LA ORACIÓN: EL PAN NUESTRO

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Capítulo 9
“El pan nuestro de cada día dánoslo hoy”

Introducción

Hoy las personas pueden tener la comida que desean sin necesidad de moverse de sus casas u oficinas. Hay tanta abundancia de comidas, sabores, precios y presentaciones que para algunos el elegir que comer se ha vuelto un verdadero desafío. Los tiempos de cazar para sobrevivir han quedado en el olvido, una aplicación en un pequeño dispositivo es suficiente para satisfacer los más exquisitos antojos.
Según el informe “Las huellas del desperdicio de alimento impacto en los Recursos naturales”[1](FWF por sus siglas en inglés) publicado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y Alimentación (FAO por sus siglas en inglés) unas 1.300 millones de toneladas de comida se desperdician anualmente, eso representa unos 750.000 millones de dólares (sin contar el rubro de pescados y marisco). Esto significa que un tercio de la comida que se produce con fines alimentarios se desperdicia. Para que tengamos una idea de las proporciones que estamos hablando el volumen de agua que se dispone para producir estos alimentos que luego se desecharán es comparado con la superficie del rio Volga en Rusia de 1.350.000 Km2, el cual es el rio más largo de europa y el quince más largo del mundo.[2]
Ya para el año 2009 el número de ventas u operaciones que llevaron acabo nada más las cadenas de comida rápida en el mundo fue de 208.100 millones de operaciones, esto equivale a 144.600 millones de euros. Se estima que nada más en los Estados Unidos halla más de 100 millones de personas obesas.[3]
Otro estudio realizado por National Geographic para determinar la huella ecológica del hombre nos muestra que una persona que viva en promedio unos 78 años, tomará unos 9.064 litros de leche, comerá unas 4 vacas, 21 corderos, 15 cerdos, 1.200 pollos, 4.238 panes, 13.345 huevos, 10.886 zanahorias y 5.272 manzanas, entre otras cosas.[4]
Este derroche de comida hace casi imposible que las personas puedan mirar con gratitud el pan que tienen en su mesa y olvidan con facilidad la Fuente de todas sus provisiones, aun los cristianos suelen mirar como poco relevante el hecho de tener la suficiente comida como para seguir existiendo.
Ante una realidad como esta, la petición “el pan nuestro de cada día, danoslo hoy” se vuelve practicamente innecesaria, de hecho, mucho de los que la hacen, la hacen más como una obligación que como una verdadera acción de gracias. ¿Será que esta petición era solo importante para los tiempos en que Jesús la pronunció? ¿Deberíamos hoy orar por nuestro pan cotidiano aun cuando nuestras despensas y neveras se encuentran atestadas de alimentos? ¿puede el hombre que nada le falte y más bien tenga de sobra hallarle un sentido a esta petición? ¿O será que esta parte de la oración estaba solo destinada para los más necesitados? Y lo que es más importante ¿será que esta petición puede influenciar mi vida espiritual? Para responder correctamente a estas preguntas e inclusive para valorar correctamente esta parte de la oración, debemos entender entre otras cosas, a que se refería jesús cuando usó el término pan. Debemos comprender quién es el verdadero proveedor de nuestro pan diario y a quienes se les provee. Solo de este modo podremos entender las implicaciones que tiene el decir en nuestras oraciones “el pan nuestro de cada día, danoslo hoy”.

