Alabemos al Rey de reyes
Introducción:
Cuando éramos niños escuchamos historias de príncipes y princesas. Por lo general, en estos cuentos infantiles, los reyes eran presentados en dos extremos: unos muy malos, otros muy buenos. Eran las historias de Walt Disney. En nuestra edad adulta, sabemos que aun quedan reyes en la tierra, casi todos en Europa, siendo las monarquías más conocidas las de Inglaterra, Suecia, España y el principado de Mónaco.
Hoy, cuando comienza la Semana Santa, lo hacemos, siguiendo la cronología bíblica, con el Domingo de Ramos, que registra la entrada triunfal de Jesucristo en Jerusalén, en la que fue recibido por la gente como Rey, y en verdad Cristo es Rey, pero muy distinto a Juan Carlos de España, porque Cristo es un Rey perfecto, descrito por el profeta Zacarías, quien predijo con detalles la entrada de Cristo más de 500 años antes de que ocurriera, como justo, salvador y humilde y Rey de la totalidad del universo: de mar a mar, … hasta los confines de la tierra!.
Este domingo es muy especial para los que creemos que Jesús es el Rey de reyes y Señor de señores, quien ingresó por la fe a nuestros corazones y, por su gracia, nos ha hecho parte de la realeza celestial y eterna.
La verdad es que nosotros alabamos a nuestro Rey, como el Verdadero Rey cuyo reinado no tiene final.
1.- Alabamos al Rey verdadero. Zac. 9:9
9 ¡Alégrate mucho, hija de Sión! ¡Grita de alegría, hija de Jerusalén! Mira, tu rey viene hacia ti, justo, salvador y humilde. Viene montado en un asno, en un pollino, cría de asna.
El versículo comienza con una nota alegre, con un sentido que anima, que invita, que promueve el gozo.
Cuando Zacarías, inspirado por el Espíritu Santo, hace este anuncio Jerusalén, establecida por David como la ciudad santa, no estaba en el mejor momento. Los israelitas estaban regresando del exilio, la ciudad estaba destruida y el pueblo comenzaba la reconstrucción. Zacarías en lugar de llamar al llanto, a la tristeza, invitaba, de parte de Dios, a la alegría, a recordar las promesas de Dios de enviar un Rey, cuyo gobierno sería eterno.
En una ocasión, el Rey Juan Carlos y la Reina Sofía, monarcas españoles, visitaron mi país. Recuerdo que el gobierno decretó día de jubilo y declararon a los reyes como visitantes ilustres. Las calles estaban adornadas con banderas de España y las fotografías de ellos estaban en todas partes. Naturalmente hubo un gran despliegue de seguridad, todo para evitar que los reyes visitantes sufrieran algún percance durante la visita. Toda una operación para resguardar a los reyes de España, quienes para movilizarse no usaron carruajes de caballos, sino lujosos y blindados automóviles.
El profeta Zacarías dice que el Rey Verdadero y Eterno llegaría a Sión en una manera distinta a lo que la gente esperaba, no llegaría en un brioso caballo blanco, ni en los carros que usan los reyes de hoy. Lo haría: montado en un asno, (animal que le habían prestado. Cf. Mr. 11:1-3) en un pollino, cría de asna.
Hay tres palabras que vale la pena estudiar con detalle para observar en ellos lo que Dios nos estaba mostrando en Cristo Rey:
Justo: צַדִּיק = sadiq Cristo es totalmente justo porque es totalmente Dios. En él no hay pecado. Cristo ganó con su obediencia y vida perfecta la justicia de Dios para toda la humanidad, porque por medio de él, de su muerte y muerte de cruz, estamos bajo su justicia y hemos sido justificados mediante la fe en él.
Salvador: וְנוֹשָׁ = nosa El texto traduce salvador, ahora la voz pasiva del hebreo indica a alguien que ha sido salvado en lugar de venir a salvar. El dibujo bíblico es que Cristo al asumir nuestro lugar dio la salvación, pero hubo momentos en que la intervención del Padre fue la de rescatar al Hijo en su estado de humillación, para exaltarlo a él y por él nos exalta y salva a nosotros. Por eso creemos que la muerte de Cristo da salvación, porque en la cruz, para salvarnos, ocupó nuestro lugar.
