Sufrimientos dignos de sufrir
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Introducción
1 pe 3.13-15
¿Y quién les podrá hacer daño a ustedes si demuestran tener celo por lo bueno? Pero aun si sufren por causa de la justicia, dichosos son. Y no tengan miedo por temor a ellos ni se turben, sino santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con mansedumbre y reverencia,
Este es un pasaje muy poderoso que nos alienta a seguir adelante a pesar del sufrimiento. No se trata de un mensaje motivacional en donde escucharás “Sigue adelante. Saca el campeón que hay en ti.” No es un mensaje en el cual escucharás algo que te motive y te haga sentir como el guerrero de Dios. Se ha escuchado mensajes desde los púlpitos donde se dice: “Las batallas más grandes son dadas para los mejores guerreros.” Este no es un mensaje como esos. Si estás buscando un mensaje que te haga sentir bien, sin exigirte nada, este no es el lugar donde debes estar.
Sufrimientos dignos de sufrir, ese es el tema que vamos a ver hoy. Y sí, mi intención con el sermón de hoy es darte esperanza en medio del sufrimiento que puedas estar pasando. Pero también, y primordialmente, mi intención es poder prepararte para aquellos sufrimientos que por seguro vas a pasar.
En nuestros días, y gracias a las redes sociales, se ha propagado un virus mortal que ha infectado la cosmovisión de muchos cristianos: la Teología de la prosperidad. Esta aberración teológica se enfoca en aquello que únicamente los incrédulos aspiran, a saber, la comodidad y la vida hoy. En palabras de Jesús Adrián Romero:
El cielo aún espera (nombre de su nuevo disco). En lugar de poner la mirada en las cosas espirituales, hay que poner la mirada en lo terrenal, en lo cotidiano, y disfrutar de la vida.
Según la teología de la prosperidad, puesto que somos hijos del Rey, debemos vivir como p´rincipes y princesas de Dios. Por este motivo, el pasaje de hoy nos va a enseñar dos verdades fundamentales acerca del sufrimiento: No hay sufrimiento que nos pueda hacer daño, y Todo sufrimiento trae consigo una dicha incomparable.
Un sufrimiento incapaz de hacernos daño (1 Pe 3.13)
Un sufrimiento incapaz de hacernos daño (1 Pe 3.13)
Pedro comienza su argumento diciendo:
¿Y quién les podrá hacer daño a ustedes si demuestran tener celo por lo bueno?
Pedro comienza con una pregunta retórica. Las preguntas retóricas se refieren a preguntas cuyas respuestas se encuentran en la misma pregunta. Es decir, las respuestas de dichas preguntas son obvias. Pedro está haciendo uso de este tipo de argumento y dice 1 Pe 3.13 “¿Y quién les podrá hacer daño a ustedes si demuestran tener celo por lo bueno?” La respuesta obvia es Nadie. Esta misma argumentación Pablo la utiliza para hablar del mismo tema: el sufrimiento en el creyente.
Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a Su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de Su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos. A los que predestinó, a esos también llamó. A los que llamó, a esos también justificó. A los que justificó, a esos también glorificó. Entonces, ¿qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no negó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condena? Cristo Jesús es el que murió, sí, más aún, el que resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
Lo que Pablo está diciendo, al igual que Pedro, es que como cristianos no tenemos por qué amedrentarnos a causa de la persecución. El pastor Miguel Núñez dijo en una conferencia que los cristianos podemos estar seguros en medio de la adversidad, ya que tenemos enormes recompensas al ser discípulos de Cristo. Y él dice:
El Espíritu Santo es la garantía de que nuestras vidas están protegidas por Dios. Y aquellos que somos conocidos por Dios tenemos vidas protegidas por Él. Los hombres te pueden maldecir, te pueden escupir (como lo hicieron con Cristo). Te pueden perseguir. Te pueden golpear. Pero lo único que ellos pueden hacer es llegar hasta donde Dios lo haya determinado.
De manera que, como cristianos podemos estar seguros de que nuestras vidas estarán completamente seguras en las manos de Aquel que nos ha colocado para servirle con nuestras vidas. Como un maestro mío dijo en la clase de misiones:
Los cristianos somos inmortales hasta que hayamos completado la obra que Dios ha ordenado que hagamos.
Así que, hermano, si hoy estás pasando por algún tipo de sufrimiento, no pongas tu mirada en la vida de aquí. No mires tus circunstancias. No mires tus dolencias o tus pesares. Mira a Cristo. Mira al Rey y confía que Él está al cuidado de tu vida.
Déjame contarte la historia de Josef Tson, un pastor en Rumanía, en la época de la Rumanía comunista. En la década de 1970, él fue encarcelado múltiples veces. Él fue torturado en innumerables ocasiones. A veces fue sometido a interrogatorios horribles por semanas; hasta que por fin lo exiliaron en el año 1981.