I. Aspectos generales acerca de la petición

1. Qué significa el término “el pan” que usó Jesús

El significado que la Biblia le da al pan es muy extenso, va desde un elemento sagrado hasta una simple comida horneada o cocida compuesta por harina y agua. La importancia y las consideraciones que los pueblos tenían hacia el pan en los tiempos bíblicos es muy distinta a nuestra manera contemporánea de verlo. Un ejemplo claro de esto lo podemos ver en el voto que Jacob hizo a Dios en Bet-el, Él dijo: “Si fuere Dios conmigo y, me guardare en este viaje en que voy, y me diere pan para comer y vestido para vestir…Jehová será mi DiosGn. 28:20.
Un voto era una promesa o juramento que se hacía a Dios, Jacob está prometiendo consagrar voluntariamente su vida al servicio de Dios si entre otras cosas le diere “pan para comer…”, aunque algunos se puedan aventurar a decir que Jacob ha demostrado su humildad con este voto -no pongo en duda su humildad- yo prefiero considerar más bien el hecho de que para Jacob el pan diario era verdaderamente importante.
No solo Jacob tenía este especial interés por el pan, aun los pueblos en general guardaban un tipo de relación “sagrada” con él. Para el pueblo de Israel Dios era considerado activo en todo el proceso de su elaboración, desde la lluvia que riega la semilla hasta su preparación final. Cuando Dios quiso mostrarle al pueblo la eficacia de su Palabra uso al pan de ejemplo (ver Is. 55:10; cf. 2 Cor. 9:10).
En el evangelio de Juan podemos notar que las multitudes seguían a Jesús por las señales que hacía en los enfermos, pero cuando hizo la señal de multiplicar los panes y los peces la multitud enardeció y quiso apoderarse de él para proclamarlo su rey (Jn. 6:15).
A pesar la importancia que el pan tenía y aún tiene para muchos pueblos, no debemos limitar el término “pan” a esa torta pequeña y horneada. La palabra según la usa Jesús es más que comida. Juan Calvino al respecto nos dice:
“Con la primera petición de la segunda parte…oramos, en general, que Dios nos dé todas las cosas que el cuerpo necesita en este estado terrenal, no solo alimento y ropa, sino todo lo que Él sabe que nos ayudará a comer nuestro pan en paz. De esta manera, echamos nuestra ansiedad sobre él y nos encomendamos a su providencia confiando en que nos alimentará, albergará y preservará” [5].
William Hendricksen en su comentario a Mt. 6:11 dice:
“es claro que la palabra pan no se debe tomar muy literalmente. Se quiere decir todo lo que es necesario para sostener la vida física.”[6]
Por su parte MacArthur dice:
“La palabra griega que se traduce pan no sólo representa alimento sino que también simboliza todas nuestras necesidades físicas. El teólogo John Stott observó que para Martín Lutero, "todo lo que es necesario para la conservación de esta vida es pan, incluyendo alimento, un cuerpo sano, buen clima, casa, hogar, esposa, hijos, buena administración y paz"'. Por favor, fijese, no obstante, que nuestro Señor se está refiriendo a las necesidades fisicas, no a los lujos; si Dios elige bendecir a algunos de nosotros con lujos, es simplemente por su pura gracia… así Dios se preocupa de que recibamos alimento suficiente para comer, ropa para usar y un lugar para descansar.”
R.C. Sproul en su serie de preguntas cruciales “Puede la oración cambiar las cosas” ha dicho:
“Merece la atención que lo que aquí se pide es el pan diario, no el bistec diario, o el costillar de primera calidad diario. Dios suple las necesidades pero no siempre las exquisiteces”.

