Más grande que mi aflicción

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No hay nada imposible para Dios

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INTRODUCCIÓN

SALUDOS
500 ilustraciones 219. Un Amigo Que Dura

UN AMIGO QUE DURA

Jn. 14:1.

Una señorita tenía un perro al que quería mucho; pero un día el animal enfermó y al poco tiempo murió.

La muchacha se puso muy triste; se sentía muy sola sin su perro; pero en eso llegó una amiga a quien ella amaba con todo su corazón, y en su compañía se sintió contenta; se consoló de la pérdida del perro que había sido su fiel guardián; pero la amiga contrajo una grave enfermedad que le costó la vida, y la aflicción de la muchacha fue tan grande que no hallaba consuelo.

Para distraerse un poco salía a su jardín donde tenía un rosal muy hermoso, pero para colmo de su tristeza notó que la planta estaba marchita y seca.

Entonces, casi con desesperación lloraba y se quejaba de su triste suerte diciendo: “Nada me dura; se murió mi perro fiel, mi amada amiga se fue al viaje de donde no se vuelve, y ahora mi bello rosal se ha secado.”

En una de tantas veces un señor que la oyó quejarse de su mala suerte le dijo: “Señorita, usted no conoce a Jesucristo, un amigo que nunca muere; en su compañía hay placeres que nunca se acaban.

Es verdad que todas las cosas de esta vida son pasajeras; pero las cosas del Señor Jesús duran para siempre.”