En una ocasión, un oficial de la policía secreta lo ció en un restaurante para tener una conversación con él y tratar de intimidarlo, a ver si así paraba ofreciéndole un trabajo, ya no como pastor, y dejarlo vivir libremente en Rumanía.
En otra ocasión, él escribió el siguiente testimonio:
Cuando el policía de la secreta amenazó con matarme, con dispararme, le dije:
“Señor, ¿no comprendes que cuando me matas me envías a la gloria? No puedes amenazarme con la gloria. Cuanto más sufrimiento y más problema, mayor es la gloria.”
Durante una sesión de interrogatorio particularmente desgarradora Tson le dijo a sus inquisidores que derramar su sangre solo serviría para regar el crecimiento del evangelio de Jesucristo. Aprendió que parte de la Teología del sufrimiento era que la tribulación nunca es un accidente, es parte del plan soberano de Dios para construir su iglesia.
“Le dije -dice Josef Tson- al interrogador que tu alma suprema es matar; mi arma suprema es morirme. Así es como funciona, señor. Usted sabe que mis sermones están grabados y distribuidos por todo el país; cuando me disparas, o me aplastas, o cualquier otra forma que tú elijas, solo rocías mis sermones con mi sangre. Todo el que tenga una cinta de uno de mis sermones la tomará y dirá: ‘Será mejor que escuche esto de nuevo.’ Y dirán: ‘Este hombre murió por lo que predicó.’
Señor -le dije al policía- mis sermones hablarán diez veces más fuerte después de que me mates al saberse la razón por la que me mataste. De hecho, conquistaré este país para Dios porque tú me mataste. Así que, mátame. Morir por el Señor no es un accidente. No es una tragedia. Es parte del trabajo; es parte del ministerio. Es la mejor manera de predicar
Dice Tson que un día vio a seis hombres musculosos, y pensó:
Estos hombres lucen grandes enfrente de mí, pero no son más que marionetas en las manos de mi Padre.
¿Y quién les podrá hacer daño a ustedes si demuestran tener celo por lo bueno?
La respuesta es nadie. Nadie nos podrá hacer daño. Así que, no importa el sufrimiento que tú y yo podamos pasar, absolutamente todos son momentáneos, no dignos de compararse con la gloria que nos espera. Lo que nos lleva de la mano a la segunda enseñanza que veremos el día de hoy, nuestros sufrimientos por Dios nos llenan de dicha
Un sufrimiento lleno de dicha (1 Pe 3.14-15)
Un sufrimiento lleno de dicha (1 Pe 3.14-15)
Pero aun si sufren por causa de la justicia, dichosos son. Y no tengan miedo por temor a ellos ni se turben,
Me llama la atención cómo Pedro hace uso del adverbio “aún” junto a una clausula condicional “si sufren”. Básicamente, lo que Pedro nos quiere decir es que esta realidad es algo remoto, es decir, que puede pasar pronto, así como puede ser lejano. Pero que va a ser seguro el sufrimiento, eso la Biblia lo explica bien. Veamos unos ejemplos:
Y a todos les decía: «Si alguien quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame.
»El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y les causarán la muerte.
»Los expulsarán de las sinagogas; pero viene la hora cuando cualquiera que los mate pensará que así rinde un servicio a Dios.
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si en verdad padecemos con Él a fin de que también seamos glorificados con Él.
Porque a ustedes se les ha concedido por amor de Cristo, no solo creer en Él, sino también sufrir por Él,
Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, prisionero Suyo, sino participa conmigo en las aflicciones por el evangelio, según el poder de Dios.
Los apóstoles, pues, salieron de la presencia del Concilio, regocijándose de que hubieran sido considerados dignos de sufrir afrenta por Su Nombre.
John Piper habla acerca de que como cristianos
Somos unidos al Hijo para demostrar la suprema satisfacción de la gloria de la gracia de unirnos a Él por medio del calvario del sufrimiento, porque no hay otra manera en la que el mundo pueda ver la suprema gloria de dios el día de hoy.
Y, como acabamos de ver, como cristianos estamos llamados a sufrir, no a vivir una vida agradable y cómoda. Dice Dietrich Bomhofer que
El llamado del discipulado es un llamado a morir.
