La Cena del Señor Jesús fue instituida por él la misma noche que fue entregado,1 para que se observara en sus iglesias 2 hasta el fin del mundo,3 para el recuerdo perpetuo y para la manifestación del sacrificio de sí mismo en su muerte,4 para confirmación de la fe de los creyentes en todos los beneficios de la misma,5 para su alimentación espiritual y crecimiento en él,6 para un mayor compromiso en todas las obligaciones que le deben a él,7 y para ser un vínculo y una prenda de su comunión con él y entre ellos mutuamente.8