Fortaleza de Dios
Armas espirituales • Sermon • Submitted • Presented
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· 31 viewsDios ha provisto los recursos espirituales necesarios para salir adelante frente la oposición que enfrentamos en esta vida. Estemos atentos para vestir las armas de Dios para salir adelante con Él.
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Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.Y a los que predestinó, a éstos también llamó; y a los que llamó, a éstos también justificó; y a los que justificó, a éstos también glorificó.
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito:
Por causa de ti somos muertos todo el tiempo;
Somos contados como ovejas de matadero.
Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
El nombre profético de nuestro Salvador es Emanuel, que significa “Dios con nosotros”. Dios nos ha invitado a reconciliarnos con Él, y al hacerlo también ha querido, en su gracia, asegurarnos su presencia. ¡Es una maravilla tenerlo con nosotros!
Su amor por nosotros nunca cambiará, y eso es una garantía. Pero, ¿qué de nuestro diario vivir? ¿Enfrentaremos dificultades aunque Dios está con nosotros?
Sí. Por eso nos han sido dichas estas palabras:
Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza.Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
10 Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor. 11 Pónganse toda la armadura de Dios para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo. 12 Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales. 13 Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios, para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza.
10 Una palabra final: sean fuertes en el Señor y en su gran poder. 11 Pónganse toda la armadura de Dios para poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo. 12 Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible, contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y contra espíritus malignos de los lugares celestiales.
13 Por lo tanto, pónganse todas las piezas de la armadura de Dios para poder resistir al enemigo en el tiempo del mal. Así, después de la batalla, todavía seguirán de pie, firmes.
10Por lo demás, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza.
11 Revístanse con toda la armadura de Dios para que puedan estar firmes contra las insidias del diablo.
12Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celestes.
13Por tanto, tomen toda la armadura de Dios, para que puedan resistir en el día malo, y habiéndolo hecho todo, estar firmes.
Por lo demás… Es el enlace con el contexto, señalando que lo que va señalar se relaciona con lo anterior.
...hermanos míos… Se trata de una exhortación, una enseñanza importante, insistente, vital para el desempeño de la vida cristiana, y es hecha, en este caso, con un sentido de confraternidad, de afecto cristiano. Creo que Pablo pretendía que, de alguna manera, sus lectores percibieran el afecto con el que les está dirigiendo esta indicación. Les enseña por su bien y para su bienestar.
IMPERATIVOS ORIGINALES
La enseñanza plantea, para empezar, dos órdenes.
...fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. ¿Qué tienen que hacer los lectores, los receptores de esta carta? Tienen que buscar y encontrar su fuerza, ya no en sí mismos o en sus propios recursos, sino en el Señor. La enseñanza es enfática, al señalar la redundancia (la insistencia) que resulta de la mención del Señor como la fuente de la fortaleza, y luego el podcer de su fuerza. Pablo quería que esto quedara muy claro. No se trata de nuestra fuerza. Lo que “yo puedo” no va a ser lo suficientemente útil en este caso. Necesitamos algo superior, algo más fuerte, algo que solamente el Señor puede hacer (ver Isaías 40:28-31).
Vestíos de toda la armadura de Dios… No es una sugerencia para el ejercicio de la vida cristiana: es una orden, un requisito indispensable. La indicación de encontrar fuerzas en Dios no debería sorprendernos, por sus múltiples referencias a lo largo y ancho de la Biblia. Lo que aparece como una innovación es este mandamiento a vestirse con las armas provistas por Dios.
Para empezar, aquí se apela a la iniciativa del creyente. Esto no es algo que Dios hace por nosotros ni nos impone sin que nosotros participemos. Cada discípulo de Jesús puede optar por ignorar este mandamiento, como con todos. Dios te ordena que te vistas así, pero tú puedes decidir si hacerlo o no.
