Vence el desánimo
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Vence el desánimo
Vence el desánimo
En algún momento de la vida experimentas el desánimo; aún las mejores personas experimentan desánimo, tristeza, incluso depresión, es parte de la vida del cristiano y es algo con lo que mucha gente batalla y esa batalla se siente como una sombra, como una oscuridad involuntaria.
La categoría más grande de los salmos son los clasificados como de “lamento”, escrito por personas desanimadas, con miedo, deprimidas que procesan sus luchas emocionales y los ponen en poesía, oraciones o cantos. Un libro completo de la Biblia se llama “Lamentaciones”, un lamento sobre lo que pasa con el pueblo de Dios y Jerusalén. Jeremías escribió este libro, es más, a él se le conoce como: El profeta llorón. Él explora lo profundo de la depresión espiritual.
Algunos cristianos esperan que el cristiano “maduro” siempre esté sonriendo, aunque sea fingiendo, pero sonriendo, que todos los días parezcan fiesta; si tu has luchado con la depresión espiritual, o con momentos que quisieras que todo termine, debes saber que grandes personajes que en la iglesia son conocidos como grandes hombres de fe, pasaron por lo mismo: Martín Lutero, John Wesley, Charles Spurgeon, Abraham Lincoln. Lutero muchas veces dice de él mismo que se sentía en el séptimo cielo, pero asi de frecuente se siente al borde de la desesperación. Spurgeon luchó contra una especia de depresión crónica, él mismo dijo que “no se debe razonar con ella sino luchar contra esa niebla, esa desesperanza que nubla todo.”
El Señor Jesús vivió una vida humana perfecta, aún así los evangelios mencionan unas 60 veces su situación emocional. Jesús experimentó momentos de depresión muy reales:
“...comenzó a afligirse y angustiarse. Les dijo: «Mi alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la muerte...».” (Mateo 26:37–38, NTV)
“A eso de las tres de la tarde, Jesús clamó en voz fuerte:… «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».” (Mateo 27:46, NTV)
“Jesús se les quedó mirando, enojado y entristecido por la dureza de su corazón...” (Marcos 3:5, NVI)
“Luego, mirando al cielo, suspiró profundamente...” (Marcos 7:34, NVI)
“... comenzó a sentir temor y tristeza. «Es tal la angustia que me invade que me siento morir...»” (Marcos 14:33–34, NVI)
“...Jesús vio la ciudad y lloró por ella.” (Lucas 19:41, NVI)
“...Jesús se turbó y se conmovió profundamente.” (Juan 11:33, NVI)
“»Ahora mi alma está muy entristecida...” (Juan 12:27, NTV)
La diferencia es que sus emociones no lo dominaron, ÉL estuvo consciente de sus emociones, pero no dejó que lo dominaran.
Hoy veremos al profeta Elías, un personaje a quien Dios le habla y él ¡obedece! El problema no es problema. El problema no es que Dios nos hable sino que obedezcamos.
Elías ha estado en lo alto del monte Carmelo, ahí oró que cayera fuego del cielo del Dios verdadero. Los profetas de Baal estuvieron toda la mañana intentando que su dios respondiera, pero no lo hizo, cuando le toca el turno a Elías, hace la oración y cae fuego del cielo que consume el altar, el sacrificio y sube como ofrenda hacia Dios.
Después de eso hace otra oración y después de 3 años que no llovió ¡ahora llueve! pero como consecuencia de demostrar que Jehová es el Dios verdadero, tiene que huir, porque Jezabel, la esposa del rey Acab lo amenazó, le dijo que así como él mató a sus trabajadores, ella lo matará. Y la amenaza de esa mujer diabólica, le afecta tanto que corre para salvar su vida. Se va al desierto.