Así que, hermano, cuando llegue el sufrimiento, Pedro nos da dos maneras de cómo enfrentarlo
No tengan miedo
No tengan miedo
Pero aun si sufren por causa de la justicia, dichosos son. Y no tengan miedo por temor a ellos ni se turben,
Pedro está citando Isaías 8.12-14
«No digan ustedes: “Es conspiración”, A todo lo que este pueblo llama conspiración, Ni teman lo que ellos temen, ni se aterroricen. »Al Señor de los ejércitos es a quien ustedes deben tener por santo. Sea Él su temor, Y sea Él su terror. »Entonces Él vendrá a ser santuario; Pero piedra de tropiezo y roca de escándalo Para ambas casas de Israel, Y lazo y trampa para los habitantes de Jerusalén.
En el contexto de Isaías, Acaz estaba gobernando sobre Judá, el reino del sur, y había peligro de que los sirios los invadieran. Acaz tenía miedo de aliarse con Siria para evitar la invasión, a lo que el profeta Isaías le dice en Is. 8.12 que “No teman lo que ellos temen, ni se aterroricen”, sino que Dios debía ser su temor y su confianza. Y, de hecho, esto nos da fundamento para la siguiente manera de enfrentar el sufrimiento, antes de pasar a ello, quiero ahondar un poco en este punto.
¿Qué haces cuando pasas por una prueba? ¿En quién depositas tu confianza cuando todo se vuelve oscuro?
Pregunto esto porque en muchas ocasiones se nos olvida en las manos de Quien estamos. Se nos olvida, al igual que al pueblo de Israel en desierto, que es el Ángel de Jehová, Cristo mismo quien está con nosotros. En el momento en que creímos en el evangelio, la promesa de Jesús de que “estará con nosotros todos los días hasta el fin de mundo” (Mt. 28.20) se convirtió en una realidad para nosotros.
Efesios 2.11-13 describe la triste condición del mundo que está sin Cristo, y amigo o amiga que estás presente el día de hoy, escucha muy bien la descripción de tu condición:
recuerden que en ese tiempo ustedes estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel, extraños a los pactos de la promesa, sin tener esperanza y sin Dios en el mundo.
Separados de Cristo, es decir, sin nadie que te libre de la ira de Dios. Excluidos de la ciudadanía de Israel, que significa que no hay ninguna ley que te defienda, ni nacionalidad que te proteja. Extraño a los pactos de la promesa, es decir, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Es decir, sin nadie a quien recurrir en momentos de dificultad.
Ahora que salimos de la pandemia del Covid, hubo mucha gente que se suicidó, o que se deprimió debido a la enfermedad. No tuvieron a quien recurir cuando las esperanzas se les acabaron. Su trabajo que les daba identidad, su familia o su estado de salud, nada de eso les dio la fuerza para seguir adelante.
Pero para los cristianos, los días oscuros y nublados son siempre la antesala de un amanecer; ya sea, porque Dios restaurará la situación, o porque nos espera nuestro Reposo y Descanso eterno. Pero los incrédulos no tienen esta esperanza.
¿Es esta tu esperanza?
¿Puedes decir como el Salmo 23, “aunque ande en valle de sombra y de muerte no temeré porque Tú estarás conmigo”?
Aquello que debe caracterizarnos al momento de la prueba es la confianza, no el temor. ¿Cómo? Santificando a Cristo en nuestros corazones.
Santifica a Cristo
Santifica a Cristo
sino santifiquen a Cristo como Señor en sus corazones, estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes. Pero háganlo con mansedumbre y reverencia,
Esta expresión de “ santificar a Cristo” es, nuevamente, una referencia a Isaías 8.13
»Al Señor de los ejércitos es a quien ustedes deben tener por santo. Sea Él su temor, Y sea Él su terror.
Recordando el contexto de Isaías, Acaz no debía confiar en Siria para librar a sus enemigos, sino que debía confiar en Jehová. Lo mismo debemos hacer los cristianos. Al momento de enfrentar los problemas, aquello a lo que nos aferramos y confiamos es nuestro refugio y fortaleza. Lastimosamente, no siempre es el Señor. Pero Pedro les recuerda a los cristianos del primer siglo, y ahora nosotros en el siglo XXI, que cuando tengamos que pasar por la prueba, Cristo debe ser nuestro refugio. Charles Bridges dijo lo siguiente:
La iglesia es el espejo que refleja toda la refulgencia del carácter divino. Es la gran escena en la que las perfecciones de Jehová se muestran el universo.
En la medida en que confías y descansas en Cristo en medio de tus problemas, será la medida en la que la gente que te rodea conocerán el carácter de Dios. Es decir, el concepto que el mundo tenga de Dios dependerá de la manera en cómo enfrentas tus problemas arraigado y confiado en Él.
Para esto, Pedro nos da dos maneras en cómo podemos santificar a Cristo: presentando defensa, y hacerlo con mansedumbre.
Presentando defensa
Presentando defensa
1 Pe 3.15 “estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que les demande razón de la esperanza que hay en ustedes.” Esta frase, “siempre preparados”, denota una acción continua, algo que se hace con regularidad. Lo que Pedro está diciendo es que, de manera regular debemos estar listos para demostrar nuestra fe y confianza en el Señor.
