que Job, Abraham, Salomón y José de Arimatea eran todos ricos... y Dios estaba con ellos.

Veamos los versículos bíblicos que nos hablan acerca de la riqueza de estos hombres de Dios:

[Job tenía] siete mil ovejas, tres mil camellos, quinientas yuntas de bueyes, quinientas asnas, y muchísimos criados; y era aquel varón más grande que todos los orientales (Job 1.3).

Y Abram era riquísimo en ganado, en plata y en oro (Génesis 13.2). Y excedió el rey Salomón a todos los reyes de la tierra en riqueza y en sabiduría (2 Crónicas 9.22).

Cuando llegó la noche, vino un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también había sido discípulo de Jesús (Mateo 27.57).

El primer dato curioso es que todos los hombres mencionados anteriormente vivieron bajo el Antiguo Testamento. En esa época,

Dios galardonaba a sus hijos obedientes al bendecirles con riquezas terrenales. No obstante, nosotros que vivimos bajo el Nuevo Testamento no tenemos tal promesa. En cuanto a lo terrenal, Dios sólo nos promete que él suplirá nuestras necesidades. Las únicas riquezas que él nos promete son las que están en el cielo. Para verificar en cuanto a este cambio, por favor, compare Deuteronomio 28.1–14 con Lucas 6.20; Romanos 8.35–37; Filipenses 4.19;

2 Timoteo 3.12.

En el Antiguo Testamento, Dios sólo requería que se le dieran los diezmos y las ofrendas. Las demás riquezas que ellos tenían les quedaban para ellos y la acumulación de las mismas era señal de la aprobación de Dios sobre sus vidas. En cambio, el Nuevo Testamento no nos dice que debemos diezmar, sino que nos enseña que ahora todo lo que ganamos pertenece a Dios, no tan sólo la décima parte.

Y Dios prohíbe que acumulemos las riquezas terrenales que él nos encarga. Él demanda que le entreguemos el cien por ciento al señorío de Cristo y que lo empleemos todo para su gloria, dando donde hay necesidades o reinvirtiéndolo para apoyar la obra de Dios. De acuerdo a los principios del Nuevo Testamento, Dios pudiera exigirnos que entreguemos el diez o el quince por ciento, o aun más, a la iglesia. Y en cualquier caso, él siempre demanda que acumulemos tesoros en el cielo y no en la tierra.

2. Las riquezas envician a quienes las persiguen

Todos sabemos que muchas personas mueren cada día al contraer diversas enfermedades relacionadas al consumo del tabaco. Nos asombra que a pesar de todo esto, tantas personas continúen consumiéndolo.

De igual modo, nosotros sabemos que el consumo de las drogas y el alcohol sume a millones en la miseria y en las más indecibles desdichas.

Sin embargo, millones de personas continúan consumiéndolos. ¿Por qué? Porque se han enviciado con estas sustancias; son adictos. Resulta alarmante ver que aunque sus amigos y familiares están muriendo en todas partes a causa de las enfermedades que contrajeron al consumir estas sustancias dañinas, ellos las continúan usando.

También resulta alarmante considerar los efectos desastrosos en las vidas de las personas que se han enviciado con las riquezas y con la búsqueda de las mismas. Dondequiera que vamos podemos ver los efectos esclavizantes de la codicia, la envidia y la avaricia. Estos vicios corrompen tanto las vidas de los ricos como también la de los pobres que desean hacerse ricos. No es difícil ver que la adicción a las riquezas (la codicia) es perjudicial para la salud de uno mismo y la de los que están bajo su cuidado. De esto también tenemos muchos ejemplos en la Biblia.

Piense, por ejemplo, en Nabal (véase 1 Samuel 25.2–11). Considere la caída de Salomón (véase 1 Reyes 11.11) y la de Nabucodonosor (véase Daniel 4.29–33 ). Por favor, reflexione sobre la arrogancia de los ricos en la iglesia de Laodicea (véase Apocalipsis 3.17). Y no olvide leer las advertencias que dio Pablo en 1 Timoteo 6.

Si usted es una de las pocas personas en este mundo a quienes Dios les ha dado mucho dinero, no diga que ese dinero es suyo. Si usted piensa que el dinero que Dios le ha dado es de usted entonces ese mismo dinero llegará a ser su dueño; lo esclavizará y lo matará. Usted debe aprender a compartir de forma generosa el dinero que Dios ha puesto en sus manos para la honra y la gloria del Creador. Dios tiene incontables bendiciones reservadas especialmente para derramarlas sobre los pobres… y sobre aquellos que voluntariamente se hacen pobres a causa del reino de Dios (véase Lucas 6.20).

Haga un examen personal

1. Mientras usted se ha mantenido fiel, ¿acaso ha fallado Dios alguna vez en suplir sus necesidades y las de su familia?

2. ¿Aspira usted a tener riquezas? Ya sea cierto o no lo sea, otros pueden ver esto en su vida por medio de su forma de ser. Esto incluye su forma de pensar, su forma de expresarse y hasta su forma de actuar.

3 . ¿Busca usted satisfacerse con el lujo y una vida fácil? Haga una lista de lo que usted ha comprado en las últimas tres semanas y determine si lo que compró es algo que no necesita y que sí puede catalogarse como un lujo.

Preguntas de estudio

1. ¿Por qué el cristiano no puede justificar su deseo de hacerse rico al compararse con los hombres fieles del Antiguo Testamento?

2. ¿Qué tesoros les ha prometido Cristo a sus seguidores?

. Explique cómo puede describirse la vida de una persona que se ha enviciado con el dinero.

Lección 4

Usando los recursos naturales de Dios

Introducción

Desde el pequeño astro que Dios ha preparado para el hombre en su gran universo, nosotros divisamos un poquito del enorme universo creado por Dios. ¡Y con razón nos quedamos boquiabiertos! El salmista testificó en Salmo 104.24: “¡Cuán innumerables son tus obras, oh

Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus beneficios.”

Para negar lo que es obvio, los evolucionistas tratan de convencerse que las maravillas de la naturaleza llegaron a existir al azar. Ellos reconocen que si admitieran que Dios lo creó todo, entonces se verían obligados a consentir en que Dios tiene el derecho de dirigir sus vidas.

Así que, en un intento por escapar de la realidad de su responsabilidad moral ante Dios, optan por negar al Creador. Sin embargo, ¡él sigue siendo su Creador! No porque las personas nieguen la existencia de Dios quiere decir que Dios no existe.

Nosotros siempre debemos recordar el mensaje que podemos extractar de lo que dice la Biblia con relación a este asunto. Su mensaje nos dice que el que creó todos los recursos naturales también tiene derecho a

gobernarlos. En este caso, Dios manda cómo el hombre debe relacionarse con él, cómo el hombre debe relacionarse con los otros de su clase y también cómo el hombre debe relacionarse con la naturaleza.

Esta lección trata sobre las responsabilidades que tenemos al ser nombrados por Dios como mayordomos de los recursos naturales que él ha creado.

• Para leer y estudiar

1. Al hombre se le dio la mayordomía de la tierra (véase Génesis 1.28; Salmo 115.16).

2. El hombre no es dueño de la tierra (véase Salmos 24.1–2; 50.10–12; Isaías 40.12–17).

3 . Dios ha dado leyes para el buen uso de los recursos naturales (véase Levítico 25.1–7; Proverbios 27.23–27; Eclesiastés 5.9).

4. La ecología que Dios ordena es para el bienestar de su creación (véase Salmo 104; Proverbios 12.10–11, 27).

• Bosquejo de la lección

A. La tierra será destruida

B. Nuestra responsabilidad ecológica

C. Abusos comunes de los recursos naturales

D. El equilibrio ecológico

E. Siendo buenos mayordomos para la gloria de Dios

***

A. La tierra será destruida

Ya sea que usted lo crea o no lo crea, el planeta donde vivimos está destinado a la destrucción por  medio del fuego. Dios nos lo afirma en términos inequívocos: “Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas” (2 Pedro 3.10).

En el principio, cuando Dios creó la tierra, el mundo era hermoso y perfecto. Pero los humanos pronto destruimos la belleza más sobresaliente de aquella naturaleza creada por Dios cuando nos rebelamos contra él.

A partir del día que pecamos, la propia tierra fue envejeciéndose “como ropa de vestir” (Isaías 51.6).

