Mormones Y Su Doctrina

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Los MORMONES.

Nombre oficial:
“La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días”.

Historia breve

y análisis de algunos errores doctrinales.

A.  Fecha de establecimiento: 6 de abril de 1830.

B.  Lugar donde establecida: Fayette, Nueva York, Estados Unidos de América.

C.  Fundador: Joseph Smith.

            Joseph Smith nació el 23 de diciembre de 1805, en Sharon, Vermont, EE. UU.

            El padre de Joseph no tuvo éxito como agricultor en el estado de Vermont, trasladándose la familia a Palmyra, Nueva York en 1815, donde tampoco prosperaron los Smith. El Sr. Smith, padre, creía en la brujería dedicándose a la venta de adivinanzas o bendiciones. La Sra. Smith creía en visiones, apariciones y sueños (Información tomada de La nueva enciclopedia religiosa Schaff-Herzog, Tomo VIII, páginas 9-19, edición de 1959. En adelante esta fuente se identifica por las siglas “SH”).

            Al joven Joseph le gustaba buscar dineros y otros tesoros escondidos. Al intentar estafar a algunos ciudadanos mediante el uso de una “piedra adivinadora” la corte local le halló culpable de ser “una persona desordenada y un impostor”.

            Joseph se casó en el año 1827.

            Teniendo solo veintidós años de edad, este adulto joven atrevido anunció en el año 1827 que un ángel cuyo nombre era, según él, “Moroni” le había aparecido en una visión informándole dónde encontrar tablas de oro inscritas en hieroglíficos “egipcios reformados”, juntamente con dos piedras cristalinas “Urim y Tumim” que harían factible descifrar el mensaje en las tablas. Smith inicia la traducción de las tablas aquel mismo año, sentado él detrás de una cortina, con su joven esposa Emma en el otro lado haciendo el papel de secretaria que transcribía la traducción oral. Así, continuaron por dos años, tomando turnos con Emma otras tres copistas. En marzo del año 1830 se publicó la traducción completa bajo el título “El Libro de Mormón.

            Mediante declaraciones juradas, copias de las cuales aparecieron en el Libro de Mormón, tres varones, Oliverio Cowdery, David Whitmer y Martín Harris testificaron haber visto con sus propios ojos aquellas tablas de oro. Años después, los tres abandonaron a Smith, confesando haber cometido perjurio, pues, según ellos, las declaraciones que habían prestado eran falsas.

            El primer seguidor del joven Joseph Smith era el agricultor Martín Harris quien había sido cuáquero, universalista, bautista, presbiteriano y, para colmo “lunático”, pues aseguraba haber viajado a la luna. Este mismo financió la primera edición del Libro de Mormón (SH, 12).

            A los dos meses de la publicación del Libro de Mormón ya se contaban aproximadamente cuarenta personas que seguían a Joseph Smith, organizándose la primera iglesia.

            El título oficial que tomó el modesto Joseph era: “Vidente, Traductor, Profeta, Apóstol de Jesucristo, Anciano de la Iglesia mediante la voluntad de Dios el Padre, y la gracia del Señor Jesucristo”. No era nada más que puro “neófito”, o peor, en asuntos espirituales, pero se arrogó el título “Anciano”, disparate que propagan los mormones hasta el día de hoy ya que sus evangelistas juveniles portan identificaciones que dicen “Anciano fulano de tal”. O se es “joven” o se es “anciano”. Solo en la organización de los mormones existe la extraña criatura “joven anciano”.

            Joseph seguía recibiendo “revelaciones”, según él, que le comunicaron el carácter y las metas de la naciente iglesia.

            Practicaba “sanidades” espectaculares. (¿Qué dicen ustedes, estimados pentecostales, al respecto? Ochenta años antes de la explosión pentecostal a principios del siglo veinte, ¡ya sanaba Joseph Smith a estilo pentecostal! ¿Hay algún parentesco espiritual entre los pentecostales y los mormones?)

            Cinco meses después de organizada la primera iglesia, Joseph envió a tres varones en busca de la “nueva Jerusalén”, la cual, decía, se encontraba “en las fronteras de los lamanitas”, una tribu ficticia de indios malos.

            Ungido sacerdote por los apóstoles. En el año 1829, Joseph anunció que los apóstoles Pedro, Juan y Santiago, acompañados por otros mensajeros, le habían visitado con el propósito de conferirle autoridad sacerdotal, poder que le capacitara para iniciar una nueva época del evangelio (Enciclopedia Collier’s, Tomo XIV, 157). (En muchos aspectos, el parecido entre los mormones y los pentecostales es asombroso: títulos pomposos de “apóstol”, “profeta”, “obispo vitalicio”; mensajeros celestiales que traen revelaciones nuevas, visiones, sanidades “espectaculares”.)

