Adoración - SRL Eden
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Introducción:
Introducción:
En esta conferencia vamos a estar hablando de nuestra adoración corporativa.
El Estudio de la Adoración corporativa hace parte de la rama de la teología sistemática, mas específicamente se desprende del estudio de la doctrina de la iglesia.
Vamos a iniciar nuestro estudio centrando nuestra atención en aquellos lugares donde Dios congrega a su pueblo y los llama a adorarle: Edén, Sinaí y Sión. Vamos a extraer de estos lugares los principios para nuestra adoración corporativa.
1. ADORACIÓN EN EL HUERTO DEL EDÉN
1. ADORACIÓN EN EL HUERTO DEL EDÉN
Génesis 1: 1 “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”
Aquí hay algunas cosas que podemos aprender acerca de la adoración:
Tenemos una distinción entre el Creador-criatura. Esta distinción es la base de la verdadera adoración. Dios todo lo creó para su gloria. Las criaturas provienen de él, son de él y deben glorificarle. (Sería necio dar gloria a las cosas creadas, este es fundamento de la idolatría - Roma 1)
Tenemos además que Dios creó el mundo con dos reinos: el reino invisible, en el cielo (Esta velado para nuestros ojos) y el reino visible en la tierra Col 1: 16 “Porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de Él y para Él.” . En la consumación, el cielo y la tierra serán uno solo (Apocalipsis 21: 2, 10).
Dios hizo del cielo su morada permanente. En el cielo está el templo santo de Dios. (Eze 10: 4). El Espíritu de Dios habita en su templo celestial y lo llena con su radiante gloria. Los ángeles en el cielo contemplan su gloria y “adoran a Jehová” (Salmo 29: 1–2). Isaías tuvo una visión del reino invisible, Isaías 6: 1-3 “En el año de la muerte del rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y la orla de Su manto llenaba el templo. Por encima de Él había serafines. Cada uno tenía seis alas: con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: «Santo, Santo, Santo, es el Señor de los ejércitos, Llena está toda la tierra de Su gloria».”
Los primeros adoradores no fueron Adán y Eva, sino los ángeles que han estado alabando a Dios desde la fundación del mundo. La adoración que Dios instituyó en la tierra siguió el modelo de su adoración en el cielo. La adoración celestial es el modelo para la adoración terrenal.
Tenemos una distinción entre lo santo y lo común:
El cielo es un lugar sagrado y santo porque es el templo de Dios. Es un lugar que esta lleno de la gloria del Espíritu de Dios. Es la morada permanente de Dios. Es el lugar santísimo.
La Tierra, es el reino común. Cuando algo que es común en la tierra, es santificado, es porque se asocia directamente con el reino celestial. Por esta razón, en la consumación, toda la tierra será santificada, cuando la nueva Jerusalén descienda del cielo, la tierra se transformará en un lugar santísimo. La “morada de Dios” estará “con el hombre”, y Dios “morará con ellos” en el esplendor de su gloria por la eternidad, este será el clímax de la historia.
Apocalipsis 21:3 “Entonces oí una gran voz que decía desde el trono: «El tabernáculo de Dios está entre los hombres, y Él habitará entre ellos y ellos serán Su pueblo, y Dios mismo estará entre ellos.”
Este pasaje nos ofrece demás el principio de la tipología. La tierra es un tipo, una sombra o figura del cielo (antitipo). vemos esta tipología en la creación de la “expansión”:
Genesis 1:6–8 “Entonces dijo Dios: «Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas» Dios hizo la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión de las aguas que estaban sobre la expansión. Y así fue. Y Dios llamó a la expansión cielos. Y fue la tarde y fue la mañana: el segundo día.”
Esta expansión es como una cortina que Dios extendió sobre la tierra, para separar el reino visible del reino invisible. En la consumación este velo será quitado: Apocalipsis 6:14 “El cielo desapareció como un pergamino que se enrolla, y todo monte e isla fueron removidos de su lugar.” Un día la tierra será celestial.
