Una Ciudad Jardín

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Revelation 22:1–5 NBLA
Después el ángel me mostró un río de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero, en medio de la calle de la ciudad. Y a cada lado del río estaba el árbol de la vida, que produce doce clases de fruto, dando su fruto cada mes; y las hojas del árbol eran para sanidad de las naciones. Ya no habrá más maldición. El trono de Dios y del Cordero estará allí, y Sus siervos le servirán. Ellos verán Su rostro y Su nombre estará en sus frentes. Y ya no habrá más noche, y no tendrán necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y reinarán por los siglos de los siglos.

Introducción

Estos versos que acabamos de leer, aunque están en el capítulo 22, creemos que son la parte final de la visión del capítulo 21.
Muchos consideran que este es el final de la carta de Apocalipsis y que lo que resta del capítulo 22 es la conclusión o el epílogo de la carta. Que no es otra cosa que un resumen general del contenido de la misma.
Así que estos primeros versos del capítulo 22 resumen la visión del capítulo 21, o más bien, enfatizan que el estado final de la creación será superior al estado inicial.
O sea, que el cielo nuevo y la tierra nueva será superior al jardín del Edén.
Y esta verdad debe producir en el pueblo de Dios, en aquellos que aman el regreso de Cristo Jesús, un mayor sentimiento de añoranza por ya estar en ese lugar.
Y esto es exactamente el propósito de Apocalipsis. Esto es precisamente lo que el Señor Jesús quería provocar en la vida de los cristianos del primer siglo y es precisamente lo que quiere lograr en nosotros hoy. Un creciente anhelo por el día de Su regreso.
Y que ese creciente anhelo nos motive a vivir vidas santas delante de Él y a completar Su misión.
El domingo pasado vimos que, basado en la forma en que el Señor le reveló la visión del cielo nuevo y la tierra nueva a Juan, no parece hacer distinción entre el lugar y la gente, entre la ciudad y la Iglesia, entre el cielo nuevo y la tierra nueva y Su Pueblo redimido.
Para el Señor son una misma cosa, una ciudad y un pueblo. La nueva Jerusalén y la Iglesia.
Vimos que si para nosotros lo glorioso del cielo nuevo y la tierra nueva es la presencia de Dios, para Él lo glorioso del cielo nuevo y la tierra nueva es, al fin, poder habitar en medio de Su Pueblo.
Vimos que en el cielo nuevo y en la tierra nueva no habrá distinción de personas, ni divisiones, ni jerarquías, ni clases sociales, ni élites. Allí todos seremos un mismo pueblo.
Vimos que allí no habrá templo porque no habrá necesidad de hacer una distinción entre lo sagrado y lo profano. Entre lo santo y lo impuro. Entre Dios y los seres humanos. Porque allí habitará un Dios santo en medio de un pueblo santo y Su presencia será palpable en cada rincón de la ciudad.
Allí tampoco habrá distinción entre el clérigo y el laico. Todos seremos sacerdotes del Señor y todos le serviremos para siempre.
Y finalmente vimos que en el cielo nuevo y la tierra nueva no habrá sol ni luna. Tampoco habrá noche, porque la presencia del Señor lo iluminará todo y le dará vida a todo.
Vimos que esta última visión de Apocalipsis nos describe la esperanza glorioso del pueblo redimido de Dios en el día final como el establecimiento de un cielo nuevo y una tierra nueva. También lo describe como el establecimiento de una Ciudad Nación, de la Nueva Jerusalén. También como una boda entre Cristo Jesús, el esposo y su Pueblo, la Novia.
Pero hay un elemento adicional que nos ayuda a entender las gloriosas implicaciones de la nueva realidad que experimentaremos, en el día final, aquellos que amamos el regreso del Rey.
El hecho de que el Señor le revela a Juan todas estas diferentes imágenes del cielo nuevo y la tierra nueva nos da a entender que aquel lugar será tan glorioso que las cosas terrenales se quedan cortas para poder describirlo, ilustrarlo y tan siquiera comenzar a comprenderlo.