Humilde: עָנִי = aní Esta palabra puede ser traducida como pobre y hasta miserable. Pero en el sentido que la plantea Zacarías se traduce correctamente como humilde, manso. Es totalmente contraria a la actitud de un rey en la actualidad y en el pasado, la realeza más bien es opulenta, llena de lujos y comodidades. La humildad de Cristo es visible, él mismo nos anima a aprender de él: "Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma." (Mateo 11:29)
Nuestro Rey es definitivamente diferente a cualquiera de los reyes de la tierra. Siendo Dios se humilló, se hizo siervo, se hizo hombre, para darnos justicia ante Dios. Para salvarnos del pecado y sus consecuencias y, al humillarse, lo hizo también por nuestra causa y para nuestra redención.
2.- Alabamos al Rey eterno. Zac. 9:10
10 Destruirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén. Quebrará el arco de combate y proclamará paz a las naciones. Su dominio se extenderá de mar a mar, ¡desde el río Éufrates hasta los confines de la tierra!
Este versículo nos muestra a un rey diferente, a un gobernante distinto a lo que nosotros conocemos y vemos. Las palabras que usa Dios solo pueden ser comprendidas por el lenguaje de la fe.
La Palabra de Dios expresa cómo nuestro Rey enfrentará al enemigo, observe lo que dice: 10 Destruirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén. Dios concibe una nación unida no separada. Por tanto destruirá el poder bélico de los países para hacer una. El enemigo es el diablo, el diablo es un enemigo vencido, pero sigue atacando, a los cristianos para alejarlos de Dios. Otro enemigo es el mundo, que hace todo posible para que desatendamos a la Palabra de Dios. Por otra parte, esta nuestra naturaleza pecaminosa que se rebela contra Dios. A todos ellos destruirá Dios, porque en su reino no tienen espacio ni el diablo, ni el mundo, ni la carne. De hecho la Biblia expresa categóricamente que el final del diablo está definido, “el lago que arde en fuego y azufre”. También el mundo y sus placeres no tendrán parte en el reino de Dios y de Cristo. En cuanto a la naturaleza pecaminosa, sabemos por la Biblia, que “sin santidad nadie verá a Dios”. Dios dice que todo lo que evite la unidad con su pueblo santo, con una iglesia, “sin macha ni arruga”, será liquidado.
Hay una nota que hace a nuestro Rey distinto a los soberanos de la tierra. Los países, bajo el pretexto de la paz, hacen la guerra con todo su armamento de destrucción, pero el Señor dice: 10 … Quebrará el arco de combate y proclamará paz a las naciones.
Dios hará la paz no con la guerra, sino con “el poder de Dios para salvación”. Este poder de Dios es el evangelio. Sin Cristo éramos enemigos de Dios, con Cristo hemos sido convertidos en sus amigos, en sus hijos, en su nación, en los redimidos por la sangre del Cordero de Dios que quita los pecados del mundo. Dios anuncia el evangelio de la Paz. Tenemos la paz con Dios por medio de Jesucristo, él es nuestra paz.
Mírelo de esta manera: ¿Qué significado tiene la Semana Santa? Es tiempo de sufrimiento, de pasión, de muerte en el que la victima fue Cristo. Sin le quitamos el evangelio, es una semana dolorosa, de duelo y pesar, porque un inocente fue condenado a morir, cargó una pesada cruz, fue torturado con latigazos, burlado, atormentado, sus pies y sus manos traspasados por los clavos. Cuando el evangelio se hace presente entonces el sentido de la Semana Santa cambia radicalmente: Vemos en la muerte de Cristo el Plan de Dios para salvarnos: Entregó a su hijo por nosotros, por nuestra redención, con su sangre somos limpios de todo pecado. Con su muerte nos dio vida en abundancia. En su resurrección somos parte de la promesa que en Cristo tenemos la garantía de la resurrección y de la vida eterna.
Conclusión
Estemos alegres porque nuestro Rey es verdadero y eterno
10 … Su dominio se extenderá de mar a mar, ¡desde el río Éufrates hasta los confines de la tierra!
Dios construye su reino mediante la proclamación del Evangelio. El Espíritu Santo usa los medios de gracia para reunir, congregar, iluminar y santificar su iglesia, la nación santa, el pueblo escogido por Dios. Eso somos y con alegría lo predicamos a todas las naciones, a todas las personas.
Este reino de Dios no es un asunto geográfico, Dios reinará a su pueblo, a su nación santa, a su linaje escogido, a su real sacerdocio, sin limitaciones: de mar a mar ¡hasta los confines de la tierra!
Todo es posible, es real, porque viene de Dios. Es posible únicamente por Jesucristo, es Cristo nuestra paz, es Cristo nuestro Rey, es Cristo nuestro Salvador.
Este es Jesucristo a quien nosotros predicamos. Este es Jesucristo sobre quien enseñamos. Este es Jesucristo que todos necesitamos para salvación y vida eterna. Amén.