“Cuando Acab llegó a su casa, le contó a Jezabel todo lo que Elías había hecho, incluso la manera en que había matado a todos los profetas de Baal. Entonces Jezabel le mandó este mensaje a Elías: «Que los dioses me hieran e incluso me maten si mañana a esta hora yo no te he matado, así como tú los mataste a ellos». Elías tuvo miedo y huyó para salvar su vida. Se fue a Beerseba, una ciudad de Judá, y dejó allí a su sirviente.” (1º Reyes 19:1–3, NTV)
Jezabel es el ejemplo extremo de una esposa dominante, controladora, le dijeron que Elías mató a sus profetas, ella decide, sin consultar a su esposo, tomar el control. Ya vio que el Dios de Elías demostró ser poderoso. Ella derribó las iglesias, cerró escuelas, asesinó profetas, ahora han derribado las estatuas a Baal, pero no se arrepiente, en lugar de eso, hace un juramento a sus dioses derrotados que Elías morirá.
“Luego siguió solo todo el día hasta llegar al desierto. Se sentó bajo un solitario árbol de retama y pidió morirse: «Basta ya, Señor; quítame la vida, porque no soy mejor que mis antepasados que ya murieron».” (1º Reyes 19:4, NTV)
No sabemos mucho del origen de Elías, sabemos que es de Tisbe, un pueblo alejado y además Elías es un hombre que ha vivido en el desierto , está acostumbrado al ambiente difícil pero ahora va para esconderse y ahí le dice a Dios que le quite la vida, pues no es mejor que sus padres, por esa frase algunos sugieren que, aunque sus padres no se mencionan, fueron fieles a Dios y han sufrido como él, quizá fueron asesinados por hacer la voluntad de Dios y esa amenaza le recuerda lo que pasó a sus padres.
Se sienta queriendo morir, ahora, no creo que fuera un instinto suicida, es solo que está cansado, desesperado, no quiere seguir. Uno de esos días que quizá te ha pasado, en que no quieres morir, pero si te preguntan ¿cómo estás? dices que ya quieres que todo termine. No quieres morir, pero no sabes cómo seguir. Así está Elías, se acuesta y se duerme.
El rabino Heschel dijo: “Ser profeta es tanto una distinción como una aflicción”. Y esto es verdad para el ministerio pero se aplica para todo líder. Si eres padre tu liderazgo conlleva cierta aflicción o el peso de la responsabilidad de la familia, los hijos; si tienes una empresa, el peso de sostenerla por las personas que dependen. Mientras más fuerte el llamado o la unción, más profundo el sufrimiento.
Esta fue una semana difícil.
Estudios revelaron que 1 hora de buena predicación bíblica, para el predicador es un desgaste equivalente a 8 horas de cualquier trabajo. Es así porque al predicar hay una resistencia espiritual, entre mi propia carne y mi espíritu, y entre su carne y espíritus. La Biblia dice que satanás está como león rugiente buscando a quien destruir y va a empezar por los líderes, las autoridades.
La mayoría de los pastores que renuncian lo hacen los lunes, cuando se está espiritualmente agotado, deprimido.
Esto es lo que siente Elías y necesita recuperarse o es una espiral descendente cruel. El apóstol Pablo nos dice que vale la pena luchar, porque también él se sintió así:
“Amados hermanos, pensamos que tienen que estar al tanto de las dificultades que hemos atravesado en la provincia de Asia. Fuimos oprimidos y agobiados más allá de nuestra capacidad de aguantar y hasta pensamos que no saldríamos con vida. De hecho, esperábamos morir; pero, como resultado, dejamos de confiar en nosotros mismos y aprendimos a confiar sólo en Dios, quien resucita a los muertos.” (2 Corintios 1:8–9, NTV)
El profeta Jeremías está enojado con Dios cuando dice:
“porque no me mató al nacer. ¡Oh, si tan sólo hubiera muerto en el vientre de mi madre, si su cuerpo hubiera sido mi tumba!” (Jeremías 20:17, NTV)
“¿Por qué habré nacido? Mi vida entera se ha llenado de dificultades, de dolor y de vergüenza.” (Jeremías 20:18, NTV)
Elías está agotado espiritualmente, física y mentalmente. En lo físico está agotado, extenuado, exhausto; después de la confrontación en el monte Carmelo, corrió al menos 16 km y después camina 40 días con sus noches, está agotado.
