¿Qué hace fuerte a un joven?
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Vivir sabiendo que tiene REY
Vivir sabiendo que tiene REY
Gracias al pastor Jeremías, a Keren por la invitación a compartir y permitirme usar este lugar.
Si hay algo que me encanta es compartir con jóvenes, porque ¡también lo fui! y anhelo ser claro como quizá no fueron conmigo o no quise escuchar. Me propongo sacudirte de manera que puedas escuchar y hacer algo al respecto.
¿Qué hace fuerte a un joven? es un tema muy bueno y amplio, así que me gustaría desarrollar el tema en relación a tu identidad, estilo de vida y el Espíritu Santo. Te voy a dar la respuesta, que si tienes algún tiempo de asistir a FEP, seguro ya lo sabes: ¡Sometidos a Dios, Obedeciendo, sujetos a la autoridad! Listo ¡vámonos!
Te di la respuesta, porque quiero desarrollar el tema en el sentido de ¿por qué obedecer a Dios? ¿Por qué los jóvenes cristianos pecan ? ya conocemos a Dios y ¡pecamos! ¿Cómo pasa eso? Igual como lo hizo Israel, el pueblo escogido por Dios, cuando se alejaban de ÉL. Viviendo como se les daba la gana. ¿Por qué hacemos eso? Porque no nos gusta seguir las reglas.
¿Cómo ser fuerte: Sometidos a Dios, Obedeciendo, sujetos a la autoridad.
Jueces narra la historia de Israel; Josué muere, pasan 330 años para que Israel tuviera rey, en ese inter, sucede lo narrado en Jueces. Israel no tiene rey, porque Dios debería ser su Rey. Les ha dado Su ley para guiarlos, jueces que supervisen y den a conocer esa ley. Muchas veces Dios usa a los jueces para liberar al pueblo, eran su autoridad.
Pero Israel abandona la ley de Dios muchas veces, porque no les gustaba que le dijeran lo que debía hacer ¡a nadie le gusta! Así que Israel desobedece y sus vidas son un desastre, después buscan a Dios y ÉL los libera para que tiempo después se vuelvan a olvidar y sufran una vez más, Dios los libra. Ellos decían ¡no lo vuelvo a hacer! y lo hacían. ¿has dicho esto?
Todos desobedecemos algo, quizá a tus padres, leyes, impuestos, maestros, tu propia conciencia que te dice que no hagas algo y lo haces; para después prometer no hacerlo una vez más y cumples unas semanas ¡así era Israel!
El libro de Jueces describe nuestras vidas, los últimos capítulos narran una historia terrible, describe lo mal que estaban las cosas. Muestra lo que sucede cuando una nación, un grupo, una persona dice: haré lo que creo que está bien, lo que quiero, cuando y como quiero. Cuando alguien decide ser fuerte en sus propias fuerzas.
“Los israelitas hicieron lo malo a los ojos del Señor. Se olvidaron del Señor su Dios y sirvieron a las imágenes de Baal y a los postes dedicados a la diosa Asera.” (Jueces 3:7, NTV)
“En esos días, Israel no tenía rey. Hubo un hombre de la tribu de Leví que vivía en un lugar remoto de la zona montañosa de Efraín. Cierto día se llevó a su casa a una mujer de Belén de Judá, para que fuera su concubina.” (Jueces 19:1, NTV)
La historia empieza con un levita que vive en las montañas de Efraín. Toma una concubina, que era como una esposa, pero de menor rango. No era la relación ideal para un levita. La concubina lo abandona, otra versión dice que se prostituyó, y se va de regreso a la casa de su padre en Belén y se queda unos 4 meses.
El levita viaja a Belén para ganársela de nuevo, le habla con amor. El suegro agradecido por perdonar a su hija, hace fiesta por 3 días y cuando el levita quiere irse, él dice ¡quédate otro día más! ya es tarde, se van mañana ¡que siga la fiesta! Así pasan varios días, el 5o día quiere hacer lo mismo, pero ese día el levita decide irse y se va con su concubina, su criado y 2 mulas.
