Preparados para Mayores Bendiciones

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Elías y la Viuda de Sarepta
Hay ocasiones que la vida nos presenta dificultades ¿cómo las enfrentamos? los cristianos también tenemos momentos difíciles, crisis, incertidumbres y, aunque tenemos la certeza del amor de Dios, sus promesas la evidencia de SU obra en nuestras vidas, a veces nos desanimamos.
Gracias a Dios que en la Biblia tenemos testimonios de hombres, mujeres que como nosotros tuvieron tiempos de crisis; es mi oración que al estudiar SU palabra seamos fortalecidos y nuestra fe crezca al ver a uno de estos hombres: ¡Elías!
Elías era tan humano como cualquiera de nosotros; sin embargo, cuando oró con fervor para que no cayera lluvia, ¡no llovió durante tres años y medio!” (Santiago 5:17, NTV)
Tan humano como cualquiera de nosotros, con debilidades, inquietudes, dolores, vivió tiempos difíciles. El rey de su época Acab, decide dejar de confiar y creer en Dios de los ejércitos y pone su confianza en los dioses de las naciones vecinas. Se casa con una mujer de Sidón llamada Jezabel que lo “seduce” para adorar a sus dioses, entre ellos Baal y Asera.
Y como si fuera poco haber seguido el ejemplo de Jeroboam, se casó con Jezabel, hija del rey Et-baal, de los sidonios, y comenzó a inclinarse y a rendir culto a Baal.” (1º Reyes 16:31, NTV)
Primero construyó un templo y un altar para Baal en Samaria. Luego levantó un poste dedicado a la diosa Asera. Acab hizo más para provocar el enojo del Señor, Dios de Israel, que cualquier otro de los reyes anteriores de Israel.” (1º Reyes 16:32–33, NTV)
Toda la nación de Israel sigue su ejemplo, en ese contexto surge Elías. En ese momento de oscuridad y desesperación para la nación es que surge la Luz de Dios por medio de Elías, pero para eso, debe pasar un proceso.
Elías se enfrenta con Acab y Jezabel, lucha porque el pueblo vuelva a reconocer y adorar al Único Dios vivo, en medio de un reino casi totalmente perdido. Es el mismo llamado para nosotros que estamos en una cultura que parece perdida.
Antes que Elías tuviera una batalla decisiva, Dios lo tiene que preparar para que madure. Antes que le obedezca en las cosas grandes, es necesario que aprenda a obedecerlo en las cosa pequeñas. Para poder recibir su bendición en grande, Dios lo prepara en 4 áreas: Obediencia, paciencia, confianza y acción.
Ahora bien, Elías, quien era de Tisbé en Galaad, le dijo al rey Acab: «Tan cierto como que el Señor vive, el Dios de Israel —a quien sirvo—, no habrá rocío ni lluvia durante los próximos años, ¡hasta que yo dé la orden!».” (1º Reyes 17:1, NTV)
Elías aparece de repente y no sabemos de su familia, trabajo, situación económica, pero la verdad es que nada de eso importa cuando Dios te llama. A peores tiempos mejores profetas, mejores cristianos.
Elías dice, no lloverá hasta que yo dé la orden. Pero vamos más lento. Para empezar el nombre de Elías quiere decir: Mi Dios es Jehová. Con sólo mencionar su nombre, el rey Acab se ofende, porque ha abandonado a Jehová y ahora baal su dios. Elías le dice, te equivocas, Mi Dios, Jehová es el Único Dios y por ÉL te digo que no lloverá hasta que yo, su siervo, lo diga.
Esto impactó a Acab de muchas maneras, porque Baal era considerado Dios de la fertilidad, la lluvia y
porque de acuerdo con la mitología cananea, es durante la sequía que Baal moría.
Elías dice que Jehová es el Único Dios, Soberano sobre la Creación, los dioses de las naciones vecinas eran el sol, lluvia, trueno, los poderes de la naturaleza. Al no haber lluvia, la tierra no produce fruto, el ganado muere, todo se consume, Dios quería sanar a Israel de la enfermedad mortal que es la idolatría. Es poner algo que no es Dios en primer lugar de tu vida.
Y así como llegó de repente, así desaparece dejando al rey enojado y sin lluvia. Acab al ser hebreo, sabe la ley de Moisés y seguro recuerda que la sequía es parte del castigo por la desobediencia.