Estas son las cosas que nos interesan de este versículo, y que están relacionadas con la adoración. Luego podrán comprender su relación, así que ténganlas en mente.
Vamos ver ahora la creación del hombre.
Vamos ver ahora la creación del hombre.
Y dijo Dios: «Hagamos al hombre a Nuestra imagen, conforme a Nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra». Dios creó al hombre a imagen Suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Después de crear los cielos y la tierra, Dios llenó ambos reinos con criaturas vivientes:
Hizo seres celestiales para habitar el reino celestial
Hizo luego criaturas terrenales para llenar el reino terrenal.
De todas la criaturas terrenales, solo el hombre fue creado a imagen de Dios (reflejaba la gloria de Dios y expresaba sus atributos de justicia y santidad, ademas de tener autoridad de sojuzgar la tierra - Salmo 8).
El hombre fue creado justo. Dios le dio un oficio sacerdotal Genesis 2:15 “El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.” Adán fue creado para adorar a Dios en su templo santo, el huerto de Eden (Un monte de donde salía un rio - Genesis 2:10), Adán debía hacer en la tierra, lo que hacían los ángeles en el cielo y finalmente adán estaba destinado a entrar en el reino celestial (Esto estaba señalado en el árbol de la vida - Apocalipsis 22:14).
La adoración celestial es el modelo y es la meta final de la adoración terrenal.
Como imagen de Dios, el hombre es un ser religioso y su existencia estaba orientada hacia al cielo como meta final de su existencia. Dios creó al hombre para tener comunión con él, por esta razón Dios le dio al hombre su revelación especial. Adán en el huerto pudo oir y comprender la voz de Dios. El hombre tiene un alma racional.
Desde el principio, Dios estableció que esta comunión con el hombre creado a su imagen, avanzara más allá de su estado original mutable, a un estado de inmutabilidad, perfección y bienaventuranza eterna. En ese estado la humanidad sería glorificada y trasladada de la tierra al cielo, para contemplar la gloria de Dios y adorarlo en su templo celestial.
Como primer el primer sumo sacerdote, Adán fue designado para entrar en el templo celestial. Él mismo se convertiría en un templo viviente, siendo lleno del Espíritu de gloria de Dios. Pero esta bienaventuranza eterna se esfumo por causa de su pecado.
Lo que Adán perdió, lo alcanzó Cristo, el nuevo Adán. Como sumo sacerdote supremo , Cristo cumplió la misión que originalmente se le dio a Adán de llevar al mundo a su estado final, uniendo todas las cosas en el cielo y la tierra:
Efesios 1:10 “con miras a una buena administración en el cumplimiento de los tiempos, es decir, de reunir todas las cosas en Cristo, tanto las que están en los cielos, como las que están en la tierra.”
El Cristo ascendido es un templo viviente supremo en el que “habita corporalmente toda la plenitud de la deidad” (Colosenses 2: 9). Y a través de nuestra unión espiritual con él, nosotros somos "edificados juntamente con Él para ser morada de Dios en el Espíritu" (Efesios 2:22).
El propósito eterno de Dios de convertir a los portadores de su imagen, en un lugar santísimo viviente en el que Dios mora, ahora se está cumpliendo en la iglesia que esta unida a Cristo.
Consideremos ahora un aspecto importante de nuestra adoración y es el descanso de Dios en Génesis 2:1-3
Así fueron acabados los cielos y la tierra y todas sus huestes. En el séptimo día ya Dios había completado la obra que había estado haciendo, y reposó en el día séptimo de toda la obra que había hecho. Dios bendijo el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que Él había creado y hecho.
Este fue el clímax de la semana de la creación. Dios había terminado de crear su palacio cósmico, y ahora entra en un reposo sabático.
Dice Geerhardus Vos, que este reposo sabatico "representa la consumación de un trabajo realizado o la alegría y satisfacción que este conlleva".
Esta es además una escena de coronación en la que Dios está siendo entronizado en su templo celestial.
