Las cargas de los otros

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Galatas 6:1-5

I. Introducción-
a. En mi juventud, cuando aún vivía con mis padres, solíamos hacer días de playa en estos meses y días feriados. Esos viajes eran particulares, se llevaban calderos de arroz, hoyas con pollo, bandejas de guineos hervidos, platos, vasos, neveras, servilletas, utensilios, en fin, apenas cabíamos en el carro por todo lo que se llevaba para la playa. Esa experiencia hizo que una vez yo tuviera mi propia familia los días de playa eran similares, con la diferencia que el llevar todo lo que implicaba un día de playa excepto algunas cosas pequeñas, todo lo tenía que cargar yo. Así que mientras nos dirigimos hacia el día placentero de playa la carga de todas las cosas hacían que llegara cansado a lo que se supone sea disfrutar de un día.
b. Trabajo, responsabilidades, estrés o presión producen un tipo de carga, en ocasiones una carga emocional que es reflejada físicamente. La frase más común cuando sucede esto es, "se me trepó el mono". Ciertamente a la mayoría de los que estamos aquí, algo se ha activado en nuestras mentes al escuchar la palabra cargas. algún recuerdo de una situación estresante que alguna vez soportamos o de un corazón cargado, algo pendiente por completar. Mi trabajo actual no requiere un esfuerzo físico significativo, pero cognitivamente si requiere un gran esfuerzo, y en ocasiones al salir del periodo de trabajo diario siento un gran peso sobre los hombros, ya no es un simple mono, ahora es algo más pesado.
c. La Biblia habla de cargas, en muchas ocasiones menciona la realidad del ser humano donde en muchas ocasiones se siente cargado, agobiado, estresado por situaciones de la vida. Así también la Palabra de Dios nos indica que debe hacer el ser humano para poder lidiar y sobrellevar las cargas. El pasaje que vamos a considerar hoy toca unos aspectos interesantes relacionados a las cargas.
II. Gálatas 6:1-5 (Reina-Valera 1960) Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándose a ti mismo, no sea que tú también seas tentado. 2 sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo. 3 porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña. 4 así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; 5 porque cada uno llevará su propia carga.
a. Contexto:
1. La epístola de Gálatas es una carta circular a las iglesias de Galicia. Es interesante poder captar los diferentes tonos en los que Pablo escribe esta epístola. Además de defender su apostolado y establecer algunos argumentos doctrinales respecto a la inferioridad de la ley ante el evangelio y el propósito de este. Y es que los judaizantes estaban enseñando que algunas leyes del Antiguo Testamento eran obligatorias para la salvación de los cristianos. Los judaizantes decían que las promesas de Dios eran para los judíos y los gentiles debían circuncidarse para ser salvos. Pablo los reprende por su insensatez pues algunos habían vuelto al legalismo o mínimo lo estaban considerando. Ya en el capítulo 5 Pablo les recuerda que ellos habían empezado bien en el evangelio y el llamado a recordar la libertad en Cristo y enfatiza en señalar las obras de la carne como también les habla sobre el fruto del Espíritu y el deber de andar en el Espíritu. Todo esto centrado en el amor. Y con este contexto llegamos al pasaje de hoy.
b. Exegesis:
1. Gálatas 6:1, (volver a leer) Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándose a ti mismo, no sea que tú también seas tentado.
a) Pablo está dando un ejemplo de una de las cargas más difíciles de llevar como ser humano. La carga del pecado o de fallar a Dios, errar en el blanco. Y es a modo de ejemplo, pues no se registra un caso en particular en esta carta en el que algún miembro de la iglesia haya sido sorprendido en pecado, como en la carta a los Corintios en la que Pablo es enfático en el capítulo 5, sobre una falta moral. Aquí Pablo quiere resaltar dicha carga pues es una carga de mucho peso principalmente en lo espiritual y teniendo en cuenta en la gran posibilidad de que alguno fuera sorprendido, alcanzado o atrapado por el pecado. Esto es específicamente para la iglesia, habla de un cristiano que ha tratado de huir del pecado, pero fue atrapado por el mismo.