            Mujeriego, polígamo, ¿adúltero? De acuerdo con las investigaciones del Sr. Todd Compton, mormón fiel, Joseph Smith tuvo al menos treinta esposas. El título de su libro sobre la vida amorosa del "profeta" es (traducido al español) "Soledad sagrada: las esposas plurales de Joseph Smith" (Signature Books, 1997, 788 páginas). Para más información referente al contenido del libro recomendamos www.irr.org/mit/spanish/compton.sp.html.

            El gran Joseph “embreado y plumado”. Fracasa su banco. Motines y fuego. Huyen a Misuri. En el año 1831, los mormones se trasladaron a Kirtland, Ohio, EE. UU., donde muchos ciudadanos se armaron en su contra. En una ocasión, se arrimaron violentamente contra Joseph, sacándolo de su casa y cubriéndolo con brea y plumas. A pesar de tal oposición la iglesia mormona seguía creciendo. Construyeron un templo imponente. Establecieron un banco, circulando certificados bancarios (igual a dinero) con abandono. Enseguida, fracasó el banco. Los airados acreedores atacaron, suscitando contiendas, motines y fuegos. En el año 1838, Joseph, con algunos secuaces, huyeron al estado de Misuri, donde se había establecido una comunidad de mormones bajo el liderato de Edward Partridge.

            “Guerra mormona” en Misuri. El día 4 de julio de 1838, en medio de una gran celebración, Joseph pronunció un discurso, concluyéndolo con la amenaza de vengarse contra sus enemigos. En aquel mismo año, para el día de las elecciones, irrumpió más violencia a causa de los mormones. El “profeta” gritó: “¡Seré un segundo Mahoma!” Estalló la “Guerra mormona” en el estado de Misuri, resultando encarcelado el “profeta” de la secta. Los “Santos guerreros de los últimos días” se fugaron a Nauvoo, en el estado de Illinois. ¿Con qué “segundo Mahoma”? Esta exclamación descubre una mente muy alejada de Dios. Mahoma: falso profeta, guerrero. De cierto, Joseph era lo mismo en escala muy reducida.

            “¡Joseph Smith para presidente de los Estados Unidos de América!” El flamante “profeta” muerto en un motín. Para el año 1840, había aproximadamente quince mil seguidores de Joseph concentrados en Nauvoo. Aquel pueblo fue transformado en ciudad teocrática autónoma, creciendo hasta ser la ciudad más grande del estado. Siempre humilde, Joseph se adjudicó el título de “Rey del reino de Dios”, y bajo su mandato se organizó la Legión Nauvoo, un cuerpo militar. Este nuevo “Rey del reino” megalomaniático se postuló para presidente de los Estados Unidos de América para las elecciones a celebrarse en el 1844. Sus opositores le acusaron de “polígamo y corrupto”. Él talionò destruyendo su imprenta. La milicia del estado de Illinois intervino encarcelando al candidato Joseph Smith y su hermano de carne Hyrum. El día 27 de junio de 1844 se enfurecieron algunos ciudadanos contra los dos hermanos, matándolos a sangre fría. Joseph tenía treinta y nueve años de edad. (Datos corroborados en la Enciclopedia Británica, Tomo XIII, paginas 760 y 760D, edición de 1954).

“Iglesia mormona” significa “Iglesia que sigue al profeta Mormón.”

            “Tal palo, ¡tal astilla!” Su biografía evidencia que Joseph Smith practicaba el engaño en gran escala. “La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días” fundada por él, con sede en Salt Lake City, Utah, a pesar de haber llegado a ser, en la actualidad, respetada y muy rica, no se ha librado de ese mal. Por ejemplo, mediante costosa propaganda en las emisoras principales de televisión esta iglesia regala Biblias, pero sigue el Libro de Mormón; obsequia un vídeo sobre Cristo, pero se somete a las “revelaciones” del profeta Mormón y del “profeta Joseph Smith”, las cuales no armonizan con las de Cristo. Artimañas muy astutas y efectivas para atraer y atrapar a las almas incautas que desconocen tanta la Biblia como el Libro de Mormón.

El Libro de Mormón

(Primera edición: marzo del año 1830)

            Este libro cuenta las peregrinaciones, batallas, etcétera de los “jereditas, los laminitas y los nefitas, con sus descendientes”.