En el viaje se da cuenta que no llegarán a destino antes que les de la noche, pasan por Jebús, así se llamaba antes Jerusalén, en ese tiempo ahí viven los Jebuseos. El criado dice: nos quedemos a dormir aquí, porque viajar de noche es peligroso, han caminado unos 10 km. El levita no quiere quedarse en esa región extranjera, decide caminar 5 km más y llegan a Gabaa o Guibeá.
Llegan antes que las puertas se cierren. Las ciudades eran amuralladas. Aunque no conocen a nadie, entre los israelitas se practica la ley de hospitalidad; se sientan en la plaza esperando que alguien los invite ir a su casa, pero ¡no pasa nada! Nadie los invita ¡eso no es normal!
Por fin se acerca un anciano, los interroga y descubre que es de la misma región que el levita, el anciano también es extranjero en esa ciudad, probablemente era jornalero, viene de trabajar la tierra y los lleva a su casa, los atiende muy bien.
Están cenando cuando unas personas golpean las puertas y gritan ¡saca a ese hombre, queremos tener relaciones sexuales con él! Pero más que por placer, era para humillarlos, era como decir ¡los extraños no son bienvenidos aquí!
Por la ley de hospitalidad el anfitrión tiene la responsabilidad de protegerlos, siguen golpeando la puerta, el anciano dice: ¡aquí está mi hija y la concubina tómenlas a ellas! pero no hagan tal infamia con mis invitados. Pero no le hacen caso. De pronto el levita, que viajó para traer a su concubina,¡sale y la entrega a esos hombres! No esperó que los liberarán como hizo Lot en una historia parecida, en dónde unos ángeles sacan la mano para meter a Lot, aquí el Levita saca la mano pero para sacar a su concubina. Lo que sucede después léanlo en casa. Abusan cruelmente.
Al día siguiente el levita se prepara para ir a su casa y ve a su concubina quién con las pocas fuerzas que tuvo, se arrastró a la puerta y de forma dramática, extiende la mano al umbral de la puerta. No sabe si está desmayada o muerta, le dice que se levante, no ve respuesta y la sube a su mula. La mujer muere y el levita decide que eso lo debe saber toda la nación, pero una carta no va a tener el impacto deseado,así que decide enviar una carta a cada tribu de Israel y con cada carta una parte del cuerpo de la mujer.
Las tribus se indignan al recibir el paquete, convocan asamblea, se reúnen para decidir ¿qué es lo correcto que debemos hacer? ¿qué es lo correcto cuando no hay rey? ¡lo que a cada uno le parezca mejor!
Se reúne un ejército enorme, todo el pueblo, la única tribu que no está es la de Benjamín, aunque también recibieron la carta y saben que una de sus ciudades Guibeá (donde sucedió la tragedia) está siendo amenazada, por eso no van. En la reunión acuerdan un pacto en que no darán a sus hijas en casamiento con alguien de la tribu de Benjamín, por no unirse con ellos.
El ejército marcha a Guibeá, piden que les den a quienes cometieron el crimen, pero se niegan a hacerlo. Se quejan que no hubo un juicio justo, es su gente y ellos los quieren juzgar. Empieza la batalla. Israel tiene 400 mil soldados, pensaron que ganarían, porque la causa es justa a sus ojos, pero no han pedido que Dios les diga qué hacer. Más bien sólo le informaron a Dios lo que habían decidido hacer.
En la batalla mueren 40 mil soldados, vuelven a pelear otra vez y pierden. Al tercer intento ya consultan con Dios, pero lo hacen de todo corazón, se quebrantan por las muertes y en esta ocasión Dios les da una respuesta y una promesa.
Vuelven a pelear, los de Benjamín están confiados, pensando que los derrotarán una vez más. Pero ahora llevan una estrategia. Cuando los de Benjamín salen, los de Israel huyen en retirada, lo que no sabían los de Benjamín, es que Israel ha dividido su ejército en dos, y cuando salen a perseguir a los israelitas, el otro grupo sale de su escondite, entra en la ciudad, la queman, matan a todas las personas y cuando el humo de la quemazón subió, el ejército Israelita que huía, ven que sus amigos han conquistado la ciudad, en ese momento se voltean para enfrentar a los Benjamitas, que quieren regresar a su ciudad pero la ven envuelta en llamas. Mueren 25 mil hombres de Benjamín, logran escapar sólo 600 hombres y huyen a la peña de Rimón.