b) Y aquí hay una división en los lectores de esta carta, los que pueden estar siendo tentados a fallar y los que están viviendo por el espíritu. Pablo les ha dicho mucho a esos que están bajo posible influencia de parte de los maestros de la ley judía, y viene la exhortación a los que son espirituales. ¿Como podemos distinguir los que son espirituales? No es que sean parte de una elite o fraternidad dentro de la congregación, todos los de la iglesia en Galacia recibieron el evangelio, por lo tanto, vienen a recibir el Espíritu y son llamados a vivir y andar por el espíritu, todos. Y el fruto debe ser evidente como dice en Gálatas 5:22 al 26 22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Que cuando miremos nuestro corazón y motivaciones sean dirigidas por el Espíritu Santo, y su fruto sea evidente y no llano o superficial. Que atendamos al hermano caído con amor, Que aun cuando percibamos que no entiende el amor de dios y su consejo, tengamos paciencia. Que se actúa con bondad, benignidad y que nuestro trato sea con mansedumbre y con el único propósito de restaurar las vidas. Así que el primer llamado es a hacer un análisis de nuestro corazón y las motivaciones, no sea que seamos tentados…y que cuando hayamos ayudado al hermano sintamos paz.
Una vez más, en los versículos 25 y 26 del capítulo 5 de Gálatas, nos dice que andemos por el espíritu…Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 26 No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, enviándonos unos a otros. El no andar en el Espíritu e intervenir con algún hermano que ha fallado, por más buenas intenciones producirá molestia y hasta envidia, Pablo lo advierte.
c) Se necesita andar en el espíritu porque se requiere restaurar a la persona que falla, nuevamente, Pablo conoce los problemas que pueden y surgen en una comunidad cristiana. De manera que de ocurrir un caso como el ejemplo utilizado aquí en Gálatas 6:1, se debe facilitar la restauración de la persona. La restauración es para redimir y restaurar espiritualmente a aquellos que han caído, Proveer ayuda espiritual para que la persona retome su amor por Dios, arregle las relaciones afectadas, se sienta perdonado y retome el camino. La restauración requiere un acercamiento amistoso, respeto, espacio para escuchar, con paciencia y sobre todo con amor y mansedumbre, incluye compasión y consolación para que no sean consumidos por la excesiva tristeza. (¿Informar a la iglesia sobre el comité establecido y su base en el reglamento de la ACM Distrito PR?). El próximo versículo es central para el mensaje de hoy.
2. Gálatas 6:2 (volver a leer) 2 Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.
a) La palabra cargas aquí se refiere a un peso que la persona no puede llevar por sí solo. Y la exhortación de llevar las cargas los unos de los otros no se limita a lo expuesto en el versículo anterior sobre llevar o ayudar a sostener y restaurar a los otros hermanos cuando fallan. Ciertamente las cargas relacionadas con la tentación y el fracaso espiritual suelen ser más pesadas y opresivas, pero en la comunidad de fe los cristianos tienen diversas cargas que son únicamente por el pecado, como por ejemplo la persecución, las dificultades financieras, de relaciones, las enfermedades y otras. De manera que nosotros, ninguno de nosotros puede llevar por sí mismo estas cargas, en efecto no podemos llevar nuestra propia carga, y aquí lo grandioso del Evangelio, solo en Cristo y sólo Cristo puede llevar nuestras cargas, solo las llevo en la Cruz. Tomad mi yugo que es ligero, no como el de los judaizantes que es pesado e imposible de llevar. Solo en Cristo y caminando en el Espíritu es que podríamos llevar el peso de las cargas ajenas. Que otra vez no se limitan al fallo o al pecado y es común confundirnos con que solo las cargas son pecados y pensamos que nuestro deber solo se limita en acompañar el pecado de alguno, mientras tanto pudiéramos estar alejándonos de quién está padeciendo un momento de duelo, pérdida, divorcio, escasez, enfermedad entre otras.
Un ejemplo de esto lo vemos en Hechos 11:27-30, “En aquellos días unos profetas descendieron de Jerusalén a Antioquía. 28 Y levantándose uno de ellos, llamado Agabo, daba a entender por el Espíritu, que vendría una gran hambre en toda la tierra habitada; la cual sucedió en tiempo de Claudio. 29 entonces los discípulos, cada uno conforme a lo que tenía, determinaron enviar socorro a los hermanos que habitaban en Judea; 30 lo cual en efecto hicieron, enviándolo a los ancianos por mano de Bernabé y de Saulo”. Así que la iglesia luego que recibió la noticia de una hambruna en Judea y a pesar de que no conocían personalmente a los que se verían afectados por la necesidad de alimentos, hicieron una colecta para enviarles a través de los apóstoles que viajaban. Probablemente no pudieron abarcar toda la provisión necesaria, pero su generosidad alivió la carga de los que iban a sufrir.
