Un Llamado de Dios a la Pureza Sexual - Sección 1
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II. El Sexo "Un Don Creado por Dios" (30 Minutos)
II. El Sexo "Un Don Creado por Dios" (30 Minutos)
Sea el matrimonio honroso en todos, y el lecho matrimonial sin deshonra, porque a los inmorales y a los adúlteros los juzgará Dios.
Es innegable que Dios condena la impureza sexual. La Escritura nos advierte claramente sobre la gravedad de la inmoralidad:
¿O no saben que los injustos no heredarán el reino de Dios? No se dejen engañar: ni los inmorales, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores heredarán el reino de Dios.
Además, nos exhorta:
Pero que la inmoralidad, y toda impureza o avaricia, ni siquiera se mencionen entre ustedes, como corresponde a los santos.
Si bien la inquebrantable hostilidad de Dios hacia la inmoralidad es bien conocida por todos los cristianos, también es evidente que la inmoralidad sexual está amenazando con abrumarnos.
Como pastor, puedo afirmar que casi el 80% de las consejerías que recibo están relacionadas de alguna manera con luchas en el área sexual. El consumo de pornografía en jóvenes y adultos encabeza la lista, seguido de la fornicación, el adulterio, las luchas relacionadas con la identidad sexual y, lamentablemente, las agresiones sexuales.
Es desgarrador escuchar a padres destrozados al descubrir que sus hijos están atrapados en alguno de estos pecados. También es angustiante presenciar la confusión y el dolor que la inmoralidad sexual causa en matrimonios, familias e iglesias.
Es también abrumadora la manera en que estamos siendo bombardeados todo el tiempo en los medios de comunicación que promueven la normalización de la impureza sexual, es difícil ver una película o alguna serie donde se exalte la virtud de la sexualidad.
Hasta en el seno de muchas iglesias ven como normal que pastores en ejercicio se identifiquen como homosexuales. Hace poco un miembro de nuestra iglesia fue invitado a un servicio de adoración anglicano en otro país, y fue muy frustrante para él darse cuenta al final de dicho servicio que el ministro tenía una pareja del mismo sexo.
Pero en esta clase no comenzare mi discusión sobre la pureza sexual, condenando la inmoralidad y la lujuria, me parece importante que iniciemos recordando el origen y el propósito divino de la sexualidad.
En medio de la confusión y la locura que vemos en esta área, podríamos preguntarnos: ¿Fue la sexualidad inventada por pecadores? ¿Fue diseñada por el diablo? Es posible que algunas personas lleguen a pensar eso debido a la forma en que se habla del tema. Pero consideremos lo que dice el primer versículo de la biblia:
En el principio Dios creó los cielos y la tierra
No podemos entender nada en esta vida sin este versículo.
Moisés escribió esto siendo inspirado por Dios, su intención era mostrar a Israel cual era su origen para así animarles a avanzar hacia la tierra que Dios les había prometido.
Moisés, no estaba tratando de demostrar científicamente de donde viene todo, mas bien quería relatar lo que en verdad paso, en contraste con los mitos que existían en su tiempo, como:
El Enuma Elish
El relato babilónico de la creación,
La onceava tableta del poema épico de Gilgamesh
El relato babilónico del diluvio.
Moisés en Genesis contrasta la diferencia entre la verdad y la mitología, lo que él narra es una forma radicalmente distinta de ver el mundo:
Todo relato mitológico que narraba el origen del universo empezaba con el origen de los dioses… Génesis 1 no hay dioses, solo un solo Dios y no se especula de donde viene Dios. Solo dice que en el principio el creó todo lo que existe.
Tampoco vemos a Dios invocando la ayuda de nadie, no hay lucha de dioses para crear el universo, El solo Creó los cielos y la tierra. En la mitología hay continuidad entre el mundo creado y los dioses, el Enuma Elish el universo es creado por Marduc que divide a Tiamat en dos, creando así el cielo y la tierra. (estamos hechos del cadáver de un dios) En la biblia el mundo no es una parte de Dios, no hay continuidad entre la creación y Dios. El es trascendente.
En la mitología se dan explicaciones mecánicas de cómo funciona el universo, porque el cielo no se cae etc.., dicen algunos mitos que el dios viento mantiene el mundo como una bomba inflada para que no se caiga. Otros dicen que el cielo es una vaca (cuatro patas sostienen todo). “El extiende el norte sobre vacío, Cuelga la tierra sobre nada.” (Job 26.7) ¿una explicación muy científica verdad?.