Lo que no aparece en otras partes de la Biblia, de la revelación divina, es la existencia de un juego de recursos, un set de armas preparadas por Dios para enfrentar las diferentes circunstancias de la vida. Pablo se había estado refiriendo a la vida práctica de los cristianos, su desempeño en sus relaciones dentro de la iglesia, como miembros de sus familias, en sus trabajos y en los diferentes roles que les corresponda ocupar. Ahora está señalando que en todas nuestras situaciones tenemos que utilizar el set de herramientas que Dios ha provisto. Somos llamados a recurrir a la provisión espiritual de Dios para el manejo de los diferentes desafíos que se nos presentan. El detalle es que Pablo presenta estos recursos como armas espirituales. Eso implica que estamos inmersos en un conflicto espiritual. Tendría que ser evidente para nosotros que en cada situación que enfrentamos hay más de lo que percibimos a simple vista. Aunque lo cierto es que muchas veces nos quedamos nada más que con el análisis preliminar, ese que nos aportan nuestros sentidos. Pero hay más, y para enfrentar eso debemos utilizar los recursos adecuados, provistos generosa y sabiamente por Dios.
Otro punto importante es el de que no se trata de utilizar esta herramienta o aquella, según se nos ocurra, al azar o eligiendo descuidadamente. No, tenemos que utilizar toda la armadura de Dios, no parte de ella. Es posible que a veces caigamos en el error de fortalecer ciertas áreas, volvernos más diestros en el uso de algunas armas, mientras otras quedarían fuera de nuestro alcance. No debemos permitir que eso suceda.
Luego de los dos primeros imperativos, aparece una especie de paréntesis en el que Pablo explica el propósito del uso de estos recursos.
¿Para qué sirve esto? ¿Para qué provee Dios estas armas y porqué ordena que las usemos?
...para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo.
Una vez más, todo esto apunta a la realidad de que existen influencias que nos amenazan, que podrían hacer peligrar nuestra firmeza, que podrían hacernos caer. ¿Cuáles serían esas influencias?
Bueno, si se nos llama a las armas es porque hay guerra. Claro que tú y yo somos personas de paz, y no nos gusta ni quisiéramos vernos envueltos en conflictos bélicos armados. La guerra es algo horrible, que tendría que ser definitivamente extirpado de la experiencia humana. Sin embargo está allí, aún en circunstancias aparentemente pacíficas. No tiene por qué haber violencia para que esta guerra se despliegue. La meta es que los hijos de Dios podamos permanecer firmes, que permanezcamos de pie, aunque enfrentemos tendencias que amenacen con echarnos por tierra.
El concepto de la intervención del diablo en la existencia humana es uno que ha caído en descrédito y que muchas veces ha llegado a ser objeto de burlas. Sin embargo, la Biblia la presenta como una rotunda realidad.
Todavía más, aquí se habla de las asechanzas del diablo. Es decir, implicaría que nuestro enemigo espiritual desarrolla planes en nuestra contra, justamente con el propósito de derribarnos, de hacernos caer de nuestra posición espiritual. El término griego que aquí es traducido “asechanzas” es aquel del que procede la raíz de nuestra palabra “método” (metodeia).
Seguramente no te gusta pensar que estás siendo asechado. Es interesante notar que en el tiempo que vivimos, y en el nombre de toda la tecnología que hemos inventado para facilitar la vida y fomentar nuestra comodidad, vivimos casi todo el tiempo expuestos a artefactos que nos asechan, como cámaras y micrófonos. Pero mucho antes del surgimiento del casi omnipresente Google, antes de StarLink y todo lo demás, el diablo ya estaba ejerciendo su influencia global y desarrollando planes para hacer tropezar y derribar a los hijos de Dios. Esto se aplica a todo aquel que invoca a Jesús como Señor y Salvador. “¿¡Cómo!? ¿Cómo el Señor va a permitir esto? ¿No está Jesús con nosotros para defendernos?” Por cierto que sí, lo está. Pero en este tiempo que vivimos, la intervención del diablo y sus ejércitos en nuestra contra todavía no ha sido erradicada definitivamente. Y justamente, la manera en que el Señor manifiesta su defensa a nuestro favor consiste en proveer los medios, las armas que nos permitirán permanecer erguidos frente a la imponente oposición que enfrentamos.
Este concepto nos tiene que quedar muy claro. Luego del “para qué” de la orden de vestir las armas de Dios viene el “porque”, la explicación de lo que genera la necesidad de esgrimir armas espirituales.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, cino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Celebro la manera en que Dios inspiró a Pablo para escribir. Observa esto: antes de poner por escrito cuáles son nuestros enemigos, el apóstol señala con claridad quiénes no lo son.
Porque no tenemos lucha contra sangre y carne...