»Pero ten cuidado. No dejes que tu corazón sea engañado y entonces te alejes del Señor y sirvas y rindas culto a otros dioses. Si haces eso, el enojo del Señor arderá contra ti. Entonces cerrará el cielo y detendrá la lluvia, y la tierra dejará de producir sus cosechas, así que pronto morirás en esa buena tierra que el Señor te da.” (Deuteronomio 11:16–17, NTV)
Adorar otros dioses, poner algo más en su lugar, apartarse de Dios es dirigirse a la sequía en algún área de tu vida. Y así, Dios prepara el escenario para la preparación de Elías:
Después el Señor le dijo a Elías: «Vete al oriente y escóndete junto al arroyo de Querit, cerca de su desembocadura en el río Jordán.” (1º Reyes 17:2–3, NTV)
Podemos suponer que Dios lo protege del enojo de Acab que seguro haría algo para obligarlo que ore para que llueva antes del tiempo dicho, aunque era muy pronto para que Acab creyera que eso sucedería, entonces, quizá Dios lo lleva a esconderse para forjar su carácter.
Como seres humanos, ante un acto de valor, podemos perder piso y volvernos vulnerables. Después de un gran triunfo, si no estás firme, vendrá una crisis. Enviando a Elías lejos evita que se enorgullezca por su valor. Lo envía a esconderse a un arroyo. Es una instrucción rara, exige de Elías obediecia, porque lo que le pide no tiene sentido. Después le enseña Paciencia.
Bebe del arroyo y come lo que te den los cuervos, porque yo les he ordenado que te lleven comida». Entonces Elías hizo lo que el Señor le dijo y acampó junto al arroyo de Querit, al oriente del Jordán. Los cuervos le llevaban pan y carne por la mañana y por la noche, y él bebía del arroyo.” (1º Reyes 17:4–6, NTV))
Si estoy obedeciendo la orden de Dios, haciendo SU voluntad ¿por qué debo huir? ¿por qué debo sufrir yo? ¿por qué ir a un arroyo que se va a secar? ¿Dios por qué no mejor me voy a otra nación donde si llueva y no sufro? Si me voy a enfrentar con Acab, pues de una vez, en caliente. ¿por qué no mostrar el milagro inmediatamente? ¿por qué ir a la intemperie, dormir incómodo y comer de los cuervos? ¿Dios por qué no mejor me voy a otra nación donde si llueva y no sufro? Si me voy a enfrentar con Acab, pues de una vez, en caliente. ¿por qué no mostrar el milagro ya? ¿por qué ir a la intemperie, dormir incómodo y comer de los cuervos? Además, comer lo que me lleven los cuervos ¡son inmundos! ¿De dónde traían los cuervos la comida? No sabemos, lo que sabemos es que ¡Dios proveyó!
Pero aquí aprendió la paciencia; no es en nuestro tiempo y comodidad, sino como Dios sabe que es mejor para nosotros mismos.
Es la lección más difícil de aprender ¡paciencia! Una cosa es obedecer cuando estamos de acuerdo y las cosas van bien, pero otra es obedecer cuando no estamos de acuerdo y no vemos la salida. Ahí es difícil obedecer y esperar, más cuando lo que vemos no es lógico o racional.
Sin embargo, poco después, el arroyo se secó porque no había llovido en ninguna parte del reino. Luego el Señor dijo a Elías: «Vete a vivir a la aldea de Sarepta, que está cerca de la ciudad de Sidón. Yo le he ordenado a una viuda de allí que te alimente».” (1º Reyes 17:7–9, NTV)
Para acabarla de amolar, el arroyo se seca. Aquí es cuando vemos que la bendición se acaba, después de ser alimentado por un año, ya le puso nombre a los cuervos, acomodó su “habitación”, tiene su rutina, el arroyo se seca y la nueva instrucción es peor. El arroyo se ha secado, Elías pudo cometer el error de pensar que el arroyo era la fuente de su supervivencia, cuando era sólo una forma. Es fácil acostumbrarnos a una forma de bendición o comodidad y perder de vista a la Fuente de la bendición. Cuando Elías pudo sentirse desanimado, desesperado, porque se secó el arroyo es ahí cuando Dios abre una puerta inusual, inesperada. Lo envía a ver a una viuda en un pueblo que no es hebreo. Paciencia a prueba de fuego.
El alimento natural le faltó antes que el alimento sobrenatural, los poderes de la naturaleza son limitados, pero el poder de nuestro Dios no tiene fin.
Sabe que ser alimentado por una viuda no es razonable, porque son las primeras en morir de hambre durante una sequía, pero Elías no cuestiona, no se rebela, obedece y esto lo lleva e experimentar una confianza absoluta en Dios.
Elías se dirigió a Sarepta y, cuando llegó a las puertas del pueblo, vio a una viuda juntando leña y le dijo: —Por favor, ¿podrías traerme un poco de agua en una taza? Mientras ella iba a buscarle el agua, la llamó y dijo: —También tráeme un bocado de pan.” (1º Reyes 17:10–11, NTV)
Sarepta a unos 16 km de Sidón en tierra Fenicia; las viudas eran la clase más humilde y necesitada. Por eso Elías no comprende cómo va a depender de una viuda para su sustento ¡va contra toda lógica! Pero desde la perspectiva de Dios, todo va saliendo de acuerdo a SUS Planes.