En la mitología todas las cosas empiezan del caos, para muchos la vida venía del agua, el Nilo es el que fertilizaba la tierra y producía vida, para los griegos la vida empieza de la materia que es eterna y así explican la existencia del mal (materia es mala), Pero en Génesis 1:1 nos cuenta que Dios creo de la nada todo lo que existe.
Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él. Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen. Él es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que Él tenga en todo la primacía.
En este primer versículo, se narra como en el principio… Dios Creó “de la nada” el cielo y la tierra… Así comenzó el tiempo y el espacio. Nada existía hasta que Dios lo creo.
El Señor ha establecido Su trono en los cielos, Y Su reino domina sobre todo.
«Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque Tú creaste todas las cosas, y por Tu voluntad existen y fueron creadas».
Bendice, alma mía, al Señor. Señor, Dios mío, cuán grande eres; Te has vestido de esplendor y de majestad, Cubriéndote de luz como con un manto, Extendiendo los cielos como una cortina. Él es el que pone las vigas de Sus altos aposentos en las aguas; El que hace de las nubes Su carroza; El que anda sobre las alas del viento; Que hace de los vientos Sus mensajeros, Y de las llamas de fuego Sus ministros. Él estableció la tierra sobre sus cimientos, Para que jamás sea sacudida. La cubriste con el abismo como con un vestido; Las aguas estaban sobre los montes. A Tu reprensión huyeron, Al sonido de Tu trueno se precipitaron. Se levantaron los montes, se hundieron los valles, Al lugar que Tú estableciste para ellos. Pusiste un límite que no pueden cruzar, Para que no vuelvan a cubrir la tierra. Él hace brotar manantiales en los valles, Corren entre los montes; Dan de beber a todas las bestias del campo, Los asnos monteses mitigan su sed. Junto a ellos habitan las aves de los cielos, Elevan sus trinos entre las ramas. Él riega los montes desde Sus aposentos, Del fruto de Sus obras se sacia la tierra. Él hace brotar la hierba para el ganado, Y las plantas para el servicio del hombre, Para que él saque alimento de la tierra, Y vino que alegra el corazón del hombre, Para que haga brillar con aceite su rostro, Y alimento que fortalece el corazón del hombre. Los árboles del Señor se sacian, Los cedros del Líbano que Él plantó, Donde hacen sus nidos las aves, Y la cigüeña, cuya morada está en los cipreses. Los montes altos son para las cabras monteses; Las peñas son refugio para los tejones. Él hizo la luna para señalar las estaciones; El sol conoce el lugar de su ocaso. Tú ordenas la oscuridad y se hace de noche, En ella andan todas las bestias del bosque. Rugen los leoncillos tras su presa, Y buscan de Dios su comida. Al salir el sol se esconden, Y se echan en sus guaridas. Sale el hombre a su trabajo, Y a su labor hasta el atardecer. ¡Cuán numerosas son Tus obras, oh Señor! Con sabiduría las has hecho todas; Llena está la tierra de Tus posesiones. He allí el mar, grande y anchuroso, En el cual se mueve un sinnúmero De animales tanto pequeños como grandes. Allí surcan las naves, Y el Leviatán que hiciste para que jugara en él. Todos ellos esperan en Ti Para que les des su comida a su tiempo. Tú les das, ellos recogen; Abres Tu mano, se sacian de bienes. Escondes Tu rostro, se turban; Les quitas el aliento, expiran, Y vuelven al polvo. Envías Tu Espíritu, son creados, Y renuevas la superficie de la tierra. ¡Sea para siempre la gloria del Señor! ¡Alégrese el Señor en sus obras! Él mira a la tierra, y ella tiembla; Toca los montes, y humean. Al Señor cantaré mientras yo viva; Cantaré alabanzas a mi Dios mientras yo exista. Séale agradable mi meditación; Yo me alegraré en el Señor. Sean consumidos de la tierra los pecadores, Y los impíos dejen de ser. Bendice, alma mía, al Señor. ¡Aleluya!
Aquí tenemos el principio básico para entender nuestra sexualidad:
Principio 1: Dios es el diseñador, dueño, soberano y rey absoluto de todo cuanto existe.