Un Jardín

Creo que los primeros versos del capítulo 22 de Apocalipsis resumen todo lo que hemos estado aprendiendo en los pasados 2 domingos.
Los comentarios de la Biblia de Estudio de la Reforma dice que estos versos son una descripción final del paraíso y que contienen elementos que aluden al jardín del Edén.
La relación de intimidad entre Dios y Su pueblo y Su abundante bendición sobre ellos son enfatizados aún más en estos versos.
El estado final (de la creación) restaura la inquebrantable e idílica comunión entre Dios y los seres humanos. Sin embargo, la cúspide de la historia es más maravillosa que el comienzo. El jardín ahora es una ciudad y un templo y su luz ha expulsado a la noche.
Continúa diciendo que esta carta de Apocalipsis fue diseñada no solo para informar y darle seguridad a los cristianos acerca de los propósitos finales de Dios, sino también para aumentar su deseo por Él y por el cumplimiento de Sus propósitos. La certeza de esa consumación trae consuelo a los santos durante temporadas de tentación y persecución.
Cuando la iglesia atraviesa por grandes sufrimientos o persecuciones, la esperanza de ver el cumplimiento final de los propósitos eternos de Dios, son como un bálsamo, como una medicina, como una terapia para el alma afligida.
Así que cuando atravieses por sufrimientos, o enfermedad, o escasez, o dificultades, o ansiedades, o depresiones, tómate esa medicina para que experimentes la paz que sobrepasa todo entendimiento.
Por eso Jesús dijo:
John 14:27–28 NBLA
27»La paz les dejo, Mi paz les doy; no se la doy a ustedes como el mundo la da. No se turbe su corazón ni tenga miedo. 28»Oyeron que les dije: “Me voy, y vendré a ustedes”. Si me amaran, se regocijarían, porque voy al Padre, ya que el Padre es mayor que Yo.
Aquellos que aman su regreso se regocijan cada vez que experimentan dificultades porque esas dificultades les recuerdan que un día el Señor regresará y hará todas las cosas nuevas.

Un rio

En estos primeros versos del capítulo 22 vemos que el ángel le sigue dando un tour a Juan del cielo nuevo y la tierra nueva y de pronto Juan observa que del trono de Dios sale un rio de agua de viva que fluye por el mismo medio de la ciudad.
Es un rio cristalino que simboliza pureza y vida. Este no solo provee vida para la flora y la fauna sino también para los seres humanos.
Para las civilizaciones antiguas los ríos eran fundamentales para la vida (y para las modernas también). Sabemos que la mayoría de las civilizaciones se establecieron cerca de los ríos. Ahora mismo estamos en una ciudad que se llama Rio Piedras.
Y para Israel no fue la excepción. Una de las maravillas de la tierra prometida era, y sigue siendo, el rio Jordán.
El salmista profetizando acerca del día final declara:
Psalm 46:4 NBLA
Hay un río cuyas corrientes alegran la ciudad de Dios, Las moradas santas del Altísimo.
Y sabemos que en el comienzo de la historia, en el jardín del Edén también había un rio.
Genesis 2:10 NBLA
Del Edén salía un río para regar el huerto, y de allí se dividía y se convertía en otros cuatro ríos.
El rio siempre ha representado vida, abundantes cosechas y florecimiento.
Por eso el Salmo 1 dice que el que hombre que se deleita y que medita de día y de noche en la ley del Señor:
Psalm 1:3 NBLA
Será como árbol plantado junto a corrientes de agua, Que da su fruto a su tiempo Y su hoja no se marchita; En todo lo que hace, prospera.
En el comienzo de la historia hubo un rio y al final de la historia también habrá un rio.
Pero el rio del cielo nuevo y de la tierra nueva es superior al rio del jardín del Edén.
En el cielo nuevo y en la tierra nueva el rio representa la abundante e inagotable bendición y sustento de Dios, que producirá vida y florecimiento eterno a Su pueblo.
Para los israelitas la fuente del Jordán era el monte Hermón que estaba al norte, pero en el cielo nuevo y la tierra nueva la fuente del rio será algo más glorioso, el trono de Dios.
Esto nos recuerda las palabras de Jesús cuando dijo:
Juan 7:37–38 (NBLA)
...«Si alguien tiene sed, que venga a Mí y beba. »El que cree en Mí, como ha dicho la Escritura: “De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva”».
Por eso aquellos que hemos puesto nuestra confianza en Jesús y que amamos Su regreso, desde ya estamos experimentando los beneficios y la bendición de ese rio que fluye del trono de Dios.
Porque la fuente de ese rio es Cristo mismo.
Testimonio de la conversión de abuelo Elí.