“presentar defensa”. La palabra que Pedro usa es ἀπολογίαν, la cual significa “hablar a favor de algo”. Era una palabra legal que se usaba en finanzas cuando se rendían cuentas. Lo que nosotros hacemos al realizar nuestras declaraciones ante el SAT, es ἀπολογίαν.
Ahora bien, ¿por qué Pedro ocupa esta palabra? Debido a que todo el mundo está a la expectativa de cómo reaccionamos ante las circunstancias.
Siempre en mansedumbre
Siempre en mansedumbre
Aplicación:
Aplicación:
Creyentes – Quiero terminar con una historia.
Hubo una ocasión en la que, en 1517 (el mismo año que Martín Lutero colgó sus 95 tesis en Witenberg) un sacerdote henchido de orgullo iba a bordo de un barco que había salido de Londres. Y en ese viaje se encontró con un cristiano inteligente y piadoso cuyo nombre era John Brown.
Los pasajeros disfrutaban mirando el mar en la orilla, cuando el sacerdote volteándose hacia Brown, le dijo de manera insolente:
- Apártate de mí, estás demasiado cerca de mí. Estás sentado sobre mis ropas. Vete para allá. ¿No sabes quién soy yo?
- No lo sé - respondió Brown -
- Bueno, pues, debes saber que yo soy sacerdote
- Oh, señor, ¿ciertamente es usted párroco, vicario o capellán de una dama?
- No, soy sacerdote de almas (le respondió con orgullo). Digo misas para salvar almas.
- Ah, eso es lo que tu hace - le contestó Brown - Me podría decir donde se halla el alma al comenzar la misa
NO lo se dijo el sacerdote.
-Y me puede decir a donde la deja al terminar
-No no puedo
¿Como? No sabe donde deja el alma ni de donde viene, y aún así dice que las salva?
-APÁRTATE!! - le respondió el sacerdote enojado - ¡Eres un hereje, y me las pagarás!
Cuando llegaron a puerto, el sacerdote se fue a caballo junto con dos de sus amigos arzobispos de Canterbury, y denunció a Brown.
Mientras tanto, John Brown se fue a su casa donde su esposa, quien recientemente había dado a luz, lo estaba esperando. Tres días después, mientras se preparaban para celebrar el nacimiento de ese bebé, con una cena con amigos, la puerta se abrió abruptamente, Tomaron a Brown por la fuerza, y lo colocaron en un caballo arrestado, y los pies atados debajo del caballo. Lo encerraron en un calabozo por 40 días.
Al final de los 40 días, los arzobispos de Canterbury y de Rochester hicieron llevarle al insolente que osó cuestionar el que una misa podía salvar almas. Le pidieron que se retractara, y Brown les dijo:
Cristo fue ofrecido una sola vez para quitar los pecados de muchos. Es por ese sacrificio que somos salvos y no por las repeticiones de los sacerdotes.
El arzobispo solamente hizo una señal y le quitaron los zapatos y las medias y trajeron un sartén con carbones encendidos, sobre los cuales pusieron los pies de Brown. Estaba prohibido por ley que torturaran a un ciudadano ingles, pero en tales casos los arzobispos se colocaban por encima de la ley.
-CONFIESA LA EFICACIA DE LA MISA - le dijeron. Y Brown dijo:
Si niego a mi Señor en la tierra, Él me negará delante de Su Padre en los cielos.
La piel de su carne se quemó hasta los huesos, pero la fe de Brown permaneció inconmovible.
Los sacerdotes determinaron entregarlo al poder secular para que lo quemaran vivo. Y el sábado, antes de la festividad del Pentecostés de 1517, lo llevaron de vuelta a Axford, la ciudad de Brown, y una empleada suya lo identificó y fue corriendo a informarle a su esposa.
-Lo vi, lo vi !!!!
La esposa salió corriendo para poder ver a su espos, que estaba con sus pies atadao al cepo, con una apariencia transformada por el sufrimiento, y esperando ser quemado a la mañana siguiente. Su esposa estaba llorando a su lado, y Brown le dijo a ella:
Yo no puedo poner mis pies sobre el suelo, porque los sacerdotes los quemaron hasta los huesos. Pero no pudieron quemar mi lengua e impedirme confesar al Señor.
Elizabeth, continua amándole porque Él es bueno; y cría a nuestros hijos en Su temor.
A la mañana siguiente murió quemado, confiando en esa sangre del Cristo y cantando un himno.
No temas
No temas
Santifica a Dios
Santifica a Dios
Prepárate
Prepárate
Humíllate
Humíllate
Inconversos –