            Según el relato, los jereditas salieron de Sumeria, después del fiasco de la Torre de Babel, y viajaron al hemisferio occidental donde se enfrascaron en guerras civiles que resultaron en la extinción de su raza, evento ocurrido aproximadamente seis cientos años antes de Cristo. Para aquel tiempo llegaron los “nefitas”, habiendo viajado desde Jerusalén, pero su raza por poco se extingue en batallas hacia fines del siglo cinco de la Era Cristiana, siendo los remanentes de ella los indios encontrados por los europeos que “descubrieron” a América. Al resucitar Cristo, fue al hemisferio occidental donde predicó el evangelio a los “nefitas”, estableciendo la iglesia entre ellos, tal cual en el día de Pentecostés en Jerusalén, mediante el derramamiento del Espíritu Santo y la institución de ordenanzas, incluso un liderato semejante al que se formó en Jerusalén. Pero los “nefitas” no fueron fieles, quedándose eliminados. “Mormón”, el último de los profetas de los “nefitas”, fue encomendado a escribir la historia de lo acontecido, junto con las profecías de aquellos tiempos, pero murió antes de terminar el proyecto. Su hijo, llamado “Moroni”, lo prosiguió hasta acabar la obra en el año cuatrocientos veinte después de Cristo. Escondió las tablas que contenía el manuscrito debajo de una peña en la colina Cumorah, cerca del pueblo Palmyra, en el estado de Nueva York (SH, VIII, 12-13).

            El Libro de Mormón abarca numerosos temas que intrigaban a no pocas personas que habitaban los lugares que conoció Joseph Smith, en particular, el del origen de las distintas tribus de indios encontradas en Norte América, América Central y Sur América. Es notable que hasta una octava parte del Libro se compone de textos tomados de la Biblia (SH, VIII, 8 y 12).

¿Es Dios mismo el autor del Libro de Mormón?

            Para los mormones, el Libro de Mormón es palabra de Dios: "volumen de escritura sagrada comparable con la Biblia, otro testamento de Jesucristo". Sin embargo, obran poderosamente en contra de su convicción las consideraciones siguientes.

            1.  Abundan los errores gramaticales y anacronismos en el libro. Como fuente de información al respecto recomendamos www.contenders.net/reports/mormon2s.htm.

            2.  No hay prueba impugnable de que testigo alguno viese con sus propios ojos aquellas “Tablas de oro” alegadamente halladas por Joseph Smith en la colina Cumorah, en el estado de Nueva York. Tres hombres (Cowdery, Whitmer y Harris) que juraron haberlas visto, se retractaron luego, confesando haber mentido. De haber existido ¿por qué no enseñárselas a muchas personas y conservarlas, medidas que hubiesen silenciando para siempre toda duda? Todos los israelitas vieron las tablas de los diez mandamientos cuando Moisés bajo con ellas del Monte Sinaí. Aquellas dos tablas de piedra fueron conservadas y colocadas en “el arca del testimonio” como evidencia indiscutible de la intervención de Dios. Las “tablas” de Joseph no son de piedra, sino de “oro”. En realidad, ¡eran de embuste, pues jamás existían sino en sus fantasías!

            3.  Joseph Smith trabajó dos años en la traducción de las tablas. ¿Por qué tanto tiempo? ¿No contaba él con las dos piedras cristalinas “Urim y Tumim” para la rápida traducción? ¿Se requiere tanto tiempo para traducir un libro del tamaño del Libro de Mormón, aun sin “Urim y Tumim”? ¿Tan torpe era él? A propósito, los verdaderos y únicos  “Urim y Tumim” eran dos objetos, cuya descripción exacta no se revela, colocados en una bolsa, la cual fue fijada en el pectoral de juicio del sumo sacerdote levítico, conforme a las instrucciones de Levítico 8:8 y Números 27:21, libros del Antiguo Testamento. En ocasiones, se utilizaban para determinar la voluntad de Dios.

            4.  Según el cuento, los “nefitas” procedieron de Jerusalén. Se deduce que, de haber existido en realidad, eran israelitas, y no egipcios. De ser así, ¿por qué escribió el profeta Mormón en “egipcio reformado”? Esta “lengua” es, sin duda, pura invención exótica de Joseph. Los lingüistas han identificado miles de idiomas, lenguas y dialectos, no figurando en su lista el raro “egipcio reformado”.

            5.  En el año 1812, el Sr. Salomón Spaulding escribió una novela intitulada “El manuscrito encontrado”. Trataba de los indios de las Américas, girando, en parte, sobre una fábula intrigante que los identificaba con los descendientes de las diez tribus perdidas de Israel. La novela fue presentada como si fuera la traducción de un manuscrito hecho por algún miembro de una tribu india antigua y hallado, hacía poco, en un tipo de “colina” que solían levantar los indios de Norte América. La novela de Spaulding no fue publicada. Sin embargo, cuando se publicó el Libro de Mormón en el 1830, la viuda de Spaulding, secundada por otras personas que tenían conocimiento de la novela, declaró que las dos obras eran muy similares. ¿Plagió el joven vidente Joseph, una “persona desordenada y un impostor” a juicio de una corte, la novela de Spaulding, alterándola para sus propósitos e intercalando temas teológicos? ¡Que tipo audaz y tramposo aquel joven Joseph Smith, fundador de iglesia! ¿Es concebible que la iglesia originada por semejante personaje sea auténtica, la verdadera iglesia del Señor Jesucristo? El joven Joseph también tuvo la oportunidad de leer "Lo que vieron los hebreos", una publicación parecida a la novela de Spaulding, y la madre de Joseph contó que su hijo de dieciocho años de edad entretenía a la familia con pintorescos cuentos similares pronunciados con lujo de detalle (Ver www.irr.org/mit/espanol/conan4b.html para un estudios excelente mucho más amplio sobre el origen del Libro de Mormón.)