El ejército mata no sólo a soldados, sino a todos los habitantes de todas las ciudades que pertenecen a Benjamín. Su derrota se debe a Dios, pero la matanza es atribuida a los de Israel. Ellos decidieron hacerlo.
La tribu de Benjamín dejó de existir. En su enojo y sed de venganza, devastaron las ciudades, fue un genocidio. Por 6 meses los 600 hombres estuvieron escondidos en la peña ¡no saben qué les sucederá!
Después de algunas semanas los líderes de Israel dicen ¿qué hemos hecho? hemos desaparecido una de nuestras tribus, ya no seremos 12 sino 11, se arrepienten, han hecho una desgracia.
De pronto alguien se entera que hay 600 Benjamitas escondidos y se preguntan ¿qué hacemos? son sólo hombres, de todos modos la tribu va a desaparecer (aún no había eso de que los hombres pueden ser mujeres). Recuerdan que habían hecho un pacto de no dar a sus hijas para casarse con nadie de la tribu de Benjamín; otro levanta la mano y pregunta ¿alguna otra tribu no fue a la guerra? Alguien dice ¡sí los de Jabes de Galaad! Si hay alguien de ahí, que levante la mano y nadie.
Deciden mandar un ejército de 12 mil soldados para matar a los hombres y las mujeres casadas de Jabes de Galaad, sólo salvan a las doncellas para dárselas a los de Benjamín. Llegan a la Peña y dicen a los hombres: la mala noticia es que hemos matado a toda su familia y la buena noticia es que les traemos mujeres para que sean sus esposas y su tribu no desaparezca.
Hagamos una pausa y pensemos ¿qué pasa cuando no te sometes a tu Rey? Cuando el ser humano no es gobernado por nadie o por nada, cuando no tiene rey. ¡Piénsalo! Seguimos.
Desaparecen la tribu de Benjamín, sólo quedan 600 hombres, y para darles esposas desaparecen otra ciudad, menos las doncellas.
Pero hay otro problema, sólo habían 400 doncellas y son 600 hombres. El mismo de la vez pasada dice: tengo otra idea, pronto será la fiesta de Jehová y las doncellas de otros pueblos bailarán, que los 200 de Benjamín se escondan y cuando las chicas salgan a bailar que ellos lleguen y se las roben, así, esa ciudad no será culpable de dar a sus hijas, por lo del pacto, porque ellos se las están robando. Cuando vengan a decirnos lo que ha pasado, les diremos que está bien, que es para preservar el nombre de nuestros hermanos de Benjamín. Se presentan 250 hombres ¿qué no eran 200? los 50 restantes eran de otras tribus que querían cambiar y los regresan. Los 200 sin esposas se esconden y salen para llevarse a sus esposas. Después los 600 Benjamitas con sus esposas regresan a las ruinas de las ciudades para poblarlas una vez más y así termina el libro.
No hay héroe, no pasa nada bueno, el libro termina así:
“En esos días, Israel no tenía rey; cada uno hacía lo que le parecía correcto según su propio criterio.” (Jueces 21:25, NTV)
No hay alguien que de dirección, nadie decía ¡esto no está bien! ¡esto está mal! Lo que sea que cada quién pensara estaba bien. No tenían guía, brújula.
Lo interesante al leer la historia es que en cada episodio todos pensaron que estaban haciendo lo correcto, pero al verlo con calma, en realidad estaban aumentando el caos, el daño y el dolor.
Los de Guibeá dijeron: no nos caen bien los extranjeros, no queremos que la cuidad se llene de extranjeros, así que nosotros decidimos ¡quién se queda y quién no! ¿no tenemos derecho a decidir quienes viven entre nosotros? ¡claro que sí! es nuestro pueblo, saquen a ese hombre y le daremos una lección que no olvidará, nuestra reputación se conocerá y nadie vendrá sin ser invitado ¿tenemos ese derecho? ¡claro que sí!
El levita pudo decir: cariño, si no te hubieras ido, no estaríamos aquí, todo esto es tu culpa, si tu papá no fuera tan fiestero, hubiéramos salido a tiempo. Es tu culpa y de tu papá, así que no se qué te va a pasar, pero sal para arreglar el problema. Además eres de mi propiedad, tú me metiste en esto, lo correcto es que tú arregles este asunto ¿tengo ese derecho de decidir? ¡claro que sí!
