Salmo 61

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Salmo 61

Salmo 1–16 (NTV)
1Qué alegría para los que no siguen el consejo de malos, ni andan con pecadores, ni se juntan con burlones;
2sino que se deleitan en la ley del Señor meditando en ella día y noche.
3Son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto en su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen.
4¡No sucede lo mismo con los malos! Son como paja inútil que esparce el viento.
5Serán condenados cuando llegue el juicio; los pecadores no tendrán lugar entre los justos.
6Pues el Señor cuida el sendero de los justos, pero la senda de los malos lleva a la destrucción.
1¿Por qué se enojan tanto las naciones? ¿Por qué pierden el tiempo haciendo planes inútiles?
2Los reyes de la tierra se preparan para la batalla, los gobernantes conspiran juntos en contra del Señor y en contra de su ungido.
3«¡Rompamos las cadenas! —gritan—, ¡y liberémonos de ser esclavos de Dios!».
4Pero el que gobierna en el cielo se ríe; el Señor se burla de ellos.
5Después los reprende con enojo; los aterroriza con su intensa furia.
6Pues el Señor declara: «He puesto a mi rey elegido en el trono de Jerusalén, en mi monte santo».
7El rey proclama el decreto del Señor: «El Señor me dijo: “Tú eres mi hijo. Hoy he llegado a ser tu Padre.
8Sólo pídelo, y te daré como herencia las naciones, toda la tierra como posesión tuya.
9Las quebrarás con vara de hierro y las harás pedazos como si fueran ollas de barro”».
10Ahora bien, ustedes reyes, ¡actúen con sabiduría! ¡Quedan advertidos, ustedes gobernantes de la tierra!
11Sirvan al Señor con temor reverente y alégrense con temblor.
12Sométanse al hijo de Dios, no sea que se enoje y sean destruidos en plena actividad, porque su ira se enciende en un instante. ¡Pero qué alegría para todos los que se refugian en él!
Salmo de David, acerca de cuando huía de su hijo Absalón.
1Oh Señor, tengo tantos enemigos; son muchos los que están en mi contra.
2Son tantos los que dicen: «¡Dios no lo rescatará!». Interludio
3Pero tú, oh Señor, eres un escudo que me rodea; eres mi gloria, el que sostiene mi cabeza en alto.
4Clamé al Señor, y él me respondió desde su monte santo. Interludio
5Me acosté y dormí, pero me desperté a salvo, porque el Señor me cuidaba.
6No tengo miedo a los diez mil enemigos que me rodean por todas partes.
7¡Levántate, oh Señor! ¡Rescátame, Dios mío! ¡Abofetea a todos mis enemigos! ¡Destroza los dientes de los malvados!
8La victoria proviene de ti, oh Señor; bendice a tu pueblo. Interludio
Para el director del coro: salmo de David; acompáñese con instrumentos de cuerda.
1Respóndeme cuando clamo a ti, oh Dios, tú que me declaras inocente. Libérame de mis problemas; ten misericordia de mí y escucha mi oración.
2¿Hasta cuándo, señores, arruinarán mi reputación? ¿Hasta cuándo harán acusaciones infundadas contra mí? ¿Hasta cuándo seguirán con sus mentiras? Interludio
3De algo pueden estar seguros: el Señor ha separado para sí a los justos; el Señor me responderá cuando lo llame.
4No pequen al dejar que el enojo los controle; reflexionen durante la noche y quédense en silencio. Interludio
5Ofrezcan sacrificios con un espíritu correcto y confíen en el Señor.
6Muchos dicen: «¿Quién nos mostrará tiempos mejores?». Haz que tu rostro nos sonría, oh Señor.
7Me has dado más alegría que los que tienen cosechas abundantes de grano y de vino nuevo.
8En paz me acostaré y dormiré, porque sólo tú, oh Señor, me mantendrás a salvo.
Para el director del coro: salmo de David; acompáñese con flauta.
1Oh Señor, óyeme cuando oro; presta atención a mi gemido.
2Escucha mi grito de auxilio, mi Rey y mi Dios, porque sólo a ti dirijo mi oración.
3Señor, escucha mi voz por la mañana; cada mañana llevo a ti mis peticiones y quedo a la espera.
4Oh Dios, la maldad no te agrada; no puedes tolerar los pecados de los malvados.
5Por lo tanto, los orgullosos no pueden estar en tu presencia, porque aborreces a todo el que hace lo malo.
6Destruirás a los que dicen mentiras; el Señor detesta a los asesinos y a los engañadores.
7Gracias a tu amor inagotable, puedo entrar en tu casa; adoraré en tu templo con la más profunda reverencia.
8Guíame por el camino correcto, oh Señor, o mis enemigos me conquistarán; allana tu camino para que yo lo siga.
