Por que sufre Maria?

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What is the main reason to the suffering of Mary

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Madre con tu permiso hemos venido a mediar tu dolor, sabemos que no hay agonía más fuerte que la tuya, enséñanos María a amar, pero mucho mejor enséñanos a llorar, mira que nuestro corazón aun esta duro, riégalo con tus lágrimas de Madre.
Dice el libro de las lamentaciones.
¡Oh vosotros cuantos pasáis por el camino: mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor! (Lam I,12).
Si, no hay dolor comparable con el de María porque el dolor se mide en el amor, a mayor amor mayor dolor, dice san Juan de la Cruz, algo duele cuando se ama. Cuando Jesus lloraba por su amigo lazaroso, decían mira como lo amaba.
Veamos hoy llorando a María veamos esta agonía de dolor y digamos miren cuanto lo ama.
Si no hay persona que ame más a Jesús que María, porque lo ama perfectamente como su hijo y como su Dios. Por eso su dolor es tan terrible por que ve lo ve padecer y ser muerto como su hijo, pero por la fe lo ve ofendido como Dios, María ve lo que tú y yo no vemos.
Ve a su hijo agonizando y a un Dios ofendido por nuestras faltas, en Cristo se unen los dos dolores de María, la muerte de su hijo y la ofensa hecha a su Dios.
¿Qué te duele más madre que lo escupan como tu hijo o que le escupan siendo también tu Dios?
¿Qué te duele más madre, que se burlen y lo traten como loco siendo tu hijo o que se burlen de el siendo Dios?
¿Qué te duele más madre, que lo insulten siendo tu hijo, o que lo insulten siendo hijo de Dios?
¿Qué te duele más Madre que lo claven en la cruz siendo tu hijo, o sabiendo que a quien están clavando es a Dios?
Si señores, al que han escupido y desnudado, al que han azotado, al que han clavado en la cruz es Dios… eso han hecho los hombres con quien les dio la vida…
Por eso el dolor de María es tan terrible, no es solo porque su hijo esta sufriendo, mira si fuera solo el cuerpo, María haría lo mismo que esta Madre de los siete hijos.
Pero mucho más admirable aún y digna de glorioso recuerdo fue la madre, quien, viendo morir a sus siete hijos en un solo día, lo sobrellevó todo con fortaleza de alma, sostenida por la esperanza en el Señor. 21 Animaba a cada uno hablándole en su idioma materno y llena de nobles sentimientos, y uniendo un ardor varonil a sus reflexiones maternales, les decía: 22 «No sé cómo aparecieron ustedes en mis entrañas; no fui yo quien les dio la vida y el aliento, ni quien organizó su cuerpo. 23 Es el creador del mundo, que hizo todas las cosas, quien forma al hombre desde el primer momento. Él, en su misericordia, les devolverá la vida y el aliento, pues ustedes, por las leyes de Dios, no piensan en ustedes mismos.»
«Hijo, ten piedad de mí, que te llevé nueve meses en mi seno, que te di el pecho durante tres años, y que te he criado y educado hasta la edad que ahora tienes. 28 Te ruego, hijo, que mires al cielo y a la tierra, que veas todo lo que hay en ellos y entiendas que de la nada Dios lo hizo todo; y que de la misma manera creó el género humano. 29 No temas a este verdugo; muéstrate digno de tus hermanos y acepta la muerte, para que por la misericordia de Dios yo te recobre junto con ellos.»
No hermanos, no son los dolores físicos los que están haciendo este corazón añicos, María llora y sufre porque ve algo que nosotros no vemos, que solo ella alcanza a ver.
Ella llora y gime porque a quien azotan, escupen, critican es Dios…
Ella sabe el que está siendo martirizado es el Hijo de Dios… esa es la razón principal de su dolor.
Poque anqué los azotes se reciben en la carne, la persona que está ahí es Divina, es a Dios a quien han traicionado, a quien han puesto precio, a quien han hecho prisionero, a quien han abofeteado, a quien han cubierto a escupitajos, a quien han cambiado por un criminal, a quien han desnucado, azotado, coronado de espinas y clavado en una cruz es Dios… ese es el dolor y el espanto de María.
Por eso Cristo grita de la cruz, padre no saben lo que hacen… saben que están dando muerte a un hombre, pero no saben porque no tienen fe que ese hombre es Dios.