Espiritualmente porque después de la subida de adrenalina en la confrontación con los profetas de Baal, fue una lucha demoníaca , su alma está cansada.
Mentalmente está destrozado por los ataques, quizá los recuerdos de sus padres, por el agotamiento de los 2 anteriores, no puede procesar las amenazas de forma saludable.
Emocionalmente, tuvo miedo, por el agotamiento, el miedo, la fe no puede funcionar.
No olvidemos que Elías era tan humano como nosotros.
“Elías era tan humano como cualquiera de nosotros...” (Santiago 5:17, NTV)
Es un hombre de Dios es verdad, pero hombre después de todo. Debe animarnos saber que Elías huyó de todo, escapó, pero Dios lo persiguió, no para regañarle sino para darle fuerzas. Debe alegrarnos porque todos hemos estado donde estuvo Elías y nuestro Dios ha sido igual de paciente con nosotros. Supera nuestros peores momentos y viene a ayudarnos, a llevarnos a ser la mejor versión de nosotros mismos.
De las emociones que se mencionan de Jesús, la más frecuente es “Compasión”, la compasión que tiene con Elías, la tiene con todos sus hijos, y esto te incluye a ti y a mi.
Veremos los pasos que Dios usó para vencer el desánimo en Elías.
1. Se acostó y durmió.
“Entonces se acostó y durmió debajo del árbol...».” (1º Reyes 19:5, NTV)
Necesitamos tiempos para descansar, en ocasiones la mente y el cuerpo necesitan un descanso. No somos todologos, y tampoco indispensables. Toma un tiempo para descansar y dormir.
2. Un toque de Dios
“Mientras dormía, un ángel lo tocó...».” (1º Reyes 19:5, NTV)
Hay áreas de tu dolor que no pueden sanar sin el toque de Dios. Tú sabes qué áreas necesitan ese toque de Dios. Quizá es la incredulidad, falta de fe, soberbia, materialismo, rebeldía, sexualidad, lo que sea. Son áreas que no has podido hacer nada. O dices que en realidad no es un problema, porque no te has dado cuenta que ¡necesitas cambiar! Necesitas un toque del Espíritu Santo de Dios que sane tu vida.
3. Cuida tu alimentación.
“...y le dijo: «¡Levántate y come!».” (1º Reyes 19:5, NTV)
Esto quizá no lo veamos como espiritual, pero ¡sí es! Comamos de todo, incluido el brocoli, verduras, frutas, menos pan, refrescos, comer saludable le da al cuerpo los nutrientes para que se recupere del agotamiento corporal.
4. Celebra la vida.
“Elías miró a su alrededor, y cerca de su cabeza había un poco de pan horneado sobre piedras calientes...” (1º Reyes 19:6, NTV)
Pan horneado con frostin de vainilla. ¿En qué momentos comemos pastel? Cuando hay fiesta, cuando celebramos, compartimos la alegría.
5. Hidrata tu cuerpo.
“... y un jarro de agua. Así que comió y bebió, y volvió a acostarse.” (1º Reyes 19:6, NTV)
El ser humano es 75% líquido. Hidratarte es importante para el buen funcionamiento de todo tu cuerpo. Sin agua nada funciona igual.
6. Un toque de Dios, otra vez.
“Entonces el ángel del Señor regresó, lo tocó y le dijo: «Levántate y come un poco más, de lo contrario, el viaje que tienes por delante será demasiado para ti».” (1º Reyes 19:7, NTV)
En ocasiones el proceso de sanidad no es de un sólo momento sino de un proceso. El ángel regresó una vez más. Aquí dice “El ángel de Señor” Vs “Un ángel del Señor”. Aquí es el Señor mismo quién desciende a consolar y a tocar a Elías. ¿No es suficiente con un toque? Muchas veces sí, pero otras no y en esta ocasión fue necesario.