9Mis enemigos no pueden decir la verdad; sus deseos más profundos son destruir a los demás. Lo que hablan es repugnante, como el mal olor de una tumba abierta; su lengua está llena de adulaciones.
10Oh Dios, decláralos culpables y haz que caigan en sus propias trampas; expúlsalos a causa de sus muchos pecados, porque se rebelaron contra ti.
11Pero que se alegren todos los que en ti se refugian; que canten alegres alabanzas por siempre. Cúbrelos con tu protección, para que todos los que aman tu nombre estén llenos de alegría.
12Pues tú bendices a los justos, oh Señor; los rodeas con tu escudo de amor.
Para el director del coro: salmo de David; acompáñese con instrumento de ocho cuerdas.*
1Oh Señor, no me reprendas en tu enojo ni me disciplines en tu ira.
2Ten compasión de mí, Señor, porque soy débil; sáname, Señor, porque mis huesos agonizan.
3Mi corazón está angustiado; ¿cuánto falta, oh Señor, para que me restaures?
4Vuelve, oh Señor, y rescátame; por tu amor inagotable, sálvame.
5Pues los muertos no se acuerdan de ti; ¿quién puede alabarte desde la tumba?
6Estoy agotado de tanto llorar; toda la noche inundo mi cama con llanto, la empapo con mis lágrimas.
7El dolor me nubla la vista; tengo los ojos gastados a causa de todos mis enemigos.
8Váyanse todos los que hacen el mal, porque el Señor ha oído mi llanto.
9El Señor ha escuchado mi ruego; el Señor responderá a mi oración.
10Que todos mis enemigos sean deshonrados y aterrorizados; que retrocedan de golpe, avergonzados.
Salmo de David, quien lo cantó al Señor acerca de Cus, de la tribu de Benjamín.
1A ti acudo en busca de protección, oh Señor mi Dios. ¡Sálvame de los que me persiguen! ¡Rescátame!
2Si no lo haces, me atacarán como leones, me despedazarán y no habrá quien que me rescate.
3Oh Señor, Dios mío, si he hecho mal o soy culpable de injusticia,
4si he traicionado a un amigo o he saqueado a mi adversario sin razón,
5entonces que mis enemigos me capturen. Deja que me pisoteen y arrastren mi honor por el suelo. Interludio
6¡Levántate, oh Señor, con enojo! ¡Hazle frente a la furia de mis enemigos! ¡Despierta, Dios mío, y trae justicia!
7Reúne a las naciones delante de ti; gobiérnalas desde lo alto.
8El Señor juzga a las naciones. Declárame justo, oh Señor, ¡porque soy inocente, oh Altísimo!
9Acaba con la maldad de los perversos, y defiende al justo. Pues tú miras lo profundo de la mente y del corazón, Oh Dios justo.
10Dios es mi escudo, quien salva a los de corazón recto y sincero.
11Dios es un juez honrado; todos los días se enoja con los malvados.
12Si una persona no se arrepiente, Dios afilará su espada, tensará su arco y le pondrá la cuerda.
13Preparará sus armas mortales y disparará sus flechas encendidas.
14Los malvados conciben el mal; están preñados de dificultades y dan a luz mentiras.
15Cavan una fosa profunda para atrapar a otros, luego caen en su propia trampa.
16Los problemas que provocan a otros se vuelven en su contra; la violencia que maquinan les cae sobre su propia cabeza.
17Daré gracias al Señor porque él es justo; cantaré alabanzas al nombre del Señor Altísimo.
Para el director del coro: salmo de David; acompáñese con instrumento de cuerda.
1Oh Señor, Señor nuestro, ¡tu majestuoso nombre llena la tierra! Tu gloria es más alta que los cielos.
2A los niños y a los bebés les has enseñado a hablar de tu fuerza, así silencias a tus enemigos y a todos los que se te oponen.
3Cuando miro el cielo de noche y veo la obra de tus dedos —la luna y las estrellas que pusiste en su lugar—, me pregunto:
4¿qué son los simples mortales para que pienses en ellos, los seres humanos para que de ellos te ocupes?
5Sin embargo, los hiciste un poco menor que Dios y los coronaste de gloria y honor.
6Los pusiste a cargo de todo lo que creaste, y sometiste todas las cosas bajo su autoridad:
7los rebaños y las manadas y todos los animales salvajes,
8las aves del cielo, los peces del mar, y todo lo que nada por las corrientes oceánicas.
9Oh Señor, Señor nuestro, ¡tu majestuoso nombre llena la tierra!
Para el director del coro: salmo de David; cántese con la melodía de «Muerte del hijo».
1Te alabaré, Señor, con todo mi corazón; contaré de las cosas maravillosas que has hecho.
