SE NECESITAN ATALAYAS

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Ezequiel 33:1–9 NVI
1 El Señor me dirigió la palabra: 2 «Hijo de hombre, habla con tu pueblo y dile: “Cuando yo envío la guerra a algún país, y la gente de ese país escoge a un hombre y lo pone por centinela, 3 si éste ve acercarse al ejército enemigo, toca la trompeta para advertir al pueblo. 4 Entonces, si alguien escucha la trompeta pero no se da por advertido, y llega la espada y lo mata, él mismo será el culpable de su propia muerte. 5 Como escuchó el sonido de la trompeta pero no le hizo caso, será responsable de su propia muerte, pues si hubiera estado atento se habría salvado. 6 » ”Ahora bien, si el centinela ve que se acerca el enemigo y no toca la trompeta para prevenir al pueblo, y viene la espada y mata a alguien, esa persona perecerá por su maldad, pero al centinela yo le pediré cuentas de esa muerte.” 7 »A ti, hijo de hombre, te he puesto por centinela del pueblo de Israel. Por lo tanto, oirás la palabra de mi boca, y advertirás de mi parte al pueblo. 8 Cuando yo le diga al malvado: “¡Vas a morir!”, si tú no le adviertes que cambie su mala conducta, el malvado morirá por su pecado, pero a ti te pediré cuentas de su sangre. 9 En cambio, si le adviertes al malvado que cambie su mala conducta, y no lo hace, él morirá por su pecado pero tú habrás salvado tu vida.

INTRODUCCIÓN

El capítulo 33 del libro de Ezequiel comienza con un llamado al profeta para que cumpla con su papel de atalaya: La Atalaya es una persona que vigila y advierte sobre los peligros que amenazan a su pueblo. En este pasaje vemos que es Dios quien llama a Ezequiel y le da un mensaje nada agradable para que lo anuncie a una nación descarriada, apartada de los preceptos Divinos. Este era un mensaje de juicio, pero también de esperanza; de juicio por cuanto la destrucción que vendría era un hecho, y de esperanza, por cuanto el perdón y la salvación estaban al alcance de aquellos que atendieran el mensaje del profeta, procediendo al arrepentimiento genuino.
Como podemos ver, la tarea de la predicación no es una tarea sencilla. No es fácil predicar una Palabra que las personas necesitan oír, pero no es la palabra que querían oír. Muchas veces como pastor, he sentido el rechazo y aún el desprecio de algunos “cristianos” por decirles lo que se tiene que decir y no lo que ellos esperaban oír. Porque, así como el profeta Ezequiel es advertido que si él no cumple con su responsabilidad como atalaya, será responsable de las consecuencias; así nosotros, si no predicamos advirtiendo al pueblo sobre los peligros de vivir apartados del Señor y no denunciamos el pecado, entonces seremos responsable y también tendremos nuestro pago. Y es que ser atalaya es una responsabilidad muy seria. Dormirse o abandonar el puesto implica un castigo severo, e incluso la pena de muerte. ¡Hermanos! El atalaya no dormía, su descuido podía costar la vida de otros y la suya propia, tenía la obligación de estar alerta.
Proposición. Podemos decir que por la Gracia de Dios ustedes y yo hemos sido alcanzados, y hemos sido llamados a ser ATALAYAS a un mundo que muere sin Cristo. Por lo que debemos estar alerta a cualquier peligro que amenace nuestra vida espiritual y la de los demás, tomando la responsabilidad de advertirles a nuestros familiares, amigos y a todo aquel que el Señor ponga en nuestro camino, sobre su pecado y rebelión, y llamarlos al arrepentimiento y la obediencia plena en el Señor Jesucristo.
O. Transicional. Dios necesita atalayas, ¿pero qué tipo de atalayas?

I. QUE ENTIENDAN SU LLAMADO.

Ezequiel 33:1–2 NVI
1 El Señor me dirigió la palabra: 2 «Hijo de hombre, habla con tu pueblo y dile: “Cuando yo envío la guerra a algún país, y la gente de ese país escoge a un hombre y lo pone por centinela,

1. Este llamamiento viene del Cielo.

a) No son los hombres, no son las estrategias
b) Pero son los hombres a quienes Dios utiliza para llamarte o confirmar tu llamado.