2. Quién nos provee el pan

¿Cuantas personas hay que teniendo riquezas para comer toda clase de alimentos no lo pueden hacer por no gozar de un buen estado de salud y cuántos de los que tienen buena salud no están llenos de afanes, angustiados, sin recursos, sin amigos y familias con quien compartir el pan? La Biblia nos dice que “Más vale comer pan duro donde hay concordia que hacer banquete donde hay discordia.” Pro. 17:1. Hay quienes teniendo abundancia de pan no pueden disfrutarlo porque no están acompañados de la dulce paz que Dios ofrece.
Todos aquellos que trabajan duro por el pan, sean ricos, pobres o moderados, no son capaces de controlar todas las variables que pueden afectar sus mesas, la palabra nos dice que “El rey mismo está sujeto a los campos” (Ec. 4:9). Quienes trabajamos por un comestible estamos a merced del clima, del suelo, la economía, las políticas gubernamentales, la paz y la guerra. En consecuencia, estamos en las manos bondadosas de Aquel que gobierna todas estas cosas. Es Dios quien en última instancia nos concede el poder para las riquezas. Moisés le recordó esto al pueblo de Israel: “acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas…” Dt. 8:18.
Por otra parte, Salomón en su libro de Eclesiastés nos dice que luego de intentar, examinar y probar las diferentes experiencias de la vida concluyó lo siguiente: “Esto es lo que he comprobado que en esta vida lo mejor es comer y beber, y disfrutar del fruto de nuestros afanes. Es lo que Dios nos ha concedido; es lo que nos ha tocado. Ec. 5:18 y también dijo, “es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor.Ec. 3:13.
El poder obtener nuestro pan diario y disfrutarlo es un regalo de Dios, en los días de la creación antes que el hombre fuese creado Dios hizo una abudante provisión de semillas, árboles, bestias, aves, etc., para luego dárselas. Dios les dijo: “He aquí que os he dado toda planta que de semilla, que está sobre la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que de semilla; os será para comer. Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así.” Gn. 1:29-30.
Ahora bien, aunque Dios alimenta a toda su creación la promesa del “pan diario” está reservada para quienes son parte de su pueblo, es un exclusivo beneficio de aquellos que tienen a Dios por Padre. Dios es quien tiene el poder de sustentar todo y quien brinda y mantiene estable todas las condiciones para que la humanidad no perezca de hambre; tanto los creyentes como los incrédulos se benefician de este acto de bondad.
La Biblia nos dice que es Dios quien “hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos”. Mt. 5:45. Pero, cuando se trata de sus hijos Dios no se queda solo con está bondad común o universal sino que tiene un cuidado especial para con ellos, Él les provee de manera ordinaria (por medio del trabajo) o extraordinaria (cualquier otro medio lícito) para su sustento diario.
Todo lo que sus hijos necesitan para vivir en esta tierra están provistas por el Padre celestial, sin duda que eso es una fuente de inmenso gozo. El saber que Aquel que rige todos los eventos del universo, quien es Todopoderoso, y sabe todas las cosas, es el mismo que ha prometido alimentarnos, cuidarnos y proveernos un lugar de descanso debería darnos una confianza inquebrantable. Tal realidad nos pinta la vida con los pinceles del contentamiento, el buen ánimo, el esfuerzo y la gratitud.
Entre las exhortaciones finales del libro de Hebreos encontramos la siguiente, “Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora; porque él dijo: No te desampararé, ni te dejaré; de manera que podemos decir confiadamente: El Señor es mi ayudador; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.” Heb.13:5-6, estás palabras están cargadas de la esencia del espíritu cristiano, los hijos de Dios no debemos hallar contentamiento en una abundante provisión del pan diario sino en el Dios que no los provee. No es la vianda que se nos pone en frente a la hora de comer lo que nos alegra, es el cuidado delicado del Padre Celestial. No es tan relevante el qué comemos o qué vestimos o dónde vivimos sino el hecho de que Dios ha dispuesto de todas las cosas para que así sea. ¡Gracias Padre por tu bondad y por tu inmensa fidelidad!