Cuando estás en un momento de depresión, ansiedad o ataque espiritual, quizá sea necesario un proceso de muchos toques del poder de Dios.
7. Vacaciones.
“Entonces se levantó, comió y bebió, y la comida le dio fuerza suficiente para viajar durante cuarenta días y cuarenta noches...” (1º Reyes 19:8, NTV)
Viajo 40 días con sus noches. Sin otra cosa qué hacer más que avanzar, caminar, vivir, disfrutar el paisaje, el canto de las aves. En ocasiones necesitamos vacaciones, un descanso antes de que nos agotemos por completo.
8 Acércate a Dios
“...hasta llegar al monte Sinaí, la montaña de Dios.” (1º Reyes 19:8, NTV)
Este proceso lo llevó a estar frente a Dios. No huyo de sus problemas para siempre, tuvo que enfrentarlo, subir a la montaña de Dios, a la presencia misma de Dios. Ahí recordó de dónde Dios los ha traído, porque en ese lugar Dios dio a Moisés los mandamientos.
9. Busca un amigo
“Entonces Elías fue y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando un campo...Elías se acercó a él, le echó su capa sobre los hombros y siguió caminando.” (1º Reyes 19:19, NTV)
“Entonces Eliseo regresó a donde estaban sus bueyes y los mató... Después se fue con Elías como su ayudante.” (1º Reyes 19:21, NTV)
Dios le da un compañero, un amigo a Elías, alguien que le sirve con humildad, le ayuda llevando las cargas. Eliseo es el regalo que Elías necesitaba para continuar su llamado, su ministerio.
Elías fue el más grande profeta junto con Moisés del AT. La Biblia dice que Elías fue un hombre como nosotros, esto quiere decir que así como Dios lo cuidó a él, Dios quiere cuidarte a ti y a mi. Quiere reunirse con nosotros y cuando sea necesario darnos descanso de esta vida que puedes ser pesada. Pero hay un proceso, y algunos puntos depende de nosotros.
La verdad es que Dios nos trata mejor de lo que nos tratamos a nosotros mismos, porque este hombre que se quería morir, Dios no solo lo consoló, lo ayudó, sino que se lo llevó al cielo ¡Elías no murió! Este hombre como nosotros, Dios no lo destruyó, no lo regañó, lo cuidó. ¡Dejémonos cuidar por nuestro Dios!
Muchos años después, Jesús está por tener mucha angustia, mucho sufrimiento. Se lleva a Pedro, Santiago y a Juan a un monte para orar y ahí ellos son testigos de una escena fascinante.
“Seis días después, Jesús tomó a Pedro y a los dos hermanos, Santiago y Juan, y los llevó a una montaña alta para estar a solas. Mientras los hombres observaban, la apariencia de Jesús se transformó a tal punto que la cara le brillaba como el sol y su ropa se volvió tan blanca como la luz. De repente, aparecieron Moisés y Elías y comenzaron a conversar con Jesús.” (Mateo 17:1–3, NTV)
El Señor Jesús lo consoló y animó cientos de años atrás, ahora es Elías quién conversa con Jesús.
Pero mientras enfrentaba a Jezabel, un pueblo necio, Elías se desesperó de su propia vida, no podía imaginar el bien, la gloria que Dios tenía planeado para él. ¿Sabes algo? Ni tú ni yo podemos imaginar el bien, la gloria que Dios tiene planeado para nosotros.
“A eso se refieren las Escrituras cuando dicen: «Ningún ojo ha visto, ningún oído ha escuchado, ninguna mente ha imaginado, lo que Dios tiene preparado para quienes lo aman».” (1 Corintios 2:9, NTV)
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