La verdadera grandeza

Encuentros   •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
0 ratings
· 24 views

La verdadera grandeza está en aceptar la salvación de parte de nuestro Dios.

Notes
Transcript

INTRODUCCIÓN

Saludos
500 ilustraciones 415. Cristianismo: Compañerismo con Jesus

CRISTIANISMO: COMPAÑERISMO CON JESUS

Felipe Brooks nació en Boston el año de 1835, estudió en varias instituciones educativas y en la Universidad de Harvard; se dedicó al ministerio cristiano, y llegó a ser obispo de la Iglesia Episcopal. Cierta ocasión un estudiante le preguntó: —¿El compañerismo personal con Jesús es parte del cristianismo: A esto, Brooks, sin vacilar, contestó: —El cristianismo es precisamente el compañerismo personal con Jesús; y esto es lo que constituye la diferencia entre la religión que enseña la Biblia y las otras religiones. Una persona es cristiana según el conocimiento que tenga de Jesús.

La respuesta que dio Felipe Brooks fue el eco de las palabras que el Señor Jesús pronunció en su oración intercesora: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Jn. 17:3).

3. Objetivos
Reconocer nuestra necesidad de Jesús en nuestras vidas
Aceptar con humildad su invitación
Dejar a Jesús entrar a nuestras vidas
UN ENCUENTRO PLANIFICADO (LUCAS 19:1-3)

Es probable que el encuentro de Jesús con Zaqueo ocurriera la semana antes de la pascua del año 31 d. C., cuando Jesús iba rumbo a Jerusalén.