Algunos podrían cuestionar esta afirmación. Durante el propio tiempo de Pablo, él y el resto de los cristianos enfrentaban enemigos humanos muy reales que se les oponían, los perseguían y ejercían sobre ellos violencia al punto de llevarlos a la tortura y la muerte. Sin embargo, Pablo afirma aquí que los verdaderos enemigos son espirituales. Si esto era cierto para él y los de su tiempo, lo es también, todavía mucho más para nosotros.
Tú y yo tenemos enemigos espirituales, enfrentamos un enjambre de enemigos invisibles que se cruzan en nuestro camino todos los días, procurando derribarnos de nuestra estabilidad espiritual, anular la eficacia de nuestro testimonio y evitar que produzcamos fruto para la gloria y honra de nuestro Dios.
Despierta a esta realidad, conoce la lucha. Nos enfrentamos a otra naturaleza de enemigos. Si fueran solo enemigos humanos, conociendo su naturaleza, el alcance de su poder y el tipo de recursos con los que cuentan, podríamos establecer un plan de acción a nuestra manera para resistirlos o evitarlos, podríamos tal vez huir, escondernos o buscar aliados poderosos con cuya ayuda resistirlos. Pero ese no es el caso; nuestros enemigos no son sangre y carne, no son humanos.
¿A qué o a quiénes, entonces, nos enfrentamos?
...sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
¡Vaya! ¡Impresionante lista de enemigos la que tenemos!
¿Existe esto realmente?
Sí que existe, y cada día, muchas veces, se cruzan en tu camino sin que lo percibas sensorialmente. Se entremeten en tus conversaciones, se infiltran en tus redes sociales, se cuelan en los momentos con tu familia y las relaciones con tus amigos, afectan tus pensamientos y promueven las palaberas de tu boca. No, tú no los llamas; llegan sin ser invitados.
En el pasaje de Mateo 16:13-28 se nos relata el momento en que Simón Pedro afirma con total convicción que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, a lo que Jesús responde que eso se lo había revelado el propio Padre. A contninuación, el Maestro pasa a decirles que el siguiente paso tendrá que ver con su sufrimiento, que tendrá que enfrentar la tortura y la muerte, y que resucitará. Entonces Pedro lo toma aparte, el puñado de polvo queriendo aconsejar al eterno, y como si no le hubiera escuchado hablar acerca de la resurrección de entre los muertos le empieza a llamar la atención en cuanto a que no hace falta que piense en la oposición o la tortura. Jesús inmediatamente le habla duramente, al parecer a él (aunque queda muy claro que no le estaba hablando a Simón) diciéndole: “¡Quítate de delante de mí, Satanás! (Sí, nuestro Señor con toda autoridad y poder reprendió al diablo y lo hizo huir); me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres”. ¿Había mala intención en Pedro? No, creo que él solo quería alentar a Jesús. Hizo lo que muchas veces hacemos nosotros cuando alguien anticipa que las cosas pueden salir mal. El enemigo (a él se dirige Jesús) se había infiltrado en aquella conversación, utilizando a la misma persona que, conforme a las propias palabras de Jesús era bienaventirada por haber recibido una revelación directa del Padre con respecto a su identidad. Aquellos pensamientos que lo llevaron a Pedro a querer aconsejar a Jesús para que evitara el conflicto y no pensara en la oposición no habían sido originalmente de Pedro. Así como Pedro no había sido capaz de distinguir al Padre revelándole la verdad acerca de Jesús, tampoco había percibido que Satanás le había inspirado aquellos pensamientos.
¿Sabes lo que te está diciendo el Espíritu Santo? “¡Ten cuidado! ¡Sé más sensible! ¡No te fíes siquiera de tus pensamientos!”.