OBJETIVOS
Recordar que para Dios no hay nada imposible
Permitir que Jesús me limpie de todo mal
Entregarme por completo a Jesús
UN GRAN PROBLEMA (LUCAS 5:12)
Lepra: (heb. tsâra'ath; gr. lépra). Enfermedad infecciosa crónica del hombre, también llamada enfermedad de Hansen, que prevalece en ciertas partes del mundo y afecta hoy a unos 20 millones de personas. Aunque ha sido reconocida por más de 2.000 años, recién en 1871 Gerhard Hansen descubrió que es producida por el Microbacterium leprae; todavía no se conoce bien la enfermedad. Los síntomas enumerados en Lev 13 incluyen hinchazón, llaga y/o mancha blanca (v 2); en términos médicos modernos, esto sería una pápula, una úlcera y una mancha sin pigmentación. Los diversos síntomas descriptos en Lev 13 dan a entender que el término lepra se usaba evidentemente en un sentido más general que hoy.
Uno de los encuentros de Jesús con leprosos es esta que tomó lugar en una ciudad no identificada, seguramente para no disipar de la mente del lector y el escucha el maravilloso milagro que tendría lugar. Lucas, como un médico de profesión, es el único que registra una etapa avanzada de la enfermedad que padecía este hombre. Dice el verso 12 que este hombre estaba “lleno de lepra”, lo que indica cuan avanzada estaba esta enfermedad en su cuerpo. Esto hace que el milagro de Jesús fuera mucho más extraordinario. Este hombre del cual no se hace mención de su nombre seguramente al igual que la viuda de la cual hablamos el primer día era una persona que tenía muchos planes, muchos sueños, quizás tenía una familia y lo había perdido todo como consecuencia de esta enfermedad. Dice el libro de Lev 13:45 que la persona en la cual se descubriere la lepra debía llevar su cabeza descubierta y sus vestiduras rasgadas para que todas las personas le identificar como poseedor de esta terrible enfermedad.
Esta enfermedad, al igual que con el pecado en cada uno de nosotros deja ver en cada persona las marcas desastrosas de nuestra condición. No es necesario que vayamos nosotros proclamando a los cuatro vientos nuestra situación, porque son evidentes las heridas que nos ha dejado esta vida de pecado. Cada día son muchas las noticias de asesinatos, de maltratos, de injusticias, de hogares destruidos como consecuencia de este mal que nos aqueja desde hacen muchísimos años y en nuestra propia existencia cada quien tiene sus luchas con su carácter, con vicios, con enfermedades, con desilusiones, con promesas rotas y con un sinfín de elementos que dan a conocer a otros que somos inmundos como consecuencia de este gran problema, sin embargo, Dios hoy desea transmitirnos su paz, su perdón y su sanidad.
LA LEPRA Y EL PECADO
Entre los judíos, la lepra era considerada como un castigo por el pecado, era llamada el “azote”, “el dedo de Dios” DTG, p. 233. El leproso de esta historia no solo sufría de un dolor físico, sino que aparte de esto sufría de una desfiguración consecuencia de la propia enfermedad y además era víctima del estigma de ser llamado un pecador, como si aquellos que lo decía no lo fueran. Algunos consideraban que esta enfermedad era el pago divino de alguna mala acción, como si Dios expiara pecados por medio del sufrimiento como mencionamos uno de estos días atrás.
Tenía que vivir solo, «fuera del campamento» (13:45, 46). Se le excluía de la sociedad humana, y se le desterraba del hogar: El resultado era, y es todavía, que las consecuencias psicológicas de la lepra eran tan serias como las físicas.
Nuestro mundo está lleno de personas afectadas por la lepra del pecado, y esas personas como nosotros que estamos aquí en esta ocasión necesitamos saber que Jesús está dispuesto a perdonarnos y limpiarnos de toda nuestra maldad.
LA FE Y LA SALVACIÓN
Seguramente este leproso había escuchado de la fama de Jesús como sanador, de igual manera que muchas personas en nuestro tiempo también han escuchado de su segundo regreso y del poder sanador del Señor. Pero debemos entender que la sanidad y el perdón no se podrán obtener a menos que pongamos en práctica la humildad y una fe genuina de parte de nosotros que tenemos la enfermedad del pecado. Dice Lucas 5:12 que el leproso “viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.” Al postrarse ante Jesús este hombre mostraba la vergüenza e inmundicia y estuvo allí ejerciendo la fe genuina. Esa fe que reconoce su falta, reconoce su enfermedad y va a Jesús tal como está sabiendo que solo Jesús tiene el poder para sanar y salvar. Para este leproso buscar a Jesús en un lugar público significaba quebrar todos los protocolos establecidos por las leyes civiles de sus días y postrarse ante Jesús demostraba su total sumisión ante su Creador.
ACEPTACIÓN
Dice el verso 13 que Jesús, extendiendo su mano le tocó y le dijo: “Quiero; sé limpio”. Jesús acepta la sinceridad del leproso y su iniciativa de ir tal y como está delante de Jesús para pedir sanidad. Es necesario que cada uno de nosotros reconozca hoy su condición perdida y enferma y es necesario que cada uno venga a Jesús así como está. Venga a Jesús sin excusas, venga a Jesús sin decir una palabra, solo abra su corazón a él y él lo limpiará de su maldad.
Tocar a un leproso era un acto de aceptación significativo, especialmente cuando a los leprosos se les exigía que guardaran distancia de la gente. Al Jesús tocar al leproso Jesús, al igual que todos los casos antes estudiados, muestra la compasión que mueve a nuestro Maestro para acercarse a todos aquellos que le buscan. Jesús le muestra a este leproso simpatía y con ese contacto con su piel enferma Jesús le transmite la sanidad que este hombre tanto anhelaba.
ARREPENTIMIENTO
El dolor que experimentaba este hombre, el aislamiento social y peor aún, el aislamiento de sus seres queridos y el estigma de ser leproso, sin duda indujeron a este hombre al arrepentimiento. La biblia no señala los pecados cometidos por este hombre, pero su ruego y humildad muestras señales de arrepentimiento genuino: “viendo a Jesús, se postró con el rostro en tierra y le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme.”
Para que podamos ser totalmente sanos en nombre de Jesús es necesario que vayamos a él así como estamos. Que podamos reconocer así como decíamos el día de ayer, que el arrepentimiento es saber que voy en un camino incorrecto, dar media vuelta y tomar la ruta que me lleva a la salvación. Significa un cambio de actitud, pero debo reconocer que solo no puedo, porque como el leproso no podía cambiar su condición por sí solo sin ir a Jesús, así mismo nosotros no podemos cambiar nuestra condición desesperada de pecado sin reconocer nuestra situación y rendirnos ante Dios para que nos sane y nos de las fuerzas para vencer.
Lucas nota que la curación del leproso fue instantánea: 13 Entonces, extendiendo él la mano, le tocó, diciendo: Quiero; sé limpio. Y al instante la lepra se fue de él. Esta obra maravillosa de Cristo de sanar de forma instantánea se aplica al perdón de los pecados. Al postrarse a los pies de Jesús, el leproso anhelaba tanto la sanidad física como la del corazón. Esto muestra que el leproso deseaba ser limpiado no solamente de la enfermedad que poseía, sino principalmente de aquella que nos ata de por vida a menos que vengamos a Jesús. Ser sanado físicamente implicaba que el pecado que suponía haber causado la enfermedad sería erradicada. Para Jesús no es que exista un catalogo de pecados. Él puede perdonar y aliviar a las almas que son hoy abrumadas de cualquier pecado y puede erradicarlo en forma instantánea.
INSTRUMENTOS DE SALVACIÓN PARA OTROS (LUCAS 5:14, 15)

