Hoy es Día de Buenas Noticias
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· 20 viewsReflexión compartida en la vigilia del 30 de junio a la iglesia Roca Mía, confrontado primero mi propia condición delante de Dios.
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Reflexión Personal:
Reflexión Personal:
Señor mi Dios quiero agradecerte, la oportunidad que me das hoy de poder escribirte nuevamente. Es un medio que he encontrado imprescindible para poder hablar contigo, para poder abrirte mi corazón y expresar las muchas cosas que me agobian, me cargan, me avergüenzan y me hacen incluso estar tan distante de Ti. Entre estas situaciones, encuentro mi Dios, que una de las primeras es mi propio pecado; los cuales en realidad me hacen el más pecador de los hombre, por mi ingratitud, mi dureza de corazón, mi apatía, mi egoísmo e insensibilidad a Tu Palabra y Tu Santo Espíritu que mora en mí. También hallo en mí, la desconfianza, la soberbia que da a luz el orgullo de no esforzarme lo necesario y suficiente para buscarte y para conocerte.
Oh mi buen Dios, te piedad de mí, que soy un vil pecador. Ten compasión de este siervo tuyo. Faltando un poco más de una hora, estoy aquí preparando la reflexión que voy a compartir a mis hermanos, en esta Tu iglesia. Quiero hablar de evangelismo y voy a usar esta historia de Samaria para exhortar a la iglesia, sobre la importancia y necesidad de que entendamos, como los leprosos, de que hoy es día de buenas noticias. Primero, habla a mi corazón Padre amado, confronta, humilla, quebranta y enternece mi corazón, mi mente y mi ser para que lo que vaya a compartir, pueda producir en mi el cambio menesteroso de anunciar las buenas noticias al mundo. Padre, que esta no sea otra enseñanza más, si no que sea el instrumento en Tus manos para que muevas, por medio de Tu Espíritu en mí, el poder arrepentirme para no seguir en lo mismo.
Es Tu Palabra, la que nos confronta mi Señor, es ella la que revela mi condición espiritual actual delante tuyo, la cual es pobre, ciega, desnuda, desventurada y miserable. Y ruego sea también Tu Palabra que me ayude a volver a hacer las primeras obras, volver a la senda Antigua, volver al primer amor.
Para la gloria de Tu Nombre te pido lo hagas, en el Nombre de Tu Hijo Jesús, amén.
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Gratitud a Dios por la Palabra de reflexión que hoy me permite compartir con los hermanos.
Introducción:
Introducción:
La buena noticia
“La palabra evangelio significa buenas noticias. Por supuesto, si Jesús sólo muriera, serían malas noticias. El hecho de que Él muriera, el sin pecado por el pecador, y que resucitara triunfante sobre la muerte y la tumba es una buena noticia”.
En Isaías 40, estas “buenas nuevas” consistían en más que simples buenas noticias de victoria militar o rescate físico. Abarcaba un mensaje de victoria, triunfo definitivo, y rescate eterno, por lo que es la mejor noticia posible.
John F. MacArthur
24 Sin embargo, tiempo después, el rey de Aram reunió a todo su ejército y sitió a Samaria. 25 Como consecuencia, hubo mucha hambre en la ciudad. Estuvo sitiada por tanto tiempo que la cabeza de un burro se vendía por casi ochenta piezas de plata, y doscientos mililitros de estiércol de paloma se vendía por cinco piezas de plata.
26 Cierto día, mientras el rey de Israel caminaba por la muralla de la ciudad, una mujer lo llamó:
—¡Mi señor el rey, por favor, ayúdeme! —le dijo.
27 Él le respondió:
—Si el Señor no te ayuda, ¿qué puedo hacer yo? No tengo comida en el granero ni vino en la prensa para darte.
28 Pero después el rey le preguntó:
—¿Qué te pasa?
Ella contestó:
—Esta mujer me dijo: “Mira, comámonos a tu hijo hoy y mañana nos comeremos al mío”. 29 Entonces cocinamos a mi hijo y nos lo comimos. Al día siguiente, yo le dije: “Mata a tu hijo para que nos lo comamos”, pero ella lo había escondido.