Oh, Dios eterno, tu misericordia,
Ni una sombra de duda tendrá;
Tu compasión y bondad nunca Fallan,
Y por los siglos el mismo serás.
¡Oh, tu fidelidad! ¡Oh, tu fidelidad!
Cada momento la veo en mí.
Nada me falta, pues todo provees,
¡Grande Señor es tu fidelidad!
Tomás Obadiah Chisholm

A. ¿Puede Dios restringir el pan diario a su pueblo?

Una pregunta que puede surgir en este punto es la siguiente ¿Puede Dios en algún momento restringir el pan diario a su pueblo? Debemos considerar esta pregunta con sumo cuidado, un ligero ¡! podría conducirnos al desánimo y pondría un velo sobre la bondad del Padre. Un rotundo ¡no! puede confundir a aquellos que en su vida cristiana han pasado períodos donde parece que los cielos sobre su cabeza se han hecho de bronce.
Una mirada rápida por la historia del pueblo de Israel nos permitirá ver que Dios en algunas ocasiones les cortó el suministro de pan, por ejemplo, en Lv. 26 vemos que Dios le está diciendo al pueblo que si ellos no lo oyen ni cumplen sus mandamientos Él les quebrantaría el sustento del pan (v.26).
En el libro de Amos vemos que cuando el pueblo se negó a arrepentirse por sus pecados Dios tomó contra ellos la siguiente medida: “Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos, mas nos os volvistes a mí, dice Jehová el Señor” Am. 4:6.
En Isaías leemos: “Porque he aquí que el Señor Jehová de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá al sustentador y al fuerte, todo sustento de pan y agua…” Is. 3:10.
En cada uno de estos casos vemos que la medida que tomó Dios de restringirles el pan siempre estuvo precedida por una serie de advertencias, y un amoroso llamado al arrepentimiento y a la obediencia.
Cabe destacar que medidas como estás no solo fueron tomadas contra el pueblo de Israel. Cuando Faraón tuvo el sueño de las 7 vacas gordas y las 7 vacas flacas, que representaban los siete años de abundancia y los siete años de hambre que consumirían la tierra, viendo Faraón que los magos no pudieron interpretar dicho sueño, fue y le consultó a José, él le contestó los siguiente: “Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón. He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. Y tras ellos seguirán siete años de hambre” Gn. 41:28-29. Note que José, está diciendo que era Dios quien iba a ejecutar esta medida de 7 años de abundancia y 7 años de hambruna. La única manera de que Dios pudiera hacer tal cosa es teniendo el control de los suministros de pan tanto para los años de abundancia como para los años de hambruna.
Por supuesto que nuestro Padre no es un Dios tirano que anda matando a las personas de hambre, Dios no es el causante que cerca de 850 millones de personas hoy pasen hambre, pero siempre que lo considere necesario, para el beneficio de su amado pueblo y para la gloria de su Nombre puede regular los suministros de pan. La respuesta a la pregunta ¿Puede Dios restringir el pan diario a su pueblo? Es si, siempre que Dios considere necesario disciplinar a su pueblo con la restricción del pan lo puede hacer.
¡Ahora bien! no debemos pensar que cada vez que una persona atraviesa una situación difícil en términos económico debe verse como una corrección directa de parte de Dios. Recuerden que nuestras economías, gobiernos y sus políticas también están dentro de una esfera caída y afectada por la corrupción moral del hombre. El sistema económico no está regulado por la ley de Dios sino por la especulación, la avaricia, la codicia y muchos otros males que el pecado engendra. Por lo tanto, todos estamos expuestos a momentos de escasez. No obstante, Dios siempre se las arreglará para darle el oportuno sustento a su pueblo amado, como está escrito: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falte conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” Fl. 4:19.

