Emociones 5
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Los Caminos de la Vida
Los Caminos de la Vida
Creo que la mayoría sabemos que la vida no es fácil, que la vida es complicada, es hermosa claro y es dura, nos da alegrías y dolor, éxitos y fracasos. Todo ser humano en algún momento de su vida se verá enfrente de estas situaciones, seas cristiano, ateo, agnóstico, de todas razas, condiciones experimentamos esto.
Algunos han creído que los cristianos estamos exentos del sufrimiento, creen que no tenemos problemas, luchas o crisis ¡nada más lejos de la verdad! Quienes creen que así es la vida del cristiano o que así debe ser, esperan que los cristianos no lloremos, no nos enojemos, no nos enfermemos. Por un tiempo, parece que la iglesia creyó que efectivamente, ese era el papel del cristiano y la forma como lo lograron fue desligando sus emociones de la realidad, aguantarse y reprimir las emociones al sufrir. Si los demás explotan, se enojan, tú como cristiano no puedes hacer lo mismo y si por alguna razón explotas entonces siéntete miserable y lejos de Dios, finge, pero que los no cristianos no te vean que eres igual.
Eso generó una iglesia desligada de la sociedad o presentando a un grupo como si fueran super dotados, que todos les va bien y por eso son la envidia de la sociedad. ¿Cómo está tu matrimonio? ¡oh, super bien, mi esposa o esposo es adorable! pero no se hablan en la casa. Así que, al conocer de cerca a los cristianos, sabes que sólo fingen que están bien, se aguantan. Y eso llevó a iglesias, a familias que emocionalmente están despegadas de la realidad, perpetuando un cristianismo que oculta que esconde.
En su infinita misericordia nuestro Dios, que nos ha rescatado del pecado, nos ha perdonado y ofrece vida eterna nos guía a la vida plena. En Casa reconocemos que para crecer en autoridad espiritual, para ser atractivos a los demás, es necesario reconocer nuestra debilidad.
Para enfrentar el sufrimiento, nuestras áreas débiles, en el dolor, es necesario saber quiénes somos. Pero antes vamos a entender un poco, el por qué del sufrimiento actual; después de la desobediencia en el Jardín del Edén, hubo consecuencias en 2 áreas: En las relaciones y en el Trabajo.
I. Las Relaciones
“Luego le dijo a la mujer: «...desearás controlar a tu marido, pero él gobernará sobre ti».” (Génesis 3:16, NTV)
Las relaciones están marcadas por el dolor, incomprensión, intento de dominar. Las personas, todas ellas, nos puedes defraudar, los amigos, familia, cónyuge, compañeros de trabajo, en la iglesia. Por la desobediencia y por el pecado, la intimidad fue remplazada por la manipulación, lucha de poder, desengaños, seducciones.
II. El Trabajo
“Y al hombre le dijo: «...la tierra es maldita por tu culpa. Toda tu vida lucharás para poder vivir de ella. Te producirá espinos y cardos, aunque comerás de sus granos. Con el sudor de tu frente obtendrás alimento para comer hasta que vuelvas a la tierra de la que fuiste formado. Pues fuiste hecho del polvo, y al polvo volverás».” (Génesis 3:17–19, NTV)
El trabajo está lleno de frustraciones, esfuerzos, suelo duro. Puede que alcancemos nuestras metas que tengamos logros, pero nunca nos sentiremos completamente satisfechos.
¿Por qué permite eso Dios? para hacernos caer de rodillas, para reconocer que necesitamos ayuda, para que lo busquemos. El problema es que en lugar de reconocer que en el camino hay espinos y cardos, nos dedicamos a querer esconder los espinos, fingir que no nos hieren.
Algunos lo hacen peleando con la vida, intentando huir del dolor, anestesian la parte herida, algunos con el alcohol, las drogas, otros con el trabajo, el qué hacer diario en el hogar, los hijos, los libros, lo que sea con tal de aminorar el dolor de la vida ¿a cuántos conoces que se dedican al trabajo, los hijos para no mirar con honestidad esa área fracturada de su vida? se esfuerzan en lo que son “exitosos” y sólo hablan de esas áreas que dominan, que están bien, para olvidar y esconder sus fracasos.
Los cristianos se ponen el vestido de “espiritualidad” y se enojan con los pecados y las debilidades de los demás, pero es porque no pueden hacer algo con los suyos. Nos escondemos y desarrollamos un estilo de vida que cubre lo imperfecto, lo roto, lo estropeado que estamos y lo frágiles que somos y así evitamos ver con sinceridad lo imperfecto que somos.
Están los que niegan la realidad por medio de decretos, falsa fe, niegan el sufrimiento.Cuando queremos vivir así como cristianos, enviamos un mensaje confuso, contrario
Otros más reconocen el dolor, sufrimiento pero no dejan de creer y de amar a Dios, porque saben que Dios sigue siendo poderoso, que Su Mano de poder no ha perdido eficacia y que Su Amor sigue siendo inagotable. Como veíamos el miércoles en el estudio de Salmo.
