El pecado de los elegidos

Toda herida busca sanidad  •  Sermon  •  Submitted   •  Presented
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Todo por una manzana

Ni siquiera sabemos si fue una manzana lo que comieron Adán y Eva (como no sabemos si fue una ballena la que se tragó a Jonás), pero era algo parecido.
No puedo creer que por un mordisco todo se haya desgraciado.
Quiero encontrarme a muchos personajes Bíblicos en el cielo, pero a Adán no, creo que por culpa de él podrían sacarme del cielo o quitarme mi mansión.
Todo era hermoso y perfecto, pero tenían que llegar este par de insatisfechos a dañar el Edén y por culpa de ellos no he podido dejar de pecar en mis 40 años de vida.
Génesis 3:6–7 NVI
6 La mujer vio que el fruto del árbol era bueno para comer, y que tenía buen aspecto y era deseable para adquirir sabiduría, así que tomó de su fruto y comió. Luego le dio a su esposo, y también él comió. 7 En ese momento se les abrieron los ojos, y tomaron conciencia de su desnudez. Por eso, para cubrirse entretejieron hojas de higuera.
Romanos 3:23 RVC
23 por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios;
¡Qué bonito!, Adán peca y yo sigo pagando los platos rotos.
Pero es que no fue el acto mismo de comerse un fruto, se trataba de algo más. Para entenderlo nos tenemos que ir mucho tiempo atrás.
Génesis 1:27–28 NVI
27 Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó, 28 y los bendijo con estas palabras: «Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo.»
Dios creó al ser humano estableciendo una relación con él como parte esencial de su propósito de existencia.
Esta era una relación de confianza. El hombre debía saber que Dios le decía la verdad y lo guiaba, porque él era su creador pero con quien mantenía una relación.
Lo que pasó más tarde con aquel fruto prohibido fue un intento del ser humano de hallar el conocimiento por cuenta propia, no según su creador; sin saber que este acceso acarreaba dolor y muerte, que era justo lo que Dios quería evitarle.
El hombre no peca porque come del fruto sino porque el acto de comer era una búsqueda traidora en un intento de hallar grandeza.
Comer fue la acción que rompió la confianza, que separó una relación.

¿Qué es el pecado?

El pecado no es un acto que haces, el pecado es lo que esos actos demuestran.
En la Biblia encontramos muchas palabras que expresan lo que es pecado, no existe una sola palabra hebrea que por sí sola pueda exhibir el concepto pleno del pecado.
Impiedad. Confusión. Iniquidad. Perversión. Culpa. Transgresión. Rebelión. Error. Problema. Vanidad. Mentira. Engaño. Mal. Romper la confianza. Negligencia. Culpa. Injusticia. Desobediencia. Ilegalidad.
El NT usa un concepto para describir el pecado a través de la palabra “hattat” que significa: no dar en el blanco.
El pecado es hacer las cosas por ti mismo, a tu manera y no a la manera de Dios, tu creador.
El pecado es imponer tu inteligencia ante la sabiduría de Dios.

El pecado=la herida letal

Romanos 7:15–24 NVI
15 No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco. 16 Ahora bien, si hago lo que no quiero, estoy de acuerdo en que la ley es buena; 17 pero, en ese caso, ya no soy yo quien lo lleva a cabo sino el pecado que habita en mí. 18 Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa, nada bueno habita. Aunque deseo hacer lo bueno, no soy capaz de hacerlo. 19 De hecho, no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero. 20 Y si hago lo que no quiero, ya no soy yo quien lo hace sino el pecado que habita en mí. 21 Así que descubro esta ley: que cuando quiero hacer el bien, me acompaña el mal. 22 Porque en lo íntimo de mi ser me deleito en la ley de Dios; 23 pero me doy cuenta de que en los miembros de mi cuerpo hay otra ley, que es la ley del pecado. Esta ley lucha contra la ley de mi mente, y me tiene cautivo. 24 ¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal?
El pecado es una peste que no nos deja en paz.
El pecado nos causa heridas y nos hace herir a otros.
El pecado hirió de muerte nuestro espíritu, aquel que fue diseñado para la relación con Dios; haciéndonos incapaces de relacionarnos con Dios.
En esencia, toda herida empieza siendo espiritual, porque es esta herida mortal la que nos hace vulnerables a las demás heridas.
Por eso, cuando queremos ayudar a alguien que sufre una herida en su alma, cualquiera que esta sea, necesitamos ayudarle a ver que la herida más profunda que le sangra es la herida espiritual y que, por lo tanto, primero necesita a Dios.