            6.  El Espíritu Santo cumplió perfectamente la encomienda de Cristo de revelar, a través de los apóstoles que el Señor mismo escogió, “toda la verdad” para toda la Era Cristiana (Juan 16:13-15; Judas 3; 1 Corintios 4:6), completando y sellando el Nuevo Testamento antes de finalizarse el primer siglo (Apocalipsis 22:18-19). Por lo tanto, es del todo imposible que el Espíritu de Dios haya actuado en el profeta Mormón o en el profeta Joseph Smith, dando a los seres humanos un nuevo libro inspirado, el “Libro de Mormón”. Los mormones también tienen por inspirados el libro “Doctrina y pactos” (1835) y “La perla de gran precio”.

Para "Siete contradicciones en el Libro de Mormón" ir a:  www.irr.org/mit/Spanish/bib-bomsp.html

Identificación y análisis
de algunos errores doctrinales

1.  La poligamia.

            a.  La declaración al respecto del Sr. Joseph F. Smith, hijo, presidente de los mormones del 1901 al 1918 (SH, VIII, 11): “Durante cierto tiempo los mormones enseñaron y practicaron la doctrina de matrimonios plurales (la poligamia), sosteniendo la doctrina como enteramente bíblica y, además, que Joseph Smith (el fundador) la recibió mediante revelación que no fue divulgada a la mayoría de la iglesia, ni al mundo, hasta que se establecieran en Utah. Desde el 1852 en adelante la poligamia fue predicada y practicada abiertamente, siendo polígamos la mayoría de los varones líderes”. (De ahí, ¡el fenomenal crecimiento numérico de los mormones!)

            b.  En el 1853, Joseph Smith compartió con unos pocos de los más allegados a él una “revelación” que concedía a él, más quienes él aprobara, el derecho de tener más de una esposa (SH, VIII, 17).

            c.  El Sr. Brigham Young, segundo presidente de los mormones, tuvo veinticinco esposas y cincuenta y seis hijos (SH, VIII, 17).

            d.  El gobierno federal de los Estados Unidos de América prohíbe la poligamia y persiguió a los mormones que la practicasen. El día 25 de septiembre de 1890, el Sr. Wilford Woodruff, para aquel entonces presidente de los mormones, hizo la siguiente proclamación: “Mi consejo para los Santos de los Últimos Días es que se abstengan de contraer cualquier clase de matrimonio prohibido por la ley del país”. No motivó este consejo un genuino cambio de parecer sino la acción del gobierno federal el cual (1) en el 1887 anuló la incorporación de la Iglesia Mormona, (2) confiscó sus propiedades, (3) declaró que la iglesia constituía una rebelión organizada y (4) rechazó recibir a Utah como estado (SH, 17).

            e.  En el 1946, unos veinte mormones fueron encarcelados por practicar la poligamia.

            f.  Brigham Young dijo lo siguiente de Cristo: Jesucristo era polígamo: María y Marta, hermanas de Lázaro, eran sus esposas plurales; además, María Magdalena. También, la fiesta de bodas en Caná de Galilea, donde Jesús cambió el agua en vino, se dio en celebración de una de sus propias bodas” (Diario de discursos, I, 50).

            Reflexiones. Los mormones del presente no practican la poligamia porque los gobiernos seculares no se lo permiten. De no imperar el veto legal, sin duda, muchos, si bien no todos, la practicarían. Con todo, cada rato arrestan a algún mormón con más de una esposa.

            El Espíritu Santo enseña: “A causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido” (1 Corintios 7:2). No dice “mujeres”, ni dice “maridos”. El obispo ha de ser “marido de una sola mujer” (1 Timoteo 3:2). De la manera que Cristo es cabeza de una sola iglesia, también el varón cristiano debe tener solo una esposa (Efesios 5:21-33). Brigham tuvo cincuenta y seis hijos, pero Cristo no tuvo descendencia carnal (Isaías 53:8).