30 Cuando el rey oyó esto, rasgó sus vestiduras en señal de desesperación; y como seguía caminando por la muralla, la gente pudo ver que debajo del manto real tenía tela áspera puesta directamente sobre la piel. 31 Entonces el rey juró: «Que Dios me castigue y aun me mate si hoy mismo no separo la cabeza de Eliseo de sus hombros».
32 Eliseo estaba sentado en su casa con los ancianos de Israel cuando el rey mandó a un mensajero a llamarlo; pero antes de que llegara el mensajero, Eliseo dijo a los ancianos: «Un asesino ya mandó a un hombre a cortarme la cabeza. Cuando llegue, cierren la puerta y déjenlo afuera. Pronto oiremos los pasos de su amo detrás de él».
33 Mientras Eliseo decía esto, el mensajero llegó, y el rey dijo:
—¡Todo este sufrimiento viene del Señor! ¿Por qué seguiré esperando al Señor?
1 Eliseo le respondió:
—¡Escucha el mensaje del Señor! Esto dice el Señor: “Mañana, a esta hora, en los mercados de Samaria, tres kilos de harina selecta costarán apenas una pieza de plata y seis kilos de grano de cebada costarán apenas una pieza de plata”.
2 El funcionario que atendía al rey le dijo al hombre de Dios:
—¡Eso sería imposible aunque el Señor abriera las ventanas del cielo!
Pero Eliseo le respondió:
—¡Lo verás con tus propios ojos, pero no podrás comer nada de eso!
3 Sucedió que había cuatro hombres con lepra sentados en la entrada de las puertas de la ciudad. «¿De qué nos sirve sentarnos aquí a esperar la muerte? —se preguntaban unos a otros—. 4 Si nos quedamos aquí, moriremos, pero con el hambre que hay en la ciudad, moriremos de hambre también allá si regresamos. Así que mejor sería ir y entregarnos al ejército arameo. Si ellos nos perdonan la vida, mucho mejor; pero si nos matan, igual habríamos muerto».
5 Así que, al ponerse el sol, salieron hacia el campamento de los arameos; pero cuando se aproximaron al límite del campamento, ¡no había nadie! 6 Pues el Señor había hecho que el ejército arameo escuchara el traqueteo de carros de guerra a toda velocidad, el galope de caballos y los sonidos de un gran ejército que se acercaba. Por eso se gritaron unos a otros: «¡El rey de Israel ha contratado a los hititas y a los egipcios para que nos ataquen!». 7 Así que se llenaron de pánico y huyeron en la oscuridad de la noche; abandonaron sus carpas, sus caballos, sus burros y todo lo demás, y corrieron para salvar la vida.
8 Cuando los leprosos llegaron al límite del campamento, fueron de carpa en carpa, comieron y bebieron vino, sacaron plata, oro y ropa, y escondieron todo. 9 Finalmente se dijeron entre ellos: «Esto no está bien. Hoy es un día de buenas noticias, ¡y nosotros no lo hemos dicho a nadie! Si esperamos hasta la mañana, seguro que nos ocurre alguna calamidad. ¡Vamos, regresemos al palacio y contémosle a la gente!».
10 Así que regresaron a la ciudad e informaron a los porteros lo que había sucedido. «Salimos al campamento arameo —dijeron—, ¡y allí no había nadie! Los caballos y los burros estaban atados, y todas las carpas estaban en orden, ¡pero no había ni una sola persona!». 11 Entonces los porteros gritaron la noticia a la gente del palacio.
I. Mi Condición
I. Mi Condición
¿Tal vez como la de los leprosos?
Aislados a las afueras de la ciudad (mundo, familia, sociedad)
Personas rechazadas por esta cultura
Condición de pobreza.
Es necesario ver siempre mi condición de la cual me saco el Señor.
¿De dónde te saco el Señor?
Ahora les pregunto: ¿A caso las personas que están afuera de estas paredes, no intentan poner su esperanza en algo o alguien? Piensen en su vecino, en su familiar cercano, en su hermano, tío, primo o papá. Su esperanza y confianza esta en muchas cosas, menos en Dios, o si dicen tener alguna esperanza o confianza en Dios, es muy vana, al punto que no tiene seguridad de lo que pasará después de la muerte.
¿No deberíamos nosotros ser un instrumento para que pueda Él sacar a otros de donde están ahora?