Pero María, María si sabe lo ellos hacen y por eso agoniza y llora, pues nunca ninguna persona ha visto en tan poco tiempo tantas ofensas hechas a Dios, eso hermanos es el dolor de Maria, que a quien hemos clavado y dado muerte ha sido a Dios…
Si no el dolor de María seria como el de cualquier otra Madre, pero el dolor de María es porque nadie ha visto como ella que se le ofenda tanto a Dios… Es la queja que ha repitió en Fátima muestra su corazón agonizante.
En la sexta aparición, la Santísima Virgen, "tomando un aspecto más triste, agregó: No ofendan más a Nuestro Señor, que está muy ofendido"
Si logras entender esto entonces podremos ver la vida de con los ojos de María Cristo y ver cuando profundo prolongado ha sido su dolor.
Vamos dar un recorrido con María, y le vamos a pedir que nos deje ver por este instante, que el que esta clavado y ofendido no solo es su fruto de su vientre, sino al Hijo del Dios vivo…
Le vamos a pedir que nos de la gracia sentir dolor, No solo por los dolores de su hijo, sino sentir hondo dolor y horror, por las ingratitudes hechas a Dios, que podamos repetir con el poeta.
No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Dios, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que, aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera.
1. La Encarnación
Tenía que ser así, fue una Virgen en un árbol por un ángel la que dijo la que cerró las puertas del corazón de los hombres para Dios. Y ahora otra Virgen, con otro Ángel en nombre de la humanidad la salvación, si Cristo nos redime no hay otro, pero es María en nombre de todos que acepta esta salvación.
Aquí arrancan los dolores, de nuestra Madre, te sorprendes que apenas trataste de acercarte a Dios y tienes problemas, de que es difícil vivir como cristiano, María cargaba al mismo Dios y mira cómo le fue, porque, porque Dios para darnos méritos nos da penas.
1.2 La amenaza de ser apedreada
-Sufre le incomprensión de José, la quiere despedir no porque sospeche de ella porque no entiende lo que pasa. Pero María siente el peligro ser apedreada muerta con el niño en su vientre si es vista embarazada sin Marido… Pero María calla y espera en Dios,
Cuantas Madres han preferido asesinar a sus hijos en sus vientres, recemos por todos estos niños que en estos momentos están siendo asesinados por sus padres en el seno de sus Madres, son un tremendo dolor en el corazón de María.
1.3 Los nos a Dios.
Hay que preparase para dar a Luz tiene que viajar en un burro, y mira ella va cargando al mismo Dios y cuantos nos recibe de su familia, de sus paisanos, no hay lugar para ti María y como no hay lugar para María, tampoco para Jesús. Los dos van unidos quien rechaza a la Madre terminara rechazando al Hijo.
Cuando Dios te dice no, detrás de ese no hay una gran bendición, cuantos no, experimento María antes de tener a Cristo en brazos brazos. Padre he rezado tanto y esto no se me ha dado, Dios no te lo ha dado porque tiene preparado algo más grande. Imita a María acepta los no de Dios, no José, no María, no en ese lugar, quiero en la pobreza de la gruta, en la miseria del dolor y del frio dar mi bendición. No es en la comodidad sino en el dolor y en sufrimiento que Dios da sus gracias.
La huida a Egipto
A media noche tuvieron que salir corriendo, solo tomaron lo que pudieron subir al burro, la distancia entre belén y Jerusalén son más de 260 kilómetros, casi como ir de aquí a los Ángeles, pero a lomo de burro y recién dado a luz, ahí se quedó en un país extraño en la pobreza…
María tú que también has sido indocumentada, que sabes lo que es huir enséñanos a llevar también nuestro Dolor, nuestro sufrimiento.
La pérdida de Jesús en el templo.
Dice el evangelio que lo buscaron durante tres días con sus parientes y conocidos hasta que luego, decidieron ir al templo, que ejemplo tan grande. Has perdido alguien, estas en soledad no busques más consuelo entre los hombres imita a María encuéntralo en Dios, solo en el sagrario encontraras alivio a tus días de angustia.
Las incomprensiones a Jesús
Para María no era una sorpresa pedir un milagro, convertir el agua en vino, ella ya sabía que Cristo era Dios. Lo vio alimentar a los hambrientos, curar a los leprosos, dar la vista a los ciegos, la vida a los muertos, pero también vio con dolor como le pedían de algunos lugares que se fuera, como le insultaban y como le intentaron apedrear, y María decía si tan solo se dieran cuenta que es Dios caminando en medio de ellos, se postrarían a tierra…
María se encuentra con su Hijo y con su Dios
Hay una escena difícil de describir, María mira fijamente a los ojos de su hijo cargando la cruz…
Pero la mirada de María ahora se vuelve al pueblo, a la muchedumbre y usa las palabras del profeta Miqueas.