Así que la exhortación es más amplia que llevar las cargas de fallas únicamente relacionadas a pecados o necesidad financiera, es un llamado para ayudar a los hermanos que tienen problemas o dificultades que se han convertidos en cargas pesadas sobre sus hombros, así y solo así cumplimos la ley de Cristo.
b) La ley de Cristo, y no la ley que promovía los judaizantes y a los que Pablo advertía.
Aquí Pablo contrasta las cargas del legalismo que se pretendían colocar en ese tiempo sobre los cristianos como por ejemplo la circuncisión. Jesús en Mateo 23:3-4 les dice a los escribas y fariseos; “Así que, todo lo que os digan que guardéis, guardadlo y hacedlo; mas no hagáis conforme a sus obras, porque dicen, y no hacen. 4 Porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos ni con un dedo quieren moverlas”, contrario al legalismo el cristiano espiritual debe ayudar a su hermano y cumplir la ley de Cristo, como hemos escuchado en esta serie de predicaciones de los unos a los otros, Gálatas 5:14 (Reina-Valera 1960) “14 Porque toda la ley en esta sola palabra se cumple: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” y en Juan 13:34 (Reina-Valera 1960), “34 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” De manera que Pablo apunta al amor, la base de la ley de Cristo, Marcos 12:30-31(Reina-Valera 1960) “30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos” Es en el amor que es posible cumplir la ley de Cristo y se logra en Cristo y cuando andemos guiados por el Espíritu.
3. Los versículos 3 y 4 Pablo está advirtiendo una de las causas por la cual no podamos ser capaces de llevar las cargas los unos de los otros. (leer de nuevo Gálatas 6:3)
a) “porque el que se cree ser algo, no siendo nada, a sí mismo se engaña” El orgullo o la vanagloria de hacer actos u obras para satisfacer su propio “yo” que hace una obsesión por si mismo y no con los demás. Es decir que toda persona que piensa que está agradando a Dios por sus buenas obras y deja aparte la gracia y obra de Cristo, se engañan a sí mismo y al creerse algo se engañan a sí mismo. Esto aleja un interés genuino por las cargas de los otros.
b) Por lo tanto, para no creerse algo y evitar el orgullo y la vanagloria, ponga a prueba su labor. (leer de nuevo Gálatas 6:4) “Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro”. Recordando que la labor es digna si está fundamentada en amor, sólo así el cristiano puede gloriarse de su propia obra, y no es en el sentido de lo que él haya hecho, si no de lo que Dios ha hecho por medio de él. La gloria siempre es de Dios. No hay nada bueno que podamos hacer por nosotros mismos, solo en Cristo podremos hacer lo bueno.
4. El versículo 5, pareciera contradictorio, pero no. Leer de nuevo (Gálatas 6:5) “5 porque cada uno llevará su propia carga”. La palabra carga en el versículo 2, que se refiere a llevar las cargas los unos las cargas de los otros, es en griego “baros” y tiene el significado de una carga pesada que es difícil de llevar. Sin embargo, la palabra aquí en el versículo 5 es del griego “fortíon” que tiene el significado de un paquete o mochila pequeña que un soldado romano llevaba cuando marchaba. Y en este sentido la exhortación es que cada creyente es responsable tiene una responsabilidad con Dios que no puede delegar a otros. Podemos acudir a otros para que oremos juntos pero tenemos la responsabilidad de tener una disciplina de oración, podemos ayudar con la cargas los unos a los otros pero es nuestra responsabilidad individual el cumplir la ley de Cristo, como lo es andar por el Espíritu, lo anterior no lo podemos delegar.
III Aplicación:
1. Todos tenemos cargas, sin acepción de persona, la iglesia de hoy en día no es muy diferente a la iglesia del primer siglo, seguimos teniendo las mismas cargas, cargas que provienen de responsabilidades; financieras, de hogar, de trabajo, de familia. Tenemos cargas ministeriales, como también tenemos cargas que provienen de alguna pérdida o separación. Cargas por aflicciones, pruebas, tribulaciones y hasta malas decisiones y por fallar o errar en el blanco, pecar y fallarle a Dios.
