Cuando alguien recibe un privilegio, también recibe una responsabilidad. Cuando alguien recibe al Señor como su Salvador personal, recibe muchas bendiciones eternas.
Con estas bendiciones, también recibe una responsabilidad espiritual para servir a Dios.
De esto se trata el evangelismo. Compartir el evangelio con otros es una responsabilidad que nos da la bendición de ser salvos por la gracia de Dios.