En Cristo, unidos. (Marcos 9:38-40)

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Nos une la Palabra de Dios (la Biblia), nos unen los Credo, nos une el Padres de la Iglesia, Concilios ecuménicos de los primeros 6 siglos. Después comenzó los cismas: Cisma Oriente y Occidente, En Europa la la Reforma Protestante del XVI que supuso una nueva separación.
El hecho de la reunión, nos hace mirar al Nombre de Cristo (que es lo que realmente nos une), la identidad de Cristo, y nuestra identidad como cristianos (históricos y en experiencia). Por lo tanto, (No tratemos de impedirnos la obra que Dios nos ha encomendado) No tengamos las actitud de Juan y los demás discípulos (Mr 9:38-40). Este mundo cada vez más secularizado nos invita a obrar cada uno para bendición de los demás y gloria a Dios. Buscando siempre el diálogo entre nosotros.
No somos enemigos uno con otros, no somos adversarios, ni competencia. Nuestro adversario es el mismo, los enemigos del Señor, Satanás y el pecado. Y nuestra lucha es contra esto.
Por lo tanto, tener a Cristo, esa gracia que se derrama y te identifica con Cristo, nos hace ser de Cristo ya llevemos una bandera confesional u otra, siempre que caminemos por el Único Camino Verdad y Vida, es decir Cristo, llevaremos la bandera mayor, la bandera del Evangelio. Lo importante aquí no es la placa de Iglesia, Es Cristo, su Nombre, es Él. y también es importante como Él nos verá cuando comparezcamos ante Él.
Por eso, ser de Cristo, tener a Cristo como único Señor y Salvador nos lleva a vivir en la gracia, manifestando una fe viva que se traduce en obras de amor y buen testimonio, obras que glorifiquen a Dios, que bendicen a los hermanos, que bendicen a nuestro Pueblo de Los Santos de Maimona. Tal como hacia el hombre que expulsaba demonios en el pasaje (Mr 9:38-40). Haciendo de nuestra fe en Cristo una manera de vivir.
Y eso es lo que vemos en la lectura. Esta lectura nos habla de no tener odio, esta lectura nos habla del amor. El mismo amor que nos manifestó Cristo en la Cruz, dando su vida para que tuviéramos el perdón de los pecados, cosa que no merecíamos y Él nos lo dio porque sin eso, estaríamos perdidos, no estaríamos aquí.
Mirar a Cristo con amor nos hará mirar al prójimo con amor. Amando en al dimensión de la cruz. Amando a Dios sobre todas las cosas y amando a nuestro prójimo como a nosotros mismos.
Conclusión.
Si, infelizmente, hoy la Iglesia anda separada en diferentes confesiones, hoy por causa del pecado del hombre andamos cada uno adorando a Dios en lugares distinto, montes distintos. Pero tengo la certeza, que los verdaderos cristianos, que abrazamos y vivimos la fe dada por Dios como regalo inmerecido, algún día y en la eternidad adoraremos a Dios juntos como verdaderos hermanos, en Espíritu y Verdad. Mientras eso llegue, busquemos la paz y el bien unos con otros.
Pero hay una mayor, la Iglesia invisible y triunfante que va más allá de confesión o una denominación, son aquellos que han sido salvados por la gracia y misericordia de Dios, sellados por su Espíritu Santo, redimidos por Cristo. Hoy oramos por todos nosotros (cristianos católicos romanos y cristianos protestantes, que tienen a Cristo como Único Señor y Salvador en su corazón), sabiendo que algún día estaremos frente, cara a cara, con nuestro Dios y Padre Celestial por medio del Hijo nuestro Señor Jesucristo, que vive reina por los siglos de los siglos y guiados por el Espíritu Santo.
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