Gran parte de la belleza original de nuestro planeta ya está irremediablemente arruinada a causa de nuestro pecado. De hecho, todo el universo es como un gigantesco reloj que está perdiendo su cuerda. ¡Un día se detendrá para siempre!

B. Nuestra responsabilidad ecológica

Por favor, lea 2 Pedro 3.10. Luego estudie los versículos 11 y 12. Entonces escriba las actitudes que debe tener alguien que sabe que la tierra será destruida.

Ahora, por favor, lea los versículos 13 y 14. ¿Qué consuelo nos debe dar conocer que este mundo se acabará?

¿Qué tipo de vida promueve esta actitud? Por favor, estudie Romanos 8.19–22. ¿En qué estado se encuentra la naturaleza actualmente?

¿Qué esperanza tenemos?

A pesar del hecho de que este planeta está destinado a la hoguera divina, Dios no nos ha ordenado en ninguna parte de la Biblia a que destruyamos la belleza o los recursos que todavía existen en el planeta tierra. Al contrario, Dios nos ha ordenado que los conservemos. Es nuestra responsabilidad hacer todo lo posible por mantener la tierra en buenas condiciones ecológicas hasta el día que Dios dé la orden para que sea quemada.

Pero, ¿por qué? ¿Acaso no todo va a ser quemado? Sí, todo será quemado porque Dios lo ha dicho, pero Dios es el único que tiene la autoridad de hacerlo ya que él es el Creador.

1. La tierra es de Dios

La Biblia testifica que “del Señor es la tierra y su plenitud” (1 Corintios 10.26). Al nosotros administrar sus recursos, tenemos que pensar en algo más que sólo nuestra propia paz y prosperidad.

Debemos tomar en cuenta la gloria de Dios porque para eso mismo él creó a la tierra. Dios manda que administremos su planeta de una forma que los recursos naturales no se echen a perder. Cuando cuidamos la tierra de forma adecuada, entonces la misma glorifica a su Creador, mostrando su poder y su infinita sabiduría.

2. Nuestros hijos vivirán sobre la tierra

No debemos ser egoístas con los recursos naturales. La Biblia nos amonesta que no debemos mirar “cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros” (Filipenses 2.4). Use los recursos naturales que hay en la tierra, pero no los malgaste. Luego, deje que las generaciones futuras tengan una buena herencia con relación a lo que hay en la tierra. Y una buena herencia refiriéndose al tema de la tierra es heredar una tierra limpia, productiva y encantadora.

La naturaleza es algo que Dios nos ha dejado a los humanos. Es la responsabilidad de toda generación hacer uso de ella con sabiduría y hacer que las generaciones futuras la hereden en buenas condiciones.

C. Abusos comunes de los recursos naturales

Por lo general, cuando se menciona este tema ni siquiera pensamos en el aire. Tomamos por sentado que siempre habrá aire saludable para respirar. Hace algún tiempo nadie pensaba en todo el humo, el dióxido de carbono y otros gases tóxicos que se expulsaban al aire. Ahora las grandes ciudades del mundo están aprendiendo que hay que usar el recurso natural del aire de manera más responsable.

Las industrias vierten desechos en nuestros lagos, ríos y arroyos.

Incluso las empresas agrícolas echan basura y muchos desperdicios venenosos en nuestros ríos y arroyos, de tal modo que el mundo entero se está dando cuenta que se tiene que regular y controlar el acceso a los recursos naturales de los ríos, lagos y arroyos.

En tiempos pasados la gente pensaba que los árboles eran un recurso natural casi inagotable. Pero a causa de la tala indiscriminada y el mal aprovechamiento de la madera, hoy hay muchos lugares que carecen de madera. Como resultado, se ha tenido que aprobar leyes estrictas para que la gente no acabe con los árboles que sobreviven.

Los océanos del mundo también parecen fuentes inagotables.

Parecería imposible que el hombre pudiera ejercer influencia alguna en el bienestar o la destrucción de las millones de especies marinas y otras criaturas que viven en los océanos. Sin embargo, a causa de los ríos contaminados que desembocan en el mar y debido a la manera que se limpian los barcos que transportan el petróleo, el hombre está afectando el medio ambiente de los vastos océanos.

Los agricultores, los que trabajan la madera, los que desarrollan las industrias y cualquier otro ciudadano tienen la opción de conservar o destruir la naturaleza por medio de sus hábitos diarios. Dios le confió la tierra al hombre. Esto quiere decir que él le confió una pequeña parte a usted. ¿Está usted cuidando o desperdiciando los recursos naturales que Dios ha puesto a su cuidado?

D. El equilibrio ecológico

Una maravilla de la creación es la manera en que trabajan juntos los diferentes elementos de la naturaleza. Equilibrio ecológico es el término que usamos para describir esta armonía.

La ecología es una “rama de la biología que se encarga del estudio de la relación de los seres vivos entre sí y con el medio”. Podemos destacar la importancia del equilibrio ecológico relatando la historia de Australia y los conejos:

Australia no tenía conejos hasta mediados del siglo XIX.

Lamentando esta ausencia de conejos, los australianos importaron veinticuatro parejas del conejo europeo, Oryctolagus cunicularus, en 1859. Pero Australia no tenía ningún enemigo natural de los conejos.

En muy poco tiempo, los pocos conejos que habían importado se multiplicaron y crecieron hasta convertirse en varios cientos de millones de ellos. Lo que sucedió fue que estos conejos se convirtieron en una peste perjudicial para la agricultura australiana. Llegaron a ser perjudiciales ya que en todo el país no había zorros, lobos u otros enemigos naturales del conejo. Australia sufría una falta de equilibrio ecológico porque el hombre había arruinado el equilibrio ecológico natural que existía allí antes de la importación del conejo.

Así es el sistema natural del equilibrio ecológico. Los hombres pueden promover este equilibrio, o pueden destruirlo.

En el mundo existen muchos ciclos naturales que ayudan a mantener el equilibrio ecológico del globo terráqueo. Un ciclo natural es un proceso en la naturaleza que se repite una y otra vez para beneficio de la misma. Uno de estos ciclos es el que se llama el “ciclo del agua”.

Por favor, abra su Biblia en el Salmo 104. Estudie lo que dice este salmo acerca de la ecología. Note los ciclos naturales que se mencionan y la interdependencia entre las plantas, los animales y los minerales.

Pero sobre todo, note el papel del hombre en el equilibrio ecológico.

Luego, conteste las siguientes preguntas, basándose en este Salmo:

1. Describa el ciclo del agua. ¿Cuántas cosas en la naturaleza dependen de este ciclo?

2. Según lo describe el Salmo 104, explique en qué sentido los animales dependen de las plantas.

3 . ¿En qué sentido dependen los animales de los minerales?

4. ¿En qué sentido se beneficia toda la naturaleza del ciclo del día y la noche que produce la rotación de la tierra?

5. Al leer los versículos 27–32, ¿concluiría usted que los ciclos naturales se mantienen a sí mismos, o que los mismos dependen del Creador?

6. Describa las maneras en que el hombre depende de la naturaleza.

Dos tercios de la tierra están cubiertos de agua. Hay agua debajo de nosotros, sobre nosotros… y dentro de nosotros. Toda la naturaleza depende del agua y del ciclo del agua.

El ciclo del agua funciona de la siguiente manera:

El agua de mares, ríos y lagos, al calentarse por la acción del sol, se evapora continuamente, pasando a la atmósfera en forma de vapor de agua. Este vapor, disperso en el aire, cuando asciende hacia capas más altas de la atmósfera llega a zonas más frías, se condensa en forma de minúsculas gotas de agua líquida que permanecen en suspensión, formando en su conjunto las nubes.

Sometidas las nubes a nuevas bajadas de temperatura, sus minúsculas gotas de agua se funden, formando gotas de mayor tamaño, que por acción de la gravedad caen a tierra en forma de lluvia o nieve. De este modo, las lluvias y nevadas devuelven a la superficie de la tierra el agua que inicialmente había sido evaporada por la acción del sol. (Citado de la “Enciclopedia Universal, 1999/2000”)

Supongamos que ya no hubiera más evaporación. Toda el agua se quedaría en los mares y la tierra se secaría. La realidad es que la humedad en el aire (agua evaporada) esparce los rayos del sol y así nos protege de la intensidad del sol. Además, la evaporación produce agua pura que a su vez purifica el aire cuando llueve. Sin la evaporación, la vida de todos los animales terrestres se terminaría.

