Nacimiento de Jesús

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Si escuchamos la voz de Dios y la obedecemos, experimentaremos en nuestra vida a Jesús, quien es Dios con nosotros, y él podrá usar nuestra vida para ser parte de su plan.

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Instrumentos en las manos de Dios: El poder de escuchar y obedecer

Introducción

Dios cumple sus propósitos y sus planes por medio de seres humanos. Toda la historia de la Biblia es la historia de Dios actuando por medio de seres humanos.
Sus planes, sus promesas, todo su proyecto se cumple por medio de personas a quienes Dios elige y capacita para alguna misión.
Sin embargo, cada una de estas personas ha tenido que ser obediente a la voz de Dios, caso contrario, Dios no lo hace por esta persona y Dios puede hacerlo por medio de otra persona.
Es decir, si nosotros queremos ser parte del plan de Dios, si queremos ver en nuestra vida cumplidos sus propósitos y sus promesas, debemos ser también obedientes. Pero, para ser obedientes debemos conocer la voz de Dios, debemos conocer qué es lo que Dios quiere de nosotros.
¿Cómo podemos escuchar la voz de Dios para poder obedecer y así ser instrumentos en las manos de Dios?
De eso hablaremos en este mensaje:
Mateo 1:18–25 NVI
El nacimiento de Jesús, el Cristo, fue así: Su madre, María, estaba comprometida para casarse con José, pero antes de unirse a él, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo. Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto. Pero cuando él estaba considerando hacerlo, se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.» Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había dicho por medio del profeta: «La virgen concebirá y dará a luz un hijo, y lo llamarán Emanuel» (que significa «Dios con nosotros»). Cuando José se despertó, hizo lo que el ángel del Señor le había mandado y recibió a María por esposa. Pero no tuvo relaciones conyugales con ella hasta que dio a luz un hijo, a quien le puso por nombre Jesús.

1. El problema de las buenas intenciones sin dirección

Vamos a leer lo que le pasó a José en este relato:
Mateo 1:18–19 NVI
El nacimiento de Jesús, el Cristo, fue así: Su madre, María, estaba comprometida para casarse con José, pero antes de unirse a él, resultó que estaba encinta por obra del Espíritu Santo. Como José, su esposo, era un hombre justo y no quería exponerla a vergüenza pública, resolvió divorciarse de ella en secreto.
Aquí vemos que José se entera que María estaba embarazada. María era su prometida, esto en ese tiempo era más que solamente un noviazgo, era solamente un paso antes del matrimonio oficial, pero ya todos les conocían como esposos.
Cuando José se entera de esto decide divorciarse de ella en secreto, decide abandonarla en secreto, y esto con la intención de no exponerla a vergüenza pública. Recordemos lo importante que era en ese tiempo para una mujer llegar virgen al matrimonio.
José entonces quería salvaguardar la honra de María. Esto es algo admirable, en verdad las intenciones de José eran buenas, se ve que actuó por amor. Siguió su conciencia. Dice el texto que José era un hombre justo.
Esto es interesante porque la Biblia lo llama justo, pero, la justicia que Dios quiere de nosotros no es una justicia a la que nosotros, humanamente hablando llamaríamos justicia, ya que, justicia, para muchos sería que José denuncie frente a las autoridades judías que María le fue infiel. Es lo justo. Pero para Dios, lo justo es actuar con compasión y misericordia.
Santiago 2:13 NVI
porque habrá un juicio sin compasión para el que actúe sin compasión. ¡La compasión triunfa en el juicio!
Pero, sin embargo, lo que José pensaba que estaba bien, no era necesariamente el plan de Dios.
El problema es que en la vida no siempre nuestra conciencia, o no siempre, lo que nosotros creemos que es lo que está bien, es lo que en realidad está bien.
A veces en la vida podemos tener muy buenas intenciones, y podemos pensar que actuar de acuerdo a nuestra conciencia es obedecer la voluntad de Dios, y pensamos que estamos bien con Dios porque estamos bien con nuestra conciencia. Pero, las mejores intenciones sin la dirección de Dios, no sirven de nada.
En otras palabras.
¿Se puede obedecer a Dios sin conocer la voluntad de Dios? Pues, no lo creo.
Sin embargo existen creyentes que piensan que pueden vivir una vida de obediencia, pero que no están leyendo la Biblia. Entonces la pregunta es: ¿Qué es lo que tratan de obedecer?
Para poder obedecer la voluntad de Dios, debemos escuchar la voz de Dios

