Resultados de la renovación en el Espíritu
Cuando somos renovados por el poder del Espíritu Santo, nuestras vidas deben mostrar algun resultado. Los frutos de la obra de Cristo son palpables en nuestra vida, y respaldan las promesas y el poder de Dios en nosotros
Contexto
Ya no amamos al mundo, amamos a Dios v.15
La palabra amar que utiliza Juan es la misma que él usa en el versículo 10 donde habla de la persona que ama a su hermano. El amor que él tiene en mente es un amor que vincula, que causa una comunión íntima y una devoción leal. Es el amor que Dios demanda en el resumen de la ley: “Amarás al Señor tu Dios … y amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
La Biblia usa la palabra mundo de diferentes maneras. El mundo fue creado por Dios (Juan 1:10). El amó al mundo (Juan 3:16). En 1 Juan 2:15–17 se habla del mundo como un sistema totalmente opuesto a Dios. El mismo está encabezado por Satanás (1 Juan 5:19), quien lucha en forma sutil para frustrar los propósitos divinos.
La enseñanza bíblica es clara en cuanto a la actitud que los creyentes deben manifestar hacia ese sistema llamado mundo: No han de amar al mundo ni las cosas que están en el mundo (2:15)
Abandonamos lo que hay en el mundo v.16
Los deseos de la carne (“la lujuria de la carne”, KJV) son la sensualidad; no la tentación de satisfacer un apetito legítimo, como el caso de Jesús en el desierto, sino el deseo de lo antinatural como “glotonería, embriaguez y relaciones sexuales irregulares”. “El mal al que se refiere la frase es la ‘lujuria’, no la ‘carne’.”
Los ojos son los conductos al alma del hombre. Cuando el hombre es tentado por la lujuria, sus ojos sirven como instrumento que le hacen transgredir y pecar. Juan refleja el sentir de Jesús (registrado en el Sermón del Monte), quien coloca a la mirada codiciosa en la categoría de pecado: “Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer codiciándola, ya ha cometido adulterio con ella en su corazón”
Juan expresa esta tercera tendencia en palabras que no pueden traducirse fácilmente. Los traductores brindan una cantidad de versiones igualmente válidas. Aquí tenemos algunas que son representativas:
“La soberbia de la vida” (BdA)
“El alarde de la opulencia” (NTdT)
“La arrogancia del dinero” (NBE)
“La jactancia de las riquezas” (BJ)
“El alarde de lo que tiene y hace” (NIV)
La persona que hace alarde de sus obras y de sus bienes manifiesta “un apetito pecaminoso por el progreso y el status social
Los tres vicios (apetitos, lujuria y alardes) no se originan en el Padre sino en el mundo, es decir, en el demonio
Permaneceremos para siempre v.17
El hombre necesita notar lo pasajero de la existencia de la gente mundana y de sus placeres y deseos. Si enfoca su interés en aquello que hoy está aquí y mañana no, recoge una cosecha de inestabilidad, tropieza en las tinieblas del pecado y, por haber echado su suerte con el mundo, encuentra un fin similar
Cuando la voluntad del hombre está en armonía con la voluntad de Dios, el cristiano tiene una comunión con el Padre y el Hijo que dura para siempre