Las bienaventuranzas de Jesucristo

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LAS BIENAVENTURANZAS Mateo 5

1Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. 2Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:

3Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

4Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.

5Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.

6Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

7Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

8Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.

9Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

10Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

11Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. 12Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros.

1) “subió al monte”- R756 Τὸ ὄρος se refiere a la montaña, no a una montaña (la gran colina que se erguía como un trono detrás del mar).
2) Lc 6:20 | Y alzando los ojos hacia sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. (Mt.5:3)
La humildad es un signo de un discípulo. Ser humilde es saber someterse a Dios, que entiende que Dios da el espíritu. Sin Dios no hay nadie quién entra en el Reino de Dios.
Jesucristo dijo en Juan 14:6: Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. (Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Jn 14:6.)
“El sentir” de Jesucristo se manifiesta en Fil.2:5-11. Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre. (Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Flp 2:5–11.)
Jesucristo estaba dispuesto de someterse a Dios, aunque significaba la crucifixión. Por eso Dios le exaltó sobre toda la creación. Jesucristo nunca pecó. “Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.“
¿Qué es el reino de Dios en nuestros días? Jesucristo dijo a Pelato, “mi reino no es de este mundo” (Jn.18) - entones ¿qué es? Es el sitio donde Dios reina, y donde su Mesías Jesús es Rey. ¿Qué contiene este reino? El apóstol Pablo lo explica así en Romanos 14:17: porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Un rey humano gobierna para dar comida a sus súbditos, pero Jesucristo da un reino interior, en la espera de que venga en plenitud su reino con una resurrección general de los muertos, donde seremos investidos con cuerpos glorificados. Aquí dice que es un reino interior que subsiste en “justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Es un reino que domina nuestro espíritu y corazón, con la presencia del Espíritu de Dios. ¨Él ha hecho morada en nosotros y nos domina con justicia, paz y gozo.
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. (Mt.5:3) Parece que la gente busca la felicidad, porque la palabra “bienaventurado significa mas que ser feliz. Se suele decir “dichoso” también en varias traducciones. Es algo más profundo que nos llena que sólo un poco de felicidad momentánea. Es algo perdurable, una paz profunda, la presencia de Dios en nuestro ser.
El mundo tiene otro concepto de felicidad, y lo que Jesucristo dice de “pobre en espíritu” no les atrae. Sus iconos son gente como Elvis Presley, Marilyn Monroe o Mickael Jacksson. Parecían tener todo, dinero, fama y el mundo estaba a sus pies ¿Fueron felices? No, porque se suicidaron. Este mundo no te puede dar lo que tu alma desea, porque sólo el que te hizo a “su imagen y semejanza” puede llenar el interior de tu corazón, para satisfacerte. Esto hace Dios “en Cristo”.
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos, dijo Jesucristo con autoridad. Entrar en el “reino de los cielos” es algo grande. Es el lugar y casa de Dios. No es un lugar pasajero, sino es la “casa de Dios”. Es nuestro hogar como cristianos, y para entrar allí hay que “nacer de nuevo”. Como explicó Jesucristo a Nicodemo: Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. (Reina Valera Revisada (1960) (Miami: Sociedades Bı́blicas Unidas, 1998), Jn 3:3–6.) Hemos entrado en este mundo por nacimiento, por un padre y una madre. Dios hace lo mismo con su reino. Nos hace “nacer de nuevo” - en una forma espiritual. Dijo Jesús: Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. Entramos por un acto soberano de Dios, aceptando con humildad sus condiciones y virtudes en su reino. Al aceptar a Jesucristo, entramos en su reino y bajo su dominio. El nos pone como señal en nuestros corazones el Espíritu Santo. Así hemos entrado en su Reino y gozamos de su presencia en nuestras vidas.
johancarlsen@yahoo.es
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