Se nos informa que Jesús iba pasando por esta ciudad y tiene allí un encuentro especial con una persona especial. No sé cuantos de ustedes creen que las cosas suceden por casualidad. Hay cosas que suceden que son tan extraordinarias que decimos que son el resultado de la suerte. (Contar mi historia con mi esposa)
Nada sucede por casualidad dentro de los planes que Dios tiene para ti. Sin importar cual sea tu pasado, ni tan siquiera la vida que llevas en este momento no es impedimento para que Dios cumpla su propósito en ti. Los presentes protestaron porque Jesús se asociaba con él por ser pecador, y no porque fuera gentil, pero todo eso no importaba porque Jesús había deseado tener ese encuentro con ese personaje quizás no tan querido por su pueblo. No todos los ricos se separaron tristemente de Jesús. Zaqueo es un ejemplo de lo que es posible para Dios. Los romanos vendían la tarea de cobrar los impuestos en una determinada zona al mejor postor. La persona designada no recibía sueldo por su trabajo; simplemente cobraba todo el dinero que podía y se guardaba lo que quedaba después de haber pagado la cantidad acordada con los romanos.
Las escrituras nos informan que Zaqueo procuraba ver quien era Jesús, pero su baja estatura le era impedimento para verle en medio de la gran multitud. Es posible que Zaqueo por algún tiempo hubiera estado sintiendo deseos de ver a Jesús, de saber quién era esa persona tan renombrada. El comienzo del ministerio de Juan el Bautista se había desarrollado en Betábara o “Betania, al otro lado del Jordán” (BJ), probablemente no lejos de Jericó. Zaqueo había sido uno de los muchos que habían ido a oírle predicar (DTG 507). Es también factible que hubiera estado entre los publicanos que preguntaron a Juan: “Maestro, ¿qué haremos?” (Luc. 3:12). Zaqueo quedó impresionado con el mensaje de Juan, y aunque en ese momento no estuviera plenamente convertido, las palabras de Juan comenzaron a actuar como levadura en su corazón (DTG 507). Zaqueo había oído hablar antes de Jesús y comenzó entonces su obra de confesión y restitución (DTG 507–508). Sentía un intenso anhelo de tener la oportunidad de ver a Jesús y de aprender más perfectamente del Maestro el camino de la vida. Hasta cierto punto ya había puesto en práctica el Evangelio en su propia vida actuando en armonía con los preceptos enunciados. Zaqueo llevaba ya un tiempo queriendo cambiar, llevaba algún tiempo queriendo ser mejor, dejar su antigua vida, sin embargo, no había tenido la oportunidad de toparse con Jesús y en esta ocasión, Jesús sabiendo que habían personas necesitadas de la salvación como lo era Zaqueo entonces pasa por aquel lugar en busca de esa alma perdida. Vemos que el interés era primeramente de Jesús para encontrarse con este hombre, pero ese interés era correspondido porque Zaqueo también estaba esperando a Jesús. Zaqueo era rico, pero no era feliz. No podía por menos de sentirse solo, porque había escogido una profesión que le convertía en un descastado. Había oído hablar de Jesús, que recibía a los publicanos y a los pecadores, y quería saber si tendría algo para él. Despreciado y odiado por los hombres, Zaqueo buscaba el amor de Dios. Zaqueo decidió ver a Jesús, y no dejó que nada se lo impidiera. El mezclarse con la multitud requería valor en su caso, porque muchos aprovecharían la oportunidad para pegarle una patada o un puñetazo o algo peor, pero aun así no podía ver nada, porque era bajito; así es que tuvo una gran idea: salió corriendo, se adelantó a la comitiva, se subió a un árbol corpulento y frondoso cuyas ramas daban sombra a la carretera, y allí se dispuso a ver lo que pasaba sin ser visto ni molestado.
ZAQUEO HIZO SU PARTE, JESÚS LA SUYA (LUCAS 19:4-6)
Zaqueo como ya he mencionado, estaba queriendo ser diferente, pero sentía que seguía fallando y reconoció que solo en Jesús podía obtener el perdón y la paz que su corazón necesitaba. Sabiendo esto entonces decidido va en busca del Salvador, en medio de la multitud, en medio de los empujones, en medio del peligro que podría representar eso para su vida, ya que era una persona non grata para su pueblo, pero aún así lo hizo. Zaqueo oyó la noticia de la llegada de Jesús cuando el Maestro entró en la ciudad de Jericó (DTG 507). Debido a que las multitudes pasaban por la ciudad en camino a la celebración de la pascua, el jefe de los recaudadores de impuestos, sin duda había estado con más trabajo que de costumbre. Sin embargo, abandonó todo para poder ver a Jesús. Cuando Zaqueo hubo hecho todo su esfuerzo entonces Jesús procede a hacer el resto.
Cuando Jesús va caminando cada vez más cerca de aquel árbol donde se había subido Zaqueo, de forma intencional lo mira y le hace una invitación que es la misma que Jesús te hace hoy a ti. Jesús lo mira con amor y le dice: “Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa”. Jesús le hace la invitación que nos hace a todos nosotros como se refleja en Apocalipsis 3:20 Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo. Jesús sabía que recibiría una calurosa bienvenida. Zaqueo había deseado ardientemente tener la oportunidad de ver a Jesús (Luc. 19:3), y tuvo que haberse sentido muy honrado y satisfecho al tener el privilegio de recibir en su propia casa al gran Maestro. Jesús sabía todo esto, y fue a la casa del recaudador de impuestos con el propósito específico de instruirlo en el camino del reino (DTG 509–510).