2.  Bautizan por los muertos. “Una enseñanza de los Santos (mormones) es que Cristo visitó a los espíritus encarcelados, mientras estaba su cuerpo en la tumba, y les enseñó el evangelio. Por esta razón los Santos de los Últimos Días llevan a cabo de forma vicaria (por poderes) los ritos de la salvación tales como el bautismo a favor de los que muriesen sin el conocimiento del evangelio” (Joseph Smith, según SH, VIII, 10). O sea, personas vivas se bautizan por personas que ya murieron para que estas se salven a pesar de no haber obedecido a Dios mientras vivían en la tierra.

            Esta doctrina de los mormones descansa en su interpretación de 1 Pedro 3:18-21. Ofrecemos una explicación diferente que, a nuestro entender, armoniza mejor con los hechos y las demás doctrinas del Nuevo Testamento.

-“En el cual”, es decir, en el espíritu, pues el antecedente es la frase “vivificado en espíritu(1 Pedro 3:17).

-“Fue y predicó a los espíritus encarcelados.” Los eruditos en griego nos informan que el texto en el original es algo elíptico, dificultando la traducción, aunque el sentido fuera completamente claro para las personas del primer siglo de la Era Cristiana. “Encarcelados” es el vocablo problemático. Discernimos dos formas de expresar el sentido de la oración de tal manera que no contradiga otros hechos y enseñanzas en torno a los cuales no hay confusión.

(1)  En espíritu, obrando mediante la persona de Noé, Cristo fue y predicó en el tiempo de Noé a las personas cuyos espíritus (almas) están, en la actualidad, encarcelados en el tártaro (lugar de castigo en el Hades).  Están encarcelados porque no obedecieron la predicación de Cristo a través de Noé.

(2)  En espíritu, obrando mediante la persona de Noé, Cristo fue y predicó en el tiempo de Noe a las personas que estaban encarceladas (encerradas, encadenadas, atadas) por Satanás en el pecado.

            “Los espíritus encarcelados” son identificados. No se trata de todos los pecadores impenitentes y desobedientes, sino solo de “los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca”. O sea, no se incluyen los espíritus desobedientes que vivían antes de los días de Noé, ni los espíritus desobedientes, tanto gentiles como israelitas, de la Era Mosaica, sino que se señalan solo los que vivían en la tierra durante “los días de Noé, mientras se preparaba el arca”. Durante los tres días que su cuerpo estaba en la tumba ¿fue Cristo, en espíritu, al tártaro donde predicó el evangelio solo a los espíritus encarcelados del tiempo de Noé? ¿Hace Cristo acepción de personas (espíritus)? De predicar el evangelio a un grupo de espíritus encarcelados ¿con qué justificación denegar a los demás espíritus encarcelados igual oportunidad de oírlo?

            ¿Le parece extraña la idea de que Cristo morara, espiritualmente, en Noé, predicando a través de aquel varón? Considere: en los tiempos antes de la Era Cristiana “los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21). ¿No predicaba Noé de parte de Dios, Cristo y el Espíritu Santo? Cristo existía y se manifestaba en los tiempos antes de la Era Cristiana. Por ejemplo, al escapar el pueblo de Israel del cautiverio en Egipto y caminar hacia la tierra prometida “bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo(1 Corintios 10:4).

            Durante los tres días cuando su cuerpo estaba en la tumba ¿fue Cristo, en espíritu, al tártaro con el propósito de predicar a los seres encarcelados el evangelio? Los mormones responden en lo afirmativo, y también gran número de expositores religiosos de afiliaciones distintas. Cuestionamos su interpretación por las siguientes razones:

(1)  En espíritu, Cristo fue al Paraíso. “Hoy estarás conmigo en el Paraíso” (Lucas 23:43). Estando en el Paraíso, ¿abandonó aquel lugar, cruzando la “gran sima” (Lucas 16:19-31) para llegar al tártaro y predicar a los espíritus encarcelados? 1 Pedro 3:19 no constituye prueba definitiva.

(2)  ¿Con qué propósito predicar las buenas noticias de salvación a los reos en el tártaro? ¿Para ofrecerles salvación? De haberlo hecho el Señor, ¡se vacía el tártaro! Pero él mismo enseñó, según Lucas 16:19-31, que “una gran sima está puesta” entre el Paraíso y el tártaro y que “los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá”. No había paso, no había puente entre los dos lugares. ¿Salvó Cristo esa sima para todos los espíritus encarcelados haciendo posible que pasaran del tártaro al Paraíso?

(3)  De haber Cristo ofrecido a los condenados en el tártaro la oportunidad de salvarse, sin duda, todos huyen del tormento de ese lugar. Supongamos que pasara así. Entonces, el tártaro se llena de nuevo de los espíritus desobedientes de la Era Cristiana. ¿También ofrecerá Cristo la misma oportunidad a estos? Si no lo hace, ¿no se incurre en lo que él mismo censura, a saber, hacer acepción de personas? La realidad es que la muerte física sella el destino espiritual de cada persona. Después de la muerte viene el juicio (Hebreos 9:27), y no más oportunidades en el más allá, en el Hades, en el tártaro, para cambiar el destino. El purgatorio no existe. Para el Señor “no hay acepción de personas” (Efesios 6:9), ni de espíritus.