3. Un pan que no merecemos

La Biblia es contundente con respecto a la paga que merece cada hombre por su pecado, “La paga del pecado es muerte” Ro. 6:23 y “el alma que pecare esa morirá” Ez. 18:20, aun Santiago no dice, “y el pecado, siendo consumado, da a luz la muerte” Sant. 1:15, eso supone que desde el momento que el hombre comete su primer pecado la Justicia de Dios exige solo una cosa, que muera. El hombre no es digno de la vida sino de la muerte, no merece otra cosa que ser consumido por la ira de Dios en el infierno. Ese fue precisamente el destino de los ángeles que pecaron, en 2 Pe. se nos dice que estos ángeles no fueron perdonados, sino que fueron arrojados al infierno y puestos en prisiones de oscuridad reservados para el juicio (2:4).
Desde el día que Adán y Eva pecaron en el Jardín del Edén merecían el mismo trato que se les dio a estos ángeles, ellos debieron haber sido arrojados a las mismas prisiones infernales y ser desprovistos de la presencia de Dios y de toda cosa buena que provenía de Él. En consecuencia, ni usted ni yo debimos haber nacido. Pero ese no fue el caso, en realidad, aunque había una sentencia de muerte sobre nuestra vida esa muerte fue aplazada por muchos años más. Esto es precisamente lo que sigue ocurriendo hoy con millones de hombres, aunque la justicia de Dios exige que aquel que peca muera irremisiblemente, las personas no son echadas al infierno en cuanto cometen su primer pecado, sino que Dios les permite vivir por muchos años disfrutando de una serie de bondades y bendiciones de parte de Él. A todas estas innumerables bendiciones que la humanidad recibe de manera inmerecida se les conoce como gracia común.
Dichas bendiciones se suelen ver de manera especial en el ámbito físico, por ejemplo, vemos que luego que Adán y Eva pecaron la tierra entera fue sujetada bajo maldición. Dios le dijo al hombre: “maldita será la tierra por tu causa con dolor comerás de ella todos los días de tu vida” Gn. 3:17. La sentencia fue clara y el hombre a partir de ese día comería con dolor. Esta palabra dolor significa pena y arduo trabajo. A causa del pecado, la tristeza, el dolor, el pesar y la preocupación estarían sentados a la mesa del hombre acompañándolo a comer.
Está palabra dolor aparece 2 veces más en Génesis relacionada con la maldición que Dios pronunció sobre la tierra, una de ella se encuentra en Gn. 3:16 cuando Dios le habló a la mujer y le dijo: “multiplicaré en gran manera los dolores de tus preñeces; con dolor darás a luz los hijos…”. Aquí otro de los significados de la palabra dolor, trabajo de parto. Por su puesto que el hombre no iba literalmente a parir siempre que fuera a comer, pero si tendría que hacer una dolorosa y fuerte labor para conseguir el pan diario. De hecho, Dios le dijo: “con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra” Gn. 3:19. La caída del hombre, había hecho que la tierra, luego de ser un lugar cómodo, se volviera maldita, y que la ocupación placentera de administrarla se volviera fatigante y odiosa.
Con todo, podemos ver la inmensa bondad de Dios para con el hombre, quien siendo culpable por su caída no llevó la misma suerte que la serpiente a quien se le dijo, “sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida” Gn. 3:14. ¡Gracias Dios por no hacernos comer el polvo!
Este malestar y odioso pesar que recibió el hombre para todos los días de su vida, está muy por debajo de lo que su pecado merece. El hombre no merecía menos que la muerte. Sin embargo, Dios tuvo a bien castigarlo de esta manera[7]¿pero cuantas personas hoy comen el pan así? ¿Cuántos son los que tienen que sufrir dolorosamente para llevarse el pan diario a la boca? Claro que hay quienes viven en condiciones muy pobre, pero no es el caso de todos los pecadores. Muchos hoy se reúnen alrededor de sus mesas entre familiares y amigos con una diversidad de alimentos provenientes de muchas partes, brindan, cantan y se gozan de su trabajo comiendo y bebiendo. Olvidan que la forma en que ese pan llegó a sus mesas es un acto de bondad inmerecida, por consiguiente, olvidan o desconocen que toda buena dádiva y todo regalo viene de arriba -incluyendo el sustento diario-, y que todas esas cosas las concede el Padre de las luces quien nunca cambia (Sant. 1:17).
Es un inmenso acto de bondad el hecho que Dios alimente a toda su creación y que lo haga de forma tan variada y abundante, el salmo dice: “los ojos de todos esperan en ti, Y tu les das su comida a su tiempo, abres tu mano, y colmas de bendición a todo ser viviente” Sl. 145:15-16 y también leemos: “El alimenta a los ganados y a las crías de los cuervos cuando graznan” Sl. 147:9 y “Los leoncillos rugen tras la presa, y para buscar de Dios su comida” Sl. 104:21. Además, es Dios quien ama al extranjero y le da pan y vestido (Dt. 10:18), y también a todos los hambrientos (Sl. 146:7), y a todos los pueblo (Job 36:31).
Todas estas cosas se suelen perder de vista cuando los hombres comen el pan, inclusive muchos creyentes cuando hacen sus oraciones por los alimentos no evidencian un cálido acto de gratitud sino un frío acto de obediencia, oran y dan gracia porque es su deber hacerlo más no porque comprendan que cualquier cosa que haya servido sobre sus mesas debe ser recibido sin reproche y con gratitud porque es un regalo inmerecido de parte del Padre celestial.
Razón tenía el Señor cuando dijo: “nos os afanéis, pues, diciendo, ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.” Mt. 7:31-32. Cristo conoce al Padre, él sabe que Dios está activo en el sustento diario de sus hijos, no hay razones para estar afanados cuando se tiene a un Padre que lo sabe todo y además lo puede todo. A los dioses paganos se les tenía que mantener informados de todas las necesidades humanas y persuadirlos para que intervinieran. En cambio, el Padre celestial sabe que cosas necesitamos antes de que se las pidamos. Aun antes de que la necesidad se manifieste en nosotros ya Él ha provisto el medio para satisfacerla. Dios está al cuidado de su pueblo mientras peregrina de este lado del cielo.
Resulta muy conmovedor pensar en Cristo en este momento, siendo el pan de vida, el alimento que calma el hambre y la sed del alma. Aquel cuyo cuerpo es verdadero alimento y cuya sangre verdadera bebida llevando sobre sus hombros el pecado de todos aquellos que creerían en él. Este precioso maná descendió del cielo para que por medio de su perfecta obediencia al Padre y de su muerte sustituta el hombre que creyese en Él gustase el regalo de la vida eterna. ¿Ante un acto de gracia tan sublime quién podría esperar más? ¿Qué más se le puede pedir a este suficiente Salvador que haga por nosotros? Aun cuando nuestra parte en esta vida fuera el morir de hambre y sed, aun cuando nuestros cuerpos fueran desprovistos de cualquier consideración humana, aun si todos nosotros fuésemos más abatidos que el justo Job; nuestro Dios sería el Ser más digno de toda gloria y honra. Pero con todo, tuvo a bien sustentarnos de alimento, vestido, albergue y todo lo necesario para que vivamos está vida para su gloria. Por lo tanto, que el Pan de vida eterna sea alabado pues es también quien nos provee el “pan nuestro de cada día”.
Dicho esto, pasemos a considerar lo que implica para nosotros la petición“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”