Quien conoce lo imperfecto que somos es la familia, mi esposa, los hijos.
Ambos grupos son salvos, aman a Dios y Dios obra en ellos, pero uno de ellos enfrenta la realidad de forma diferente, de esos queremos ser en Casa de Fe. Una iglesia de gente normal y podemos llegar a serlo.
El apóstol Pablo nos da el ejemplo más claro de estas formas de vida del cristiano y lo hace no desde la teoría sino desde su propia vida como ejemplo. El crecimiento en autoridad espiritual de Pablo es paralelo a su sentido de honestidad. Al reconocer sus luchas, su dolor, su aguijón.
Escuchemos a Pablo en una carta que escribe a un grupo de cristianos en Galacia, la escribe aproximadamente el año 49 d. C. han pasado 14 años desde su encuentro personal con Dios.
“Los líderes de la iglesia no tenían nada que agregar a lo que yo predicaba. (Dicho sea de paso, su fama de grandes líderes a mí no me afectó para nada, porque Dios no tiene favoritos).” (Gálatas 2:6, NTV)
Si somos críticos en la lectura, podemos detectar cierto orgullo, soberbia ¡no me impresionan esos líderes! Pero, después de 6 años, en el año 55 d. C. escribe otra carta. Ahora escribe diferente como con más amabilidad.
“Pues soy el más insignificante de todos los apóstoles. De hecho, ni siquiera soy digno de ser llamado apóstol después de haber perseguido la iglesia de Dios, como lo hice.” (1 Corintios 15:9, NTV)
En el año 60 d. C. han pasado 25 años desde su encuentro con Dios y ahora dice:
“Aunque soy el menos digno de todo el pueblo de Dios, por su gracia él me concedió el privilegio de contarles a los gentiles acerca de los tesoros inagotables que tienen a disposición por medio de Cristo.” (Efesios 3:8, NTV)
Años después y poco antes de morir, después de casi 30 años de cristiano, ahora habla con mayor claridad y con mayor humildad. Se reconoce como realmente es:
“La siguiente declaración es digna de confianza, y todos deberían aceptarla: «Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores», de los cuales yo soy el peor de todos.” (1 Timoteo 1:15, NTV)
¿Qué pasó? A estas alturas Pablo es reconocido en todo el anillo mediterráneo, ha empezado muchas iglesias, es para que dijera ¡soy el Mega apóstol! He logrado más que cualquiera, he viajado, establecido iglesias, sin embargo, vemos lo contrario. Como que su forma de comprender el amor de Dios maduró, creció. Se hizo más fuerte en Cristo, en autoridad, al reconocer su propia debilidad.
“Es por esto que me deleito en mis debilidades, y en los insultos, en privaciones, persecuciones y dificultades que sufro por Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte.” (2 Corintios 12:10, NTV)
Actualmente la sociedad trata la debilidad como una enfermedad, como sinónimo de fracaso. Si muestras tus debilidades eres vulnerable, presa fácil. Incluso por mucho tiempo en la iglesia se dijo de forma fuera de contexto ¡tú no eres débil! declara, confiesa, repite, decreta y si aún así sigues siendo débil ¡esconde, miente, finge!
Pero Dios vez tras vez nos dice: el dolor y el sufrimiento es una experiencia universal, personas de todas las edades, culturas, razas, clases sociales. Es la forma que Dios nos dice: esto lo he diseñado especialmente para ti, para que me dejes dirigir, guiar tu vida, para que te dejes enseñar. Pero también para que a través de ti demuestre mi poder y así como con Moisés, puedas hacer milagros, señales, prodigios, apoyándote en tu debilidad y quebrantamiento ¡no en tu fuerza y poder! sino desde la humildad.
Esta realidad es lo que nos une como iglesia ¡lo débiles que somos tú y yo! Hemos sido lastimados, la vida nos ha maltratado, golpeado, las consecuencias nos han postrado, por eso es necesario reconocer nuestra debilidad, es necesario crecer sano emocionalmente y la sanidad emocional empieza con perdonar. Perdonar a tus padres que no son perfectos, no te cuidaron, a tu cónyuge que no cumplió su palabra, a ti mismo que te has equivocado ¡todos luchamos para dejar que Dios gobierne todas las áreas de nuestra vida!
Si no reconoces que te han herido y que has sufrido. Si no reconoces que tú has fallado, corres el riesgo de volverte religioso, “demasiado religioso” como para lidiar con estos cristianos que no crecen, que se enojan, que son hipócritas, etc.
Ser cristiano no es ser fuerte en tus fuerzas todo el tiempo, sino ser débil a quien sólo Dios hace fuerte cada día; es ver a Dios usando la vida de esa persona que se sabe débil, que no depende de su propia fuerza.