            La práctica de los mormones de bautizar por los muertos también descansa en 1 Corintios 15:29. “De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos?” Mediante esta observación ¿identifica el apóstol Pablo una práctica legítima de la iglesia verdadera basada en una doctrina revelada por el Espíritu Santo? ¿Ordenó el Espíritu Santo que los cristianos en todo lugar en todo tiempo se bautizaran por los muertos? Hay razones fuertes para no llegar a semejante conclusión.

            a.  La sintaxis de las dos interrogantes. ¿Por qué dice el apóstol “¿Qué harán los que se bautizan por los muertos” , y no “¿qué haremos nosotros que nos bautizamos por los muertos”? ¿Por qué no incluye a sí mismo entre los que se bautizaban por los muertos? De haber el Espíritu Santo ordenado la práctica, lógicamente, Pablo también debía ponerla por obra. Pero, se distancia de quienes lo hacían, como queriendo decir: “Hay algunos por allá que se bautizan por los muertos, pero yo no estoy con ellos. No lo hago. No participo en su práctica”.

            b.  ¿Con qué razón bautizarse por un muerto? ¿Para salvarlo, porque no se bautizó en vida? ¿Para salvarlo, porque en vida no tuvo la oportunidad de oír el evangelio y obedecerlo? ¿Quiere decir que la persona que muere sin haber hecho la voluntad de Dios puede ser salva después de la muerte sin hacer nada? ¿Se salva solo en virtud de la acción de un intermediario vivo en la tierra? ¿Es totalmente pasiva en cuanto a su salvación, recibiéndola sin levantar un dedo? ¿Qué justicia equitativa habría en tales casos? Algunos se salvan después de largos años de lucha; otros, ¡después de morir, sin acatar personalmente los mandamientos, sin perseverar en la iglesia! Además, ¿no enseña el Espíritu de Dios que la salvación es personal e individual? “Bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2:38). Resaltamos: “Cada uno.”  

            c.  ¿Bautizarse por cuáles muertos? ¿Los familiares o amigos? ¿Solo por los que eran “buena gente” cuando vivos en la tierra? ¿Quién decide? ¿Qué es el criterio para elegir?

            Tales consideraciones nos llevan a solidarizarnos con los comentaristas para quienes Pablo se alude a una secta que bautizaba por los muertos, no aprobando él la práctica ni implicando que la iglesia del Señor debiera seguirla en todo lugar y todo tiempo.

3.  Reclaman dones sobrenaturales. “Creen en los dones de lenguas, profecía, revelación, visiones, el poder divino de sanidad, y en todos los dones y las bendiciones ejecutadas por el Salvador y los apóstoles” (Enseñanza de Joseph Smith, según SH, VIII, 11). El Espíritu Santo enseñó que los dones sobrenaturales acabarían, cesarían, dejarían de ser, al haber él cumplido su encomienda de revelar a los apóstoles de Jesucristo “toda la verdad” (Juan 16:13; 1 Corintios 13:8-13; Efesios 4:8-16; Judas 3; Hechos 8:14-18; Juan 20:31-32), tarea que efectuó a perfección, terminándola al revelar el libro de Apocalipsis en el año 96 después de Cristo. Joseph Smith, con los demás susodichos “apóstoles” de la Iglesia Mormona no figuran entre los verdaderos apóstoles del Señor quienes tenían que ser testigos presenciales de la obra de Cristo desde su bautismo en el Río Jordán hasta la ascensión (Hechos 1:21-22).

            Todo investigador atento observa que varias iglesias y muchos líderes religiosos con doctrinas y prácticas contrarias reclaman los dones sobrenaturales del Espíritu Santo. Los mormones los reclaman. Los pentecostales también. ¿Quién los tiene? Lo cierto es que el Espíritu Santo no se contradice, ni imparte dones sobrenaturales en apoyo de evangelios opuestos o iglesias encontradas. La realidad es que ni los mormones ni los pentecostales los tienen. ¡Cesaron ya! La iglesia genuina del Señor sigue adelante con toda la verdad revelada por el Espíritu y confirmada a través de los dones. Las iglesias fundadas por hombres siguen reclamando dones.

4.  Aceptan el Libro de Mormón como palabra de Dios. “Aceptan la Biblia como la palabra de Dios, y también el Libro de Mormón como la palabra de Dios dada a los habitantes antiguos del continente americano” (Joseph Smith, SH VIII, 11). El Libro de Mormón contradice la Biblia en muchos detalles y doctrinas. Dios no se contradice en sus revelaciones. Por lo tanto, lógicamente, uno de los dos libros no proviene de Dios.