II. Que implica la petición

1. Implica una moderación a los deseos y peticiones

¿Con cuánta facilidad no se desvía el corazón del creyente hacia los placeres terrenales y los deseos pecaminosos? el creyente lucha en diferentes grados con una naturaleza que lo impulsa a amar la codicia, la avaricia, la vanidad, el egoísmo, el orgullo y la soberbia. La petición, “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy” es un muro de contención para esos deseos. Jesús está enseñando con esta petición una virtud crucial que se llama: “moderación”.
Los creyentes somos llamados a pedir nuestro pan diario, no lujos y esto tiene una razón de ser. Si no somos cuidadosos al respecto, podríamos caer en un abismo que conduce a la destrucción, a la perdición y a muchos dolores. Pablo trata este asunto con gran intrepidez en su primera carta a Timoteo. Él le ordena a Timoteo que se aparte de quienes toman la piedad como fuente de ganancia, y le dice: “gran ganancia es la piedad acompañada de contentamiento; porque nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar. Así que, teniendo sustento y abrigo, estemos contentos con esto. Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” 1 Tim. 6:6-10.
Seamos moderados, seamos prudentes, sensatos, como hombres de Dios huyamos de estas cosas, sigamos la justicia, la piedad y el amor. Seamos como aquel “hombre falto de entendimiento” que oró así, “no me des pobreza ni riquezas, sino solo el pan de cada día. Porque teniendo mucho, podría desconocerte y decir: “¿Y quién es el Señor?” Y teniendo poco, podría llegar a robar y deshonrar así el nombre de mi Dios.” Pro. 30:8-9.
Que todas nuestras peticiones sean pasadas por los tamices de la prudencia, la sensatez y la mesura. Que todas las cosas que anhelamos y pidamos sean cuidadosamente evaluadas. Aprendamos a diferenciar entre una necesidad y un deseo y contentémonos cuando Dios supla lo primero.
Tengamos siempre presente que el querer hacer riquezas nos puede hacer caer en tentación y en necios deseos desenfrenados que nos llevan solo a la destrucción. Recordemos pues, que el amor al dinero es la raíz de todos los males. Que no sean los impulsos carnales descontrolados lo que discierna qué está bien o no pedir, sino que sea la Palabra de Dios escrutando tanto nuestras peticiones como nuestras intenciones. ¡Vayamos tras la justicia! la piedad, la fe y el amor. Dejemos que la voluntad de Dios suprima todos nuestros deseos carnales mientras aprendemos a confiar en Él para el sustento diario.

2. Implica total dependencia a Dios

Para explicar este punto es conveniente fijar nuestra atención en el término “dánoslo”, el cual nos recuerda quien es nuestra fuente de provisión. Siempre es Dios quien concede el oportuno sustento a su pueblo. David dijo, “A Jehová he puesto siempre delante de mí, porque está a mi diestra no seré conmovido. Se alegró por tanto mi corazón, y se gozó mi alma; Mi carne reposará confiadamente” Sl. 16:8-9, y en otro lugar dijo, Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre… Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida” Sl. 23:1-3,6.
Estos salmos están cargados de un profundo sentido de confianza y dependencia en Dios, la figura de una oveja echada a los pies del pastor en delicados pastos (dispuestos para que coma) y siendo pastoreada junto a corrientes de agua (dispuestas para que beba) nos habla de esta certeza que albergaba David en su corazón hacia Dios. De la misma manera nosotros dependemos totalmente del Padre y debemos confiar en Él, no solo para nuestra salvación tambien para nuestra existencia aquí en la tierra. En el sl. 121 leemos: “¿De dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie al resbaladero, Ni se dormirá el que te guarda…Jehová es tu guardador, Jehová es tu sombra a mano derecha. El sol no te fatigará de día ni la luna de noche. Jehová te guardará de todo mal; El guardará tu alma. Jehová guardará tu salida y tu entrada Desde ahora y para siempre.”
Es interesante que muchos de nosotros hemos puesto nuestra confianza en la salvación que el Señor ofrece, hemos arrojado a sus pies nuestras almas y se las hemos confiado por toda la eternidad. Descansamos en su amor, apagamos los dardos del enemigo con las frescas aguas de la adopción, y sin embargo, cuando se trata de la gota de agua que beberemos o del bocado de pan que comeremos nos notamos ansiosos. Solemos decir, “esta vida presente no es más importante que la vida venidera” pero si eso es cierto, ¿Por qué cuando se trata de pan, vestido y albergue hay afán y duda? ¿Será que le damos más importancia a estas cosas que a las eternales o es que dudamos que Dios puede y quiere suplir las necesidades fisicas de esta vida? Cualquiera que sea el caso, debemos arrepentirnos, no está bien el alma que se preocupa más por los afanes de esta vida que por el Reino de Dios, y además, resulta ofensivo para la fidelidad de Dios que dudemos de lo que él ha prometido.