Elías puede comprender la respuesta de la viuda; ahora le pide a ella, algo que él ha aprendido, le pide que confíe. Una cosa es pedir a los demás que confíen en ti y otra es que tu confíes en Dios. Además, ahora Elías está en Sidón, una ciudad fenicia, de ese pueblo es Jezabel. Esa mujer no adora, quizá no conoce al Dios de Elías.
Dios lleva a Elías que reconozca su propia debilidad, limitación, sometiéndose al estrato más vulnerable de la sociedad. Es una lección que Dios vuelve a repetir con el apóstol Pablo cuando dice:
Cada vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que el poder de Cristo pueda actuar a través de mí.” (2 Corintios 12:9, NTV)
Primero le pidió agua y aunque hay poca, la viuda va a buscarla, pero cuando le pide de comer, la reacción es diferente:
Pero ella respondió: —Le juro por el Señor su Dios que no tengo ni un pedazo de pan en la casa. Sólo me queda un puñado de harina en el frasco y un poquito de aceite en el fondo del jarro. Estaba juntando algo de leña para preparar una última comida, después mi hijo y yo moriremos.” (1º Reyes 17:12, NTV)
Mi situación no es mejor que la tuya. Soy viuda, mi hijo tiene hambre y no tengo nada para comer. Estoy preparando lo último que nos queda y después, morir. Elías dice:
Entonces Elías le dijo: —¡No tengas miedo! Sigue adelante y haz exactamente lo que acabas de decir, pero primero cocina un poco de pan para mí. Luego, con lo que te sobre, prepara la comida para ti y tu hijo.” (1º Reyes 17:13, NTV)
Elías le da una orden seguida de una explicación que le dio esperanza. No tengas miedo en darme de comer primero a mí. No tengas miedo de dar lo poco que tienes.
Elías está aprendiendo que Dios tiene el control, aun cuando la situación se ve preocupante ¡Dios tiene el control! tanto Elías como la viuda, sólo tienen que obedecer y confiar en ÉL. Dios demanda que le demos todo y ÉL nos dará todo lo que necesitamos.
Busquen el reino de Dios por encima de todo lo demás y lleven una vida justa, y él les dará todo lo que necesiten.” (Mateo 6:33, NTV)
Dame de comer y no tengas miedo. NO porque yo lo diga, sino porque Dios ha prometido algo.
Pues el Señor, Dios de Israel dice: “Siempre habrá harina y aceite de oliva en tus recipientes, ¡hasta que el Señor mande lluvia y vuelvan a crecer los cultivos!”. Así que ella hizo lo que Elías le dijo, y ella, su familia y Elías comieron durante muchos días. Siempre había suficiente harina y aceite de oliva en los recipientes, tal como el Señor lo había prometido por medio de Elías.” (1º Reyes 17:14–16, NTV)
La viuda pasa el examen que ese hombre extraño le puso. Ya no tiene que esperar la muerte. Vivieron comiendo el pan con aceite de Olivo, que era la mantequilla de ahora, porque nunca se acabó, no se agotó. La fe y confianza de Elías creció, maduró, se cimentó para lo que vendría mucho después, porque poco después llega otra situación que complica lo complicado.
La promesa fue dada, quedaba que la viuda lo creyera. Por el poder de Dios su necesidad sería satisfecha y la de su siervo. La bendeciría a ella para que ella pudiera bendecir a su siervo y ella decide creerlo. La harina y el aceite no se multiplicaron al estar guardados en las vasijas, sino al ser compartidas.
Después llega una situación que complica lo ya complicado.
Tiempo después, el hijo de la mujer se enfermó. Cada día empeoraba y finalmente murió.” (1º Reyes 17:17, NTV)
Esta mujer supo que no moriría de hambre y la presencia de Elías, representaba a presencia de Dios en su humilde hogar. Todo va bien, hasta que todo empieza a ir mal, su hijo enferma y no sana, sino que muere. Esta mujer inmediatamente relaciona la muerte de su hijo con su pasado.
Entonces ella le dijo a Elías: —¡Ay, hombre de Dios! ¿Qué me ha hecho usted? ¿Ha venido aquí para señalarme mis pecados y matar a mi hijo?” (1º Reyes 17:18, NTV)
Aquí Elías aprende la otra lección: Actuar de forma decidida. Él mismo no sabe por qué pasó esto, no sabe qué hacer, excepto lo único que ha estado haciendo ¡acudir a Dios y orar!
De cierta forma ella lo está acusando. Si tu no hubieras estado aquí, mi pecado seguiría oculto y mi hijo no habría muerto…de enfermedad, hubiéramos muerto de hambre, pero mi pecado seguiría oculto.
