LA IMPORTANCIA DEL CULTO FAMILIAR
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I. LA FAMILIA EN LA BIBLIA
La sociedad judía hunde sus raíces en la cultura nómada cuya columna vertebral es la familia. Pero no la familia entendida en sentido moderno, sino en un sentido amplio que incluye no sólo a los miembros directos de la misma -abuelos, padres, hijos-, sino también a tíos, primos e incluso a los esclavos y a los huéspedes mientras permanezcan acogidos en la casa familiar. El eje en torno al cual gira toda la familia es el “padre de familia”; él es quien juzga los conflictos internos, realiza el culto, conoce los lugares de pastos, las rutas de trashumancia, los pozos… La familia es el agente principal de socialización, de educación, de cuidado y protección social. En cuanto tal, el AT defiende su estabilidad como sostén de los bienes que reporta a sus miembros y como metáfora del ideal en las relaciones dentro del pueblo de Israel, que se concibe asimismo como una familia.
Sociedad Bíblica de España, La Palabra: El Mensaje de Dios para mí, 2a edición, vol. 2 (Las Rozas, Madrid: Sociedades Bíblicas Unidas, 2011), 465.
Históricamente, la familia es el primer grupo social que emerge entre los hombres y que contiene en su forma primitiva los gérmenes tanto del estado como de la iglesia. Es tanto un bien en sí misma como un medio para promover el bien. Su propósito es (1) físico: engendrar hijos y (2) moral: educar a los individuos para disminuir su individualidad en aras de una unidad superior. Así «la educación no es principalmente tarea de la escuela, o incluso del estado, sino de la familia» (E. Brunner, The Divine Imperative, p. 512).
La palabra hebrea mišpāhāh», «una conexión familiar de individuos», llega a significar también clan, tribu o nación (Nm. 3:15; Jue. 13:2; Am. 3:1, 2). En Jue. 6:15 «familia» es elep, es decir, «mil» (como en 1 S. 10:19; Mi. 5:2). El equivalente más común del NT es patria (de patēr, «padre»), traducida ocasionalmente «linaje» (Lc. 2:4, que la RV60 traduce por «familia» al igual que en Hch. 3:25 en donde además aparece la idea de «parentesco», «congénere»). En Hch. 7:13 «linaje» (RV60) es genos.
En el antiguo Israel, la familia era una importante unidad social y administrativa. La ley y la adoración estaban en manos de los «ancianos», es decir las cabezas de familias, por mucho tiempo después del establecimiento en Canaán. Una mujer (véase) se miraba como la posesión más absoluta de su marido, de ahí el mōhar, «precio de compra», pagado a su padre (Ex. 22:17). Ella se valoraba principalmente por la crianza de los hijos; el fracaso conducía a la práctica de la poligamia y el divorcio. En la creación, aparece una noble concepción del matrimonio donde se dice que Eva «es la ayuda idónea» para él (Gn. 2:18). También la monogamia se deduce de Gn. 2:24 y en la insistencia profética (cf. Oseas) de que Israel es la esposa de Jehová con exclusión de todas las demás.
Parece que Cristo relega a la familia a un lugar secundario en Mt. 10:36s.; Lc. 14:26; pero también para él «fue una base de entrenamiento para grandes sentimientos y deberes» (E.F. Scott) y la tuvo como modelo para su nuevo orden como nos muestra el «Padre Nuestro». Toda la vida de la familia verdadera procede de Dios (Ef. 3:15).
L.E.H. Stephens-Hodge, «FAMILIA», en Diccionario de Teología, ed. Everett F. Harrison, Geoffrey W. Bromiley, y Carl F. H. Henry (Grand Rapids, MI: Libros Desafío, 2006), 259–260.
Las palabras que se traducen como familia en la Biblia varían, pero reflejan los contextos del Cercano Oriente antiguo y grecorromano, en donde estaban ubicadas. Enfatizan la importancia de los miembros masculinos de la familia, tales como “casa de padres” y πατριά (patria), que se traduce como familia pero contiene la raíz de la palabra que significa “padre”. Otras palabras, como “tribu” o “casa” se enfocan en la naturaleza colectiva de la familia. Pueden también incluir a más personas que las que están ligadas biológicamente, tales como esclavos y familia extendida.