Meredith Kline dice: El reposo sabático de Dios es una coronación real en el trono celestial de su templo-palacio cósmico (Isaías 66: 1). Celebra la culminación de la creación y revela que Dios, el Alfa, es también el Omega. Este reinado del sábado no tiene fin. Por tanto, el séptimo día no tiene una fórmula “… y fue la tarde y la mañana”; puesto que continúa para siempre, y los creyentes están invitados a participar de él por la eternidad (Heb. 4: 3-10).
El Salmo 132 correlaciona el reposo de Dios con el establecimiento de su trono en el templo. El lugar santisimo del templo, era el lugar donde estaba el arca del pacto, que tenía encima del propiciatorio dos querubines, esta arca de la alianza era llamada el trono de Dios, o el lugar de su reposo.
Entremos a Sus moradas; Postrémonos ante el estrado de Sus pies. Levántate, Señor, al lugar de Tu reposo; Tú y el arca de Tu poder.
El cielo es la morada permanente de Dios, es el lugar de su reposo permanente. En el cielo, Dios está sentado en su trono, esta en su reposo eterno, reinando sobre el cielo y la tierra.
De manera que en el clímax de la semana de creación, Dios se sentó en el trono de su templo-palacio, lo encendió en llamas con su gloria y esto fue celebrado por los ángeles.
Trono de gloria, enaltecido desde el principio Es el lugar de nuestro santuario.
De esto se trata el reposo de Dios. La biblia nos presenta a Dios en su reposo eterno, sentado en su trono celestial, con sus pies descansando sobre la tierra.
Así dice el Señor: «El cielo es Mi trono y la tierra el estrado de Mis pies. ¿Dónde, pues, está la casa que podrían edificarme? ¿Dónde está el lugar de Mi reposo? »Todo esto lo hizo Mi mano, Y así todas estas cosas llegaron a ser», declara el Señor. «Pero a este miraré: Al que es humilde y contrito de espíritu, y que tiembla ante Mi palabra.
El sábado es pues es el clímax de la semana de la creación. Pero además será el clímax de la historia humana.
Los portadores de la imagen de Dios están destinados a entrar en su reposo el día de la consumación. Dios instituyó el sábado semanal como una ordenanza santa que el hombre debe observar hasta que logre lo que significa.
Dios santificó el séptimo día, lo separo del reino terrenal común y lo asoció con el santo reino celestial.
El día de reposo es un día sagrado, no un día común, que está inspirado en el día de reposo celestial de Dios.
Es una réplica terrenal del original divino. El sábado fue creado para el hombre como una señal sagrada de su fin último, que es esta bienaventuranza perfecta, este reposo eterno, en comunión con él trino Dios en un estado de gloria inmutable.
El sábado es pues, un anticipo de la consumación de la historia humana. Es un día que nos orienta hacia nuestra esperanza de gloria.
De esta manera Dios reguló la adoración del primer sumo sacerdote, Adán podría anticipar consagrado el sabado, que la meta de su servicio a Dios era ascender al santuario celestial y sentarse “a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1: 3).
Si Adán hubiese completado con éxito su obra, sí como sacerdote no hubiera permitido la profanación del huerto de Edén, si hubiera obedecido a Dios personalmente y perfectamente en su estado probatorio. Hubiese entrado en el reposo de Dios, es decir en el templo celestial.
Por esta razón, tenemos una secuencia en la ordenanza del sábado, seis días de trabajo, seguido de un día de reposo. De manera que el disfrute del sábado celestial, estaba condicionado al cumplimiento de su obra. Una vez consumada la obra de Adan, una vez pasara la prueba, el sábado semanal expiraba para dar paso al sábado eterno que prefiguraba.
Jesucristo, el gran sumo sacerdote, cumplió la misión dada originalmente a Adán, pero además murió para hacer expiación por el pecado del pueblo de Dios. Como resultado, obtuvo la realidad significada por el sábado cuando fue levantado de entre los muertos y ascendió a su reino en gloria.
Él es el resplandor de Su gloria y la expresión exacta de Su naturaleza, y sostiene todas las cosas por la palabra de Su poder. Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, el Hijo se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas,
Cristo entró en el reposo de Dios. Y nos hará entrar en este reposo cuando aparezca por segunda vez.
