La historia que nos compromete

Compromiso

El compromiso no solo es importante en la vida del cristiano sino que es un distintivo de amor a Dios.

Juan 15:10 NVI

10 Si obedecen mis mandamientos, permanecerán en mi amor, así como yo he obedecido los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.

Aquí hay dos conceptos: Obediencia y permanencia.

Obediencia al mandamiento. Permanencia en el amor.

Si obedeciéramos al amor sin el mandamiento, cada uno amaría a su estilo y se fabricaría su propia forma de obediencia…seguramente a conveniencia.

Si permaneciéramos en el mandamiento sin el amor, nos volveríamos legalistas, cortaríamos la cabeza de todos si es que no antes nos hemos cortado la propia.

¿Cómo podemos ser obedientes cuando no entendemos el por qué de un mandamiento? Porque permanecemos en amor, no en mandamiento. La seguridad de que el mandamiento está basado en el amor nos hace cumplirlo aunque no lo comprendamos.

Esta es una clave para guiarnos en medio de un mundo que le da vuelta a las cosas y llama bueno a lo malo y malo a lo bueno. ¿Por qué nos mantenemos en un mandamiento que según los estándares sociales es retrógrado? Porque nuestra permanencia está en el amor y Dios es amor.

Compromiso total

Seguir a Jesús es un desafío que nos enfrenta a un compromiso total.

Lucas 14:25–27 NVI

25 Grandes multitudes seguían a Jesús, y él se volvió y les dijo: 26 «Si alguno viene a mí y no sacrifica el amor a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun a su propia vida, no puede ser mi discípulo. 27 Y el que no carga su cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo.

El cumplimiento que Jesús espera, el compromiso que demanda no es parcial ni emocional, es total. Jesús pide todo.

Cada día, el discípulo debe cargar su cruz. No hay otro camino.

Si el compromiso con Jesús es total, todas las relaciones toman el lugar que les corresponde.

Cuando las otras relaciones están por encima del compromiso con Dios, se nos desordena la vida social.

Enemigo del compromiso

En una ocasión los discípulos trataron de suavizar el compromiso y Jesús fue enfático en su respuesta:

Mateo 16:21–25 NVI

21 Desde entonces comenzó Jesús a advertir a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas a manos de los ancianos, de los jefes de los sacerdotes y de los maestros de la ley, y que era necesario que lo mataran y que al tercer día resucitara. 22 Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo: —¡De ninguna manera, Señor! ¡Esto no te sucederá jamás! 23 Jesús se volvió y le dijo a Pedro: —¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme tropezar; no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres. 24 Luego dijo Jesús a sus discípulos: —Si alguien quiere ser mi discípulo, tiene que negarse a sí mismo, tomar su cruz y seguirme. 25 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la encontrará.

Un enemigo del compromiso: pensar en las cosas de los hombres.

Lo que Jesús está diciendo es que Pedro estaba pensando desde una cosmovisión humana, según interpretaciones de la mente humana, no según el plan de Dios.

¿Alguna vez ha puesto su propio plan por encima del plan de Dios?

El criterio humano es bueno hasta que se sobrepone a la voluntad de Dios.

El compromiso en ilustración

En Juan 15, Jesús ilustra la importancia del compromiso diciendo que la permanencia en él y en sus mandamientos es lo que nos hace ser fructíferos.

Muestra tu compromiso

Juan 21:15 NVI

15 Cuando terminaron de desayunar, Jesús le preguntó a Simón Pedro: —Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos? —Sí, Señor, tú sabes que te quiero—contestó Pedro. —Apacienta mis corderos—le dijo Jesús.

Jesús no espera que solo le digas que lo amas, debes demostrarlo.

Jesús le dice a Pedro que él tiene una misión y que es cumpliéndola que demuestra su amor.

Jesús hoy te pregunta: ¿Me amas?

¿Cómo responderás?