La familia es una metáfora central para entender nuestra relación con Dios. Se describe a Israel como la hija o la esposa del Señor (Jer 3:20; 31:22). Los seguidores de Jesús son los hijos de Dios; sus hermanos y hermanas (Mar 3:31–35). En muchas de las cartas de los apóstoles, se hace referencia a los seguidores de Jesús como hermanos y hermanas (Rom 16:17). El pacto con Dios se entiende como una gran familia extendida.
La Torá. La Torá contiene regulaciones para las relaciones familiares. Tales como:
• Las regulaciones para relaciones sexuales se interesan principalmente en la cercanía de la relación familiar (Lev 18:6–17)
• regulaciones sobre los derecho de herencia en una familia (Deut 21:15–17)
• leyes para proteger a los vulnerables en la sociedad, como la ley del levirato que exige al hombre casarse con la viuda de su hermano (Deut 25:5–10)
• El mandamiento de honrar al padre y a la madre. En el Israel antiguo, se prohibía abandonar a los padres cuando se volvía difícil cuidarlos (Éxo 20:12; Deut 5:16).
LOS DESAFIOS DE LA FAMILIA
La Torá también muestra los desafíos a los cuales se enfrentaba la familia en la antigüedad:
• Adán culpa a Eva cuando Dios lo confronta (Gén 3:12).
• Caín y Abel son el primer ejemplo de rivalidad entre hermanos (Gén 4). Esto se refleja en la relación de Jacob y Esaú y de José y sus hermanos.
• Agar, era miembro de la familia como esclava y sujeta a las demandas de sus dueños. Como resultado, podía dar a luz, heredar y ser expulsada (Gén 16:15; 21:8–20).
• Las narraciones de Sara, Rebeca y Raquel muestran el enorme dolor de la esterilidad y señalan la presión social sobre las mujeres quienes debían tener hijos para cumplir su rol en la familia.
• La historia de Tamar y Judá muestra el desafío de cumplir la ley del levirato (Gén 38).
A lo largo de los proverbios se presentan algunos temas claves acerca de la familia (Longman, “Family in the Wisdom Literature”, 83–90):
• Insistencia en la importancia de una familia fuerte y cohesiva (Prov 1:16–19; 14:1)
• la familia como el lugar de la instrucción (Prov 1–9)
• los hijos deben respetar las enseñanzas de sus padres (Prov 20:20; 30:11–14)
• los padres deben disciplinar a sus hijos (Prov 22:6; 29:15)
• los padres deben modelar un comportamiento piadoso (Prov 20:7)
Se puede considerar a Proverbios como un tipo de manual para manejar a la familia en el contexto de Israel en el Cercano Oriente antiguo.
Los Evangelios y los Hechos. Jesús redefine a la familia en los Evangelios. Cuestiona la lealtad a la familia biológica (Mat 12:46–50; Mar 3:31–35; Luc 8:19–21). Osiek y Balch sostienen, “[L]os tres primeros Evangelios demuestran que los lazos familiares son solo tan buenos como su potencial para apoyar el discipulado” (Osiek y Balch, Families, 218). Mateo y Marcos advierten que los enemigos de los discípulos saldrán de su propia familia (Mat 10:21, 36; Mar 13:12). En Luc 14:26, alejarse de los hermanos, padres, e hijos era probablemente necesario para ser un discípulo de Jesús. A los que dejan a sus familias por Jesús se les promete recompensas (Mat 19:29; Mar 10:29–30). Las relaciones familiares se relacionaban muchas veces con los dioses que se adoraban en la familia. Tales versículos pueden reflejar la manera en que algunos de los primeros creyentes seguían a Jesús, mientras que otros permanecían leales a sus dioses del hogar.
Los roles familiares continúan siendo importantes en la iglesia primitiva. Jesús se refiere a sus discípulos como sus hermanos y hermanas; la palabra griega (ἀδελφοί, adelphoi) se traduce como “hermanos” pero puede incluir también a las hermanas. Los discípulos se refieren el uno al otro como hermanos en Hechos. Aunque tal vez era necesario dejar a la familia biológica para seguir a Jesús, la iglesia funcionaba como una nueva familia y estaba preparada para recibir nuevos hermanos y hermanas.
La estructura familiar también se destaca en la relación Padre-Hijo entre Dios y Jesús, una relación que se enfatiza mejor en el Evangelio de Juan. El énfasis parece implicar que “las relaciones en el reino tienen mayor prioridad que las relaciones familiares” (Westfall, “Family in the Gospels and Acts”, 146).