La biblia no inicia con la historia del Hombre, la biblia inicia con Dios “Vivimos en el mundo de Dios, esta es la historia de Dios”, Todo lo que existe existe por su voluntad y no hay nada bajo el cielo donde él no tenga el control, no hay nada bajo el cielo donde él no tenga dominio soberano.
Como dijo Abraham Kyper: “No hay un centímetro cuadrado en todo el dominio de nuestra existencia humana sobre el cual Cristo, como Soberano sobre todo, no clame ‘¡mío!’”.
Vivimos en un mundo creado por Dios para el deleite de Dios. No hay nada bajo el cielo que nos pertenezca, no hay una cosa bajo el cielo que podamos decir “esto es mío”.
Como todo lo existe fue creado por Dios, necesariamente esto incluye nuestra sexualidad. El sexo fue idea de Dios, fue creado por Dios y fue creado para su gloria.
Esto implica un segundo principio:
Principio 2: Todo lo que hacemos con nuestro cuerpo es una actividad espiritual que debe glorificar a Dios, pues todo existe con este propósito. Fuimos creados por el, somos de él y vivimos para él.
Porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas. A Él sea la gloria para siempre. Amén.
......
Hasta aquí, hemos visto dos principios importantes que nos brindan una comprensión sólida sobre la sexualidad en el contexto de la creación.
En primer lugar, reconocemos que la sexualidad fue diseñada y creada por Dios, quien es el soberano y dueño absoluto de todo lo que existe. Nuestra sexualidad no es producto del pecado o del diablo, sino una idea original de Dios para su gloria.
En segundo lugar, entendemos que nuestra sexualidad es una actividad espiritual que debe glorificar a Dios. Como seres creados por él y para él, nuestras acciones sexuales deben estar alineadas con su voluntad y ser vividas de manera que reflejen y magnifiquen su gloria.
Estos principios nos invitan a honrar a Dios en nuestra sexualidad y a comprender su propósito divino en este aspecto de nuestra vida. En linea con esto consideremos ahora la creación de Adán y Eva:
Y dijo Dios: «Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra». Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.
Entonces el Señor Dios dijo: «No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda adecuada».
Entonces el Señor Dios hizo caer un sueño profundo sobre el hombre, y este se durmió. Y Dios tomó una de sus costillas, y cerró la carne en ese lugar. De la costilla que el Señor Dios había tomado del hombre, formó una mujer y la trajo al hombre.
Notemos que Dios creo al hombre a su imagen y semejanza para que fuera un administrador de su creación. Aunque su tarea tiene ver con el Señorío sobre la creación de Dios, Jehová seguía siendo soberano sobre el hombre y los sabemos por varias razones:
Dios no le pregunta al hombre que quiere hacer con su vida.
Tampoco le da al hombre y a la mujer libertad para decidir su sexualidad o identidad. Los crea Varón y Hembra, los crea a su imagen y semejanza.
No les da opciones sobre con quien compartir su vida. Dios trae a Eva para llenar la soledad de Adán. Dios no le dice a Adan que escoja que animal quiere para disfrutar su sexualidad o si quiere otro hombre, Dios diseño para él una mujer donde el podrá encajar perfectamente, una ayuda adecuada, cuando Adan ve a su mujer se emociona y hace el primer poema de amor “Esto es hueso de mis huesos, carde de mi carne”
Adan y Eva, no tienen opción en cuanto si pueden o no tener familia. Ellos deben multiplicarse.
Ni Adan, ni Eva, tienen opciones en cuanto su rol en la creación: En el caso de Adán debía cuidar y labrar el huerto en el que fue puesto, este era un trabajo de mayordomo con una connotación espiritual: “el debe ser un sacerdote”, su trabajo debía ser un acto de Adoración. En el caso de Eva, ella fue diseñada de la costilla de Adán para ser su ayuda idónea.
Adan y Eva no eran soberanos. Dios soberanamente, les asigna su genero (Varón y Hembra), su identidad (Imagen de Dios), sus tareas y ocupaciones (Sacerdote - líder y ayuda idónea).
