Consejo y Oración para hoy

24 de mayo

Lucas 11:27–28 RVR60

Mientras él decía estas cosas, una mujer de entre la multitud levantó la voz y le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste. Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan.

Cuan a menudo la comprensión que nosotros tenemos de lo que Jesús dice, no llega a alcanzar el entendimiento de los mandamientos y bendiciones que Dios nos propone en su Palabra.

Para esta mujer la mayor bendición posible a alcanzar estaba basada en el privilegio que toda mujer judía anhelaba en su tiempo: Ser madre.

Y para ella la maternidad de María, habría sido la causa de su mayor felicidad.

Cuan a menudo nosotros establecemos los parámetros de nuestra propia felicidad, y esa declaración sobre la cual fundamentamos nuestra felicidad solo refleja nuestra falta de comprensión de lo que Dios ha determinado para nuestra propia dicha en su Palabra.

Si Dios nos diera a escoger lo que nosotros creemos es lo mejor para nosotros, probablemente escogeríamos cosas que tienen que ver con:

Las relaciones que nos pueden dar felicidad: por sangre, por influencia, por riqueza.

Las posesiones que pueden determinar desde nuestra niñez: valor, reconocimiento, oportunidades.

Las habilidades, capacidades y talentos que nos ayudan a colocarnos por encima de los logros que otros puedan obtener.

Pero Jesús nos dio un solo parámetro para encontrar la dicha: Escuchar La Palabra de Dios y ponerla en práctica.

Cuando escuche las Palabras de Jesús debo pedir que El Espíritu Santo me guíe a una mayor comprensión de lo que él quiere que haga y como ha determinado bendecirme.

Si estoy caminando al lado de Jesús debo esperar que sus palabras impacten mi forma de ser y pensar, acerca de como estoy viviendo y lo que estoy anhelando en la vida.

Solo en La Palabra de Dios puedo encontrar la visión que puede llevarme a alcanzar la realización plena de mi vida.

Buscar continuamente en La Palabra de Dios los principios y valores que me conduzca a vivir una vida bendecida.

Oremos,

Padre que tu Palabra afirme mi vocación y llamado a través del cual vas a cumplir cada una de las promesas de bendición para mi vida.

Oro para que mis acciones conduzcan a construir la felicidad de mis hijos, que mis palabras de consejo sean guiadas por la sabiduría de tu Palabra

Oro por los que están buscando el camino para una vida feliz, que puedan escuchar tu Palabra y ponerla en práctica.

Oro por los que su niñez fue una época de dolor y sufrimiento, dales consuelo y restaura lo que ellos perdieron.

En el nombre de Jesús, amén.

Comparte este mensaje con tus amigos y familiares, así también La Palabra de Dios puede llegar a sus corazones.

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