Jesús conocía quien era Zaqueo, Jesús conocía sus luchas, conocía sus defectos, conocía sus pensamientos, conocía todo de Zaqueo y le hizo la invitación más importante que Dios hace con cada ser humano. Déjame recordarte que Dios conoce todo de ti. Él conoce tus luchas, conoce tus tristezas, conoce tus anhelos más profundo, conoce tus errores, pero aún así el te invita a que le abras la puerta de tu corazón porque quiere entrar en tu ser. Él desea que le abras la puerta de tu hogar para que tu matrimonio sea restaurado. Él desea que le entregues todos tus problemas para que así él se haga cargo de todos ellos. Zaqueo recibió a Jesús con gozo en su corazón porque ¿De qué otra manera pudiéramos recibir a Jesús? Si él nos lo ha dado todo. ¿Qué existe que sea más hermoso y mejor que aquel que nos creó quiera habitar con nosotros y tomar el control de nuestras vidas?
JESÚS VINO A BUSCAR LO QUE SE HABÍA PERDIDO (LUCAS 19:7-10)
Cuando Zaqueo se dispone a dejar entrar a Jesús en su vida inmediatamente inician las críticas, murmuraciones, burlas y todo lo que conllevan esas actitudes sin embargo, Zaqueo fue decidido y no permitió que ninguno de esos comentarios afectaran su decisión. Cuando una persona decide vivir una vida desordenada las personas se alegran, cuando decides vivir en una vida de relación desordenada muchos te aplaudan la hazaña, cuando haces trampa en los negocios muchos te felicitan por tu ejecución y así para muchas cosas que son incorrectas, sin embargo, cuando una persona busca de Dios y su palabra entonces muchas de esas personas se burlan y eso en muchas ocasiones hace retroceder la decisión de algunos, pero no de los valiente. Esos valientes que como Zaqueo saben reconocer que son malos y se han equivocado, pero que deciden aferrarse a las fuerzas del Todopoderoso para poder salir de eso que los tiene prisioneros del pecado.
El intento de Zaqueo de ver a Jesús, que era conocido popularmente como amigo de los cobradores de impuestos (7:34), muestra su interés en él y los extremos a que estaba dispuesto a llegar. Sea o no que Zaqueo esperaba quedar oculto, Jesús lo llamó con un pedido de alojamiento. Zaqueo mostró tanto arrepentimiento como gozo al darle la bienvenida. Jesús justificó su elección; había venido a traer salvación a un hombre que tenía tanto derecho a oír el evangelio como cualquier otro judío. Aquí se resume en forma completa y definitiva el propósito de la venida de Jesús: así como un pastor va y busca la oveja perdida para rescatarla del peligro (cf. 15:3-7; Eze. 34:16, aplicado a Dios mismo y a su siervo el Mesías), así Jesús como Hijo del Hombre busca y salva a los perdidos.
El verdadero arrepentimiento: En griego se usan dos verbos en conexión con el arrepentimiento: me·ta·no·é·o y me·ta·mé·lo·mai. El primero se compone de me·tá, “después”, y no·é·o (relacionado con nous, mente, disposición o consciencia moral), que significa “percibir; discernir; captar; darse cuenta”. Por consiguiente, el significado literal de me·ta·no·é·o es “conocer después” (en contraste con “pre-conocer”), y se refiere a un cambio en la manera de pensar, la actitud o el propósito de una persona. Por otro lado, me·ta·mé·lo·mai viene de mé·lo, que significa “preocupar; interesar”. El prefijo me·tá (después) le da al verbo el sentido de “sentir pesar” (Mt 21:30; 2Co 7:8) o “arrepentirse”. Por consiguiente, me·ta·no·é·o recalca el cambio de punto de vista o disposición: el rechazo del modo de proceder pasado o que se ha pensado emprender por considerarlo indeseable (Rev 2:5; 3:3). La disposición a desprenderse voluntariamente de la riqueza que había adquirido en forma injusta era una de las mejores evidencias posibles que podría haber dado de su conversión. “Ningún arrepentimiento que no obre una reforma es genuino” (DTG 509). Compárese lo que hizo voluntariamente Zaqueo con la negativa del joven rico de desprenderse de sus riquezas cuando se le pidió que lo hiciera.
Si la restitución era voluntaria, la ley de Moisés demandaba que sólo se añadiera un quinto de la cantidad que se había defraudado (Lev. 6:5; Núm. 5:7). Pero una restauración cuatro veces mayor era uno de los castigos extremos en caso de hurto, pues equivalía, además, a la pérdida del valor de los bienes robados (Exo. 22:1; ver com. 2 Sam. 12:6). La suma que debía devolverse era, por lo general, el doble de lo robado, si la propiedad o el dinero robado se hallaban en poder del ladrón (Exo. 22:4, 7). La cantidad que Zaqueo prometió devolver era la mejor evidencia posible de que su corazón había experimentado un cambio.
CONCLUSIÓN
Sumario
500 ilustraciones 227. Sin Arrepentimiento Completo No Encontraria Paz

SIN ARREPENTIMIENTO COMPLETO

NO ENCONTRARIA PAZ

Sal. 51:17.

Guillermo Dawson refirió en cierta ocasión esta historia para ilustrar cuán humilde debe mostrarse el alma antes de que pueda hallar la paz. Dijo que en unos cultos de avivamiento, un jovencito que estaba acostumbrado a las peculiaridades de los metodistas, dijo a su madre al volver de uno de los cultos: —Madre, don Fulano de Tal está arrepentido y buscando la paz con Dios; pero no la encontrará esta noche. Y preguntó la madre: —¿Por qué dices eso, hijo?

—Porque sólo tenía doblada una rodilla, madre; y no hallará la paz mientras no doble las dos.

Y en verdad, mientras la convicción de pecado no nos humille por completo, y hasta que perdamos toda confianza en nosotros mismos no podremos hallar al Salvador.

3. Llamado
Related Media
See more
Related Sermons
See more