Pablo. Pablo fue tajante en lo referente al concepto grecorromano predominante sobre la familia:
• 1 Cor 7:8 alienta a las personas a abstenerse del matrimonio. Esto entraba en conflicto con Lex Julia et Papia Poppaea: Las leyes romanas que obligaban a los ciudadanos en edad de procrear a casarse y a tener hijos.
• 1 Cor 7:3–4 alienta a la reciprocidad entre esposos y esposas, desafiando a la autoridad del paterfamilias.
• Primera Corintios y Gálatas revierten las jerarquías de esclavo/amo en la familia (1 Cor 7:22; Gál 3:28; 5:13).
• Romanos, Gálatas, y 1 Tesalonicenses utilizan imágenes de familia para representar a la comunidad de creyentes, particularmente evocando imágenes maternales y de adopción en la familia de Dios (Rom 8–9; Gál 4:19; 1 Ts 2:7).
Otras cartas del Nuevo Testamento. Algunos temas establecidos en partes anteriores de la Biblia, reaparecen en otras cartas del Nuevo Testamento:
• Efesios, Colosenses, y 1 de Juan enfatizan el rol de Dios como padre, y el rol de Jesús como hijo.
• Heb 12:9 hace un paralelo de la disciplina de Dios con un padre que disciplina a sus hijos.
• Sant 1:27 hace un llamamiento al cuidado comunal y familiar de las viudas y los huérfanos.
• Col 4:15 se refiere a los miembros de la comunidad como hermanos y hermanas.
Otras cartas reflejan valores típicamente grecorromanos:
• 1 Tim 3:2–5, 12 insiste en que un obispo o diácono debe mostrar los rasgos de un paterfamilias para dirigir la iglesia.
• 1 Tim 2:15; 5:14 insiste en que el propósito de la mujer es el de tener hijos.
• Efe 5:22–6:9 y Col 3:18, 22 reafirman al padre como la autoridad principal en una familia, a quien se subordinan las esposas, los hijos y los esclavos
Michelle Morris, «Relaciones familiares en el siglo primero», en Diccionario Bíblico Lexham, ed. John D. Barry y Lazarus Wentz (Bellingham, WA: Lexham Press, 2014).
Los niños en el Antiguo Testamento
La importancia de los niños
La Biblia enfatiza la importancia de los niños de sus capítulos iniciales en Génesis, donde Dios hace que la tierra y todos los seres vivos sean fructíferos, incluidos el hombre y la mujer (Génesis 1:27–28). La humanidad solo puede cumplir el mandato de Dios de fructificar, al tener y criar hijos, asegurando así la continuación de la vida humana. Los numerosos recuentos genealógicos en la Biblia demuestran la constante importancia de los niños para completar la descendencia familiar (por ejemplo, Gn 5).
Los israelitas no experimentaron el mismo miedo a una explosión demográfica que se puede observar en otras partes del antiguo Cercano Oriente, como en la épica Atrahasis Babilónica (cerca del 1600 A.C.; Wenham, “Family in the Pentateuch”, 25). Más bien, ellos veían el tener muchos hijos como una bendición de Dios (por ejemplo, Gn 24:60; 29: 31–30: 24; Sal 127: 3–5; 128:1–6). Y por el contrario, la incapacidad de tener hijos conllevaba un estigma social y religioso en Israel (Gn 16:2; 20:18; 30:2–3, 9; Perdue, “The Israelite and Early Jewish Family”, 189). Sin embargo, muchas de las mujeres en la Biblia que inicialmente fueron conocidas como estériles pudieron finalmente dar a luz hijos que fueron importantes para la historia de Israel, como Sara y su hijo Isaac (Gn 21:1–3), Raquel y su hijo José (Gn 30:22–24) y Ana y su hijo Samuel (1Sa 1:20).
Los israelitas daban un gran valor a la vida humana, independientemente de su identidad individual, la base de esta importancia era la creencia de que Dios había creado a las personas como portadores de Su imagen. Fretheim argumenta que “cada niño es creado a imagen de Dios y, como tal, tiene una dignidad y un valor especiales para Dios y para el mundo” (Fretheim, “God Was with the Boy”, 4).