¿Y qué pasaría si ya no hubiera más condensación del agua evaporada? La tierra y los mares se secarían.

Además, si fallara la gravedad entonces el agua no volvería a los mares. Todos los peces y la fauna marina morirían. Todos los animales terrestres morirían también porque las plantas se secarían. Y una vez muertos los animales que comen plantas, morirían también los animales que comen carne, ¡pues ellos se alimentan de los animales que comen plantas!

Otro ciclo natural es el ciclo del día y la noche que sucede a causa de la rotación de la tierra. Este ciclo es beneficioso para toda la creación. Algunos animales necesitan la oscuridad de la noche para descansar, mientras otros descansan durante el día. El hombre descansa por la noche. Sin la regularidad del ciclo de los días y las noches, los hombres podrían dejar de dormir con la debida regularidad que sus cuerpos exigen para su desarrollo normal.

E. Siendo buenos mayordomos para la gloria de Dios

Dios comisionó al hombre para que domine y gobierne la tierra, administrándola como su mayordomo. El hombre ha entrelazado los continentes con un laberinto de carreteras, ha construido aparatos que vuelan en el aire y aun en el espacio, ha perforado grandes profundidades en la tierra para extraer valiosos minerales y ha detenido ríos, construyendo grandes diques y represas.

Muchas de estas invenciones e “interrupciones” en la naturaleza son buenas y muy beneficiosas. Millones de hectáreas de tierra desértica en el noroeste de México están produciendo abundantes cosechas debido a que el hombre ha controlado las fuentes de agua. Existen regiones en Brasil que hasta hace pocos años eran puras zonas boscosas. Los hombres intervinieron y cortaron algunos de esos sectores de árboles y así ese país ha llegado a producir grandes cantidades de alimentos hasta para el resto del mundo.

Al administrar los recursos naturales de Dios, nosotros debemos tener mucho cuidado de no arruinarlos para las generaciones futuras.

Debemos enseñar y practicar la conservación (véase Eclesiastés 5.9).

Preguntas de estudio

1. ¿Acaso la tierra durará para siempre aunque la cuidemos bien?

2. ¿Quién es el culpable del deterioro de la naturaleza que vemos en el mundo de hoy?

3 . ¿Por qué nosotros debemos hacer todo lo posible por mantener la tierra en buenas condiciones ecológicas?

4. Escriba algunos ejemplos que usted ha podido observar acerca de la mala mayordomía de los recursos naturales que resultó en un desequilibrio ecológico.

5. Medite en algunas formas que usted podría eliminar el desperdicio de los recursos naturales. Escríbalas.

Lección 5

El tiempo como un don de Dios

Introducción

El tiempo es un regalo que Dios nos da a todos, sin hacer distinción. Cada persona, sea trabajadora o perezosa, sea pobre o rica, recibe veinticuatro horas en el día para cumplir con lo que tiene que hacer. Ya que el tiempo es algo que Dios nos ha dado, nosotros tenemos que reconocer que él es el más indicado para decirnos cómo debemos utilizarlo.

Es difícil imaginar la ausencia del tiempo. Nos resulta difícil imaginar un mundo que no tenga años, meses, días, horas, minutos y segundos. Toda nuestra vida está estrechamente relacionada a esa cosa intangible que nosotros llamamos “tiempo”.

Al principio de la historia de la humanidad sólo se mencionan los días y las noches. El hombre más tarde empezó a marcar el paso de los días y las noches con unidades más pequeñas a las cuales llamó horas. Después se perfeccionó aun más el cálculo del tiempo al dividir la hora en sesenta minutos y los minutos en sesenta segundos. Con los avances de la ciencia, ahora se puede medir las milésimas de un segundo con una exactitud atómica. El hecho de calcular el tiempo le da significado, valor y dirección al mundo en que vivimos.

Al nosotros comprender la importancia de utilizar bien el tiempo, y al comprender acerca su brevedad, llegamos a comprender un poco más acerca de la infinidad de la eternidad. Moisés lo expresó de esta forma: “Acabamos nuestros años como un pensamiento. (...) Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (Salmo 90.9, 12). Moisés se dio cuenta de la brevedad del tiempo de su vida y de la necesidad de prepararse para la eternidad.

Nosotros  podemos tratar de ilustrar la brevedad del tiempo comparado con la eternidad por medio de la siguiente representación:

LA ETERNIDAD PASADA                           EL TIEMPO                                     LA ETERNIDAD    FUTURA

Para leer y estudiar

1. El diario de Dios en los siete días de la creación del mundo (véase Génesis 1.1–2.2).

2. Ideas acerca del tiempo y de la eternidad (véase Salmo 90).

3. Las hormigas nos enseñan a aprovechar bien el tiempo (véase Proverbios 6.6–11).

Bosquejo de la lección

A. Tenga prioridades correctas

B. Establezca un horario

C. Aproveche su tiempo

D. Su tiempo se acaba

***

A. Tenga prioridades correctas

La vida consiste en una serie de cosas que hacemos y que conocemos. Todo lo que hacemos toma su tiempo al igual que todo lo que conocemos ha tomado su tiempo aprenderlo. La realidad es que a veces no tenemos tiempo para cumplir con todo lo que quisiéramos hacer. ¿Cómo vamos a decidir qué debemos hacer primero y qué debemos dejar para después… si nos sobra el tiempo? La buena mayordomía del tiempo consiste en priorizar las actividades de la vida que nos son más importantes, asignándoles sus respectivos tiempos u horarios a medida que pasan los segundos, los minutos, las horas, los días, los meses y hasta los años.

1. Dios y otras personas primero

Dios nos ha dado el tiempo como una bendición más para el género humano. Es por eso que nosotros debemos dar prioridad en invertir tiempo en su servicio y en servir a los demás.

Tenemos mucho trabajo material por hacer, pero cuando Dios nos pida unos minutos para testificarle a un alma perdida acerca de la fe en Cristo, o una hora diaria para nuestra lectura privada de la Biblia,

o un tiempo de oración entonces debemos dar prioridad a estas cosas. El trabajo puede esperar. Note cómo Jesús dedicaba tiempo a Dios aun cuando estaba muy ocupado: “Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba” (Marcos 1.35).

Josué también descubrió la necesidad de aprovechar las horas tranquilas de la mañana para meditar y planear las actividades del día. Si bien tuvo que cruzar el Río Jordán, conquistar a Jericó o echar fuera el pecado del campamento, “Josué se levantó de mañana” (Josué 3.1; 6.12; 7.16). Quizá Dios desea que usted también le dedique las primeras horas de la mañana.

Dé prioridad a su tiempo con Dios. Dedique un tiempo a diario para orar a Dios en privado y para leer la Biblia. Tome de su tiempo para asistir a todos los servicios y actividades programadas por su iglesia.

Dedique un tiempo para dar testimonio de lo que Dios ha hecho en su vida. Tome de su tiempo para servir en la iglesia sin importar cuál obra de amor o dónde mejor puede ser tal servicio. Dedíquele a Dios y a los demás lo mejor de su tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

2. Su trabajo

Proveer para suplir las necesidades de nuestras familias es algo que Dios demanda de nosotros. De manera que al trabajar para el sustento de nuestra familia también estamos trabajando para Dios. En 1 Timoteo 5.8, Dios dice: “Si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa, ha negado la fe, y es peor que un incrédulo”.

3. Su tiempo libre

Todos sabemos que no podemos estar trabajando todo el tiempo. El cuerpo necesita descansar. Las personas de algunas culturas tienen por costumbre descansar después del mediodía. Es sabio invertir una parte del tiempo libre para jugar con sus hijos o visitar a algún anciano para ayudarle en algún trabajo o visitar a los huérfanos y a las personas que han enviudado. Esto es un tiempo bien aprovechado.

El tiempo es muy valioso. Para aprovechar su tiempo al máximo, por favor, considere cada minuto hasta de su tiempo libre como algo valioso. ¿Cuántas veces usted ha estado sentado en la sala de espera de alguna oficina sin nada que hacer? Hay algunas personas que apenas se sientan en alguna parte y enseguida sacan un buen libro para leer. ¡Siga su ejemplo! ¡Aproveche el tiempo!

