La Centralidad del evangelio en la Iglesia.

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Introducción:

¿Qué tan central debe ser el evangelio en nuestras Iglesias?
Muchas veces consideramos el evangelio solo como la primera parte en el camino de la fe de los creyentes para luego olvidarnos de él el para aprender otras cosas aparentemente más importantes.
Esto quita el centro del evangelio en todas las áreas de la vida de la Iglesia y genera un sinnúmero de problemas como los siguientes:
Muchos creyentes, a pesar de haber confiado en el Señor para su Salvación viven toda su vida dependiendo de su obediencia para sentirse aprobados por Dios.
Muchos creyentes, a pesar de haber puesto su confianza en Cristo para el perdón de sus pecados no perdonan a sus hermanos cuando tienen conflictos y actúan de la misma manera que los que no conocen a Dios.
A pesar de haber confesado a Cristo como Señor seguimos buscando nuestros propios intereses en primer lugar y usamos a Dios para conseguirlos.
Es por eso que quiero invitarles a que meditemos en un texto de la Escritura que nos da un ejemplo de cómo el evangelio debe ser central en todas las áreas de la vida de la Iglesia, y por ende en la vida del creyente.
Filipenses 2:1–11 NBLA
1 Por tanto, si hay algún estímulo en Cristo, si hay algún consuelo de amor, si hay alguna comunión del Espíritu, si algún afecto y compasión, 2 hagan completo mi gozo, siendo del mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito. 3 No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, 4 no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás. 5 Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, 7 sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. 8 Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, 10 para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.

Desarrollo:

Primero es necesario entender que la Iglesia de Filipos estaban pasando por algunos conflictos, por ejemplo:
Filipenses 4.2-3 “2 Ruego a Evodia y a Síntique, que vivan en armonía en el Señor. 3 En verdad, fiel compañero, también te ruego que ayudes a estas mujeres que han compartido mis luchas en la causa del evangelio, junto con Clemente y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida.”
Pero el mismo Pablo estaba lidiando con algunos problemas serios:
Filipenses 1:12–18 NBLA
12 Quiero que sepan, hermanos, que las circunstancias en que me he visto, han redundado en un mayor progreso del evangelio, 13 de tal manera que mis prisiones por la causa de Cristo se han hecho notorias en toda la guardia pretoriana y a todos los demás. 14 La mayoría de los hermanos, confiando en el Señor por causa de mis prisiones, tienen mucho más valor para hablar la palabra de Dios sin temor. 15 Algunos, a la verdad, predican a Cristo aun por envidia y rivalidad, pero también otros lo hacen de buena voluntad. 16 Estos lo hacen por amor, sabiendo que he sido designado para la defensa del evangelio. 17 Aquellos proclaman a Cristo por ambición personal, no con sinceridad, pensando causarme angustia en mis prisiones. 18 ¿Entonces qué? Que de todas maneras, ya sea fingidamente o en verdad, Cristo es proclamado; y en esto me regocijo, sí, y me regocijaré.
¿Cómo tenían que lidiar con estos problemas?
Es entonces que les da estas dos instrucciones.
Instrucciones acerca de la unidad: Filipenses 2.1-2 “1 Por tanto, si hay algún estímulo en Cristo, si hay algún consuelo de amor, si hay alguna comunión del Espíritu, si algún afecto y compasión, 2 hagan completo mi gozo, siendo del mismo sentir, conservando el mismo amor, unidos en espíritu, dedicados a un mismo propósito. Les insta que en vista de la unión espiritual que ellos poseían debían vivir de acuerdo a esa unidad. Esa unidad debía manifestarse en la practica viviendo en unidad.
Instrucciones acerca de la humildad: Filipenses 2.3-4 “3 No hagan nada por egoísmo o por vanagloria, sino que con actitud humilde cada uno de ustedes considere al otro como más importante que a sí mismo, 4 no buscando cada uno sus propios intereses, sino más bien los intereses de los demás.” Les dice como no deben conducirse, motivados por el egoísmo o la vanagloria. Si no que en vez de eso debían ser motivados, impulsados por la humildad. Y que esa humildad les llevaría a dejar de ser individualistas.
¿Y cuál es la base de estas actitudes?
Entonces Pablo para poder ilustrar y fundamentar la unidad y humildad que ellos debían manifestar les recuerda el evangelio.
Filipenses 2:5–11 NBLA
5 Haya, pues, en ustedes esta actitud que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, 7 sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. 8 Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, 10 para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Pablo pone la obra de Cristo como la base por la cual no solo somos salvos si no como debemos vivir en relación con nuestros hermanos. Esta es la centralidad del evangelio. Lo mismo podemos ver en la carta a los Efesios. En Efesios 5 el apóstol pone el evangelio como base para vivir un buen matrimonio:
Efesios 5. 25-27 “25 Maridos, amen a sus mujeres, así como Cristo amó a la iglesia y se dio Él mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado por el lavamiento del agua con la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia en toda su gloria, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuera santa e inmaculada.”
Debían tener la misma actitud de Cristo. Porque somos llamados a ser como él. Efesios 5.1-2 “1 Sean, pues, imitadores de Dios como hijos amados; 2 y anden en amor, así como también Cristo les amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios, como fragante aroma.”
¿Cuál era la actitud del Señor? Esta actitud del Señor se muestra en el evangelio.
Desprendimiento. Filipenses 2.6-7 “6 el cual, aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse, 7 sino que se despojó a Sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres.”
Humillación. Filipenses 2.8 “8 Y hallándose en forma de hombre, se humilló Él mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.”
Al final de todo esto nos habla del resultado de la actitud del Señor. Ese resultado fue su exaltación.
Filipenses 2.9-11 “9 Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le confirió el nombre que es sobre todo nombre, 10 para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, 11 y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.”
Esto nos deja con la esperanza de que aunque sea difícil seguir al Señor y tener la misma actitud que él al final habrá una recompensa.

Conclusión:

Como Iglesia somos llamados a ser testigos de Cristo y esto se cumple no solo con nuestra predicación si no con una vida que refleje el evangelio en todas las áreas. Una Iglesia sana es aquella que es conducida a vivir una vida moldeada e impregnada por el evangelio.
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