Después que muere la mujer ¡debe haber justicia! ¿cómo llamo la atención de la nación? Con sólo una carta no harán caso, dirán que es exageración, voy a despedazar el cuerpo y así todos verán que es real y el impacto será mayor para que hagan justicia ¿estoy haciendo lo correcto? ¡claro que sí!
Israel dice: debemos dar una lección a los de Benjamín ¿es lo correcto? ¡claro que sí!
Benjamín dice ¿por qué quieren juzgar a alguien de nuestra tribu? debemos defenderlo y protegerlo, ¿es lo correcto? ¡Claro que sí!
Desaparecen una tribu, sólo quedan 600 hombres, lo correcto es buscar esposas, aunque para eso tengamos que destruir otra ciudad ¿es lo correcto? ¡claro que sí!
Jabes de Galaad no participa, hay que darles una lección y matan a los hombres para darle esposas a los 600 de Benjamín ¿es lo correcto? ¡claro que sí!
No alcanzan las esposas, debemos permitir que asalten otra tribu, no importa que sea en la fiesta solemne de Jehová, que rompan el pacto que hicimos, que se roben las que hagan falta, así nadie es culpable ¿es lo correcto? ¡claro que sí!
Ahora que tienes todo el contexto, creo que estás de acuerdo que esas ¡no eran decisiones correctas!
Sabes, el problema es que ¡todos queremos hacer lo mismo! Haré lo que quiero, cuando quiero, cómo y dónde quiero, total es mi vida, es mi cuerpo ¿es lo correcto? Yo puedo hacer con mi vida lo que yo quiero, tú has lo que quieras pero a mí no me digas qué es lo correcto ¿quién eres tú para decirme lo que debo hacer? Y esto ¡lo hacemos todos! ¿quién eres tú para decirme qué soy?
Creemos que una evidencia de ser fuerte es que nadie me puede decir nada, es imponer mi voluntad por encima de todos, sin importar nada.
Estamos en una época que ese mensaje se repite: es tu vida, es tu cuerpo, es tu mente, es tu decisión. Tus emoción es lo que importa lo demás que te valga y te hacen pensar que tus emociones son lo máximo y por eso puedes hacer lo que sea. Pero hacer lo que todos hacen, no es señal de fortaleza sino de debilidad.
Puedes intentar vivir así, pero hay unos problemillas: no puedes estar así mucho tiempo, sin pagar las consecuencias, en algún momento te vas a meter en problemas por hacer lo que quisiste, cuando y cómo quisiste. No importa si eres nuevo, líder, profeta, pastor, hijo, padres, vas a sufrir, te va a doler, te lo digo por experiencia.
La cultura lo pone atractivo, pero ¡no lo es! En la vida real hay dolor, consecuencias, no puedes vivir como si no hay Rey.
Nadie que te ame y tenga experiencia te dirá: para ser feliz ¡haz lo que quieras! Un padre no dirá a su hijo, la clave de la felicidad es hacer lo que quieres; un psicólogo no te dirá, la razón por la que no eres feliz, es que no haces lo que quieres, dónde, cuándo y como quieras. ¡Nadie que te ama y tiene experiencia te dirá eso por que no es verdad!
Porque cuando todos hacen lo que a su parecer es correcto, cuando vives como si no hay Rey, cuando cada quien hace lo que quiere ¡hay dolor! es imposible vivir así y no lastimar a nadie, cuando menos te vas a lastimar a ti. Te lastimarás y serás gobernado por algo. Por querer ser fuerte te vuelves el más débil.
Si un hábito te gobierna, una adicción, la mentira, pornografía, costumbre, una relación de la que sabes que tienes que salir pero te ha dominado y dices ¿cómo terminaré esto? y te das cuenta ¡que no puedes! Eso que empezó como una expresión de libertad al decir: haré lo que quiero hacer, ahora ¡no lo puedes evitar, no lo puedes dejar! Eso te controla, te lastima y lastimas a los demás. Todo empezó cuando dijiste ¡nadie me dice lo que debo hacer! ¡me mando solo!