Pecado entre los elegidos

Adán pecó y Dios puso en marcha su plan de redención. Entonces elige a Abraham para que, apartándose de su tierra, conozca a Dios.
Dios se le revela y empieza a mostrarse, entre esas manifestaciones le hace promesas, pero Abraham decide ayudar a Dios y hace las cosas a su manera.
Entonces Agar, que nada tenía que ver en eso, termina contaminada por el pecado de Abraham y Sara.
Agar, quizás ni en sus sueños más atrevidos se imaginó como una señora con honores y herencia. Ahora había sido elegida para tener descendencia y heredar riquezas.
Los conflictos se dieron y ella termina huyendo y arriesgando a un niño que tampoco tenía culpa de lo que pasaba.
Volver a la esclavitud era la garantía de la vida y de una herencia, en el desierto no sobreviviría…pero se dio cuenta de ello cuando tuvo un encuentro con Dios.
¿Se da cuenta de eso? Agar, que no conocía a Dios como Sara, mucho menos como Abraham, tuvo un encuentro con Dios y fue en ese encuentro cuando su vida empezó a cambiar.
El pecado de Abraham y Sara hubiera matado a Agar e Ismael, el encuentro con Dios los salvó.
Si hay algo que aprendo en esta historia es que hasta en la familia elegida hay pecado y que solo un encuentro con Dios nos puede sanar.
Necesitamos ir a Dios y reconocer nuestra herida por el pecado y permitirle a él sanarnos.

El poder sanador es más grande que el dolor de la herida

Romanos 5:12–21 NVI
12 Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo, y por medio del pecado entró la muerte; fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todos pecaron. 13 Antes de promulgarse la ley, ya existía el pecado en el mundo. Es cierto que el pecado no se toma en cuenta cuando no hay ley; 14 sin embargo, desde Adán hasta Moisés la muerte reinó, incluso sobre los que no pecaron quebrantando un mandato, como lo hizo Adán, quien es figura de aquel que había de venir. 15 Pero la transgresión de Adán no puede compararse con la gracia de Dios. Pues si por la transgresión de un solo hombre murieron todos, ¡cuánto más el don que vino por la gracia de un solo hombre, Jesucristo, abundó para todos! 16 Tampoco se puede comparar la dádiva de Dios con las consecuencias del pecado de Adán. El juicio que lleva a la condenación fue resultado de un solo pecado, pero la dádiva que lleva a la justificación tiene que ver con una multitud de transgresiones. 17 Pues si por la transgresión de un solo hombre reinó la muerte, con mayor razón los que reciben en abundancia la gracia y el don de la justicia reinarán en vida por medio de un solo hombre, Jesucristo. 18 Por tanto, así como una sola transgresión causó la condenación de todos, también un solo acto de justicia produjo la justificación que da vida a todos. 19 Porque así como por la desobediencia de uno solo muchos fueron constituidos pecadores, también por la obediencia de uno solo muchos serán constituidos justos. 20 En lo que atañe a la ley, ésta intervino para que aumentara la transgresión. Pero allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia, 21 a fin de que, así como reinó el pecado en la muerte, reine también la gracia que nos trae justificación y vida eterna por medio de Jesucristo nuestro Señor.
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