Pero además Dios les permitirá disfrutar de su creación, especialmente de su glorioso Jardín - Adán y Eva fueron creados con la capacidad de disfrutar del paraíso como un acto de adoración, para la gloria de Dios. Dios les dio: “Oido, Gusto, olfato, tacto, emociones, tambien una mente para reflexionar y poder dar gracias a quien les dio esta capacidad de disfrute”.
Entonces, ya sea que coman, que beban, o que hagan cualquier otra cosa, háganlo todo para la gloria de Dios.
Vivimos en un mundo lleno de placeres para disfrutar, es imposible escapar de la belleza de un atardecer, el dulce canto de las aves, el sonido del mar, el olor de las plantas, la belleza de las formas humanas, el sonido de la música, el poder comunicativo del arte, menos en esta ciudad, todo es encantador, tenemos todo esto a nuestra disposición, todo esto lo hizo Dios y nos dio la capacidad para disfrutarlo.
A la luz de esto, es importante anotar que la doctrina que promueve el ascetismo es muy cruel. Dios creó todo para su gloria y para nuestro placer. Enseñar que por medio de la renuncia a los placeres mundanos, podemos lograr un estado espiritual mas elevado, es contrario al diseño de Dios por varias razones:
Dios seria cruel al haber puesto al hombre en un lugar lleno de deleites que podría ser un peligro para él.
Dios no ordeno que Adan y Eva se abstuvieran como prueba de su lealtad y piedad de sus corazones, mas bien les dio libertad para disfrutarlo. El huerto introdujo a Adan y Eva a los deleites del amor emocional y sexual, ellos debían participar de esto, ellos fueron el primer matrimonio y no debían negarse sexualmente el uno al otro, Dios creo la sexualidad para ser disfrutada en el matrimonio y es pecado no hacerlo.
Dios no es cruel, le da una mujer hermosa a Adan, perfecta para su gusto, agradable para sus ojos, encaja perfecto con su cuerpo y podrán ambos disfrutar los deleites del sexo.
El ascetismo presenta a un Dios cruel e insensato que provee al hombre cosas que le destruyen. Los ascetas fallan al reconocer que el problema del hombre no son las cosas que están fuera de él.
Adan fue creado para responder de dentro hacia afuera, las decisiones y conducta de los hombres están determinados no por los estímulos externos, sino por aquello que hay en su corazón.
Adan no era propenso a volverse adicto a las cosas creadas por el estimulo que recibía de ellas, ya que recibió un corazón que podía pensar ,imaginar, cotejar, considerar, escoger, sentir, lamentar y adorar.
Si el corazón de Adan y Eva esta regido por Dios sería capaz de manejar el placer de tal modo que glorificara a Dios y no resultara en su extravío.
Aquí aprendemos un tercer principio:
Principio 3: El placer no es malo, las cosas creadas no son malas, el sexo es una bendición de Dios, fue creador por Dios para ser disfrutado en el matrimonio entre un hombre y una mujer. Este es el perfecto plan de Dios. Dios creo todo para que lo disfrutemos
Por lo tanto, podemos concluir que el placer no es malo, las cosas creadas no son malas y el sexo es una bendición divina. Fue diseñado por Dios para ser disfrutado en el contexto del matrimonio entre un hombre y una mujer. Este es el plan perfecto de Dios para nuestra sexualidad y debemos honrarlo y vivirlo de acuerdo con su voluntad.
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Hemos visto algunos principios fundamentales sobre la sexualidad en el contexto de la creación.
Aprendimos que nuestra sexualidad fue diseñada por Dios como una idea original para su gloria. No es producto del pecado o del diablo, sino una creación divina.
Vimos además que nuestra sexualidad debe glorificar a Dios. Como seres creados por Él, nuestras sexualidad debe estar alineada con su voluntad y reflejar su gloria.
Y finalmente consideramos que Dios nos hizo con la capacidad de sentir placer en un mundo lleno de cosas placenteras. De manera que el placer no es malo, las cosas creadas no son malas. El sexo es una bendición de Dios diseñada para ser disfrutada en el matrimonio entre un hombre y una mujer.
Pero, soberanamente, Dios estableció un límite para este disfrute. En el huerto del Edén, Dios colocó un árbol especial reservado exclusivamente para sí mismo y prohibió a Adán y Eva comer de él:
Y el Señor Dios ordenó al hombre: «De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás»
Este árbol representa un recordatorio de que, aunque Dios nos ha dado la capacidad de disfrutar de su creación, también ejerce su soberanía al establecer límites.