Que les ha hecho mi Dios y mi hijo ¿qué te les hecho? ¿en qué les has ofendido?
Los saco del país de Egipto, los hizo pasar a pie, los alimento y ahora le han hecho carga una cruz a Dios.
¿Así pagáis al SEÑOR, oh pueblo insensato e ignorante? ¿No es El tu padre que te compró? El te hizo y te estableció.
5 dolor María ve agonizar y morir a Cristo.
Hijos míos ¿Qué les ha hecho Dios? ¿En qué les ha ofendido?
Él les dio a su hijo para que tengan vida
y ustedes de le han dado muerte
El curo a sus leprosos, le sano de sus heridas
Y ustedes le han cubierto de llagas.
Que les ha hecho, en que les ha ofendido mi Dios y mi hijo.
Con sus manos bendijo a sus hijos,
Y ustedes las han clavado en la cruz
Les multiplicaste el pan y el vino
Y ellos aumentaron los azotes y golpes.
Que les ha hecho mi Dios, ¿En qué les ha ofendido?
A si hemos pagado a Dios poniéndolo en la cruz.
Ese es el dolor de María, esa es la agonía de su corazón,
Ver a su hijo muerto y escarnecido
Per más aun,
ver Dios tan ofendido.
No son las, lanzas ni los clavos, lo que ha herido ese corazón,
Es la ingratitud de nosotros hacia Dios.
Hermano tenemos que salir de este sermón entendiendo un poco más el dolor de María, no es dolor de ver muerto a su hijo, es el dolor de ver que todo esto se lo hemos hecho a Dios.
Y miren este dolor es tan fuerte y tan terrible que el mismo Cristo ha bajado del cielo clamando alivio al dolor de su Madre.
El niño Jesús se le aparece a Sor Lucia, Junto con su Madre con corazón rodeado de Espinas. "Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Este cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para sacárselas."
¿Qué vamos a hacer para aliviar los dolores de la Madre de Dios?
María ya nos lo ha pedido.
"Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tu, al menos, procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos meditando en los misterios del rosario con el fin de desagraviarme les prometo asistir en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación".
No hay imposibles para María.
Y cuando veía que se le quedaban mirando, decía: "¿Qué me miras?" "No hombre, ni siquiera te miro". "¿Cómo no?" Y toma, la pedrada. Era zurda, y muy buen pitcher. En ese entonces, la enviaron a un lugar llamado Aserradero donde en ese tiempo estaban las personas que debían de siete homicidios para arriba. No había separación de hombres y mujeres, estaban todos juntos. Y de allá mandaron decir: "Sáquenla de aquí, porque o nos mata o la matamos, ya nos tiene a tres descalabrados".
Bueno, debido a que en las Islas Marías no tengo estipendios de misa, (todas las que yo celebro, a veces tres o cuatro los domingos, las ofrezco por los que me envían limosnas, por mis bienhechores, por mis presos, por los que están en peligro o en agonía, por los buenos sacerdotes, por los malos sacerdotes; tengo libertad de ofrecer la eucaristía por la intención que yo quiera, no tengo lista de intenciones, porque en mi parroquia no las hay) ese día ofrecí la misa por Victoria, y le dije a Nuestro Señor: "Señor, llévatela, porque ya no la aguantamos aquí, a ver si Tú la aguantas por allá".
Salí de la misa, me puse a un lado de las paredes del nuevo hospital que en ese entonces estaba en construcción de tres pisos que eran muy altos. Estaba en la sombrita, acabando de rezar mi rosario, cuando de pronto voy viendo que se aproxima Victoria, saliendo de entre el bosque. Le dije: "Eh Victoria, ¿qué traes?" "Un uñero, vengo a curármelo". "Oye, te veniste sin permiso de allá del campamento, ¿verdad?" Sí, ¿y qué? Nada, nada, pásale, pásale. "Mira -le dije, están haciendo las curaciones arriba de la azotea porque únicamente allá hay agua, en los demás pisos están componiendo los tubos y todavía no se encuentran listos para dar servicio, súbete.