La vida de los niños en el Israel bíblico
En el Israel primigenio, el núcleo familiar o la “casa del padre” (בַּיִת אָב, bayith av) era la unidad principal de la sociedad (Sal 45:10; Sirac 42:10; véase también Gn 38:11; Lv 22:13; Nm 30:16; Dt 22:21; Jueces 19:2–3; Rut 1:8). Las familias rurales a menudo dependían de la participación laboral de los hijos para sobrevivir. Sin embargo, la tasa de supervivencia de estos niños era mucho más baja en la antigüedad que en la actualidad, y el período de la infancia también era más corto. El promedio de vida de las personas en los tiempos bíblicos era de 30 años para las mujeres y de 40 para los hombres. Las mujeres jóvenes generalmente se casaban poco después de la pubertad e inmediatamente comenzaban a tener hijos. Tenían un alto riesgo de morir durante el parto así como de perder a sus hijos a una edad temprana. Una mujer que vivía en Edad de Hierro en Israel (1200–1000 A.C.) podía haber tenido casi dos embarazos por cada niño que sobrevivía hasta los cinco años (Meyers, “The Family in Early Israel”, 3–28).
Los hallazgos arqueológicos indican que en el Israel bíblico las familias vivían en una casa pequeña con su familia nuclear o en una casa más grande, de dos pisos y un patio, con su familia extendida. Estas viviendas podían estar ubicadas en las propias tierras de la familia o en pequeñas aldeas, que generalmente consistían de entre 100 a 200 miembros de la misma familia además de otros extranjeros albergados bajo la protección de este clan. En Israel del siglo VIII A.C. , una típica casa de dos pisos con columnas estaba conformada por una sala de estar cerrada, así como por un patio abierto, donde las familias preparaban comidas, realizaban labores manuales, y se reunían para comer y socializar. Las habitaciones del primer piso a menudo servían como establos para los animales de la granja, mientras que las habitaciones del piso superior servían como viviendas (Dever, Lives, 156–60).
La ley israelita protegía a los niños huérfanos junto con las viudas y con los extranjeros residentes (Dt 27:19). A las viudas y a los huérfanos se les permitía recoger su propio sustento durante las cosechas (Dt 24:19–21), tenían derecho a recibir diezmos cada tercer año (Dt 14: 28–29; 26:12), y se les incluía en las celebraciones familiares de festivales de cosecha (Dt 16:9–14; Perdue, “The Israelite and Early Jewish Family”, 193–94). Los huérfanos generalmente vivían entre el clan o la tribu de su padre; también podían ser adoptados. Aunque la vida diaria en los primeros tiempos de Israel era difícil, la mayoría de las familias poseían tierra y podían satisfacer sus propias necesidades además de ayudar a otros en esta “estructura social de gracia” que reflejaba la misericordia de Dios (Rogerson, “Family and Structures”, 33–36; véase Éxodo 22:22–27).
Expectativas para los niños en el Israel primigenio
Los niños en el Israel primigenio realizaban diversas tareas domésticas que contribuían al bienestar y a la supervivencia de la familia; los niños varones a menudo llevaban a cabo actividades específicas en la tierra propiedad de la familia, incluido el trabajo de campo y la elaboración y reparación de herramientas para tal propósito. Por otro lado, las niñas realizaban un trabajo que requería una mayor habilidad pero que podía transferirse a otro miembro cuando ellas se casaban, como (Meyers, “The Family in Early Israel”, 26):
• cuidado de niños pequeños;
• remendar telas;
• moler el grano para hornear pan;
• hilar y tejer ropa para uso familiar y para comercio.
Dios ordenó a los niños que honraran a sus padres y madres (Éxodo 20:12; Deuteronomio 5:16; Levítico 19:3):
• obedeciéndolos (Dt 21:18–21; Pr 23:22);
• siguiendo sus enseñanzas (Pr 1:8–9);
• mostrándoles respeto (Éxodo 21:15, 17; Lv 20:9; Dt 27:16; Pr 30:17);
• cuidando de ellos y de su propiedad (Pr 28:24; Tigay, Deuteronomio, 69–70).
El honrar a los padres simbolizaba el respeto por toda la organización social, de modo que los jóvenes podían ser llevados ante los ancianos si eran abiertamente irrespetuosos con sus padres (Dt 21:18–21; McConville, Deuteronomio, 128–29). En una cultura mediterránea como esta, basada en el honor y la deshonra, un niño desobediente podría avergonzar a sus padres y tal vez incluso, a toda la familia extendida (Esler, Sex, Wives, and Warriors, 39–50, 58–61).