Principio 4: Dios nos invita a honrarlo en nuestra sexualidad y a vivirla de acuerdo con su voluntad, incluso cuando eso signifique resistir la tentación de ir más allá de los límites establecidos.
Adán, como el primer ser humano, fue creado con la capacidad de responder a Dios en obediencia. Él reconocía a su Creador soberano y fue dotado con la libertad y la responsabilidad de disfrutar de las cosas creadas y, al mismo tiempo, resistir la tentación de transgredir los límites establecidos por Dios.
Adan y Eva pudieron experimentar que los limites no son un asesino del placer, mas bien protegían su corazón para disfrutar de todos los placeres sin que estos lo dominaran o lo controlaran. Ellos podían confiar en Dios y entregarse a El, podían vivir libres para conocer a Dios y disfrutar de El para siempre. En este estado de inocencia, no eran esclavos del placer, sino adoradores y siervos de Dios.
De manera que el limite que Dios les puso, le recordaba al hombre que había sido creado para glorificar a Dios, no para vivir para si mismo.
Adán vivía en gratitud y obediencia, siendo un adorador que respondía a Dios con gratitud y obediencia.
En resumen, fuimos creados para adorar a Dios.
La adoración implica inclinarnos y reconocer que hemos sido creados para Él.
También implica obedecer y reconocer la sabiduría y el dominio de Dios, comprendiendo que nuestras vidas no nos pertenecen y que no estamos aquí para establecer nuestras propias reglas.
La adoración implica confianza, al entregar voluntariamente nuestra vida, bienestar, futuro y sentido de satisfacción en las manos de Dios, quien nos diseñó y creó para su gloria.
Sin embargo, en Génesis 3, Adán y Eva traspasaron los límites establecidos por Dios. En lugar de vivir como adoradores, de acuerdo al diseño divino, cayeron en la trampa de la serpiente, quien les engañó haciéndoles creer que Dios les estaba privando de algo bueno al exigirles obediencia. La serpiente sembró la semilla de la rebelión en sus corazones, llevándoles a creer que podían ser como dioses y decidir su propio destino.
Desafortunadamente, Adán y Eva desobedecieron a Dios, y desde entonces, la humanidad ha creído la mentira de que somos dioses soberanos en lugar de reconocer nuestra dependencia y sumisión a nuestro soberano Creador. En el momento en que Adán pecó, se convirtió de un adorador en un idólatra, poniendo sus propios deseos y voluntad por encima de la voluntad de Dios.
El pecado de Adán tuvo repercusiones profundas para toda la humanidad. Como descendientes de Adán, todos nosotros heredamos la naturaleza pecaminosa y la inclinación a desobedecer a Dios. La Biblia nos enseña que "todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios" (Romanos 3:23).
Esta realidad del pecado en nuestras vidas nos separa de Dios y nos impide tener una relación perfecta con Él. Nuestros corazones están inclinados hacia el egoísmo, la rebelión y la idolatría. En lugar de adorar al único y verdadero Dios, tendemos a buscar nuestra propia satisfacción y placer, buscando ídolos y falsas fuentes de satisfacción en lugar de poner nuestra confianza y esperanza en Dios.
Una de las consecuencias destrozas de la caída fue nuestra inclinación natural a pensar que los limites apagan el placer, tenemos la tendencia engañosa a creer que Dios no es bueno al negarnos todas las cosas.
Este fue el engaño de la serpiente cuando dijo:
La serpiente era más astuta que cualquiera de los animales del campo que el Señor Dios había hecho. Y dijo a la mujer: «¿Conque Dios les ha dicho: “No comerán de ningún árbol del huerto”?».
Dios solo puso un limite, podían disfrutar de todas las cosas en abundancia, solo debían abstenerse de un árbol, pero ahora la mujer cree que Dios es muy restrictivo y además mentiroso:
Y la serpiente dijo a la mujer: «Ciertamente no morirán.
Desde la caída todo pensamos que las reglas arruinan el placer, que la autoridad destruye nuestra libertad. Pensamos que el placer no es placentero cuando tiene reglas, que el sexo no es divertido si te dicen con quien y como hacerlo.