3. Implica generosidad

Es interesante que Jesús nos permita llamar a este pan “nuestro” aun cuando no nos pertenece ni tampoco lo merecemos. Aquí se nos muestra un ejemplo de la infinita bondad de Dios para con nosotros, la cual debe ser replicada para con nuestros hermanos y con todos los hombres. Somos una gran familia cristiana y eso debe estar presente siempre en nuestra peticiones, La palabra de Dios nos dice, “Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.” Ga. 6:10.
La palabra nuestro también nos recuerda que el pan que pedimos, no es solo para “mi” sino para “todos”, para nuestra familia y aun para los pobres, y que no está bien obtener este pan a costa de que otro pierda el suyo.

4. Implica el no preocuparnos

Por su puesto que la oración no es una licencia para estar preocupados por el pan diario al punto de pedirlo afanosamente en cada una de nuestras oraciones. Debemos recordar que en el contexto de está enseñanza Jesús nos ordena a no preocuparnos: “ No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o que vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas, pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas, Así que, no os afanéis por el día de mañana…” Mt. 6:31-34.
Dios lo que quiere es que tengamos razones superiores (Su gloria) y razones inferiores (nuestras necesidades) para acercarnos a Él diariamente, Él ha prometido darnos descanso: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma.” Mt. 11:28-29 NVI.

5. No implica una prohibición a orar por las necesidades futuras

La petición “el pan nuestro de cada día, danóslo hoy” no es un permiso para vivir del día a día, o de manera desordenada. No debe considerarse un acto de fe derrocharlo todo y pensar Dios proveerá para mañana, eso más bien es un acto de necedad, la Biblia nos dice, En casa del sabio abundan las riquezas y el perfume, pero el necio todo lo despilfarra. Pro. 21:20 NVI.
La expresión: “como vaya viniendo vamos viendo” no es aplicable a la vida cristiana. Nuestro Dios nos ha dado ejemplo de trabajo, de orden, de planificación y nosotros debemos seguir ese ejemplo. Aun en la creación se deja ver esa huella:
¡Anda, perezoso, fíjate en la hormiga! ¡Fíjate en lo que hace, y adquiere sabiduría! No tiene quien la mande, ni quien la vigile ni gobierne; con todo, en el verano almacena provisiones y durante la cosecha recoge alimentos. Perezoso, ¿cuánto tiempo más seguirás acostado? ¿Cuándo despertarás de tu sueño? Un corto sueño, una breve siesta, un pequeño descanso, cruzado de brazos…¡y te asaltará la pobreza como un bandido, y la escasez como un hombre armado! Pro. 6:6-11.
Está bien pensar en el futuro y tomar previsiones para los días malos, la Biblia no condena tal acción más bien la promueve, sin embargo, se debe ser cuidadoso en cuanto al corazón con el que se guarda tales provisiones. En la historia temprana del pueblo de Israel en el desierto, vemos un episodio interesante, el pueblo comienza a murmurar contra Moisés y Aarón, porque creían que iban a morir de hambre. Este murmullo finalmente era contra Dios mismo, por lo tanto, el Señor decidió hacerles llover pan del cielo y les dio la siguiente orden: “Recoja cada uno de ustedes la cantidad que necesite para toda la familia, calculando dos litros por persona” Ex. 13:16 NVI.
A pesar de que Dios y Moisés les habían dicho que nadie debía guardar nada para el día siguiente, algunos fueron desobedientes y guardaron algo, lo guardado se les llenó de gusanos y apestaba. la Biblia nos cuenta que Moisés se molesto. En este caso Dios no está desaprobando la practica de ahorrar o tomar previsiones para el futuro, Dios está condenando la desobediencia, el amor a la comida, y el corazón duro de incredulidad del pueblo, ellos tenían que aprender que Dios sería la fuente de su provisión en una tierra donde no había estabilidad ni ningún otro medio de sustento, y que también lo sería en la tierra de la abundancia donde la leche y la miel fluirían. Además, Dios quería construir una relación diaria con el pueblo, día tras día el pueblo era afligido, pasaba hambre, y también era sostenido con maravillosas provisiones porque Dios quería hacerles saber “…que no solo de pan vivirá el hombre más de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre” Dt. 8:3.
Estás mismas palabras las usó Jesús en la tentación en el desierto, cuando el tentador le dijo que si era el Hijo de Dios convirtiera aquella piedra en pan, el Señor Jesús le dijo, “No solo de pan vivirá el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.” Mt. 4:4. El pueblo de Israel debía aprender la lección, Satanás debía aprender la lección y hoy la iglesia debe aprenderla también. ¿Cuantos no abandonarían la presencia de Dios si recibieran una generosa cantidad de pan diario hoy? ¿Cuantos no dejarían de orar, de leer la Palabra, aun de congregarse sí tuvieran asegurado su pan cotidiano?
Dios quiere que usted y yo aprendamos a buscar “toda palabra que salga de su boca” , que el conocer y hacer su voluntad también sea nuestro alimento diario. Dios nos está ayudando por medio de las aflicciones, las pruebas, disciplinas y bendiciones a tener una relación personal con Él a través de Cristo. El maná que descendió del cielo, y el pan cotidiano que recibimos hoy solo apuntan a un pan mejor que no se agusana y que calma el hambre del alma.
Cristo es este pan de vida, él es el verdadero maná que descendió del cielo. El es el Hijo de Dios quien se humilló hasta lo más bajo para cargar sobre sus hombros el pecado de todos los que en él creerían. Fue a la cruz a morir como un criminal para que Dios aplicará sobre sí toda su justicia, cada pecado fue pagado en ese lugar, fue Jesús quien fue molido por nuestras transgresiones y traspasado por nuestras iniquidades, fue quien hizo posible la reconciliación entre Dios y nosotros.
Ahora, por medio de la fe, es decir, de creer y confiar de forma personal en el Señor Jesús se puede tener una relación con el Padre. Una relación diaria de completa dependencia, tan necesaria o inclusive más que el pan cotidiano. No hay ningún problema en guardar para el futuro, todo radica en el corazón con que se haga, es mejor vivir de “las migajas” que Dios nos pueda dar diariamente si eso nos mantiene en una íntima relación con Él, a tener abundancia hasta ganar al mundo si eso implica que perdamos el alma.
Finalmente, el pueblo de Dios no murió en el desierto a falta de pan y agua, no fue una hambruna la que acabó con ellos, fue su desobediencia y una mala relación con Dios la causante de su muerte. Moisés lo recordó con las siguientes palabras: “Por no haberme seguido de todo corazón, ninguno de los mayores de veinte años que salieron de Egipto verá la tierra que juré darles a Abraham, Isaac y Jacob. Ninguno de ellos la verá…El Señor se encendió en ira contra Israel, y los hizo vagar por el desierto cuarenta años, hasta que murió toda la generación que había pecado.” Nm. 32:11-13. De la misma manera, es necesario recordar que en esta vida la verdadera muerte no provendrá por falta de pan, abrigo, ni albergue, tal vez estas cosas pueden matar el cuerpo, pero el alma muere cuando entregados al pecado no se tiene una relación personal y real con Cristo.

