LA ARMADURA TRIUNFAL

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Pablo comienza a describir lo que veía en el soldado. En esos momentos ser militar era la actividad humana más exitosa porque hacía ya casi un siglo Roma era el exponente del éxito—no por su diplomacia o su comercio sino por sus estrategias, su valentía, armamento y victoria. Así que la figura que Pablo estaba por utilizar era tanto popular como atractiva. Observando estas características de los soldados que lo custodiaban, Pablo concibió la carrera cristiana victoriosa como una milicia al mando del Señor Jesús. Le dijo a Timoteo que soportara los sufrimientos como buen soldado de Jesucristo (2 Ti. 2:3) porque estaba convencido de que la batalla de la fe era noble.

Notes
Transcript

1.Ceñidos vuestro lomos de verdad (14).

Es evidente que todas las piezas de la armadura eran metáforas aplicadas a la vida cristiana, que en otros lugares Pablo llama el “fruto del Espíritu” (Ef. 5:9).
El primer atavío era la túnica (lat. subligar), un vestido desde el cuello hasta la mitad del muslo, colocado sobre la ropa interior, y sujetado con un cinto. Además de cubrir las partes vulnerables del cuerpo, la subligar le recordaba al soldado que formaba parte del ejército romano y que tenía que estar siempre preparado para la lucha (Lc. 12:37)
Pablo aplicó la lección a los cristianos de la siguiente manera: En primer lugar, todos los que son de Cristo están vestidos de él. Así como una camiseta identifica al jugador deportivo, el soldado lleva su identificación y no puede ser traidor a la patria. En segundo lugar, ese vestido es la verdad. Jesucristo es la verdad (Jn. 14:6) y los soldados de su ejército son leales a ese ideal (2 Ti. 2:4). Sin esta primera prenda el soldado no podía vestir las restantes, de la misma manera que sin la verdad no podemos decir que somos soldados de Jesucristo.

2. Vestidos con la coraza de justicia (14).

Colocada sobre la anterior, servía para proteger los órganos vitales como el corazón y los pulmones. Era la armadura (lat. lórica) que cubría el cuerpo desde el cuello hasta los muslos y estaba compuesta de dos partes, una delantera y otra trasera.
En el caso del cristiano y su lucha contra las fuerzas enemigas, la justicia o integridad (Pr. 28:18) y la pureza de vida (Tit. 2:7) son claves para evitar que un flechazo dé directamente en el corazón.

3. Calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz (15)

Estas sandalias (lat. caliga) eran livianas y cubrían hasta casi la mitad de la pierna. La suela estaba reforzada con topes (lat. clavi caligares). En un sentido, los pies del cristiano “recubiertos” con el evangelio nos recuerdan que el evangelio es el sustento “sobre” el cual está en pie el cristiano con los clavi caligares, que evitaban que resbale ea la batalla (1 P. 3:16).

4. Escudo de la fe (16)

Sobre todo, estaba el largo escudo (lat. scutum) de madera u otro material con marco de hierro y forrado con cueros. De forma rectangular (u otras, según las regiones) servía para proteger el cuerpo lo más posible con pequeños movimientos del brazo izquierdo al cual estaba sujeto. Pero además, tenía enganches para unirse al escudo del compañero y formar un frente común en el avance hacia el objetivo (Fil. 1:27). Para nosotros es el “escudo de la fe” porque es la fe en el Vencedor que nos une para la victoria (1 Jn. 5:5). Dios es el escudo del creyente ( Pr. 30:5).
Es bueno que tomemos nota de la comunión en la lucha por la fe, uniendo todos los esfuerzos contra las flechas encendidas del enemigo. Ante la fe de una iglesia unida, el adversario tiene pánico porque donde está la comunión del Espíritu está también la fortaleza del Señor ( 2 Ts. 3:3).

5. El yelmo (Casco) de la salvación (17)

Si los dardos del enemigo daban en el escudo, con seguridad se apagaban y caían. Para lograr el éxito, entonces, había que apuntar a la cabeza. El casco o yelmo que en su aspecto exterior era sobrio pero bonito por las diferentes crestas, tenía como función principal resguardar la cabeza y la nuca ( Lc. 3:6).
Para el cristiano la salvación que resguarda la cabeza es una figura de la protección contra los malos pensamientos, las intenciones de la carne y todas las maquinaciones venenosas que parten del ser interior. La mente necesita estar protegida por la salvación para que tanto los móviles como los objetivos sean sanos (Romanos 12:2).
El casco del soldado era visible por todos. Que nuestra forma de pensar sea tan alta como Dios nos manda, para su gloria y honra.

6. La espada del Espíritu, que es la palabra de Dios (17)

Todos los recursos anteriores son decididamente defensivos, pero éste es tanto defensivo como ofensivo. Por su actividad se la compara con la “espada del Espíritu” (He. 4:12), la palabra de Dios utilizada en un momento de necesidad, tal como el Señor Jesús lo hizo en el desierto contra Satanás (Mt. 4).

CONCLUSIÓN

Cuanto más atesoremos su palabra en nuestros corazones, mejor podremos utilizarla en el momento oportuno. Cuanto más preparados estemos, más podrá usarnos Dios en la lucha que sostenemos (2 Co. 4:2).
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