La formación de los niños israelitas en la ley
En Deuteronomio 11, Dios ordena a los israelitas que instruyan continuamente a sus hijos en sus caminos mientras realizan las tareas habituales de la vida cotidiana: “Grábense estas palabras en el corazón y en la mente; átenlas en sus manos como un signo, y llévenlas en su frente como una marca. Enséñenselas a sus hijos y repítanselas cuando estén en su casa y cuando anden por el camino, cuando se acuesten y cuando se levanten”; (Dt 11:18–19 NVI). Las historias de los patriarcas bíblicos y de Moisés probablemente se transmitían oralmente de generación en generación, y los niños aprendían la vida de sus antepasados a través de cuentos, canciones y liturgia repetidas durante losfestivales (Dever, Lives, 246–47). Las familias podían pasar tiempo juntas por las tardes realizando tareas tranquilas y contando historias familiares, ayudando así a los niños a comprender “quiénes somos” y “de dónde venimos” (Dever, Lives, 169–74). Meyers señala que “la tradición de la narrativa familiar sirvió para preservar y transmitir elementos unificadores entre los miembros de la familia” (Meyers, “The Family in Early Israel”, 32). Silver atribuye a la capacidad de los israelitas de transmitir sus historias ancestrales como una fortaleza para continuar como un grupo distintivo: “aquellos judíos que regresaron del exilio, al igual que aquellos que vivieron en la diáspora... formaron, a partir de la liturgia, la profecía y la historia, una tradición de pergaminos que sirvió como base para un sistema educativo que ha permanecido hasta nuestros días y que aún sirve como tradición religiosa básica para todos los judíos” (Silver, The Story of Scripture, 14).
Los niños en el Nuevo Testamento
Contexto grecorromano
Los antiguos romanos veían a sus hijos como parte de la familia y creían que el comportamiento de un niño debería reflejar positivamente a la familia, especialmente al líder familiar masculino. Francis enfatiza que la “infancia” como etapa de la vida es una construcción social relativamente reciente y que los niños durante la época romana eran vistos comúnmente como “adultos en formación” que necesitaban una estricta instrucción en los valores de la familia y de la sociedad. Tanto las sociedades judías como las romanas eran patriarcales, y se esperaba que los niños obedecieran a sus padres para así mantener el honor familiar (Francisco, “Children and Childhood in the New Testament”, 65–71).
Thompson señala que el 50 por ciento de los niños en el antiguo mundo romano morían antes de los 10 años, y que la sociedad grecorromana valoraba menos a las niñas que a los niños. Los bebés nacidos con discapacidades o las niñas no deseadas solían ser abandonados en la naturaleza. A medida que el cristianismo se hizo más influyente en el Imperio Romano, el valor que judíos y cristianos daban a la vida humana invadió cada vez más a la sociedad romana. Los emperadores cristianos de Roma prohibieron el abandono infantil en el año 374 D.C. (Thompson, “Children in the Gospel of John”, 201–05).
Meredith Faubel Nyberg, «Children», en Diccionario Bíblico Lexham, ed. John D. Barry y Lazarus Wentz (Bellingham, WA: Lexham Press, 2014).
EL FUNDAMENTO TEOLÓGICO DEL CULTO FAMILIAR
Importancia de la familia
1) Dios creo la familia como el fundamento de la humanidad
2) Dios Creo la familia como un reflejo de la Trinidad
3) Dios creo la familia como un lugar para preparar a los hijos para la sociedad e iglesia
4) Dios creo la familia para extender el evangelio de una generación a la otra.
EN EL AT
DIOS DICE QUE ABRAHAN ENSEÑARIA A SUS HIJOS GEN 18:19
Dios mando a los padres enseñar a los Hijos Sal 78:5-7.
EL PADRE DEBIA LIDERAR A LA FAMILIA EN LA ADORACIÓN PASCUAL E INSTRUIRLA EN ESTO.
DIOS PROMETE EN ZACARIAS 12:10-14.
EN EL NT
EN EL DISCURSO DEL PENTECOSTE PEDRO REITERA LA PROMESA HECHA A ABRAHAM (ROM 4:11)/ HCH 2:39.