Esta forma de pensar, nos lleva a ser esclavos del placer. Dicha esclavitud nos lleva a sentir vergüenza y a ocultarnos de Dios y de los demás. Fue lo que sucedió con Adan y Eva
Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; y cosieron hojas de higuera y se hicieron delantales. Y oyeron al Señor Dios que se paseaba en el huerto al fresco del día. Entonces el hombre y su mujer se escondieron de la presencia del Señor Dios entre los árboles del huerto.
La caída de Adán y Eva en el pecado tuvo consecuencias desastrosas para ellos y toda la humanidad. En lugar de disfrutar de la plenitud y el deleite que Dios les había preparado, se convirtieron en esclavos de sus propias pasiones. En lugar de obtener sabiduría, se volvieron necios y desviaron su adoración hacia la creación en lugar del Creador. Como resultado, fueron separados de la fuente de vida y experimentaron la muerte espiritual.
Desde entonces, todos nosotros nacemos en pecado y estamos inclinados hacia la idolatría y la búsqueda desmedida del placer. La semilla de la inmoralidad sexual está arraigada en nuestros corazones desde el inicio. Aunque fuimos creados para que Dios gobierne nuestros corazones y así disfrutar de los placeres de la vida sin consecuencias dañinas, la caída distorsionó nuestra naturaleza y nos llevó a buscar el placer por encima de todo.
Es sorprendente cómo el deseo puede consumirnos y llevarnos a hacer cualquier cosa para satisfacerlo. Incluso llegamos a arriesgar nuestra propia vida sin considerar las graves consecuencias, como el riesgo de enfermedades mortales como el SIDA. Muchos están convencidos de que sin experimentar el placer sexual a cualquier costo, la vida carece de sentido, y están dispuestos a sacrificarlo todo para satisfacer sus deseos.
Lamentablemente, la búsqueda obsesiva del placer ha llevado a la destrucción de familias, ministerios y amistades. Ha llevado a la autodestrucción y ha causado daño a muchas personas.
Sin embargo, todo podría haber sido diferente si el ser humano hubiera elegido someterse al gobierno de aquel que creó todos los placeres. Al ser gobernados por un placer más elevado, el placer de vivir para la gloria de Dios, podríamos haber disfrutado de los placeres de esta vida sin caer en la esclavitud y la adicción.
Cuando experimentamos la complacencia de Dios en la forma en que vivimos, encontramos verdadero placer y dejamos que su voluntad guíe nuestras decisiones y acciones. Esto debería ser nuestra mayor motivación: buscar la complacencia de Dios en todo lo que hacemos.
Sin embargo, es importante reconocer que no podemos lograr esto por nosotros mismos. Necesitamos que Dios cambie nuestros corazones a través del evangelio. El propósito de la cruz es reconciliarnos con Dios y colocarlo en el lugar que le corresponde en nuestros corazones, como nuestro Señor y Rey soberano.
En conclusión, el relato del Génesis nos proporciona una comprensión fundamental de nuestra naturaleza y propósito como seres humanos. Fuimos creados por Dios, y todo existe por Él y para Él. Sin embargo, desde el principio, los seres humanos buscaron apartarse de Dios y vivir una vida centrada en sí mismos. Esta ruptura tuvo un profundo impacto en todos los aspectos de nuestra existencia, incluida la sexualidad.
El pecado nos separó de Dios y nos llevó a vivir para nosotros mismos. Como resultado, la sexualidad se ha visto distorsionada y corrompida, alejándonos de la plenitud y el propósito que Dios tenía previsto para nosotros. Sin embargo, en medio de esta realidad dolorosa, surge la esperanza del evangelio.
En Jesús, encontramos redención y libertad. Él vivió la vida que nosotros debimos haber vivido y murió la muerte que nos correspondía, venciendo así el pecado y la muerte. En Él, somos hechos nuevas criaturas, capaces de disfrutar de una sexualidad restaurada y guiada por los límites y la sabiduría de Dios.
Ahora, pasaremos a explorar más a fondo la realidad de la caída y su impacto en la sexualidad a través de una nueva sección que nos ayudará a comprender cómo la distorsión del diseño original que trajo la caída afecta nuestras vidas. Las siguientes lecciones nos invitarán a reflexionar sobre las consecuencias del pecado y a buscar la sanidad y restauración que solo se encuentra en la obra redentora de Cristo.