Puede ser que otras veces usted se encuentre esperando el transporte en la parada del ómnibus. ¡No desperdicie este tiempo libre! Mientras está esperando el ómnibus, usted puede pensar en cómo mejor testificarles a otros de Cristo y practicar lo que ha pensado, usted puede hacer planes futuros, usted puede sacar cuentas acerca de su mayordomía financiera, etc. Es más, usted puede traer consigo algunos tratados evangélicos y allí mismo comenzar a distribuirlos aprovechando bien el tiempo mientras espera. Así usted aprovecha bien su tiempo libre y también el de otras personas que prácticamente no están haciendo más que esperar. Por otra parte, en ese mismo lugar usted puede tratar de enseñarles a las almas perdidas el camino de la salvación. Tome de su tiempo para conversar con las personas que, al igual que usted, están esperando su transportación. Inicie la conversación con algunas palabras de amistad y cortesía. Y si la persona muestra interés, entonces continúe en su misión de testificar acerca de la fe en Cristo Jesús.

B. Establezca un horario

El mayordomo sabio sabe que si desea utilizar bien el tiempo que Dios le da, él tiene que establecer un horario para que no termine desperdiciando las horas del día. El buen mayordomo sabe estimar el valor de cada actividad y así es como divide el tiempo disponible, repartiendo a cada actividad la cantidad de tiempo que le corresponda según su importancia.

Tal vez usted piensa que el tipo de trabajo que tiene le impide que tenga un horario, pues nunca puede planear lo que le sucederá más adelante. En realidad, hay trabajos donde no se hace fácil establecer y mantener un horario. Sin embargo, nosotros siempre podemos beneficiarnos al establecer un horario para las actividades fundamentales del día.

Como cristianos, nosotros reconocemos que Dios dispone cada momento de nuestras vidas. Pero esto no quiere decir que no debemos planear nuestras vidas conforme a lo que entendemos acerca de la voluntad de Dios. El Señor desea que nos esforcemos en aprovechar bien el tiempo (véase Efesios 5.16–17). Por supuesto, nosotros cumplimos con este mandamiento bíblico al establecernos un horario.

Con sólo observar y analizar el orden que hay en la naturaleza nos podemos dar cuenta que nuestro Dios es un Dios de orden. Dios le da un horario al tiempo. Nuestro Dios Todopoderoso ha establecido los días, los años, los siglos y hasta el fin del tiempo. El Señor tiene un horario para cada día de nuestra vida. Es nuestra responsabilidad cumplir con ese horario.

La realidad es que para cumplir con sus responsabilidades de manera adecuada entonces es necesario tener un horario. Al tener un horario uno puede enfrentar el día, teniendo una estrategia o plan y un medio por el cual hacer cumplir tal plan. ¡Póngase metas! Es sabio tener un horario, ya sea mental o escrito. No se preocupe por ello, aunque usted sepa por experiencia que las circunstancias del día fácilmente pueden cambiar su horario. Un horario interrumpido es mejor que un día desordenado.

1. Sea flexible

Al establecer su horario, recuerde las palabras “práctico” y “flexible”. Existen ocasiones donde lo que

parece impedir que usted logre su meta es algo que Dios está usando para darle una meta mucho mejor o una mejor manera de llegar a su meta. De manera que, si sucede que todo parece estar en contra de su horario, permita que Dios lo cambie; sea flexible. Siempre podemos estar seguros que el plan de Dios para nuestras vidas es el mejor.

Por supuesto, el mejor horario para usted es el que cumple con sus necesidades. Algunas personas trabajan mejor y son más eficientes cuando le ponen horario a casi cada hora de su día. A otros les ayuda mejor un horario más general. El tipo de trabajo que usted hace le ayudará a determinar qué tipo de horario necesita. Para algunos, el propio trabajo que tienen casi les provee todo el horario que necesitan. Otros tienen que esforzarse mucho para organizar su trabajo dentro de los parámetros del tiempo que disponen para hacerlo. Pero en todo caso, usted debe tener un horario para no desperdiciar el tiempo.

Ahora bien, ¿cuáles son algunas actividades fundamentales de su modo de vida a las que puede poner un horario para ser mejor mayordomo del tiempo que Dios le ha dado?

2. Póngale un horario a las actividades diarias

Aunque su trabajo sea de tal manera que le resulte imposible tener un horario detallado, aun así le será de mucho provecho tener un horario para algunas cosas. Por ejemplo, cuando se acerca la hora de la comida, si usted es mujer, prepare la cena de tal manera que esté lista para servir a la hora fijada. Y si es hombre, no siga trabajando cuando es hora de cenar, sino vaya y cene junto con su familia.

Otras actividades diarias a las que usted puede establecerles un horario son las horas de acostarse y de levantarse. En la medida de lo posible, toda familia debe tener una hora fija para acostarse y otra para levantarse. No es bueno ni saludable que la familia se levante cuando lo desee y sin tener un horario fijo.

¡Sea disciplinado! Establezca un horario para las actividades de su vida diaria y usted se sorprenderá al notar los resultados positivos: más trabajo realizado, más orden en su vida, menos frustración.

Además, al establecer un horario y cumplirlo, ¡usted verá que esto le ayudará a vencer la tentación de pecar en muchas áreas de la vida! ¿Cómo es eso? Sencillamente no le quedará tanto tiempo para pecar. El que peca siempre dedica una parte de su tiempo para pecar. Cuando no estamos cumpliendo con ningún horario,

entonces la tentación de pecar es mucho más fuerte. Por eso dice el refrán: “Las manos ociosas son las herramientas del diablo”. La Biblia dice que “los días son malos” (Efesios 5.16). Use su tiempo sabiamente y usted no tendrá tanto tiempo para pecar. Es una manera bíblica de evitar el pecado.

C. Aproveche su tiempo

Busque en los siguientes versículos de la Biblia para ver cuáles son algunas cosas que Dios condena en cuanto al mal uso del tiempo. Anote el pecado relacionado con el tiempo mal invertido que se menciona en cada cita bíblica:

1. Proverbios 19.15: ______________________________________________________

2. Proverbios 24.30–34: ___________________________________________________

4. Lucas 19.11–27: _______________________________________________________

5. 1 Timoteo 5.13: ________________________________________________________

6. ¿Cuál parece ser el principal pecado relacionado con el tiempo invertido según las citas bíblicas anteriores?

7. ¿Cómo este pecado conduce a otros abusos del tiempo?

8. Ezequiel 16.49: ____________________________________________________________

La Biblia ofrece muchas enseñanzas positivas acerca del uso del tiempo. Ella menciona muchas cosas de valor en las cuales podemos ocuparnos a diario. Si seguimos ocupados en estas cosas de valor, nosotros aprovechamos bien el tiempo para nuestro beneficio y la honra y la gloria de Dios. Busque los siguientes versículos y anote los buenos usos del tiempo que se mencionan en cada uno de ellos:

1. 1 Pedro 1.17 (una actitud): ____________________________________________________

2. Efesios 5.15–17 (un estilo de vida):

3. Romanos 13.11 (un pensamiento):

4. Lucas 2.49 (las prioridades de Jesús):

5. 1 Tesalonicenses 4.11 (un trabajo digno):

D. Su tiempo se acaba

Nuestra vida es muy breve. Losjóvenes tienden a pensar que tienen muchos años por delante. Pero entre más años tiene la persona, más rápido le parece que pasa el tiempo. Así que, vemos que la mayordomía del tiempo es importante a la luz de la extrema brevedad del mismo. De seguro que nadie entiende la brevedad de la vida mejor que esas personas que tienen setenta u ochenta años de edad.

Ya sea que seamos jóvenes o ancianos, es importante que tengamos presente acerca de la brevedad de nuestra vida física aquí en la tierra. Sin lugar a duda, la persona que vive con el pensamiento que en cualquier momento puede morir se hace mucho más propensa a aprovechar mejor su tiempo. Fue por esto que el salmista clamó: “Hazme saber, Jehová, mi fin, y cuánta sea la medida de mis días; sepa yo cuán frágil soy” (Salmo 39.4).

Lección 6

El buen uso de nuestros talentos

Introducción

Existe una gran diferencia cuando se trata de las habilidades de las personas. Algunas personas tienen muchas habilidades, mientras que otras tienen menos. La mayoría de las personas piensan que esta diferencia se debe al nivel de inteligencia que posee cada persona. Pero lo cierto es que nuestro CI (Cociente Intelectual) no nos da el nivel de nuestras habilidades, sino que es Dios quien lo hace de acuerdo a cómo él lo ha decidido.

