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Tal como el puritano Thomas Goodwin de forma tan elocuente declaró:
"La comunión y la conversión de un hombre es [...] a veces con el Padre, a continuación
con el Hijo, y luego con el Espíritu Santo; a veces el corazón es atraído
a considerar el amor del Padre en la elección, y luego el amor de Cristo en la
redención, y de igual forma el amor del Espíritu Santo, quien escudriña las cosas
profundas de Dios y nos las revela, y quita todos los dolores de nosotros, y así un
hombre va de un testigo a otro. [La seguridad] no es un conocimiento por medio
de la discusión o la deducción, por el cual se infiere que si uno me ama, entonces
el otro también me ama, sino es intuitiva, si se me permite expresarlo así, y
nunca deberíamos estar satisfechos hasta que las tres personas estén en nosotros,
y todas hagan su morada en nosotros, y nos sentemos como si fuera en medio de
ellas, y todas nos manifiesten su amor."
A pesar de que vivió en el siglo diecisiete, la perspectiva de Goodwin sigue
siendo de vital importancia para la iglesia hoy. Los creyentes necesitan entender la
obra de cada miembro de la Trinidad con el fin de adorar a Dios más plenamente.
Para tomar prestado las palabras de Goodwin: «Nunca deberíamos estar satisfechos
hasta que las tres personas estén en nosotros». ¡Qué hermosa manera de
expresar esa noble verdad! Debemos sentarnos, por decirlo así, en medio de la
Trinidad y meditar maravillados sobre el insondable amor demostrado a nosotros
por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Tales reflexiones gloriosas son la sustancia
de la verdadera adoración.
Huelga decir que tales reflexiones son muy superiores a cualquier especie de
éxtasis irracional o experiencia carismática sin sentido. Ambas cosas pueden invocar
una respuesta emocional, pero solo una se basa en la verdad. Y la adoración
auténtica requiere tanto el espíritu como la verdad (Juan 4.23). Cualquier cosa
menos que esto es una falsificación blasfema.
MacArthur, John. Fuego Extraño: El Peligro de Ofender al Espíritu Santo con una Adoración Falsa. Nashville, TN: Grupo Nelson, 2014.
Tal como el puritano Thomas Goodwin de forma tan elocuente declaró:
"La comunión y la conversión de un hombre es [...] a veces con el Padre, a continuación
con el Hijo, y luego con el Espíritu Santo; a veces el corazón es atraído
a considerar el amor del Padre en la elección, y luego el amor de Cristo en la
redención, y de igual forma el amor del Espíritu Santo, quien escudriña las cosas
profundas de Dios y nos las revela, y quita todos los dolores de nosotros, y así un
hombre va de un testigo a otro. [La seguridad] no es un conocimiento por medio
de la discusión o la deducción, por el cual se infiere que si uno me ama, entonces
el otro también me ama, sino es intuitiva, si se me permite expresarlo así, y
nunca deberíamos estar satisfechos hasta que las tres personas estén en nosotros,
y todas hagan su morada en nosotros, y nos sentemos como si fuera en medio de
ellas, y todas nos manifiesten su amor."
A pesar de que vivió en el siglo diecisiete, la perspectiva de Goodwin sigue
siendo de vital importancia para la iglesia hoy. Los creyentes necesitan entender la
obra de cada miembro de la Trinidad con el fin de adorar a Dios más plenamente.
Para tomar prestado las palabras de Goodwin: «Nunca deberíamos estar satisfechos
hasta que las tres personas estén en nosotros». ¡Qué hermosa manera de
expresar esa noble verdad! Debemos sentarnos, por decirlo así, en medio de la
Trinidad y meditar maravillados sobre el insondable amor demostrado a nosotros
por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Tales reflexiones gloriosas son la sustancia
de la verdadera adoración.
Huelga decir que tales reflexiones son muy superiores a cualquier especie de
éxtasis irracional o experiencia carismática sin sentido. Ambas cosas pueden invocar
una respuesta emocional, pero solo una se basa en la verdad. Y la adoración
auténtica requiere tanto el espíritu como la verdad (Juan 4.23). Cualquier cosa
menos que esto es una falsificación blasfema.
MacArthur, John. Fuego Extraño: El Peligro de Ofender al Espíritu Santo con una Adoración Falsa. Nashville, TN: Grupo Nelson, 2014.