2Gracias a ti, estaré lleno de alegría; cantaré alabanzas a tu nombre, oh Altísimo.
3Mis enemigos retrocedieron, tambalearon y murieron cuando apareciste.
4Pues has juzgado a mi favor; desde tu trono juzgaste con imparcialidad.
5Reprendiste a las naciones y destruiste a los malvados; borraste sus nombres para siempre.
6El enemigo está acabado, quedó en ruinas eternas; las ciudades que arrancaste de raíz ya pasaron al olvido.
7Pero el Señor reina para siempre, desde su trono lleva a cabo el juicio.
8Juzgará al mundo con justicia y gobernará a las naciones con imparcialidad.
9El Señor es un refugio para los oprimidos, un lugar seguro en tiempos difíciles.
10Los que conocen tu nombre confían en ti, porque tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan.
11Canten alabanzas al Señor, que reina en Jerusalén. Cuéntenle al mundo acerca de sus inolvidables hechos.
12Pues el vengador de los que son asesinados cuida de los indefensos; no pasa por alto el clamor de los que sufren.
13Señor, ten misericordia de mí. Mira cómo me atormentan mis enemigos; arrebátame de las garras de la muerte.
14Sálvame, para que te alabe públicamente en las puertas de Jerusalén, para que me alegre porque me has rescatado.
15Las naciones han caído en el hoyo que cavaron para otros; sus propios pies quedaron atrapados en la trampa que tendieron.
16Al Señor lo conocen por su justicia; los malvados son presos de sus propias acciones. Interludio de silencio
17Los malvados descenderán a la tumba; éste es el destino de las naciones que se olvidan de Dios.
18Pero aquellos que pasen necesidad no quedarán olvidados para siempre; las esperanzas del pobre no siempre serán aplastadas.
19¡Levántate, oh Señor! ¡No permitas que simples mortales te desafíen! ¡Juzga a las naciones!
20Haz que tiemblen de miedo, oh Señor; que las naciones sepan que no son más que seres humanos. Interludio
1Oh Señor, ¿por qué permaneces tan distante? ¿Por qué te escondes cuando estoy en apuros?
2Con arrogancia los malvados persiguen a los pobres; ¡que sean atrapados en el mal que traman para otros!
3Pues hacen alarde de sus malos deseos; elogian al codicioso y maldicen al Señor.
4Los malvados son demasiado orgullosos para buscar a Dios; parece que piensan que Dios está muerto.
5Sin embargo, prosperan en todo lo que hacen. No ven que les espera tu castigo; miran con desdén a todos sus enemigos.
6Piensan: «¡Jamás nos sucederá algo malo! ¡Estaremos para siempre sin problemas!».
7Su boca está llena de maldiciones, mentiras y amenazas; tienen maldad y violencia en la punta de la lengua.
8Se esconden en emboscada en las aldeas, a la espera para matar a gente inocente; siempre buscan víctimas indefensas.
9Como leones agazapados en sus escondites, esperan para lanzarse sobre los débiles. Como cazadores capturan a los indefensos y los arrastran envueltos en redes.
10Sus pobres víctimas quedan aplastadas; caen bajo la fuerza de los malvados.
11Los perversos piensan: «¡Dios no nos mira! ¡Ha cerrado los ojos y ni siquiera ve lo que hacemos!».
12¡Levántate, oh Señor! ¡Castiga a los perversos, oh Dios! ¡No te olvides de los indefensos!
13¿Por qué los perversos desprecian a Dios y quedan impunes? Piensan: «Dios nunca nos pedirá cuentas».
14Pero tú ves los problemas y el dolor que causan; lo tomas en cuenta y los castigas. Los indefensos depositan su confianza en ti; tú defiendes a los huérfanos.
15¡Quiébrale los brazos a esta gente malvada y perversa! Persíguelos hasta destruir al último de ellos
16¡El Señor es rey por siempre y para siempre! Las naciones paganas desaparecerán de la tierra.
17Señor, tú conoces las esperanzas de los indefensos; ciertamente escucharás sus clamores y los consolarás.
18Harás justicia a los huérfanos y a los oprimidos, para que ya no los aterre un simple mortal.
Para el director del coro: salmo de David.
1Confío en la protección del Señor. Entonces por qué me dicen: «¡Vuela como un ave a las montañas para ponerte a salvo!
2Los malvados ponen las cuerdas a sus arcos y acomodan sus flechas sobre las cuerdas. Disparan desde las sombras contra los de corazón recto.
3Cuando los fundamentos de la ley y del orden se desmoronan, ¿qué pueden hacer los justos?».
4Pero el Señor está en su santo templo; el Señor aún gobierna desde el cielo. Observa de cerca a cada uno y examina a cada persona sobre la tierra.
5El Señor examina tanto a los justos como a los malvados y aborrece a los que aman la violencia.