Moisés era tartamudo y asesino, Juan Marcos inseguro y miedoso, por eso abandonó a Pablo; Oseas un hombre que fue engañado por su esposa; Jacob un mentiroso; David asesino, abusivo del poder, infiel; Jonás un necio, rezongón; Tomás fue incrédulo; Jeremías depresivo, con pensamiento suicida; Elías depresivo, agotado; Marta aprensiva, controladora, perfeccionistas; Noé se emborrachó y así podemos seguir, primero con los de enfrente, levanten la mano los borrachos, infieles, controladores.
No te estoy animando a seguir siendo así, sino reconocer la verdad de ti mismo y permitir que Dios se haga fuerte en esa debilidad.
En la historia del hijo pródigo vemos al hijo menor pidiendo su parte de la herencia, se va lejos, malgasta todo el dinero hasta quedarse con nada. Ahora tiene hambre, está sucio, sin ropa y decide regresar a su casa. El Padre lo recibe, le devuelve su posición de honor, le quita la ropa sucia y le pone traje nuevo, le da un anillo con el sello de autoridad legal, le pone zapatos nuevos y organiza una gran fiesta y baile.
Esta historia es hermosa, el padre representa al Padre Celestial, a Dios quien recibe a sus hijos desechos y quebrantados.
Te pregunto ¿el hijo regresó porque quiso o porque la necesidad lo obligó? ¡sí! el hecho es que se vio como realmente estaba en su situación y decidió regresar, a la fuerza o como sea, pero empezó a caminar a casa.
Esa es nuestra historia, hemos huido de nuestro Padre de muchas formas, y aunque sabemos que SU VOZ nos dice: eres mi hijo, te amo; preferimos escuchar otras voces, las de la cultura, del orgullo, soberbia, o la que sea.
Queremos regresar hasta que “sintamos” que lo merecemos, queremos hacer algo para merecer su amor, si alguien nos dice: debes ganártelo, merecerlo, y eso lo logras cuando dominas tu vida, cuando no haces nada malo y ¡lo crees! te quedas a medio camino, porque hemos prometido y hemos fallado, hemos intentado y no hemos podido. Porque creemos más esas voces que la voz de tu Padre Celestial que te dice: ¡Eres mi hijo, te amo!
Cuando escondes tu debilidad, cuando finges, en ese momento es como si abandonaras la Casa de tu Padre que dice: Ismael, Jorge, Juan, eres mi hijo y te amo. Almita, Laura, Norita, eres mi hija y te amo.
Cuando quieres controlar, dominar con tus fuerzas en ese momento te alejas de la Casa de tu Padre.
El hijo menor llega a Casa y recibe el amor del Padre, no es rechazado ni condenado, no es avergonzado, sino que recibe ¡vida y perdón! recibe amor y una nueva oportunidad.
Por otra parte el hermano mayor es quien realmente está más perdido que el hermano menor, y se enoja por algo que no entiende. No hay alegría en su corazón y hasta podemos entender su enojo; pero la pregunta es ¿qué hace con ese enojo?
Te puedes enojar pero ¿a qué se debe el enojo? ¿de dónde viene? ¿quieres decirle a Dios lo que debe hacer? Cuando no entiendes porque Dios trata de forma diferente a ese otro hijo y te quejas, te enojas, estás actuando como el hermano mayor.
Este hermano se enoja cuando escucha la fiesta ¿por qué no me informaron? no tiene nada de alegría o sentido de perdón. Es un pesado, un inconforme. Esto es cuando nos cuesta trabajo dejar atrás la ofensa, cuando no olvidas, cuando no das otra oportunidad te vuelves como este hermano mayor.
El Padre nos presenta otra historia ¡muéstrate tal como eres! ¡se vulnerable! Quizá no sea popular, nadie más lo haga, pero es lo que nos une, lo que todos tenemos en común. La iglesia está llena de hijos pródigos, hijos menores y también hay hijos mayores, pero casi no hay, hacen falta quienes decidan imitar al Padre perdonador.
Hay un poema escrito por un soldado confederado desconocido que dice:
Pedí a Dios fuerza para poder alcanzar el éxito,
me hicieron débil para que aprendiera a obedecer humildemente.
Pedí salud a fin de poder llevar a cabo grandes cosas,
me dieron dolencias para que pudiera hacer cosas mejores.
Pedí riquezas para poder ser feliz,
me dieron pobreza para poder ser sabio.
Pedí poder cuando era joven para poder recibir elogios de los hombres,
me dieron debilidad para que pudiera sentir la necesidad de Dios.
Pedí todas las cosas para poder disfrutar de la vida,
me dieron la vida para poder disfrutar de todas las cosas.
No obtuve nada de lo que pedí, pero sí todo lo que anhelé.
Casi a pesar de mi mismo, contestaron mis oraciones tácitas,
soy, entre todas las personas, la más ricamente bendecida.
Los caminos de la vida no son como yo pensaba, no son como yo quería, no son como imaginaba; pero en estos caminos de la vida, me encontré con lo más grande y mejor que me ha sucedido. Encontré a mi Padre Celestial.
Palabra de Dios
Oremos