14Y él le mandó que no lo dijese a nadie; sino ve, le dijo, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación, según mandó Moisés, para testimonio a ellos. 15Pero su fama se extendía más y más; y se reunía mucha gente para oírle, y para que les sanase de sus enfermedades.

Cuando la sanidad de este leproso fue confirmada, su sanación se convirtió en un testimonio a favor de Cristo. Como resultado de esto, la fama de Jesús se extendió por más regiones y dice que “mucha gente se juntaba para oírle y para que los curara de sus enfermedades”. Es indescriptible el poder de una vida transformada por Jesús. Cuando tu aceptas a Jesús, tu vida se vuelve en un rayo de esperanza para otros. Cuando tu vives para Cristo tu vida se convierte en un manantial de vida eterna de parte de Jesús, y ¿quienes crees tu que serán los primeros en recibir esa bendición de la obra transformadora de Jesús en tu favor? Tu propia familia. ¿Acaso no te gustaría ser sano en esta ocasión? y ¿Te gustaría que tu familia también disfrute de esta sanidad? Este leproso, aunque no es mencionado me imagino yendo él hacia los suyos, después de mucho tiempo a contarle cuan grandes cosas había hecho Jesús en su vida. ¿Cómo crees que la fama de Jesús se extendió si le dijo al leproso que no lo dijera a nadie? Pues precisamente este hombre no pudo callar este gran acontecimiento en su vida y así mismo sucede con aquellos en la actualidad que son sanados de la enfermedad del pecado por parte de Jesús, no pueden resistirse y declaran a todo el mundo que Cristo les salvó.
¿A cuantos en esta noche les gustaría decirle a Jesús “Señor, si quieres puede limpiarme”?
CONCLUSIÓN
Sumario
500 ilustraciones 301. Hungaros Que Sufrian Fueron Ayudados por Unos Paises

Recordamos las deplorables condiciones de hambre, enfermedad y muerte a que estuvieron sometidos los patriotas húngaros en los meses de octubre y noviembre de 1956, porque deseaban su libertad y porque el gobierno ruso los subyugó por la fuerza de las armas. Entonces miles y miles de húngaros lograron salir de su país y refugiarse en Austria. Como el gobierno y el pueblo austriacos, aunque muy hospitalarios, no podían sostener a todos los refugiados, entonces el gobierno y el pueblo de los Estados Unidos de América, Inglaterra, Argentina y otros países, por conducto de la Cruz Roja Internacional y de instituciones religiosas, enviaron dinero, medicinas, ropa y alimentos para los húngaros necesitados y los invitaron a refugiarse en sus respectivos países. Muchos pudieron llegar a esos países sin que les costara el transporte en aeroplano o en barco o en ferrocarril; recibieron facilidades para ser considerados como inmigrantes; y en las ciudades donde se establecieron recibieron demostraciones de simpatía y pronto consiguieron trabajo para sostenerse honrada y decentemente.

3. Llamado
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