Queda, por tanto, un reposo sagrado para el pueblo de Dios.
Eso es lo que nos enseña el sábado sobre la adoración.
Ahora consideremos la importancia del Huerto de Edén para el tema de la adoración.
Después de crear al hombre a su imagen y consagrarlo como sumo sacerdote, Dios santificó un lugar en el que Adán podía acercarse a él para adorarle.
Y el Señor Dios plantó un huerto hacia el oriente, en Edén, y puso allí al hombre que había formado.
Dios consagró el huerto de Edén como el lugar de su morada.
’En el Edén estabas, en el huerto de Dios; Toda piedra preciosa era tu vestidura: El rubí, el topacio y el diamante, El berilo, el ónice y el jaspe, El zafiro, la turquesa y la esmeralda; Y el oro, la hechura de tus engastes y de tus encajes, Estaba en ti. El día que fuiste creado Fueron preparados. -’Tú, querubín protector de alas desplegadas, Yo te puse allí. Estabas en el santo monte de Dios, Andabas en medio de las piedras de fuego.
Era el monte de Dios, el vínculo entre el cielo y la tierra.
Meredith Kline dijo: "Aquí, en el jardín del Señor, el Espíritu de Gloria que llena el templo celestial se manifestó visiblemente en el monte de Dios".
Como Moisés en el monte Sinaí, Adán se acercaba a la cima del Edén cubierta de nubes y tenía comunión con Dios, quien le hablaba desde la nube de gloria.
La adoración de Adan en el monte de Edén, le orientaría hacia su fin último que era habitar en el “Trono de gloria, que estaba dentro de la cortina (Expansión) para disfrutar de Dios por la eternidad” Este era el proposito del Jardín en el Monte de Edén - Este Jardín no era el hogar permanente de Adán, era un santuario provisional que le fue dado para completar su obra para luego entrar en el reposo de Dios, en donde le esperaba la corona de vida, en donde se uniría al coro celestial que celebra la gloria de Dios.
Trono de gloria, enaltecido desde el principio Es el lugar de nuestro santuario.
De nuevo aprendemos que, la adoración celestial es el modelo y la meta de la adoración terrenal.
La adoración es un ascenso a la presencia de Dios en las alturas, para contemplar su rostro y disfrutar de él como la fuente de toda bendición y recompensa.
Cuando Adán pecó, el SEÑOR lo expulso del monte de Jehová como un profano:
-’A causa de la abundancia de tu comercio Te llenaste de violencia, Y pecaste; Yo, pues, te he expulsado por profano Del monte de Dios, Y te he eliminado, querubín protector, De en medio de las piedras de fuego.
Expulsó, pues, al hombre; y al oriente del huerto del Edén puso querubines, y una espada encendida que giraba en todas direcciones para guardar el camino del árbol de la vida.
Ahora, al pie del monte Edén con su entrada resguardada por querubines, la pregunta era:
¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Y quién podrá estar en Su lugar santo?
Bueno, sabemos que Jesucristo en razón de su obediencia personal y perfecta a Dios, nos ha abierto un camino nuevo y vivo al lugar santo
por un camino nuevo y vivo que Él inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, Su carne,
Cristo es el verdadero adorador que ascendió al monte de Dios.
Tenemos como ancla del alma, una esperanza segura y firme, y que penetra hasta detrás del velo, adonde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho, según el orden de Melquisedec, Sumo Sacerdote para siempre.