6Hará llover carbones encendidos y azufre ardiente sobre los malvados, y los castigará con vientos abrasadores.
7Pues el Señor es justo y ama la justicia; los íntegros verán su rostro.
Para el director del coro: salmo de David; acompáñese con instrumento de ocho cuerdas.
1¡Auxilio, oh Señor, porque los justos desaparecen con rapidez! ¡Los fieles se han esfumado de la tierra!
2Los vecinos se mienten unos a otros: se halagan con la lengua y se engañan con el corazón.
3Que el Señor les corte esos labios aduladores y silencie sus lenguas jactanciosas.
4«Mintamos todo lo que queramos —dicen—. Son nuestros los labios; ¿quién puede detenernos?».
5El Señor responde: «He visto violencia contra los indefensos y he oído el gemir de los pobres. Ahora me levantaré para rescatarlos como ellos anhelaron que hiciera».
6Las promesas del Señor son puras como la plata refinada en el horno, purificada siete veces.
7Por lo tanto, Señor, sabemos que protegerás a los oprimidos; los guardarás para siempre de esta generación mentirosa,
8aunque los malvados anden pavoneándose y se alabe el mal por toda la tierra.
Para el director del coro: salmo de David.
1Oh Señor, ¿hasta cuándo te olvidarás de mí? ¿Será para siempre? ¿Hasta cuándo mirarás hacia otro lado?
2¿Hasta cuándo tendré que luchar con angustia en mi alma, con tristeza en mi corazón día tras día? ¿Hasta cuándo mi enemigo seguirá dominándome?
3Vuélvete hacia mí y contéstame, ¡oh Señor, mi Dios! Devuélvele el brillo a mis ojos, o moriré.
4No permitas que mis enemigos se regodeen diciendo: «¡Lo hemos derrotado!». No dejes que se regodeen en mi caída.
5Pero yo confío en tu amor inagotable; me alegraré porque me has rescatado.
6Cantaré al Señor porque él es bueno conmigo.
Para el director del coro: salmo de David.
1Sólo los necios dicen en su corazón: «No hay Dios». Ellos son corruptos y sus acciones son malas; ¡no hay ni uno solo que haga lo bueno!
2El Señor mira desde los cielos a toda la raza humana; observa para ver si hay alguien realmente sabio, si alguien busca a Dios.
3Pero no, todos se desviaron; todos se corrompieron. No hay ni uno que haga lo bueno, ¡ni uno solo!
4¿Será posible que nunca aprendan los que hacen el mal? Devoran a mi pueblo como si fuera pan y ni siquiera piensan en orar al Señor.
5El terror se apoderará de ellos, pues Dios está con los que lo obedecen.
6Los perversos frustran los planes de los oprimidos, pero el Señor protegerá a su pueblo.
7¿Quién vendrá del monte Sión para rescatar a Israel? Cuando el Señor restaure a su pueblo, Jacob gritará de alegría e Israel se gozará.
Salmo de David.
1Señor, ¿quién puede adorar en tu santuario? ¿Quién puede entrar a tu presencia en tu monte santo?
2Los que llevan una vida intachable y hacen lo correcto, los que dicen la verdad con corazón sincero.
3Los que no se prestan al chisme ni le hacen daño a su vecino, ni hablan mal de sus amigos.
4Los que desprecian a los pecadores descarados, y honran a quienes siguen fielmente al Señor y mantienen su palabra aunque salgan perjudicados.
5Los que prestan dinero sin cobrar intereses y no aceptan sobornos para mentir acerca de un inocente. Esa gente permanecerá firme para siempre.
Salmo de David.
1Mantenme a salvo, oh Dios, porque a ti he acudido en busca de refugio.
2Le dije al Señor: «¡Tú eres mi dueño! Todo lo bueno que tengo proviene de ti».
3¡Los justos de la tierra son mis verdaderos héroes! ¡Ellos son mi deleite!
4A quienes andan detrás de otros dioses se les multiplican los problemas. No participaré en sus sacrificios de sangre ni siquiera mencionaré los nombres de sus dioses.
5Señor, sólo tú eres mi herencia, mi copa de bendición; tú proteges todo lo que me pertenece.
6La tierra que me has dado es agradable; ¡qué maravillosa herencia!
7Bendeciré al Señor, quien me guía; aun de noche mi corazón me enseña.
8Sé que el Señor siempre está conmigo; no seré sacudido, porque él está aquí a mi lado.
9Con razón mi corazón está contento y yo me alegro; mi cuerpo descansa seguro,
10porque tú no dejarás mi alma entre los muertos ni permitirás que tu santo se pudra en la tumba.
11Me mostrarás el camino de la vida, me concederás la alegría de tu presencia y el placer de vivir contigo para siempre.
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