Falso o verdadero - Introducción a Santiago
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Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud. (Santiago 1:1)
La falsificación es un gran problema en nuestra sociedad. Se falsifica el dinero, las tarjetas de crédito, las joyas, las obras de arte y prácticamente todo lo que tiene valor, tratando de hacerlos ver como genuinos para engañar a los incautos. Por consiguiente, se deben examinar los objetos valiosos a fin de determinar que son genuinos.
Eso también puede decirse de lo más valioso de todo, la fe salvadora.
Lo mas valioso para un cristiano debería ser tener Una buena relación con el santo y vivo Dios del universo, con la promesa de la vida eterna.
Los que creen tenerla deben analizarse y probarse con mucho cuidado para determinar que en realidad es así.
El ser engañado por una moneda falsa o por una obra de arte falsa, da por resultado una pérdida temporal solamente. Pero el ser engañado por una fe falsa, resulta en una tragedia eterna.
El falsificador maestro de la fe salvadora es Satanás. Disfrazándose de “ángel de luz” (2 Co. 11:14-15 “14 Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. 15 Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras.” ),
él y sus siervos engañan a los incautos mediante falsos sistemas de religión, entre ellos, las falsas formas de cristianismo.
Muchos piensan que se hallan en el camino estrecho que conduce al cielo, estos son los que caen en la trampa de la religión fingida, o que simplemente confían en su concepto personal de la salvación, pero están en realidad en camino de la condenación y del castigo eterno.
Tal engaño se extiende a aquellos dentro del cristianismo bíblico que están engañados acerca de su salvación. El estar engañados acerca de la relación con Dios es el más alarmante y peligroso engaño. Casi al final del Sermón del Monte nuestro Señor resumió gráficamente esa tragedia:
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad (Mt. 7:21-23).
Debido al peligro siempre presente de la fe falsa, la Palabra de Dios requiere que constantemente se pruebe la validez de la salvación que se confiesa.
En el Salmo 26:1-2 suplica: “Júzgame, oh Jehová, porque yo en mi integridad he andado; he confiado asimismo en Jehová sin titubear. Escudríñame, oh Jehová, y pruébame; examina mis íntimos pensamientos y mi corazón”.
Lo mismo dice el salmista en Salmo 139:23-24 : “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”
ARREPENTIMIENTO
Por medio de Ezequiel, el Señor le dice al hombre genuinamente arrepentido: “Porque miró y se apartó de todas sus transgresiones que había cometido, de cierto vivirá; no morirá” (Ez. 18:28; cp. Sal. 119:59).
El Nuevo Testamento también subraya reiteradas veces la necesidad de probar la fe. Juan el Bautista llamó a los guías religiosos de su época a que dieran “frutos dignos de arrepentimiento” (Mt. 3:8).
Pablo les aconsejó a los corintios: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?” (2 Co. 13:5).
EL FIN DE LA FE SALVADORA SON LAS BUENAS OBRAS
El resultado inevitable de la fe salvadora es una vida de buenas obras, y fue por ese mismo propósito que Cristo redimió a la Iglesia.
Después de afirmar que la salvación es por gracia solamente, el apóstol Pablo recuerda a los creyentes en Efeso que “somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Ef. 2:8-10).
“La gracia de Dios se ha manifestado”, Pablo le escribió a Tito: “para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente” (Tit. 2:11-12; cp. Tito 2:14).
La temible posibilidad de NO ser salvo requiere de un riguroso auto-examen. Cuando el escritor de Hebreos ilustraba la esencia de la fe salvadora, describió la intrépida obediencia de los creyentes del Antiguo Testamento que demostraron su salvación en una vida de lealtad y fidelidad a Dios (11:1-39).
La Primera Epístola de Juan menciona muchas características de la fe genuina.
Debe ir más allá de la simple confesión verbal 1 Juan 2:4 “4 El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él;”
y debe incluir obediencia a Dios (1 Juan 2:3, “3 Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos.”
1 Juan 2:5-61 Juan 2:5-6 ; “5 pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. 6 El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” ;
1 Juan 5:2-3 ). “2 En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. 3 Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos.” ).
Los redimidos se caracterizan por NO amar al mundo (1 Juan 2:15 “15 No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él.” ),
por llevar una vida recta (1 Juan 2:29 “29 Si sabéis que él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de él.” ),
por abandonar y evitar el pecado (1 Juan 3:6, “6 Todo aquel que permanece en él, no peca; todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido.”
1 Juan 3:9 “9 Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado, porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios.”
y por amar a los demás creyentes (1 Juan 3:14 “14 Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte.”
1 Juan 4:7, “7 Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios.”
EL SERMON DEL MONTE
Pero ningún pasaje bíblico presenta con tanta claridad las pruebas de la fe viva y verdadera como el Sermón del Monte.
Aquí Jesús da a conocer una gran variedad de pruebas con el propósito de mostrar a los judíos que se auto-proclamaban justos, los cuales eran orgullosos, jactanciosos y presumidos estos eran los escribas y fariseos (Mateo 5:20), cuán lejos estaban de la genuina salvación. Jesús los expuso yo desenmascaró su religión falsa, su hipocresía y la salvación falsificada.
El sermón comienza con las Bienaventuranzas (Mt. 5:3-12), que resumen las actitudes que deben acompañar a la verdadera fe salvadora. Esas actitudes incluyen mansedumbre, misericordia y gozo en la persecución, humildad, un sentido del carácter pecaminoso y un anhelo profundo por la justicia.
La sección siguiente (Mateo 5:13-16) muestra el cumplimiento de las Bienaventuranzas en la vida de los verdaderamente redimidos LA PRACTICA, que son como “sal y luz” en el mundo malvado, oscuro y caído. En lugar de influir para el mal, deben influir en el mundo con la justicia de Dios.
La verdadera salvación se caracterizará por un compromiso genuino con la Palabra de Dios (Mateo 5:19 “19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.” ),
Por la conducta externa que resulta de la justicia interna del corazón (Mateo 5:21-48), por una adoración apropiada (Mateo 6:1-18), por una visión correcta del dinero y de los bienes materiales (Mateo 6:19-34), y por adecuadas relaciones personales (Mateo 7:1-12). Jesús termina el sermón describiendo dos sendas hacia el destino eterno, la espaciosa, que lleva a la perdición, y la estrecha, que conduce a la vida, por la que exhortó a sus oyentes a que entraran (Mateo 7:13).
Jesús Les advirtió que evitaran a los falsos profetas, que trataban de desviarlos hacia la senda espaciosa que lleva a la destrucción (Mateo 7:15-20 “15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? 17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. 19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis.” ),
Y describió las aterradoras consecuencias de una vana confesión de fe, en vista del seguro juicio venidero (Mateo 7:21-27 “21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? 23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. 24 Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 25 Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. 26 Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; 27 y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina.” ).
Parece evidente que el Sermón del Monte influyó mucho en Santiago, las verdades que sin duda oyó en persona de Jesús, ya fuera en esa oportunidad o en otras y muchos de sus temas tienen paralelos en su epístola.
En realidad, la Epístola de Santiago pudiera muy bien considerarse un comentario práctico acerca de ese sermón. Al igual que el Señor antes que él, Santiago presenta una serie de pruebas por las cuales puede determinarse la autenticidad de la salvación.