Esta descripción de nuestros enemigos espirituales tiene que dejarnos algunas conclusiones:
Nuestros enemigos son muchos. No contamos con una explicación extensiva de cómo funcionan, se relacionan o qué motiva estas entidades espirituales de las que se habla aquí. Sin embargo las referencias son todas en plural. No conocemos su núero exacto, pero son muchos. Las palabras usadas son: principados, potestades, gobernadores, huestes. Las tres primeras palabras no solamente se refieren a la cantidad (muchos) sino a que tienen un cierto ámbito de autoridad, mandan sobre ciertos ámbitos. En el Antiguo Testamento se hace referencia a principados espirituales que ejercían su dominio sobre naciones o imperios (no les digan a los presidentes, que siguen creyendo que son ellos quienes gobiernan). Esto implicaría también la presencia de jerarquías, capas de autoridades conectadas y sujetas unas a las otras. Ni Jesús ni los apóstoles nos dan una descripción completa de cómo esto funciona, así que no es algo que necesitemos conocer ahora. Nos alcanza con saber que existen, y que influyen sobre nuestro entorno y nuestras vidas.
Extremos a evitar. En cuanto a todo este asunto, hay dos extremos que debemos evitar y en los que podríamos caer con facilidad. Uno de ellos consiste en procurar ignorar el problema, señalándolo como una fábula o una exageración. Haríamos muy mal en tratar así cualquier aspecto de lo que Dios nos revela en su Palabra. No ignores el problema, no le restes importancia. Este pasaje habla de enemigos imponentes, dignos de respeto por su ámbito de influencia. El segundo error consistiría en caer en el exceso de atribuirles demasiado protagonismo a las influencias demoníacas, llegando a asumir que hasta nuestros propios errores son su responsabilidad (transfiriéndoles nuestra responsabilidad). No busques demonios debajo de la alfombra o en cada cosa que sucede. Nuestra responsabilidad sigue siendo buscar a Dios, honrarle y obedecerle a cada paso, no echar fuera demonios ante cada evento que ocurra. Mantengamos el equilibrio.
Nuestros enemigos espirituales son imponentes. Sí, estos poderes espirituales son poderosos. No son un juego. No debemos temerles, porque mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo (1 Juan 4:4), pero no debemos ignorar que sí hacen muchas cosas y son poderosos.
No ignoremos el problema, pero tampoco debemos entregarle mayor importancia que la que le corresponde. Nuestro corazón debe estar dedicado a buscar a Dios, no influencias espirituales de la oscuridad.
En resumen, estamos en conficto. Tenemos enemigos espirituales. Pero, al mismo tiempo, la Palabra nos asegura que en Dios podemos encontrar la fortaleza y el poder para permanecer en pie, para resistir y seguir adelante.
Que nunca se nos olviden estas palabras salidas de la boca de Dios y dirigidas a nosotros:
8 Pero tú, Israel, siervo mío eres; tú, Jacob, a quien yo escogí, descendencia de Abraham mi amigo. 9 Porque te tomé de los confines de la tierra, y de tierras lejanas te llamé, y te dije: Mi siervo eres tú; te escogí, y no te deseché. 10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia. 11 He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo. 12 Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra. 13 Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.
Los que creemos en Cristo Jesús somos los descendientes espirituales de Abraham, los que compartimos su fe. Dios nos conoce, nos ama, y promete estar con nosotros, pase lo que pase, siempre. Dios quiere ayudarte. No te desanimes ni te asustes. Dios está contigo.
Corre a Jesús y encontrarás el refugio que Dios ha provisto para ti.
El llamado que recibimos en este pasaje es a recurrir a los recursos de Dios para enfrentar nuestras situaciones.
Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes.
Este es el mandato de Dios: echa mano de sus armas, sus recursos, su potencia. La oposición vendrá, de eso no hay duda. Y tus recursos no alcanzarán. Necesitarás algo superior, algo más fuerte, más poderoso.
No te conformes con tomar algunas de las armas que Dios te provee o solamente tus favoritas. Tómalas todas, porque todas te harán falta.
Aquí aprenderás que ciertas disciplinas morales, ciertas fortalezas éticas de tu vida, cierto cuidado en cuanto al desarrollo de tu estilo de vida, son en realidad armas provistas por Dios, y deben ser tomadas muy en serio.
¿Observaste ya la referencial al día malo? ¿Alguna vez has tenido un día malo? En la vida vamos a tener muchos días malos, y pueden llegar a derribarnos, y procurarán que permanezcamos así, caídos, quebrantados, inútiles, improductiros para con Dios.
No les vamos a permitir que nos hagan eso, porque Dios ha provisto cómo, al entregarnos sus propias armas, armas espirituales, poderosas en Dios, que nos permitirán andar en victoria.
Prepárate a vestir las armas de Dios.