Desde el santuario celestial, nuestro Señor nos guía en adoración, mientras nosotros, en unión con él, ascendemos al monte del SEÑOR y le ofrecemos “adoración aceptable, con reverencia y asombro”
Ustedes, en cambio, se han acercado al monte Sión y a la ciudad del Dios vivo, la Jerusalén celestial, y a miríadas de ángeles, a la asamblea general e iglesia de los primogénitos que están inscritos en los cielos, y a Dios, el Juez de todos, y a los espíritus de los justos hechos ya perfectos, y a Jesús, el mediador del nuevo pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la sangre de Abel. Tengan cuidado de no rechazar a Aquel que habla. Porque si aquellos no escaparon cuando rechazaron al que les amonestó sobre la tierra, mucho menos escaparemos nosotros si nos apartamos de Aquel que nos amonesta desde el cielo. Su voz hizo temblar entonces la tierra, pero ahora Él ha prometido, diciendo: «Aún una vez más, yo haré temblar no solo la tierra, sino también el cielo». Y esta expresión: Aún, una vez más, indica la remoción de las cosas movibles, como las cosas creadas, a fin de que permanezcan las cosas que son inconmovibles. Por lo cual, puesto que recibimos un reino que es inconmovible, demostremos gratitud, mediante la cual ofrezcamos a Dios un servicio aceptable con temor y reverencia; porque nuestro Dios es fuego consumidor.
Espero que ya estén captando algunos captado principios para nuestra adoración en Genesis 1 y 2.
Ya hemos considerado: la creación del cielo y la tierra, la creación de Adan, en el reposo de Dios y el Monte de Edén. Ahora vamos a centrar nuestra atención el el pacto que Dios estableció con Adan en el principio, este pacto ha sido llamado “El pacto de Obras”.
Quiero centrar nuestra atención ahora en el pacto que Dios hizo con Adán en el principio, el pacto de obras.
Nuestra Confesión dice:
Los estándares de Westminster y la forma de gobierno de Westminster Capítulo Siete: Del pacto de Dios con el hombre
VII.1 La distancia entre Dios y la criatura es tan grande, que aunque las criaturas racionales le deben obediencia como a su Creador, sin embargo, nunca tendrían disfrute alguno de Dios como bienaventuranza y galardón, a no ser por una condescendencia voluntaria de parte de Dios, la cual le ha agradado expresar por medio del pacto.145
VII.2 El primer pacto hecho con el hombre fue un pacto de obras,146 en el cual se le prometió la vida a Adán y en él, a su posteridad,147 bajo la condición de obediencia perfecta y personal.148
Danny Olinger dice: "No había nada inherente en la creación del hombre o en la justicia de Dios que obligara a Dios a extender esta provisión al hombre. El pacto e obras fue solo una expresión de la gracia divina, hacia una criatura hecha del polvo que no tenía ningún derecho".
Si Adán hubiera cumplido las estipulaciones del pacto, habría recibido “la corona de la vida que Dios ha prometido a los que le aman” Santiago 1:12
Bienaventurado el hombre que persevera bajo la prueba, porque una vez que ha sido aprobado, recibirá la corona de la vida que el Señor ha prometido a los que lo aman.
El pacto le reveló "el camino de la vida" y le proveyó el camino para entrar en la presencia celestial de Dios, donde hay "plenitud de gozo" y "delicias para siempre" (Salmo 16:11).
Para alcanzar esa meta, Adán tenía que vivir según cada palabra que salía de la boca de Dios. Para probar su obediencia, Dios designó una prueba provisional que pondría a Adán en conflicto con Satanás.
El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara. Y el Señor Dios ordenó al hombre: «De todo árbol del huerto podrás comer, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás»
Por revelación especial, Dios estableció dos consecuencias o sanciones para este pacto de obras.
Una promesa de Bendición (la vida como recompensa por la obediencia)
Y una sentencia de maldición (la muerte como pena por la desobediencia).
El pacto de obras ponía delante del hombre la vida y la muerte, la bendición y la maldición”
»Al cielo y a la tierra pongo hoy como testigos contra ustedes de que he puesto ante ti la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas, tú y tu descendencia,
Si Adán hubiera permanecido firme bajo la prueba cuando se enfrentó al diablo, habría sido confirmado en un estado de justicia que emanaba de la vida eterna en el reino del Espíritu.
Si en su estado probatorio, Adan hubiera obedecido con éxito al pacto de obras se le habría permitido comer del árbol de la vida.