2. Este llamamiento viene con un mensaje:

a) ¡No es tu mensaje! ¡Es el mensaje de quien te llamó!
b) Es un mensaje difícil de ser aceptado

Dios le da a Ezequiel la responsabilidad de vigilar el bienestar del pueblo de Israel y de advertirles sobre los peligros que se acercan. Ezequiel es llamado a ser una voz que proclama la verdad de Dios y advierte al pueblo acerca de su pecado y rebelión. Hoy los pastores, ministros y todos aquellos que han entendido el llamado de Dios, tenemos la responsabilidad de estar atentos a las tendencias espirituales y culturales que amenazan la integridad espiritual de las personas y de la Iglesia. Debemos estar dispuestos a hablar con valor y denunciar el pecado, haciendo un llamado al arrepentimiento.

II. QUE ENTIENDAN SU RESPONSABILIDAD.

Ezequiel 33:3–6 NVI
3 si éste ve acercarse al ejército enemigo, toca la trompeta para advertir al pueblo. 4 Entonces, si alguien escucha la trompeta pero no se da por advertido, y llega la espada y lo mata, él mismo será el culpable de su propia muerte. 5 Como escuchó el sonido de la trompeta pero no le hizo caso, será responsable de su propia muerte, pues si hubiera estado atento se habría salvado. 6 » ”Ahora bien, si el centinela ve que se acerca el enemigo y no toca la trompeta para prevenir al pueblo, y viene la espada y mata a alguien, esa persona perecerá por su maldad, pero al centinela yo le pediré cuentas de esa muerte.”

1. Eres un mensajero:

a) Tu responsabilidad es dar el mensaje: Advertir al impío
b) El que oye el mensaje es el que debe responder a él

2. Eres un protector del rebaño

a) Cuidas el mensaje que das como alimento
b) Estas atento para advertir y prevenir de los peligros que le acechan

3. Eres un predicador de la Verdad.

a) No le quites, no le pongas. Comparte lo que ha recibido.
b) Al compartir el mensaje, cumples con tu tarea de atalaya.

El Señor le recuerda a Ezequiel la gravedad de su tarea como atalaya. Si él no advierte al pueblo sobre el peligro que se aproxima, y el pueblo sufre las consecuencias, Ezequiel será responsable de la muerte de aquellos que no recibieron la advertencia. Pero si Ezequiel cumple su tarea y advierte al pueblo, y ellos no obedecen, entonces la responsabilidad recae en ellos.

III. QUE ENTIENDAN LAS CONSECUENCIAS.

Ezequiel 33:7–9 NVI
7 »A ti, hijo de hombre, te he puesto por centinela del pueblo de Israel. Por lo tanto, oirás la palabra de mi boca, y advertirás de mi parte al pueblo. 8 Cuando yo le diga al malvado: “¡Vas a morir!”, si tú no le adviertes que cambie su mala conducta, el malvado morirá por su pecado, pero a ti te pediré cuentas de su sangre. 9 En cambio, si le adviertes al malvado que cambie su mala conducta, y no lo hace, él morirá por su pecado pero tú habrás salvado tu vida.

1. De la indiferencia y la negligencia espiritual

a) Si yo no predico, el pecador morirá en sus pecados
b) Si yo no predico, Dios me lo demandará

2. Sobre aquellos que no aceptan la VERDAD

a) Ellos morirán en su pecado. No tienen excusa
b) Tu has cumplido con el llamado que Dios te hizo.

CONCLUSIÓN.

Amados hermanos, así como el profeta Ezequiel fue llamado por Dios para anunciar la verdad y la justicia, y para llamar al pueblo a la obediencia y al arrepentimiento; nosotros como creyentes en Cristo, tenemos la responsabilidad de ser atalayas espirituales en nuestras propias vidas y en la de los demás. Debemos estar atentos a las tendencias pecaminosas y a las influencias peligrosas de nuestro entorno; y predicar la Palabra de Dios de manera fiel y comprometida con la verdad; y no solamente debe ser escuchada, sino que debe ser aceptada y obedecida en la vida diaria.

Se necesitan atalayas ¿quieres tú ser uno de ellos?

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