Nosotros a menudo nos referimos a nuestras habilidades como “talentos”. La parábola en Mateo 25.14–30 nos enseña que todos tenemos talentos. Otros pasajes de la Biblia confirman que los talentos que tenemos son dádivas o regalos de Dios, y nosotros nada más somos mayordomos de los talentos que él nos da.

Al reconocer que Dios ha dado talentos especiales a cada persona, nosotros debemos quedarnos admirados de su amor y de cuánto se interesa por cada uno de nosotros. Yo pienso que este estudio es importante ya que aquí podemos darnos cuenta acerca de cuáles talentos nos da Dios y cuáles son las instrucciones que él nos ofrece acerca de cómo nosotros debemos usarlos.

Para leer y estudiar

1. Isaías reconoce que él no es capaz (Isaías 6).

2. Dios amonesta a Moisés por tener miedo (Éxodo 3.1–12; 4.10–17).

3. Lo que enseñó Jesús acerca de los talentos (Mateo 25.14–30).

4. Edificando para Dios (1 Corintios 3.9–23).

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Bosquejo de la lección

A. Todos hemos recibido talentos

B. Habilidades naturales

C. Habilidades especiales

D. Aprovechemos las oportunidades para usar nuestros talentos

E. Evitemos el desperdicio de nuestros talentos

F. Daremos cuenta de cómo usamos nuestros talentos

G. Nuestro Señor nos recompensará

A. Todos hemos recibido talentos

En la parábola de los talentos, Jesús nos enseña acerca de la mayordomía de los talentos (véase Mateo 25.14–30): Un señor tenía tres siervos: el primero tenía muchas habilidades; el segundo, menos; el tercero, muy pocas. El señor le dio dinero a cada uno de sus siervos, conforme a las habilidades de cada uno. El primero recibió cinco talentos; el segundo, dos; y el tercero, sólo uno. Después, el señor salió de viaje. Él esperaba que su dinero aumentara mientras estuvo de viaje. Los tres siervos sabían que tendrían que dar cuenta de su mayordomía. Dos de ellos usaron bien sus talentos, pero uno enterró su talento en la tierra. Al regresar el señor, los dos que invirtieron sus talentos dieron cuenta de su mayordomía con mucha alegría.

Ambos le trajeron a su señor la ganancia y los talentos que él les había dado. El perezoso sólo le trajo al señor lo que le había dado. Además, él acusó a su señor de ser un hombre duro y vividor. Este mayordomo se sintió ofendido que su señor recibiera provecho del trabajo de otros. Los siervos fieles recibieron una gran recompensa. El perezoso recibió un fuerte castigo.

Nosotros somos siervos de Dios. Dios nos ha dado talentos según nuestras habilidades. Si rehusamos usar el talento que Dios nos ha dado, dejando de hacer algún trabajo que Dios nos ha encomendado, somos como el siervo perezoso. Si empleamos las habilidades que Dios nos da para lograr fama y riquezas mundanas, entonces eso sería igual que enterrar nuestro talento, pues sólo traería beneficios terrenales y no produciría ningún beneficio celestial. La calidad de nuestra mayordomía depende de cómo usamos las habilidades y talentos que Dios nos da.

B. Habilidades naturales

Todos tenemos habilidades naturales. Las habilidades innatas que tenemos son el resultado de la combinación de los genes que Dios nos ha dado. Sin embargo, el ambiente y la preparación académica influyen drásticamente en las habilidades naturales de la persona.

A veces las habilidades naturales originales de una persona apenas se notan después que las condiciones externas hayan influido en ellas. Por ejemplo, hay personas que cuando eran jóvenes tenían un talento muy hermoso a la hora de ayudar a otros sin interés. Pero después de ingresar a su carrera profesional dejaron ese talento y ahora sólo ayudan a las personas cuando tal ayuda implica beneficios económicos o sociales para ellos mismos. La buena mayordomía de nuestros talentos naturales requiere que nosotros controlemos las influencias externas que afectan nuestras habilidades naturales.

C. Habilidades especiales

Dios a veces nos da habilidades especiales que superan a las que tenemos de forma natural. Él nos las da para que las usemos a la hora de cumplir con alguna responsabilidad o trabajo específico. Podemos leer acerca de un ejemplo de lo que aparece aquí al meditar en Éxodo 4.10–12:

Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua. Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová? Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.

Nosotros, al igual que Moisés, a veces nos sentimos muy incapaces para hacer la obra que Dios desea que hagamos. Pero sabemos que a quien Dios llama, él también capacita, dándole las habilidades y talentos especiales que necesita para hacer la obra especial a la que le está llamando.

A estas habilidades y talentos especiales muchas veces les llamamos dones del Espíritu Santo. La Biblia dice:

Porque a éste es dada por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; a otro, fe por el mismo Espíritu; y a otro, dones de sanidades por el mismo Espíritu. A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas (1 Corintios 12.8–10).

Los dones del Espíritu Santo son dados de forma sobrenatural. Estos dones bendicen a la congregación en la que los mismos se manifiestan para ayudar en la extensión del evangelio. Todavía hay muchos “hombres sin letras y del vulgo”, al igual que Pedro y Juan, que asombran a muchos con sus habilidades en las cosas del reino de Dios. Aunque las mismas no son habilidades naturales, sino habilidades y talentos especiales dados por el Espíritu Santo.

D. Aprovechemos las oportunidades para usar nuestros talentos

Ya el Señor no está con nosotros de forma física.Y muchos de nosotros nos preguntamos acerca de cómo invertir nuestros talentos. Quizá hasta sentimos la tentación de enterrarlos, al igual que lo hizo el siervo inútil y perezoso en la parábola de Jesús. Pero no vamos a ceder ante esta tentación porque nosotros somos de los que buscamos usar los talentos que nos han sido encomendados para hacer ganancias para el Señor.

Dios nos rodea con muchas oportunidades para que usemos nuestros talentos para su gloria y su honra. A nosotros nos corresponde aprovechar estas oportunidades al hacer un buen uso de nuestros talentos para traer mayores ganancias al Señor quien nos los entregó.

Para poder utilizar bien nuestros talentos, nosotros tenemos que ser capaces de discernir la voluntad de Dios. Esto lo podemos lograr al acercarnos a él así como también al escuchar la voz del Espíritu Santo, seguir las instrucciones de la Biblia y pedirles consejos a los hermanos. Dios se satisface al mostrarnos dónde y cómo usar nuestros talentos para que rindan mucha ganancia. Sin embargo, nosotros tenemos que evitar acciones o palabras que sabemos que estorban nuestra visión espiritual. Nos es necesario despojarnos de todo deseo egoísta para que estemos completamente bajo la dirección del Espíritu Santo. Entonces así estaremos listos para usar los talentos para la gloria de Dios y para el beneficio de los demás.

Por favor, abra sus ojos y vea todas las oportunidades que tiene delante de usted para usar sus talentos. Por ejemplo, hay corazones heridos que necesitan sanidad emocional, hay almas pecadoras que hay que llevar a Cristo, hay niños huérfanos que cuidar, hay cristianos desanimados que fortalecer y hay jóvenes confundidos que aconsejar. Si Dios le ha bendecido a usted con la habilidad de simpatizar o con el talento de hacer volver a los descarriados, ¡manos a la obra! Ejerza sus talentos para la gloria de Dios.

Por otra parte, los talentos que se relacionan con los trabajos materiales diarios también pueden invertirse para la gloria Dios. Nuestro testimonio puede brillar para Dios en la comunidad donde vivimos si en cada trabajo que hacemos siempre andamos con honradez e integridad.

Ahora bien, la inversión de nuestros talentos para la gloria de Dios no consiste en buscar frenética o desesperadamente alguna oportunidad para hacer lucir nuestras habilidades. Más bien, consiste en caminar fielmente en la vida diaria, dirigidos por Dios y su palabra. Esto quiere decir que vamos a saber andar libres de cualquier orgullo o deseo egoísta.