El árbol de la vida era la señal y el sello sacramental de la promesa de Dios. Era un sacramento del pacto de obras. Si Adán hubiera obtenido permiso para comer de él, el Espíritu lo habría trasladado del santuario provisional del Edén al santuario permanente del cielo.
Como puerta del cielo, el jardín del Edén fue un lugar sagrado necesario para que el sumo sacerdote cumpliera las estipulaciones del pacto y de esta manera avanzara más allá de su estado probatorio a un estado de descanso sabático.
La ordenanza del sábado que regulaba su adoración daría paso a la realidad que prefiguraba. Por su perfecta obediencia, Adán habría quitado la cortina que separaba los reinos visible e invisible y uníría todas las cosas en el cielo y en la tierra.
Geerhardus Vos dijo: “Si en su libertad condicional, Adán hubiera tenido éxito, entonces el sábado sacramental se habría convertido en la realidad que tipificaba, y todo el curso de la historia humana posteriormente, habría sido radicalmente diferente. Lo que ahora esperamos al final de este mundo, habría sido el comienzo de la la historia humana”
Siendo el sumo sacerdote del monte santo en Edén, Adán era responsable de proteger la santidad del reino sagrado del Señor.
El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.
Al igual que los sacerdotes de Israel, a Adán se le encomendó la tarea de proteger el santuario de toda profanación.
Los que acampaban delante del tabernáculo al oriente, delante de la tienda de reunión hacia la salida del sol, eran Moisés, Aarón y sus hijos, desempeñando los deberes del santuario para cumplir la obligación de los israelitas; pero el extraño que se acercara, moriría.
“Dios puso a Adán como guardián sacerdotal del santuario, con Satanás, un intruso hostil, para ser vencido y reprendido en el nombre de Dios" (Meredith Kline)
La promesa de vida eterna ofrecida a Adán en el pacto de obras, fue perdida por causa de su desobediencia, pero fue alcanzada por Cristo, el nuevo Adán, a través de su obediencia
Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
Cristo como nuestro gran sumo sacerdote:
Obedeció perfecta y personalmente a Dios en la prueba del desierto. Los ángeles del cielo le servían, él era la escalerfa de Jacob, el punto de encuentro entre el cielo y la tierra.
Cristo además fue a la cruz y llevo nuestra condenación sobre sí. El llevo la sentencia que merecíamos por la transgresión de Adan cuando tomo el árbon de la ciencia del bien y del mal. Jesus murió en un madero.
Luego de cumplir con éxito su prueba, como nuestro representante federal, Cristo fue declarado justo por su resurrección de entre los muertos.
Luego Jesus, fue trasladado por el Espíritu, del reino terrenal de prueba, al reino celestial del reposo sabático. Heb 1: 3 “....Después de llevar a cabo la purificación de los pecados, el Hijo se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”
La adoración cristiana celebra la victoria de Cristo sobre el diablo.
Por el Espíritu Santo, adoramos a Dios en unión con el Cristo ascendido, nuestro sumo sacerdote que esta delante de Dios en el templo celestial. Él por su perfecta obediencia, abrió la cortina a través de la cual nos acercamos a Dios. Por su mérito y su mediación, nosotros podemos subir al monte santo de Dios para ofrecer “adoración aceptable, con reverencia y asombro” Hebreos 12:29 “porque nuestro Dios es fuego consumidor.”
Después de la caída en Genesis 3, toda la humanidad se divide en dos grupos:
Los que adoran y sirven a la criatura
Y los que adoran y sirven al Creador.
Estos dos grupos se identifican en Génesis 3:15 “»Pondré enemistad Entre tú y la mujer, Y entre tu simiente y su simiente; él te herirá en la cabeza, Y tú lo herirás en el talón».”
La simiente de la mujer (los verdaderos adoradores)
La simiente de la serpiente (los falsos adoradores).
Caín y Abel son los primeros ejemplos de esta división (Genesis 4).
Caín era falso adorador: Su adoración fue rechazada por Dios. 1 Juan 3:12 “No como Caín que era del maligno, y mató a su hermano. ¿Y por qué causa lo mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.” Jehová lo mató. Caín pertenecía a la simiente de la serpiente.