LA FE DE UNA DE LOS PADRES BENEFICIA A LOS HIJOS (PRIVILEGIOS, SANTIDAD, RESPONSABILIDAD) 1 CO 7:11.
LA IMPORTANCIA DE LA ADORACIÓN FAMILIAR SE VE EN EFE 6:1-4 EN DONDE LOS PADRES E HIJOS FORMAN PARTE DEL CUERPO DE LA IGLESIA. Y EN 2 TIMOTEO 1:5; 3:15 TIMOTEO ES INFLUENCIADO POR LA FE DE SU MADRE.
LOS PADRES DEBEN ENSEÑAR A LOS HIJOS DT 11:18-19, EFE 6:4
LOS PADRES DEBEN ADORAR EN CASA (SAL 118:15)
Pregunta 32 del Catecismos de Heidelber
LA LUCHA DE SATANAS ES CONTRA LA FAMILIA (GEN 3) DIOS PUSO ENEMISTAD ENTRE ELLAS.
El lenguaje de la redención es un lenguaje familiar
No sólo los matrimonios pintan un cuadro del evangelio de la gracia de Dios sobre la
tierra, sino también las relaciones entre hijos y sus padres. Dios es el Padre ( Jn. 14:10; Ef. 4:6;
Fil. 2:11; Col. 1:19; 1 P. 1:2); su familia es unida (Dt. 6:1-9; Mt. 28:19; Jn. 15:26; Gá. 3:20; 1 Jn.
5:7); tiene un Hijo ( Jn. 3:16-17; 1 Co.1:3; Ef. 1:3; Col. 1:3; He. 1:1-2; 1 P. 1:3) y tiene hijos nacidos
del Espíritu (Gá. 3:26; 1 J. 2:28-3:3). Estos hijos son hermanos y hermanas y madres en
la familia de Dios (Ro. 12:5; 1 Ti. 5:1-2; 1 Jn. 3:14); son miembros de la familia de Dios sobre
la tierra ( Jn. 14:2-3) y Jesús da su vida por su Iglesia, a fin de presentársela como una novia
adornada para su esposo (Ap. 19:1-10; 21:1-21).
La familias dentro del plan redentor de Dios.
Cuando Dios quiso cuidar el jardín del Edén y sojuzgar la tierra, instruyó a una familia
compuesta por Adán y Eva para que se enseñoreara sobre ella (Gn. 1:28). Cuando Dios quiso
preservar de la destrucción a su simiente justa, a la vez que cumplía su castigo contra un mundo
pecaminoso, eligió a Noé y a su familia para preservar el linaje humano que permanece
hasta este día (Gn. 8-10). Cuando quiso bendecir al mundo con la justicia que es solo por fe,
escogió a Abraham, en cuya descendencia todas las familias de las naciones serán bendecidas
(Gn. 12:1-3; 15; 17; 22:17; Hab. 2:4; Gá. 3:7-9; Ro. 3:21-26, 30; 4:1-4; 5:1). Cuando Dios quiso
dar salvación a la humanidad, envió a su Hijo unigénito y su Hijo creó una familia, la familia
de Dios (Gá. 6:10). Estableció su Iglesia, compuesta por hermanos y hermanas, madres y
padres espirituales. Esta familia es “la iglesia del Dios viviente” (1 Ti. 3:15).
El ejemplo de otros hombres santos es similar al de Abraham. Considere la devoción que
refleja la determinación de Josué quien declaró a Israel: “Yo y mi casa serviremos a Jehová”
( Jos. 24:15). No dejó que la posición de honor que ocupaba ni las obligaciones públicas que
lo presionaban, lo distrajeran de procurar el bienestar de su familia. También, cuando David
llevó el arca de Dios a Jerusalén con gozo y gratitud, después de cumplir sus obligaciones
públicas “volvió para bendecir su casa” (2 S. 6:20). Además de estos importantes ejemplos,
podemos citar los casos de Job (1:5) y Daniel (6:10). Limitándonos a sólo uno en el Nuevo
Testamento, pensamos en la historia de Timoteo, quien se crió en un hogar piadoso. Pablo le
hizo recordar “la fe no fingida” que había en él y agregó: “La cual habitó primero en tu abuela
Loida, y en tu madre Eunice,…” (2 Ti. 1:5). ¡Con razón pudo decir enseguida: “Desde la niñez
has sabido las Sagradas Escrituras”! (2 Ti. 3:15). Pg. 23. Arthur PINK.