No te vayas a pelear ¿eh?". "No padrecito, si a mi no me gusta el pleito, pero si me buscan, hallan ¿eh?, si buscan hallan". Y se subió. Al ratito de haberse subido, comencé a oír, (yo estaba abajo): "Hijo de tal por cual, hijo de tu madre..." Entonces dije: "ya se está peleando esta vieja loca, lo primero que le digo y lo primero que hace." Y estaba yo mirando así para arriba y que la voy viendo venir por el aire. Miren, dio una vuelta completa todo su cuerpo, y finalmente se estrelló en el cemento. Allí quedó.
Impactado por lo que había presenciado, le dije a Nuestro Señor: "Oye Señor, así no quedamos, yo te dije que te la llevaras, pero en gracia de Dios". Varias personas la envolvieron con una alfombra y a toda prisa la subieron al hospital donde iba a ser la sala de urgencias. Únicamente se encontraban unas cuantas mesas. Allí la pusieron. Llegó el doctor, la miró con detenimiento y después dijo que se hallaba en estado de coma. Respiraba, pero con mucha dificultad. "No tiene remedio -aclaró el galeno-, pienso que tiene todos los huesos quebrados, allí se la dejo." "Está bueno" -le contesté. Otra vez me dirigí a la Virgen de Guadalupe -porque miren nunca se me echa para atrás mi reina: "Madrecita linda, mira, pocas veces te pido con la urgencia de esta ocasión, mira mis lágrimas, te ofrezco todos mis sufrimientos, enfermedades, limitaciones, angustias y momentos de soledad...".
Todavía no terminaba de hacer mi oración, cuando repentinamente la voy viendo que abre los ojos. "Oye Victoria, no vengo a decirte que te confieses, eh, vengo a decirte que dentro de unos cuantos minutos -no horas-, minutos, estarás frente al Tribunal de Dios". "Y qué jijos de tal por cual le importa" -me contestó. Ay, si viera qué fea, le relampagueaban los ojos. ¿Qué jijos le importa, lárguese mucho a la fregada?" "No, mira Victoria, no seas así". No hallaba qué decirle, y fue entonces cuando me acordé que en cierta ocasión ella me platicó que fue educada con unas monjitas de un orfanatorio. Dije: "Oye Victoria, piensa en tu niñez, ¿te acuerdas cuando estuviste interna en un orfanatorio para niñas pobres?, de seguro comulgabas, ¿verdad?".
"Claro, sino me bajaban la nota, monjas jijas de tales por cuales"... y comenzó a hacer recuerdos. Pero, me acordé que una vez me dijo que había sido congregante de la Virgen María, (mire, eso me dio mucha seguridad), porque a una congregante fiel, la Virgen María jamás la desampara. "Mira Victoria, también me dijiste en aquella ocasión, que habías sido congregante de la Virgen María, ¿verdad? "Sí, ¿y qué?". "No, de seguro que cuando recibiste la medalla hiciste una buena confesión y también comulgaste. "Pues, puede ser que sí". Y comenzó a cambiar. "Y cantaban en la congregación ¿verdad? ¿Es cierto que cantaban el Bendita sea tu Pureza?".
Lo primero que se me ocurría, le preguntaba, y mire cómo en aras del recuerdo, ella se trasladó a su niñez y me contestó: "Y a tres voces padre... si viera qué bonito." "Ah, ¿y cómo termina ese canto, Victoria?". -le pregunté. Y comenzó a recordar moviendo los labios: "No me dejes Madre mía". ¿Cómo? "No me dejes Madre mía". "Repítelo Victoria, repítelo más fuerte, esta es la hora en que la Virgen María te va a pagar esa comunión que hiciste cuando recibiste tu medalla, cuando te consagraste a ella". Y comienza de nuevo a cantar: "No me dejes Madre mía, no me dejes Madre mía." De pronto, me arrebata el Cristo y dice: "Padre, todavía estoy viva, confiéseme padre, confiéseme".
"No me dejes Madre mía, no me dejes," -gritaba. Ella lloraba y yo lloraba también. Ella lloraba y yo lloraba. "Bueno, Victoria, ofrécele tu vida a Dios Nuestro Señor, que ya va a terminar". "Si Padre". "No me dejes Madre mía, no me dejes Madre mía". Mientras tanto, yo le daba la absolución. Cuando terminé de dársela, vi que disminuía la intensidad de su voz. Movió los labios pronunciando en silencio las mismas palabras... y allí quedó. Pero, ¿viera usted qué misericordia tan grande la de Dios Nuestro Señor cuando un pecador se arrepiente! Mire, cuando narro esto, se me hace un nudo en la garganta y vienen a mi una gran cantidad de vivencias, que verdaderamente serian imposibles de relatar.
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