Abel es un verdadero adorador. Su adoración fue aceptada por Dios. Abel pertenecía a la simiente de la mujer.
En Génesis 3:15, Dios ademas, no reveló su plan para redimirnos.
La redención vendría a través de la descendencia de la mujer, que aplastaría la cabeza de la serpiente.
Para ganar la victoria sobre Satanás, el Redentor debía sufrir, su calcañar debía ser herido para pagar la pena por el pecado. Debe sufrir la maldición de los quebrantadores del pacto para redimirlos de la maldición.
El Señor Dios hizo vestiduras de piel para Adán y su mujer, y los vistió.
Dios añade a su promesa una señal, un sello que confirma su promesa de redención. Esa señal fue el primer sacramento del pacto de gracia.
Estas eran pieles de un animal sacrificado, Dios estaba mostrando a Adán cuál era su plan para cubrir su verguenza y desnudez. Desde entonces, los sacrificios animales simbólicamente representarían el cumplimiento de la promesa de redención de Dios hasta que el verdadero Cordero de Dios viniera y muriera para expiar nuestros pecados de una vez y para siempre.
Génesis 3:21 es el inicio del sistema de adoración por medio de sacrificios en el Antiguo Testamento. Eso explica porque Caín, Abel, Noé, Abraham y los otros patriarcas sabían tanto de sacrificios.
Consideremos ahora la expulsión de Adán y Eva del jardín del Edén.
Expulsó, pues, al hombre; y al oriente del huerto del Edén puso querubines, y una espada encendida que giraba en todas direcciones para guardar el camino del árbol de la vida.
Aquí tenemos que la entrada al jardín miraba hacia el oriente. No es por curiosidad que la entrada del tabernáculo y la entrada del templo que Dios ordeno que los Israelitas construyeran, tuviera su entrada hacia el oriente.
Adán y Eva fueron expulsados por profanar el lugar de Dios. Ahora ellos estaba ceremonialmente impuros, estaban contaminados a causa de su pecado. Y nada impuro puede entrar en el reino santo de Dios
Jamás entrará en ella nada inmundo, ni el que practica abominación y mentira, sino solo aquellos cuyos nombres están escritos en el libro de la vida del Cordero.
Ellos fueron expulsados al oriente del Edén, hasta que la simiente salvadora de la mujer prometida por Dios apareciera en la plenitud del tiempo y abriera la puerta del paraíso.
Para hacer esto, el Redentor tuvo que pasar por la espada flameante del juicio que estaba en la entrada de la casa de Dios y morir en el lugar de los pecadores.
Por esta razón, la cortina del templo se rasgó en dos, de arriba abajo, cuando Jesús murió en la cruz del calvario. En esta cortina estaban grabados los querubines que guardaban el camino hacia la presencia de Dios, al igual que los querubines en Génesis 3:24.
»Harás además un velo de tela azul, púrpura y escarlata, y de lino fino torcido. Será hecho con querubines, obra de hábil artífice. »Lo colgarás sobre cuatro columnas de acacia revestidas de oro. Sus ganchos serán también de oro, sobre cuatro basas de plata. »Colgarás el velo debajo de los broches, y pondrás allí, detrás del velo, el arca del testimonio. El velo les servirá como división entre el lugar santo y el Lugar Santísimo.
Cuando se rasgó el velo tras la muerte de Jesús, se estaba anunciando el final de nuestro exilio al oriente del Edén. Ya no estamos desterrados del monte santo de Dios. Cristo nos ha abierto “el camino nuevo y vivo” para acercarnos a Dios.
Entonces, hermanos, puesto que tenemos confianza para entrar al Lugar Santísimo por la sangre de Jesús, por un camino nuevo y vivo que Él inauguró para nosotros por medio del velo, es decir, Su carne, y puesto que tenemos un gran Sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, teniendo nuestro corazón purificado de mala conciencia y nuestro cuerpo lavado con agua pura.