            El evangelio de Cristo es para “toda criatura” (Marcos 16:15-16; Mateo 28:18-20), siendo “la palabra” inspirada de Dios que “permanece para siempre” (1 Pedro 1:24-25). De haber Cristo llegado al hemisferio occidental con este mismo mensaje para los “nefitas” y demás pueblos, ¿por qué no producir para ellos otro Nuevo Testamento exactamente igual al Nuevo Testamento revelado en el medio oriente y Europa? ¿Por qué una “nueva revelación” notablemente diferente, y, además, plagada de defectos?

5.  Creen que las revelaciones divinas son continuas. “Creen que Dios sigue revelando a su pueblo muchas cosas tal como en los tiempos pasados; que los cielos no están cerrados y que aún quedan muchas cosas importantes a revelarse relativo al reino de Dios” (Joseph Smith, SH, VIII, 11).

            Pero, la “perfecta ley” (Santiago 1:25), la “ley de Cristo” (1 Corintios 9:21), ha sido revelada en su totalidad y el Nuevo Testamento sellado (1 Corintios 4:6; Apocalipsis 22:28-29). Satisfechos con nuestra “perfecta ley”, y bien orientados por abundantes profecías en el Nuevo Testamento, los cristianos no esperamos revelaciones adicionales.

6.  Esperan que Cristo reine personalmente en la tierra. “Que Jerusalén será reedificada, que Sión será establecida en el continente americano y que durante el Milenio el Salvador reinará personalmente en la tierra la cual será transformada, eventualmente, en globo celestial, la morada eterna de los justos” (Joseph Smith, SH, VIII, 11).

            Pero, en el Nuevo Testamento no hay profecía alguna sobre la reedificación de Jerusalén como ciudad literal, ni una palabra sobre Sión en América, tampoco promesa alguna de reinar Cristo literalmente en la tierra durante el Milenio. Durante toda la Era Cristiana, Cristo reina sobre su reino espiritual, la iglesia. Llegado el fin, entrega este reino al Padre (1 Corintios 15:24-28).

7.  Su organización eclesiástica es el resultado de varios injertos. “El presidente de la iglesia es la autoridad máxima en todo lo relacionado a la iglesia. Actuando en concierto con dos consejeros, componen los tres el quórum que preside la iglesia. Luego, vienen los doce apóstoles, entonces los patriarcas, los sumo sacerdotes, los setenta, los ancianos, los obispos, los sacerdotes, los maestros y los diáconos” (Joseph Smith, SH, VIII, 11). ¡Se le pasó añadir los cardinales y los arzobispos! El “presidente” de los mormones tiene autoridad y poderes que aproximan los del Papa de la Iglesia Católica Romana. “Patriarcas, sumo sacerdotes y sacerdotes” de las eras antes de Cristo, “los setenta” quizás análogos al Sanedrín, cuerpo religioso-político de los judíos, “los apóstoles” del tiempo del ministerio de Cristo en la tierra, “los ancianos, los obispos, los maestros y los diáconos” de la iglesia edificada por Cristo. ¡Que amalgama de patrones y puestos!

            El Nuevo Testamento establece para la verdadera iglesia de Jesucristo una organización muy diferente a la de la Iglesia Mormona. No hay “presidente”, siendo Cristo la única cabeza de la iglesia y la máxima autoridad tanto en la tierra como en el cielo (Efesios 5:21-24). El sacerdocio estilo levítico fue abolido en la cruz (Hebreos 7:12). Cristo es el nuevo y único sumo sacerdote de la iglesia (Hebreos 4:14 – 5:10) y cada miembro fiel de la iglesia es sacerdote espiritual que ofrece sacrificios espirituales, constituyendo la iglesia en su totalidad “un real sacerdocio” (1 Pedro 2:4-9). Referente al fundamento de la iglesia verdadera, Cristo es “la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa” (1 Pedro 2:6-8), y los apóstoles y profetas escogidos por el Señor mismo componen el resto del fundamento (Efesios 2:20-22). El fundamento puesto una sola vez para siempre no se renueva mediante el nombramiento de nuevos apóstoles y profetas. Cada congregación local debidamente organizada cuenta con una pluralidad de ancianos (Hechos 14:23; Tito 1:5), también llamados obispos (Hechos 20:17 y 28), y diáconos (1 Timoteo 3:1-13).

8.  Exigen el diezmo (SH, VIII, 15). En cambio, el Nuevo Testamento enseña la ofrenda voluntaria (1 Corintios 16:1-2; 2 Corintios, los capítulos ocho y nueve). La ley del diezmo fue clavada en cruz, junto con todo el Antiguo Testamento (Colosenses 2:14-16; Hebreos 7:12; 8:6-13).