E. Evitemos el desperdicio de nuestros talentos

En esta sección vamos a tomar por sentado que usted es seguidor de Cristo y que por consiguiente no está desperdiciando los talentos que el Señor le ha dado. Uno desperdicia los talentos que el Señor le ha dado al involucrarse en las cosas o los trabajos que implican pecado. Para el cristiano, algunas de las tentaciones más comunes que hacen desperdiciar sus talentos incluyen el gran desperdicio de los talentos que se invierten hoy en la falsificación de los dones espirituales y el mal uso de los talentos al esforzarse por acumular riquezas terrenales.

A fin de evitar este desperdicio tenemos que invertir nuestros talentos donde Dios pueda bendecirlos. Sería una lástima invertirlos de forma incorrecta, pues al fin saldríamos perdiendo. La Biblia lo expone de esta forma:

Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego (1 Corintios 3.11–15).

Amigo cristiano, no desperdiciemos nuestros talentos obrando en edificaciones falsas de madera, de heno o de hojarasca. Desarrollemos nuestros talentos de tal modo que produzcan un fruto duradero y eterno.

La realidad es que sería muy triste ver convertirse en humo todo el trabajo que hicimos en la vida, aun si fuésemos salvos.

Ahora vamos a meditar un poco en cuanto al gran desperdicio de talentos que está teniendo lugar hoy en las congregaciones donde predominan los falsos dones espirituales y la “adoración” barata, bulliciosa y mundana. Se está desperdiciando un montón de talento musical al convertir la música en un negocio y en un mero entretenimiento religioso. Mucho dinero y talentos se están desperdiciando en las campañas de sanidad donde los evangelistas impostores y ambiciosos engañan a miles de personas ingenuas. Muchas congregaciones llenas de personas carecientes de una victoria espiritual personal en sus vidas están esforzándose más y más por obtener algún don o talento carismático. Pero el desperdicio y la destrucción espiritual siempre acompañan a estos esfuerzos ya que estas personas buscan la manera de obtener los dones sin tener que arrepentirse del todo de los pecados que ellos secretamente aman y practican.

Se ha demostrado que muchas instituciones de preparación académica y religiosa, tales como las universidades y los seminarios teológicos, en muchos casos lo que han hecho es echar a perder los talentos de las personas en lugar de desarrollarlos para la gloria de Dios. La gran mayoría de estas instituciones se

enfocan en enseñarles a sus estudiantes cómo hacer uso de sus talentos para buscar la fama, el prestigio y las riquezas materiales. Se conoce que el verdadero motivo de muchos de los estudiantes que asisten a estas instituciones es aprender a cómo aprovechar sus talentos para beneficiarse ellos mismos y para satisfacer sus ambiciones personales en lugar de aprender a cómo negarse a sí mismos y servir a Dios desinteresadamente.

Es necesario que aprendamos a evitar toda clase de desperdicio y falsificación de los talentos que Dios nos ha dado para convertirnos en mayordomos fieles y fervientes, administrando nuestros talentos para la gloria de Dios y el beneficio de los demás.

F. Daremos cuenta de cómo usamos nuestros talentos

Nosotros sabemos que Dios es el que nos ha dado los talentos que tenemos. Y él nos pedirá cuentas de cómo los usamos. Los talentos que tenemos son inversiones especiales de Dios en nosotros. Él nos da los talentos específicos que concuerdan con el plan específico que él tiene para nuestras vidas. Ya que servimos a Dios por amor y de forma voluntaria, no vamos a pensar que rendirle cuentas se convierta en una carga para nosotros. Es justo que Dios, a cambio de su interés especial y personal en nuestras vidas, pida que le rindamos cuentas de cómo usamos los talentos que él nos da.

G. Nuestro Señor nos recompensará

En la parábola de Jesús, el siervo perezoso sólo se fijó en la severidad de Dios con los infieles. Este siervo infiel no se fijó en las abundantes recompensas que Dios les da a los mayordomos fieles.

En cambio, los dos siervos fieles que habían multiplicado los talentos que su señor les encomendó pudieron escuchar las benditas palabras: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25.21). El gozo de nuestro Señor vale mucho más que los dos o cinco talentos extras que él nos da al esforzarnos en su obra. Nuestro Señor es muy tierno y compasivo con los mayordomos fieles y él continúa derramando sus bendiciones sin medida sobre sus vidas.

Por otro lado, los requisitos de nuestro Señor para con los talentos que él nos da son razonables y sus galardones son seguros. Permitamos que el Señor nos muestre la mejor manera de invertir los talentos que él nos da.

Lección 7

Somos embajadores de Cristo y mayordomos del evangelio

Introducción

“Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5.20).

El cristiano, mayordomo del evangelio, es también un embajador de Cristo en la tierra. El puesto de embajador es el puesto más importante que puede desempeñar un oficial gubernamental estando en tierra extranjera. Dios tenía un propósito especial al calificarnos de embajadores de su reino. Notemos algunos de los propósitos de Dios con respecto a esto:

.                      • El embajador siempre es extranjero en el lugar donde desempeña su oficio porque uno no puede desempeñar la posición de embajador estando en su propio país. Nosotros como embajadores del reino de Dios estamos trabajando en el extranjero porque el cielo es nuestra verdadera patria.

.                      • Un embajador no es una persona que promueve su agenda personal. El embajador sirve al representar y declarar los sentimientos, los intereses y las políticas del gobierno que lo envió. Los embajadores de Dios deben renunciar a su identidad personal al entregarse de llenos a la tarea de representar fielmente al reino donde está su ciudadanía.

.                      • Los embajadores son personas que se entregan a la causa de cumplir con su cargo en la mejor manera posible. Pero son seres imperfectos por ser humanos. Nosotros como cristianos también somos seres imperfectos. Dios pudiera haber dado al mundo una representación más perfecta de su reino al enviar a los ángeles a la tierra a predicar el mensaje de la salvación. En lugar de eso, él escogió usarnos a nosotros los humanos imperfectos para que de esa manera el mundo supiese que sí es posible vivir en la voluntad de Dios. A cada cristiano se le ha confiado el evangelio para que represente ante el mundo a la patria celestial. Cada cristiano es un embajador del Rey, Cristo.

Descubramos por medio de esta lección la magnitud de esta obra de embajador y cómo podemos cumplirla mejor como fieles mayordomos del evangelio.

Para leer y estudiar

1. Perdiendo la vida por causa de Cristo y del evangelio (Marcos 8.34–38).

2. Donde Dios guía, él provee (Mateo 10).

3. Las recompensas de llevar el evangelio a todas partes (Daniel 12.3; Marcos 10.28–31).

 Bosquejo de la lección

A. Somos embajadores con una misión específica

B. Nuestras responsabilidades como mayordomos del evangelio

C. ¿Cómo podemos ser embajadores eficaces?

D. Conclusión

***

A. Somos embajadores con una misión específica

Dios nos ha nombrado como sus embajadores; somos encargados de promulgar su reino. Tenemos la misión divina de enseñarles a otros acerca de la salvación y de proclamar la palabra de Dios a todas las naciones. Para ello, Dios ha invertido algo de mucho valor en nuestras vidas. Dios ofreció a su Hijo Jesucristo para darnos la salvación de forma gratuita. Al igual que cualquier otra inversión o talento que Dios nos ha dado, él espera que administremos fielmente la salvación. Nosotros podemos compartirla, guardarla para nosotros mismos, usarla egoístamente, abusar de ella y hasta arruinarla con nuestros malos testimonios. La realidad es que cada uno de nosotros es responsable de administrar bien el don de la salvación.

Además, Dios nos ha confiado su palabra. La Biblia es el libro más vendido del mundo. No es extraño que millones de personas inconversas tengan una o más copias de las sagradas escrituras. Pero son los cristianos (las personas que verdaderamente creen en Cristo y le obedecen en todo aspecto de sus vidas) los que son los verdaderos guardianes y mayordomos de la Biblia. Es cierto que hombres mundanos e inconversos pueden publicar la Biblia, pero la verdadera interpretación y la aplicación personal de su mensaje les pertenecen a los hijos de Dios, porque solamente ellos tienen al Espíritu Santo. El Consolador, el Espíritu Santo de la verdad, ha sido quien inspiró lo que encontramos en la Biblia y él es quien enseña su verdad.

B. Nuestras responsabilidades como mayordomos del evangelio

1. Aplicarla a nuestra propia vida primeramente

La Biblia dice: “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren” (1 Timoteo 4.16).

