Una injusticia convertida en salvación

Hechos de los Apóstoles 16:19–26

19 Pero viendo sus amos que había salido la esperanza de su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas, y los trajeron al foro, ante las autoridades; 20 y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, 21 y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos. 22 Y se agolpó el pueblo contra ellos; y los magistrados, rasgándoles las ropas, ordenaron azotarles con varas. 23 Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. 24 El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.

25 Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. 26 Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.”

Introducción

En el segundo viaje misionero, Pablo es guiado por el Espíritu Santo a Macedonia, una región que aun no había sido predicado el evangelio y la entrada a Europa. Hechos 16:9 “Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos.”

La primer ciudad visitada fue Filipo, ahí se convirtió Lidia quien abrió su casa para la predicación del evangelio.

Pablo estaba plenamente convencido de que su llamado era predicar el evangelio, por lo que las dificultades, aflicciones e injusticias que sufriera no lo detendrían de su llamado y vocación. 1 Corintios 9:16 “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!”

Aunque Pablo y Silas habían logrado levantar una congregación en Filipo, sus miembros eran extranjeros, no habían podido acceder a los locales.

Satanás no estaba contento con la obra misionera de Pablo y Silas, por lo que preparó una trampa para estorbarlo.

Posesión demoníaca

Hechos 16:16-17 “Aconteció que mientras íbamos a la oración, nos salió al encuentro una muchacha que tenía espíritu de adivinación, la cual daba gran ganancia a sus amos, adivinando. 17 Esta, siguiendo a Pablo y a nosotros, daba voces, diciendo: Estos hombres son siervos del Dios Altísimo, quienes os anuncian el camino de salvación.”

Una muchacha poseída por un demonio de adivinación anunciaba que Pablo y Silas predicaban el camino de salvación.

Satanás procuraba que la hechicería se identificara con la predicación del evangelio, quería confundir a los apóstoles y a la gente para que confundieran la adivinación con el evangelio.

Pero Pablo no estaba dispuesto a contaminar el evangelio con la hechicería, teniendo el discernimiento del Espíritu Santo entendió las maquinaciones de Satanás y con autoridad reprende al demonio.

Esto causó enojo a los amos (influenciados por Satanás).

Acusa a Pablo y Silas de sedición. Hechos 16:20-21 “y presentándolos a los magistrados, dijeron: Estos hombres, siendo judíos, alborotan nuestra ciudad, y enseñan costumbres que no nos es lícito recibir ni hacer, pues somos romanos.”

Pablo y Silas no enseñaban a rebelarse contra el gobierno romano, al contrario, sus enseñanzas incluían someterse a la autoridad. Romanos 13:1 “Sométase toda persona a las autoridades superiores; porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas.”

Los magistrados de la ciudad cometen injusticia de condenarlos sin investigar, queriendo congraciarse con el pueblo, rompen las vestiduras de los apóstoles y los golpean mucho con vara. Hechos 16:23 “Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad.”

La cárcel

Pablo y Silas sufrieron esta humillación sin reclamar, podían haberse identificado con ciudadanos romanos, pero no lo hicieron, pues sabían que Dios tenía un propósito para esta injusticia. Sufrieron con paciencia la injusticia como siervos de Cristo y no se quejaron como los impíos.

Son llevados a la cárcel y los colocan en la celda más profunda, donde hay mucha obscuridad, humedad, mal olor y roedores.

Sus pies son colocados en cepos, sus manos y cuello encadenados, esta posición era sumamente incomoda y dolorosa, más aún si quería recostar su lastimada espalda en la pared.

En lugar de quejarse alabaron a Dios.

Hechos 16:25 “Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.”

Porque en sus corazones ardía un fuego mucho más poderoso que el dolor, la vergüenza, humillación o indignación. El fuego del Espíritu Santo que les impulsaba a dar testimonio a los presos. Gálatas 2:20 “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”

Este testimonio ministró a los presos que los oían y al mismo carcelero.

La Salvación

Hechos 16:26 “Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.”

Pablo y Silas oraban y cantaban porque no podían dormir del dolor y la incomodidad, de repente vino un fuerte terremoto que abrió las puertas de la cárcel y soltó las cadenas de todos. Esto fue obra de Dios.

El carcelero se iba a suicidar porque asumió que los presos escaparon, pero Pablo se lo impidió.

Entonces los ojos espirituales del carcelero fueron abierto: Hechos 16:30 “y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?”

El terremoto no es lo glorioso de este pasaje, sino la salvación del carcelero y su familia. Hechos 16:31 “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.”

El propósito de toda esta injusticia y dolor de Pablo y Silas fue la conversión de esta familia. Romanos 8:28 dice que los que aman a Dios todas las cosas les ayudan para bien, pero no siempre es para beneficio personal, sino para beneficio de la obra de Dios, para la salvación de las almas.

Conclusión

Aquel carcelero frío, duro e indiferente al dolor y sufrimiento humano, ahora con un corazón transformado sanó las heridas de Pablo y Silas, los trajo a su mesa y fue bautizado con toda su familia.

La iglesia de Filipo llegó a ser una de las iglesias más queridas por Pablo, quienes siempre lo apoyaban financieramente.

Los sufrimiento e injusticias que padecemos, Dios puede convertirlas en bendición y victoria, no solamente para nosotros sino para los que nos rodean.

El propósito de principal de Dios, es que sea glorificado a través de tu sufrimiento, como una semilla que dará fruto de salvación y victoria.

Por tanto, aún en el dolor y la aflicción alabemos a Dios.