Un árbol

Juan no solo vio un rio cristalino sino que a cada lado del rio vio un árbol o hileras de arboles que representan al árbol de la vida.
Este árbol produce 12 clases de frutos, o una cosecha mensual, y sus hojas sanan las naciones.
En la antiguedad el profeta Ezequiel ya había tenido esta visión:
Ezekiel 47:12 NBLA
»Junto al río, en su orilla, a uno y otro lado, crecerán toda clase de árboles que den fruto para comer. Sus hojas no se marchitarán, ni faltará su fruto. Cada mes darán fruto porque sus aguas fluyen del santuario; su fruto será para comer y sus hojas para sanar».
Al igual que el rio, este árbol también representa la vida, el sustento y la abundante bendición de Dios para su pueblo.
Al principio de la historia también había un árbol.
Genesis 2:9 NBLA
El Señor Dios hizo brotar de la tierra todo árbol agradable a la vista y bueno para comer. Asimismo, en medio del huerto, hizo brotar el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal.
En medio del Edén habían dos árboles pero en el cielo nuevo y en la tierra nueva habrá solo un árbol. Porque el árbol del conocimiento del bien y el mal ya no existirá. Solo el árbol de la vida estará allí.
Por eso el estado del cielo nuevo y de la tierra nueva es superior al del Edén porque allí no habrá forma de que el hombre y la mujer sean tentados nuevamente. La historia no se podrá repetir. Por eso dice que Dios hará todas las cosas nuevas.
Allí no estará el árbol del conocimiento del bien y el mal gracias a que hubo un hombre que fue sometido a la misma tentación de Adán, el primer hombre, pero no cayó, sino que venció la tentación.
Por eso Pablo le dice a los romanos:
Romans 5:12 NBLA
Por tanto, tal como el pecado entró en el mundo por medio de un hombre, y por medio del pecado la muerte, así también la muerte se extendió a todos los hombres, porque todos pecaron.
Romans 5:17 NBLA
Porque si por la transgresión de un hombre, por este reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por medio de un Hombre, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia.
También sabemos que a causa de la caída del hombre el acceso al árbol de la vida en el jardín del Edén fue restringido totalmente.
Algunos creen que esto fue un acto de misericordia de Dios hacia el hombre. Porque si el hombre, estando en la condición de pecado, comía del árbol de la vida, iba a vivir de esa forma para siempre (o a morir para siempre) y no iba a poder tener la oportunidad de ser librado de la maldición del pecado.
Pero en el cielo nuevo y la tierra nueva todo hombre y toda mujer podrán alimentarse para siempre del árbol de la vida sin restricciones.
Por eso decimos que el estado final de la creación será superior al estado inicial.

Una Ciudad Jardín

Cuando analizamos detenidamente la última visión de Apocalipsis y la descripción del cielo nuevo y la tierra nueva nos damos cuenta que encontramos elementos tanto de una ciudad como de un jardín. Vemos tanto puertas y murallas, como ríos y arboles. O sea, como si fuera a la misma vez una ciudad y un jardín.
Muchos se preguntan, si la historia de la humanidad comienza en un jardín, ¿por qué culmina en una ciudad jardín?
Hace dos domingos les dije que yo no creo que en el día final Dios vaya a destruir este mundo que Él creó para nosotros, como algunos piensan. Y que tampoco creo que el cielo nuevo y la tierra nueva vaya a ser en otro lugar.
Sino que en el día final el Señor va a hacer todas las cosas nuevas, va a liberar esta creación de la maldición a la cual fue sometida el día de la caída del hombre y que va a transformarla y a purificarla, extrayendo toda impureza, todo pecado y toda maldad.
Creo que en el día final no vamos para el cielo sino que el cielo nuevo y la tierra nueva descenderá del cielo y vendrá a nosotros.
Ahora, la pregunta es, si Dios no va a destruir su creación sino que la va a transformar y a purificar, ¿qué hará con todo lo que el ser humano ha creado, construido y diseñado, a través de la historia, aún a pesar del pecado?
¿Qué va a hacer el Señor con todo lo que el ser humano ha creado, inventado y producido gracias a la creatividad y a la inteligencia que Él mismo puso en nosotros al crearnos a Su imagen y semejanza?
¿Qué va a hacer con todos los descubrimientos científicos que han beneficiado a la humanidad? ¿Qué va a hacer con todos los inventos tecnológicos que le han facilitado la vida a los seres humanos? ¿Qué va a hacer con todo el arte, la música, la arquitectura, los deportes, que tanto han alegrado el corazón de la humanidad?
¿Los va a destruir? No creo que los vaya a destruir.
Creo que hará lo mismo que hará con nuestros cuerpos mortales y lo mismo que hará con la naturaleza. Creo que los va a redimir, a transformar y a purificar para su gloria y para el disfrute eterno de su pueblo.
Christopher J.H. Wright en su libro El Dios que no entiendo escribe:
Pero de muchas maneras la ciudad es el pináculo del logro colectivo de los seres humanos. Las grandes ciudades son monumentos a la increíble capacidad humana de cooperación, coordinación, creatividad y cultura. Las ciudades exigen increíbles hazañas de organización, capacidad de resolver problemas, imaginación e ingeniosidad. Las hormigas pueden producir un hormiguero. Las abejas pueden producir una colmena. Y sabemos que estas son empresas enormemente cooperativas. Pero solo los seres humanos pueden construir ciudades. - Wright, Christopher J. H.. El Dios que no entiendo (Spanish Edition) (p. 219). Vida. Kindle Edition.
Sigue diciendo:
Así que, al unir en sus imágenes finales el jardín y la ciudad, la Biblia combina la restauración de todo lo que Dios hizo e intentó que fuera su creación, con la redención de todo lo que los seres humanos han logrado en el ejercicio de su capacidad de criaturas hechas a imagen de Dios, [a pesar de] lo defectuoso y permeado de pecado que ha estado ese logro. - Wright, Christopher J. H.. El Dios que no entiendo (Spanish Edition) (p. 221). Vida. Kindle Edition.
De pronto esta visión del cielo es gloriosa y hasta emocionante. No es una visión monótona como la que hemos estado acostumbrados a imaginarnos.
Es una visión de la vida que Dios siempre quizo para Su pueblo. Un pueblo que disfruta de Su creación y de Su presencia, libre y plenamente, y que a su ves pone en función el carácter creador que le fue impartido desde el principio por el Creador. Pero ahora de una forma pura, buena y gloriosa.
Por eso podemos afirmar que el cielo nuevo y la tierra nueva es una ciudad jardín. Una gloriosa mezcla de lo creado por Dios y de lo creado por el hombre.