Charles Wesley, el famoso compositor de himnos cristianos, escribió:

Yo tengo que guardar Un alma inmortal Y prepararla para entrar Al reino celestial.

Constituye una realidad que no se puede evadir el hecho que es necesario asegurar nuestra propia salvación primeramente si es que vamos a poder ser mayordomos eficaces del evangelio.

Cada cristiano, sin importar cuan maduro sea, siempre tiene que mantenerse lejos del pecado. Esto quiere decir que él tiene que estar listo en todo momento para hacer cualquier sacrificio personal con tal de mantener su propia integridad para que el precioso mensaje que él lleva no quede en ridículo a causa de su vida infiel. Resulta ser algo muy destructivo tener un testimonio entre los incrédulos de poseer un carácter manchado por el pecado mientras se profesa ser un misionero cristiano. Cuando David pecó, Dios le dijo: “Por cuanto con este asunto hiciste blasfemar a los enemigos de Jehová…” (2 Samuel 12.14).

2. Ir con el mensaje

Cristo dijo: “Id” (Mateo 28.19). El evangelio debe llegar a todas las naciones. Los cristianos deben sentir una urgencia de llevar el mensaje de la salvación a cualquier comunidad donde no exista una iglesia bíblica y donde no se predica el evangelio. Este sentido de urgencia debe producir convicción en nosotros y también un deseo profundo de ponernos a obrar en la extensión del reino de Dios en la tierra. ¡A trabajar en la viña del Señor!

La Biblia enseña que debemos siempre estar prestos para dar testimonio acerca de nuestra fe en Cristo (véase 1 Pedro 3.15–16). Por supuesto, nosotros debemos compartir el mensaje de salvación con las personas en nuestras propias comunidades. Cristo dijo “Id”. Esto incluye ir primero a nuestros vecinos cercanos. Dios promete muchas bendiciones para todo aquel que sale en busca de las almas que andan enredadas en el pecado (véase Santiago 5.19–20). La Biblia misma nos ofrece ejemplos maravillosos del celo misionero y de la visión de lo que significa alcanzar almas para Cristo (véase Romanos 9.1–3; Mateo 23.37). Sigamos estos ejemplos.

3. Enseñar toda la verdad

Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén (Mateo 28.19–20).

La tarea de ir y predicar el evangelio puede ser una tarea algo difícil de cumplir. Sin embargo, la realidad es que hacer discípulos, enseñándoles a practicar todas las cosas que Jesús nos enseñó, es una tarea mucho más complicada que tan sólo presentar el evangelio del Señor. De hecho, sería imposible si no fuera por la promesa de Jesús: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

Cristo dijo que nosotros debemos enseñarles a las naciones todo lo que él nos enseñó. Esto incluye el amor hacia los enemigos, la consagración a Dios en todo aspecto de la vida, el juicio venidero, la abnegación y todo lo demás que Jesús nos enseñó.

Los buenos mayordomos del evangelio promueven un programa completo de enseñanza doctrinal en sus congregaciones. Ellos siguen y obedecen al Señor de la forma que lo describe la Biblia. Un programa eficaz de adoctrinamiento en las doctrinas del Señor da un buen fruto para tener un grupo de jóvenes fuertes espiritualmente, un grupo de adultos estables y un grupo de ancianos firmes en la fe, dando ejemplos a los demás de cómo vivir la vida cristiana.

Es espantoso llegar a conocer que existen muchas congregaciones donde no se les anuncia “todo el consejo de Dios” (véase Hechos 20.27). Los miembros de estas congregaciones organizan grandes campañas de evangelización, pero no les enseñan a los nuevos creyentes acerca de la importancia de seguir las enseñanzas de Cristo en su vida diaria. Existen muchos líderes cristianos que tendrán que dar cuenta por ese gran fracaso.

C. ¿Cómo podemos ser embajadores eficaces?

En el mundo de hoy existe una gran cantidad de falsos embajadores de Cristo. Las personas inconversas llegan a una conclusión falsa acerca de cómo es la vida en el reino de Dios a causa de la vida mundana e hipócrita que viven algunos de los que profesan ser cristianos. Además, muchos de los que están solicitando la ciudadanía celestial están siendo engañados acerca de los requisitos de Dios para obtener la ciudadanía en su reino.

Es necesario que cada uno de nosotros sepamos examinarnos a nosotros mismos para ver cómo podemos evitar ser embajadores falsos, y cómo podemos ser embajadores aprobados por Dios.

1. Tenemos que testificar

Si hay algo que los cristianos deben acostumbrarse a hacer es dar testimonio de Cristo. Sólo quienes viven vidas santas pueden dar un testimonio realmente poderoso y eficaz para Cristo. Un “testigo” que no vive una vida santa es nada más un metal que resuena o un platillo que hace ruido.

Para poder testificar eficazmente es necesario vivir una vida santa. Además, usted debe hablar acerca de Cristo. Usted no tiene que ser un experto en este asunto de hablar acerca de Cristo. Lo único que necesita tener es sentir una carga por el bienestar eterno de los perdidos, sentir la necesidad de hablarles acerca de

Cristo y buscar oportunidades para hacerlo. Mientras va adquiriendo más experiencia, usted va a aprender cómo usar las oportunidades que se le presentan para comenzar una conversación con cualquier persona acerca de las cosas de Dios. El Espíritu Santo le guiará a las almas que están buscando la verdad y le ayudará a señalarles al Salvador.

2. Tenemos que extender la iglesia del Señor

Es una gran verdad y un mandamiento de Dios que, para la salud espiritual del pueblo de Dios y para el bien de otras partes de la tierra, las congregaciones bíblicas deben hacer lo posible por comenzar nuevas congregaciones en otros lugares y que no se contenten con sólo agrandar a su propia membresía. La mayordomía fiel del evangelio requiere que extendamos el reino de Dios y que sigamos estableciendo nuevas iglesias en otras partes de la tierra. Jesús dijo que el evangelio es para todas las naciones. La gran comisión no se cumplirá a menos que los cristianos estén listos para dejar sus casas y salir a otros lugares, llevando el mensaje de la salvación en Cristo Jesús.

3. Tenemos que tomar en cuenta las diferencias culturales

Dios les hace un llamado a algunos de nosotros para evangelizar a las personas de otras comunidades y países. Por lo general, las personas en esos lugares tienen prácticas culturales diferentes a las nuestras. Al presentarles el evangelio, nosotros tenemos que tomar en cuenta esas diferencias culturales. Los principios básicos de la Biblia no cambian y se aplican en todo lugar, pero las aplicaciones de los mismos sí cambian según la cultura. Por ejemplo, el principio bíblico de la modestia requiere que los creyentes en todas las culturas se vistan modestamente y de una manera no provocativa ni mucho menos mundana. Sin embargo, nosotros debemos tener presente que la ropa modesta que usamos como creyentes en nuestra cultura latina no es la única ropa modesta que existe. Si viajamos a la India para establecer una iglesia en ese país, nosotros tenemos que permitir que los hermanos de esa tierra nos enseñen cómo es la ropa característica de ese lugar que cumple con el requisito bíblico de la modestia.

Nuestra manera de ser y nuestras costumbres latinas pueden resultar ofensivas a las personas en otras culturas. Como “embajadores de Cristo” se hace necesario que al evangelizar a las personas en otras culturas, nosotros adoptemos la postura de Pablo quien dijo: “A todos me he hecho de todo, para que de todos modos salve a algunos” (1 Corintios 9.22). A Pablo no le interesaba en lo absoluto propagar la cultura judía. Si no nos hacemos “de todo” a todos los hombres entonces podemos ser culpables de propagar nuestra cultura, ofendiendo indebidamente a las personas. No obstante, en lo que se relaciona con asuntos del bien y del mal, nosotros tenemos que siempre conducirnos por los principios bíblicos, ya sea que se acepten como parte de la cultura de un país o no.

En Filipenses 2 se nos dice que debemos seguir el ejemplo de Cristo. El Señor dejó la gloria del cielo para sujetarse a la experiencia humana, caminó entre la humanidad, vivió sujeto a las tensiones y las congojas de los humanos y demostró que sí se puede vivir en la voluntad del Padre Celestial. Jesús se identificó con los más humildes de entre los hombres. Esto lo hizo a fin de poder salvar a la humanidad. Igualmente, nosotros debemos tener una actitud humilde y servir a la gente que estamos tratando de evangelizar si deseamos que ellos acepten al Salvador. La Biblia nos dice que no debemos ser “altivos, sino asociándoos con los humildes” (Romanos 12.16).