2. La primera exhortación son llevar las cargas los unos de los otros, no solo ayudar y acompañar al hermano que ha fallado, también al necesitado de recursos, al necesitado de compañía en la soledad, en la enfermedad, necesitado de recursos financieros.
a. Hay una frase que corre por Facebook, que dice que es "mejor alejarse de personas conflictivas, porque te cargan",* y ¿cuál es la ley de Cristo para el Hijo de Dios, sino que ayudemos, apoyemos, consolemos, asistamos y aconsejamos con la Palabra a quienes están atravesando un valle de sombra en sus vidas.
b. Pero, ¿Qué nos impide llevar las cargas los unos de los otros?
i. Será el orgullo, que solo quiere satisfacer nuestros propios deseos de egocentrismo y de sentirnos bien con nosotros mismos, y no vemos la necesidad que tienen los otros de una mano que le ayude a llevar las cargas pesadas.
ii. Será falta de empatía y de colocarnos nosotros mismos en su lugar
iii. Será la duda, o temor por no poder ser capaz de llevar las cargas de otros al no poder llevar las propias. Temor para no poder humanamente o falta de conciencia de quien nos llamó nos acompaña e irá delante llevando toda carga sobre si, Cristo quien ya llevó la carga más pesada, llevó el peso del pecado sobre sí y pagó con precio de sangre nuestra redención.
c. La carga de la aflicción, de la prueba, de la tribulación, de la necesidad, la de acompañar al que falla toda carga debe ser recibida y apoyada los unos con los otros como la oportunidad de cumplir la ley de Cristo.
i. ¿Cómo sería esto posible? Caminando en el Espíritu.
1. Nuestros recursos financieros, un principio de mayordomía, Dios nos provee sustento y como administradores ayudamos con las cargas de los más necesitados.
2. Nuestros recursos de talentos, los mismos que Dios nos ha dado, podríamos ayudar con tareas que a otros se les hace difícil. Si un hermano necesita realizar algún trabajo en el hogar y no puede por una estar enfermo, el que tiene la habilidad podría visitarlo y ayudarlo hacer esas tareas que la enfermedad impide que realice el necesitado, o simplemente acompañarlo y orar por él.
3. Nuestro tiempo para acompañar al que se siente solo y sin compañía, una llamada, un texto, un estoy aquí para escucharte.
a. Acompañar al que está caído y sumergido en la culpa por el pecado. Con amor y mansedumbre, con paciencia y empatía, consolando y amando como Cristo nos amó.
b. Acompañar a los abusados, a los deprimidos, a los ancianos débiles.
4. En resumen, llevar la carga de perdonar y restaurar al hermano caído, de apoyar a los que están atravesando dificultades, escucharlos y estar disponibles para el otro.
3. La segunda exhortación es a llevar nuestra propia carga.
a. Esas cargas que no podemos delegar y son nuestra propia responsabilidad.
i. Nadie puede aceptar a Cristo por mi
ii. Nadie puede alabar a Dios por mí.
iii. Debo leer la Biblia por mí mismo
iv. Debo crecer y madurar en Cristo por mí mismo
b. Cada uno de nosotros es responsable delante de Dios por la mayordomía de los dones y recursos que nos ha dado. No podemos culpar a los demás, ni cambiar la responsabilidad, ni tampoco inventar excusas de por qué no cumplimos con las tareas que nos fueron asignadas, debemos llevar nuestra propia carga, cumplir la ley de Cristo a esto estamos llamados.
c. Estas cargas que llevamos en la mochila y que son nuestra, no son pesadas, puesto que Cristo nos asegura descanso. Mateo 11:28-30 “28 Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. 29 llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; 30 porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”.
d. Cuando estamos en Cristo, no hay carga que no podamos llevar o soportar, tomemos nuestra cruz a diario, sigamos a Cristo y el Espíritu Santo nos ayuda con lo más pesado.