APLICACIÓN

Responder a las siguientes preguntas le ayudará aplicar lo aprendido en este capítulo a su diario vivir.
1) ¿Espera usted que Dios supla sus necesidades de comida, vestido y albergue?
2) ¿Sabe diferenciar entre lo que es un deseo y una necesidad?
3) ¿Comprende que Dios no está obligado a satisfacer todos sus deseos?
4) ¿Se ha sentido insatisfecho por lo que come, viste o el lugar donde vive? ¿Comprende que en realidad no merece ninguna de esas cosas?
5) ¿Cómo cambia su adoración y oración al saber que Dios es quien provee todo lo que usted tiene?
6) ¿Cómo cambia su vida diaria el hecho de que el pan que llega a su mesa es un recordatorio de que existe un Pan de Vida que usted debe buscar?
7) ¿Cómo va a responder de hoy en adelante al hecho de que Dios quiere que usted dependa de Él aún para las cosas más pequeñas?
8) ¿De que manera entender la petición “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” ha cambiado su devoción hacia Dios?
[1] Informe: http://www.fao.org/3/i3347e/i3347e.pdf [2] https://es.wikipedia.org/wiki/Volga [3] https://www.abc.es/gestordocumental/uploads/Sociedad/comida-rapida.pdf [4] https://www.eldinamo.cl/mundo/2012/07/20/cuantas-cosas-consume-una-persona-en-su-vida-averigualo-aca/ [5] Oración Ejercicio continuo de la fe. Juan Calvino pág. 160. [6] Comentario al evangelio de Mateo. Pág 251. [7] Esto no significa que las consecuencias del pecado del hombre se pueden resumir en “trabajo duro y comer con dolor”. Tampoco significa que la paga de nuestro pecado está satisfecha en este castigo. Solo Cristo puede satisfacer nuestro pecado delante de Dios (2 Cor. 5:21; Rom. 5:1-2; 1 Juan 2:2). El hombre verdaderamente está muerto en sus delitos y pecados, desprovisto de la gloria de Dios, es un enemigo de Dios e hijo del diablo (Ro. 3:23; 5:10, 12,19; 6:23; Ef. 2:1-3; 1 Jn. 3:8).
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