2. La importancia de recibir dirección divina

Mateo 1:20 NVI
Pero cuando él estaba considerando hacerlo, se le apareció en sueños un ángel del Señor y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María por esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo.
José iba a hacer algo que él consideraba bueno, sin embargo no era la voluntad de Dios.
Pero Dios, que conocía el corazón de José y que había decidido cumplir su propósito por medio de la vida de José decide revelarse a su vida y le envía al ángel.
Entonces el ángel le da dirección y le dice que no tema tomar a María como esposa.
¿Qué hubiera pasado si José seguía a su corazón y no a la vluntad de Dios?
Sabemos que en ese momento la decisión de José era clave para que se cumpliera el plan de Dios con la humanidad.
Salmo 32:8 “El Señor dice: «Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti.”
En nuestro tiempo, Dios ya no se revela necesariamente enviándonos un ángel para que nos diga cuál es la dirección de Dios para nuestra vida. Hoy Dios se revela a nosotros a través de su Palabra.
Entonces, como cristianos es fundamental que aprendamos a escuchar la voz de Dios por medio de la Biblia, la Biblia nos revela lo que Dios quiere para su pueblo.
Por lo tanto, si queremos que Dios cumpla su propósito en nosotros, debemos aprender a escuchar la voz de Dios

3. Los beneficios de la obediencia

Conclusión

San Mateo 3. La actitud de José (1:19–22, 24–25)

Es crucial que tengamos la prudencia de José ante casos difíciles y problemáticos. José habría empañado la honra de María y habría estropeado el plan divino si se hubiera apresurado a denunciarla como infiel con otro hombre. Su prudencia y dominio propio fueron muy bien recompensados por ese Dios a quien temía, quien le dio el privilegio de ser “padre” de Jesús (Lc. 2:48). Acatemos en todo momento la exhortación a no juzgar según las apariencias (Jn. 7:24).

San Mateo 4. El Salvador que se necesitaba (1:23)

En el v. 21 leemos que Jesús salvaría a su pueblo no en sus pecados, sino de sus pecados. Nadie se salva en sus vicios, incredulidad y rebeldía contra Dios. Es indispensable el arrepentimiento y la fe en ese Salvador, la fe que se apropia de su obra expiatoria y conduce a la experiencia personal de salvación y renovación espiritual

Comentario Al Nuevo Testamento NACIDO DEL ESPÍRITU SANTO (Mateo 1:18–25) (continuación)

Para decirlo de otra manera: Jesús es la única Persona que nos puede decir cómo es Dios y lo que Dios quiere que seamos. Solamente en Él podemos ver cómo es Dios y cómo debemos ser nosotros

Comentario Al Nuevo Testamento NACIDO DEL ESPÍRITU SANTO (Mateo 1:18–25) (continuación)

En una de las novelas de William J. Locke hay una descripción de una mujer que tenía más dinero del que podía contar, y que había pasado la mitad de su vida visitando los museos de pintura del mundo. Estaba cansada y aburrida. Entonces conoció a un francés que tenía muy poco de las cosas de este mundo, pero que tenía un conocimiento amplio y un amor profundo por la belleza. Fue con ella, y en su compañía las cosas aparecieron totalmente diferentes. «Yo nunca supe cómo eran las cosas —le dijo ella— hasta que tú me enseñaste a mirarlas.»

En este sentido se debe ver en José un ejemplo de discípulo piadoso, que prefiere anteponer su obediencia a Dios a su derecho de paternidad natural.

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