4. Hay otras cargas en las cuales quisiera abundar un poco, las cargas que debemos soltar.
a. Cargas que vienen por el temor, que te producen tristezas, amarguras, rencor, falta de perdón, enojo y dolor. Esas deben ser soltadas y abandonadas.
b. Hebreos 12:1 “Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante”
c. En ocasiones se nos hace difícil entregarle las cargas a Dios porque queremos mantener el control. No nos arraigamos a este tipo de cargas, como cuando decimos mi enfermedad, mi aflicción, mi amargura, como si fueran tesoros que no queremos soltar. La exhortación es a liberarnos de las cargas emocionales, el resentimiento y la amargura que a menudo nos ponen cargas en esta vida. ¿A caso preferimos tener el control sobre tener paz en nuestras vidas? Dios puede y quiere trabajar con nuestras cargas, el llamado es a que confiemos en Él, y pongamos nuestra confianza en sus manos, sabiendo que Él es quien tiene el control de nuestras vidas.
IV Conclusión:
1. Una vez más, TODOS tenemos cargas, sin acepción de persona, algunas son triviales pero de seguro en cada línea de asientos aquí en la iglesia no haya una persona sin alguna carga sobre sus hombros. Durante el tiempo que ha vivido se han sumado situaciones, pruebas, tentaciones, responsabilidades en fin cargas que en ocasiones se presentan de varias maneras, como problemas económicos, familiares, laborales, de salud, abusos, errores y pecados del pasado y presentes, o la muerte de un ser querido. Un cónyuge muere o viene un divorcio, un hijo se lastima, un trabajo fracasa o una casa se incendia. En fin, tantas y tantas dificultades, que pueden hacernos sentir más cargados de lo que podemos soportar.
2. Testimonio de compañera de trabajo, Vilmary Quijano, su hijo Sebastián tuvo un accidente cuando niño y quedó en estado vegetativo, (contar testimonio con la enseñanza de que aun cuando otros vean el accidente como una carga, ella lo ve como una bendición, hoy en día existe la fundación “Pequeño campeón de Jesus” y Vilmary tiene la esperanza en Cristo de ver a su hijo graduado de universidad, para la gloria de Dios)
3. Culturalmente vivimos en un individualismo que se nos ha transmitido, nos hemos vuelto para nosotros mismos y en lugar de esto Dios a través de su palabra nos llama a que nos preocupemos por los otros por las cargas de los unos a los otros. Esas cargas que no se limitan ayudar a otros económicamente, es también en compañía, una visita, en un consejo, una palabra de consuelo es dar de nuestros recursos. Y que todo esto sea movido por la ley de Cristo, por amor. Ese amor que no mira nuestras necesidades primero si no que busca siempre servir al prójimo, con humildad y evaluándose nosotros mismos, Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; 4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros, Filipenses 2:3-4. Y que al final de movernos por amor quede en nuestros corazones paz, esa paz que solo proviene de Dios.
4. Llevar las cargas los unos por los incluye la amonestación y la restauración del que falla y es sorprendido, atrapado por el pecado. En ocasiones amar significa enfrentar situaciones difíciles y duras con paciencia, mansedumbre, pero sobre todo con amor. Ese amor debe producir en nosotros el mismo dolor del que está sufriendo su culpa por el pecado de tal forma que podamos levantar y restaurar al caído.
5. Un último llamado, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt 11.28). Cristo, el Hijo del Dios viviente, quien es Soberano sobre todo lo que existe y tiene todo el poder, está dispuesto y puede ayudarnos. No hay nada que sea demasiado difícil para Él. Así como Cristo llevó nuestros pecados en la cruz, también llevará nuestras cargas, por menores que parezcan, una vez que seamos creyentes. Nos invita a venir ante Él con todo aquello que nos hace sentir abrumados. Dios nos ha prometido que hallaremos descanso para nuestras almas. (Mt 11.29). Cuando confiamos en Cristo para salvación y para llevar nuestras cargas, Él nos da la seguridad de la vida eterna y llena de paz nuestros corazones. Mantengamos la mirada en el Señor, Él reemplaza la tempestad, el miedo, la ansiedad, el enojo y la frustración con confianza en Él. Nos ayuda a llevar las cargas, para que no las sintamos tan pesadas.
6. En oración. Humillarnos ante el Señor al reconocer nuestras debilidades, al contarle aquello que nos agobia y pedirle que nos ayude.
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