Pero Elías contestó: —Dame a tu hijo. Entonces tomó el cuerpo del niño de los brazos de la madre, lo cargó por las escaleras hasta la habitación donde él estaba alojado y lo puso sobre la cama. Después Elías clamó al Señor: «Oh Señor mi Dios, ¿por qué le has traído desgracia a esta viuda que me abrió su casa, al provocar la muerte de su hijo?».” (1º Reyes 17:19–20, NTV)
Nunca antes se había visto algo así, pero Elías decide poner en acción su fe y Dios escucha su oración.
Entonces Elías se tendió sobre el niño tres veces y clamó al Señor: «¡Oh Señor mi Dios, te ruego que le devuelvas la vida a este niño!». El Señor oyó la oración de Elías, ¡y la vida volvió al niño, y revivió!” (1º Reyes 17:21–22, NTV)
Después que la mamá recibe a su hijo ella dice:
Entonces la mujer le dijo a Elías: —Ahora estoy convencida de que usted es un hombre de Dios y que de verdad el Señor habla por medio de usted.” (1º Reyes 17:24, NTV)
Esta mujer ya había visto algo sorprendente, cuando la harina y el aceite no se acababa al pasar los días ¡eso debió ser sorprendente! Sin embargo no fue suficiente, finalmente, después de ver a su hijo con vida, reconoce a Dios el Único Dios, como el Dios de Elías. En ese momento tanto la fe de ella como la de Elías se fortalece, para después, poder hacer cosas más grandes. Mayores cosas verás.
Para terminar, primero vemos que Elías aparece en el tiempo de Dios, en un momento oportuno y de mucha necesidad, cuando Israel está en la etapa más grosera y en oscura idolatría, cuando los sacerdotes se han apartado de Dios, es en esos momentos cuando se necesitan hombres diferentes, hombres transformados, y para eso ¡Dios nos va a preparar! Nos va a pulir, nos hará pasar por momentos en que lo único que nos quede sea la fe, sea depender y confiar sólo en ÉL para poder actuar.
Cualquiera sea tu anhelo, tu sueño que por ahora ves estancado, detenido por cualquier situación, recuerda que esta etapa puede ser el tiempo que Dios te está preparando para hacer cosas mayores para ÉL.
Veamos posibles escenarios, lo que humanamente solemos pensar en situaciones así:
El hijo se enferma y muere. Ella piensa que es un castigo de Dios por su pecado, tiene remordimientos pensando que por ella, su hijo muere. Ella se pregunta si este hombre ¿es un verdadero profeta de Dios? quizá sólo la engañó. Se atormenta por el dolor y no es para menos. Ella queda sin esperanza.
Otro escenario en que es Elías se sorprende, no sabe por qué Dios ha permitido todo esto. Primero lo lleva a esconderse ¡él no quería! a comer alimento que le llevan animales inmundos, después lo lleva a una tierra extranjera, a ser alimentada por una viuda que es pobre, y ahora el hijo de esta mujer que le ha recibido en casa, le dio agua y lo ha alimentado, se pregunta ¿habré escuchado mal la voz de Dios?
Otro escenario es ¡ninguno de los anteriores! Todo este tiempo Dios ha estado guiando a Elías para fortalecer su carácter, para que madure y pueda ser usado de forma aún más sorprendentes y que toda la nación lo vea actuar en Fe y obediencia a Dios. Y de paso, está llevando el conocimiento del Amor de Dios de los hebreos a este pobre mujer viuda, de otra nación que solía adorar ídolos.
A veces el profeta, el ministro, el cristiano, el pastor tiene sus propias necesidades y anhelos, crisis, lágrimas por las circunstancias. Pero aprendemos que Dios usa esas situaciones para traernos a un conocimiento más profundo, más completo de ÉL, una fe más firme en SU Palabra, que de otra manera no habríamos llegado. Dios sabe preparar a los hombres y mujeres para cada ocasión, para cada tarea y así cumplir el propósito de Dios en sus vidas. Esos momentos oscuros, suelen ser el antecedente de una mayor revelación de SU Gloria.
Aprendamos de la viuda que creyó la palabra del profeta y al hacerlo se despojó de lo poco que tenía, harina y aceite y dándole lo primero a él; en ese acto, ella se negó a sí misma y ahí empezó a depender de la promesa divina, fue un gran salto de fe y un milagro de la Gracia de Dios.
Bendecidos quienes contra toda esperanza pueden creer y obedecer, esta mujer le dio al profeta una comida de pobre y como recompensa su hijo y ella comieron por más de 2 años, en tiempos de hambre. A quien confía en Dios, en días de hambre será satisfecho. Además, ante una situación de muerte, Dios le volvió la vida.
Es verdad, ni la fe ni la obediencia eliminan las aflicciones, pero esos mismos momentos sirven para ver moverse la Mano de Dios de formas más milagrosas.
Palabra de Dios
Oremos
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