Se cancela la maldición

Así que podamos decir que el cielo nuevo y la tierra nueva será una experiencia mucho más familiar para nosotros de lo que pensamos, pero con una enorme diferencia.
Hay una diferencia monumental entre el cielo y la tierra que Dios creo al principio y que fue corrompida por el pecado y el cielo nuevo y la tierra nueva que nos aguarda:
Aquella maldición que fue impuesta por Dios sobre la mujer el día de la caída:
Génesis 3:16 (NBLA)
...«En gran manera multiplicaré Tu dolor en el parto, Con dolor darás a luz los hijos. Con todo, tu deseo será para tu marido, Y él tendrá dominio sobre ti».
…será cancelada para siempre.
Igualmente aquella maldición que fue impuesta por Dios sobre el hombre el día de la caída:
Génesis 3:17–19 (NBLA)
...Maldita será la tierra por tu causa; Con trabajo comerás de ella Todos los días de tu vida.
»Espinos y cardos te producirá, Y comerás de las plantas del campo.
»Con el sudor de tu rostro Comerás el pan Hasta que vuelvas a la tierra, Porque de ella fuiste tomado; Pues polvo eres, Y al polvo volverás».
…también será cancelada para siempre.
Esa será la monumental diferencia. En ese lugar ya no habrá maldición sobre los ser humanos, ni sobre la naturaleza.
En ese lugar ya no habrá hombres que planifiquen el horrendo y despiadado crimen de matar a su joven amante para ocultar un embarazo.
En ese lugar ya no habrán abortos.
En ese lugar ya no habrán niños que sean vendidos para ser esclavizados sexualmente.
En ese lugar ya no habrá violencia doméstica.
En ese lugar ya no habrán problemas de salud mental.
En ese lugar ya no habrán problemas de identidad sexual.
Porque allí en medio de la ciudad jardín está el trono de Dios y del Cordero.
Allí reina la justicia y la paz.
Allí disfrutaremos de una vida plena y de una gloriosa libertad.
Allí todos le serviremos por siempre y para siempre.
Allí podremos contemplar su rostro. Verle cara a cara.
Ese día comprenderemos al salmista cuando declaró:
Psalm 17:15 NBLA
En cuanto a mí, en justicia contemplaré Tu rostro; Al despertar, me saciaré cuando contemple Tu semblante.
En aquel día, el simple hecho de contemplar su rostro saciará todos nuestros anhelos.
El salmista también entendió esta promesa cuando declaró:
Psalm 42:2 NBLA
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente; ¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios?
En aquella ciudad jardín nunca caerá la noche, no habrá necesidad de lámparas ni de la luz del sol, porque la presencia del Señor Dios la iluminará y este reinará por los siglos de los siglos.
Esa es nuestra gloriosa esperanza. Para aquellos que amamos su regreso.
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