Quizá vienes de una familia con dolor porque tu papá o mamá hizo lo que quiso y piensas ¿para qué sigo, si ellos me dan el mal ejemplo?
En este momento debes tomar una decisión ¡no viviré como si no tengo REY! porque YO SI TENGO REY ¡Tengo Dios que me ama! ¡Dios es mi fortaleza!
Satanás quiere pervertir lo que Dios hace. ¿Por qué no usamos eso de hacer lo que sea, cuando, sea y cómo sea para el beneficio de los demás? ¿por qué no aspiramos a esa grandeza y a esa fortaleza? ¿por qué no nos apasionamos por compartir el mensaje con nuestras vidas?
Además, cuando el desastre llega ¡llegará! todos queremos que alguien más nos diga qué hacer.Ahí sí vas a querer obedecer y que alguien te diga qué hacer.
Cuando estés en problemas porque hiciste lo que quisiste, desobedeciste a tus padres, maestros, pastor, autoridad, en ese momento ¿a quién vas a llamar? a quién te invitó o a tus padres ¡a tus padres! porque sabes que te aman.
Mamá te dice que no es edad para esa relación o que ese chico no es para ti, pero de todos modos sales a escondidas y cuando te rompe el corazón ¿a quién vas a buscar? a la misma persona que desobedeciste.
En Jueces cuando la nación desobedece, viene el desastre, y entonces se vuelven a Dios pidiendo ayuda. A Dios, a quien han ignorado, le han dado la espalda por irse tras baal y otros ídolos, y ese mismo Dios aparece para ayudarles y les enviaba un libertador.
Tú y yo estamos en esta historia, la buena noticia es que si se lo pides Dios intervendrá en el caos de tu vida. Y Su Poder, Gracia y Fidelidad se mostrará en tu vida y eso que satanás quiso usar para destruirte, Dios lo usará para que seas cada día más fuerte, pero no en tus fuerzas, sino en ÉL.
Aún dentro de la iglesia hay quienes quieren vivir como si no hay REY. Quieren la abundancia del REY sin sujetarse al REY.
Dios te anhela para transformar tu ciudad, pero necesitas estar fuerte y el fuerte lo es, no por sus fuerzas, sino porque ha encontrado la fuente de toda fortaleza.
Para ser fuerte, primero reconocemos nuestra debilidad, y se empieza por confesar y arrepentirte. ¡Vuele a Dios! ¡búscale de todo corazón! Y así se sabrá que hay REY en Oaxaca, en Atzompa, en FEP.
Si decides ser fuerte a la manera de Dios, empezarás dificultades. Dios no quitará lo que hasta ahora ha sido un obstáculo. Mira lo que hizo:
“El Señor dejó a ciertas naciones en la tierra para poner a prueba a los israelitas que no habían conocido las guerras de Canaán. Lo hizo para enseñar a pelear en la guerra a las generaciones de israelitas que no tenían experiencia en el campo de batalla.” (Jueces 3:1–2, NTV)
Algunas áreas de tu vida, Dios las fortalecerá, pero otras, permitirá que pases pruebas, para que seas tú, quien aprende a pelear en esta guerra.
Termino con esto:
“Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a hacer lo que su naturaleza pecaminosa los incita a hacer; pues, si viven obedeciéndola, morirán; pero si mediante el poder del Espíritu hacen morir las acciones de la naturaleza pecaminosa, vivirán.” (Romanos 8:12–13, NTV)
¿Por qué no has podido dejar de pecar en algún área? porque hemos confundido este verso, te obligas a sacrificar el cuerpo, te fuerzas por hacer o no hacer algo. Pero este verso no dice: mata las acciones de la naturaleza pecaminosa o asesinarlas, dice: ¡hacer morir!
¿Cómo muere un organismo vivo? ¡al no alimentarlas! Soy carne y espíritu. Dice, alimenta el espíritu y la carne va a morir ¡tú no lo harás! Si sólo escuchas a Peso pluma, o corridos tumbados, ¿qué estás alimentando? ¿si oras y lees la Biblia? ¿si sólo tienes amigos que se van a tomar?
Hacer morir el pecado se logra solamente alimentando el espíritu. Eso te permite ser fuerte, porque vives sabiendo que tienes REY.
Palabra de Dios
Oremos