9.  Enseñan que los matrimonios contraídos en esta vida se mantienen en la vida más allá de la muerte. Cristo discrepa enseñando que “los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento” (Lucas 20:34-38).

10.  Cambian la naturaleza de Dios, haciéndolo carnal y polígamo.

a)  “En una época Dios mismo era como somos nosotros en la actualidad, y es un hombre exaltado. Y es preciso que aprendan ustedes cómo ser Dioses ustedes mismos, como lo hicieron todos los Dioses que hubo antes que ustedes” (Brigham Young, Diario de discursos, VI, 4).

b)  “El único Dios que hay en los cielos es el que tiene carne y huesos” (Joseph Smith, Comp., 287).

c)  “Cuando vino nuestro Padre Adán al Huerto de Edén, vino en su cuerpo celestial, y trajo consigo a Eva, una de sus esposas” (Brigham Young, Diario de discursos, I, 50).

d)  “Cada Dios, mediante su esposa, o esposas, levanta una familia numerosa de hijos e hijas… pues cada padre y cada madre estará en condiciones para multiplicarse por sempiterno” (El vidente, I, 37).

Cristo mismo desmiente semejante concepto carnal de Dios diciendo: “Dios es espíritu” (Juan 4:24). También define “espíritu” explicando: “Un espíritu no tiene carne ni huesos” (Lucas 24:36-39).

a)  La naturaleza de los cuerpos celestiales no la podemos saber en esta vida, pero, ciertamente, no son de carne y huesos pues este tipo de cuerpo, sí, lo conocemos. “Amados… aún o se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2; Filipenses 3:20-21).

b)  “¿Con qué cuerpo vendrán? Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo… Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Fue hecho el primer Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante” (1 Corintios 15:35-58). Efectivamente, el Espíritu de Dios cataloga como “necios” a los mormones, pues no entiende este tema. Es más, promulgan doctrinas totalmente opuestas.

c)  “Las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:18). El cuerpo carnal se ve; por consiguiente, es temporal y no eterno. En cambio, el espíritu no se ve; por consiguiente, es eterno. El verdadero Dios es el “único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver” (1 Timoteo 6:16). Es “invisible” (1 Timoteo 1:17); por consiguiente, no es carnal.

d)  Según Génesis, Dios no era un hombre sino creó al hombre. No era Adán en la carne, sino creó a Adán. No trajo a Eva al Huerto de Edén sino que la creó. ¿Polígamo Dios? ¡Solo en las fantasías de los mormones!

(Para más información de esta categoría se recomienda www.mormonstudies.com/spanish/revisado2/htm

Conclusión

La Iglesia Mormona

1.  Proyecta, mediante propaganda de alta calidad, una imagen muy positiva…

2.  Se preocupa por la juventud, ofreciendo programas para orientar, instruir y adiestrar a niños, adolescentes y adultos jóvenes…

3.  Cuenta con una estructura eclesiástica bien definida…

4.  Es rica, poderosa e influyente en algunos lugares y…

5.  Ha edificado templos elegantes e imponentes.

Sin embargo,…

1.  Su fundador era un neófito falto de buen testimonio, violento y carnal,…

2.  Su Libro de Mormón no es inspirado y…

3.  Sus doctrinas fundamentales contradicen las de Cristo y el Espíritu Santo.

Por lo tanto…

1.  Se trata de una religión falsa y engañosa.

2.  Los mormones no se sujetan a la voluntad de Dios.

3.  Para salvarse, los mormones han de convertirse a Cristo, sometiéndose solo a él.

Lo pueden lograr…

1.  Renunciando a Joseph Smith como profeta y el Libro de Mormón como inspirado…

2.  Aceptando la Biblia como único libro inspirado…

3.  Arrepintiéndose de sus errores…

4.  Bautizándose “en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo… para perdón de los pecados” (Mateo 28:18-20; Hechos 2:38-47), y…

5.  Perseverando en la doctrina de los apóstoles del Señor (Hechos 2:42; 1 Timoteo 4:16; Tito 2:1).

Escribe Homero Shappley de Álamo. iglesia_de_cristo@msn.com

             

"La controversia, efectuada por partes que se respetan, 
sin insultos o represalias físicas, es un procedimiento excelente
 para descubrir la verdad que salva y revelar el error que condena. 
¿Por qué temerla o despreciarla? ¿Por qué sentirse ofendido o herido a causa de ella? 
La sana controversia es bíblica y necesaria. Exhorta Judas, "siervo de Jesucristo, 
y hermano de Jacobo: que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez 
dada a los santos" 
(Judas 3).

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