D. Conclusión

Ya hemos tocado los temas acerca de ser embajadores de Cristo y mayordomos fieles del evangelio. ¿Qué tipo de embajador es usted para Cristo? ¿Es usted un embajador indiferente, no haciendo mucho y

escondiéndose en medio de una congregación grande? ¿Acaso está usted buscando cómo representar fielmente al reino de Dios en su comunidad y cómo promover que todos conozcan a su Rey, Cristo?

¿Está usted viviendo el evangelio? ¿Es un discípulo fiel de Cristo, practicando todo lo que manda el Nuevo Testamento? Sólo así usted puede presentar el evangelio al mundo como un embajador fiel de Cristo.

Nosotros tendremos que dar cuenta por nuestra mayordomía del evangelio. Pablo escribió: “¡Ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9.16). Jesús dijo que aquéllos que, como el hijo perezoso y engañador, dicen que van a hacer la obra de Dios y no la hacen no entrarán en el reino de Dios (véase Mateo 21.28–31).

Los embajadores y mayordomos que tuercen las sagradas escrituras, valiéndose de su mensaje para desarrollar sus propios intereses egoístas, se condenan a sí mismos (véase 2 Pedro 3.16). Ser mayordomo del evangelio es un privilegio sagrado. Si manejamos mal el mensaje del evangelio del Señor entonces incurrimos en la ira del Dios omnipotente. Que Dios nos ayude a ser embajadores fieles y leales, llevando el mensaje de la salvación a este mundo perdido para que muchos sean salvos antes que sea demasiado tarde.

Lección 8

La puesta en práctica de la mayordomía fiel

Introducción

La meta de este curso sobre la mayordomía cristiana ha sido para ayudarle a entender los conceptos bíblicos de la mayordomía y para mostrarle ejemplos de cómo aplicarlos en su vida diaria. En las lecciones anteriores nos enfocamos en los conceptos acerca de la mayordomía. En esta lección nos enfocaremos más en la aplicación de estos conceptos en la vida diaria.

La Biblia nos ofrece muchas instrucciones bastante prácticas que se aplican a nuestras vidas diarias. Lo que nos corresponde a nosotros es estudiar la Biblia con un corazón sincero y tomar las medidas necesarias para poner por obra sus instrucciones. Es nuestro deseo que estas lecciones le inspiren para que realmente viva la mayordomía cristiana.

Para leer y estudiar

1. ¡Tenemos que tener valores celestiales! (Colosenses 3.1–10).

2. Sirviendo a Cristo (Mateo 25.31–46).

3. La recompensa del mayordomo fiel (1 Pedro 1.3–5; Apocalipsis 21.1–7).

Bosquejo de la lección

A. De la norma a la práctica

B. Los valores del mayordomo

C. La vida eterna

***

A. De la norma a la práctica

Los hombres de principios son aquellos que dirigen sus vidas por las normas que Dios nos ofrece en la Biblia. Ante cualquier situación en su vida, ellos actúan conforme a estas normas. Las normas bíblicas por las que viven les sostienen en tiempos de crisis espiritual o moral. Dios quiere que todos sus hijos sean personas que se dirijan por los principios bíblicos, no sea que sean “llevados por doquiera de todo viento de doctrina” (Efesios 4.14).

Al enfrentar decisiones económicas y al tratar de ser buenos mayordomos para Dios, nosotros debemos sacar nuestra Biblia y buscar allí los principios y las normas que se relacionan con las decisiones que tenemos que tomar. Es nuestra responsabilidad y obligación vivir conforme a esos principios bíblicos. El apóstol Santiago enfatiza este punto cuando escribe: “Al que sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado”(Santiago 4.17). Cuando encontramos o se nos enseña un principio bíblico, nosotros somos responsables ante Dios de aplicarlo a nuestras vidas.

 

 

 

 

 

 

B. Los valores del mayordomo

Para el que es materialista las cosas que posee son su dios. Este tipo de persona no sabe nada acerca de los valores y de las metas del mayordomo fiel que reconoce que sus posesiones nada más son un encargo de parte Dios, el verdadero dueño de todo y de todos. Incluso entre muchos que se hacen llamar “cristianos” abundan los conceptos erróneos acerca de la relación del cristiano con su Dios, con su prójimo y con sus posesiones. Veamos cómo Dios desea que nos relacionemos con él:

1. El mayordomo y su Dios

Dios es el dueño y Creador de todo. Esto nos incluye a nosotros mismos y a todas las cosas que él ha puesto a nuestro cuidado. El mayordomo fiel reconoce esta gran verdad y, por consiguiente, maneja su vida y sus posesiones de una mejor manera que el inconverso, ya que desea agradar a Dios.

Dios siempre nos ve. Nuestro Dios omnipresente sabe cuánto dinero gastamos en comidas innecesarias y cuánto pagamos por algunos “lujos” de la vida. El Dios omnisciente que nos creó conoce cuánto echamos en la ofrenda y cuánto le damos a un vecino que sufre alguna necesidad. Además, él observa cómo usamos nuestro tiempo. El mayordomo fiel está conciente de todo esto y vive de acuerdo a este conocimiento.

Dios conoce nuestra actitud hacia lo material. El Señor sabe cuánta importancia les damos a nuestras posesiones materiales, cuánta importancia les damos a las cosas eternas, cuánto nos importa nuestra propia familia y hasta si nos preocupamos por nuestros hermanos en la fe. El mayordomo fiel sabe que Dios ve las actitudes de su corazón. Esto le ayuda a relacionarse correctamente con su Dios.

Es importante que todos aprendamos a reconocer que los verdaderos mayordomos de Dios tienen una relación íntima con él. Para ellos, Dios es más que un juez que vigila cada detalle de sus vidas. Ellos se dan cuenta que él también es amoroso, compasivo, sabio, justo y fiel.

2. El mayordomo y su prójimo

Por lo general, si todos nosotros estamos concientes que sólo somos mayordomos de Dios y no los mismos dueños entonces esto fomenta y fortalece las relaciones interpersonales con el prójimo. Por ejemplo, el mayordomo que reconoce que es responsable de usar bien el tiempo tiende a invertir más tiempo en otros y para otros, dedicando menos tiempo en sus propios intereses.

El mayordomo que reconoce que es responsable de usar bien el dinero sabe que no se trata de su propio dinero. Por eso, él da con más liberalidad cuando se presenta alguna necesidad.

La persona que reconoce que todo es de Dios está más dispuesta a pagar por las cosas de otros que haya dañado. También, por esto mismo, será más propensa a devolver en buenas condiciones las cosas que haya tomado prestadas.

3. El mayordomo y sus posesiones

En el mundo se le da mucha reverencia a las posesiones de las personas. Las cosas materiales tocan las emociones de la gente mundana. En algunos las cosas materiales producen lágrimas y en otros enojo, codicia, envidia, celos, odio y hasta deseos homicidas. Existen muchos hombres y mujeres que sacrifican la salud e incluso sus propias vidas para obtener las tan veneradas posesiones materiales.

En cambio, para el mayordomo cristiano las cosas materiales nada más le son un medio para llegar a un fin deseado. Esto significa que las posesiones materiales no son el fin buscado. El fin que los mayordomos cristianos buscan es que Dios reciba la gloria por medio de sus vidas y de sus posesiones.

Los mayordomos cristianos administran bien sus cosas, no porque las veneran, sino porque las ven como un encargo que Dios les ha asignado. El mayordomo fiel busca superar y hasta duplicar los talentos que sólo Dios le ha dado. Si Dios dispone que sufra pérdida y reveses económicos, entonces asume la actitud de Job, cuando él dijo: “Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” (Job 1.21).

C. La vida eterna

Como mayordomos fieles, nosotros esperamos el regreso de nuestro Señor Jesucristo cuando con mucha alegría daremos cuenta de nuestra mayordomía. Con gusto asumimos nuestra responsabilidad como mayordomos fieles, porque sabemos que los esfuerzos que hemos hecho por administrarlos para la gloria de Dios serán recompensados ampliamente cuando oigamos las palabras de Dios para todo mayordomo fiel: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor” (Mateo 25.23). ¡La vida eterna con Cristo será la mayor recompensa para un mayordomo fiel!

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